Hoy cumplo exactamente un mes de haber salido de mi casa. Ayer que limpiaba mi cuarto –como hacĂa todos los domingos cuando estaba en Honduras- y ordenĂ© mis joyas me di cuenta que ese era el Ăºnico paso que me hacĂa falta para estar oficialmente instalada. AĂºn asĂ, creo que hay varias cosas que todavĂa no asimilo y que voy a necesitar mĂ¡s tiempo para encontrar normales en este nuevo paĂs.
Una de las primeras cosas que me sorprendiĂ³ de Francia es que los horarios de trabajo son muy reducidos. Yo estoy acostumbrada a las 44 horas semanales -que no incluyen la pequeñĂsima media hora de almuerzo- que comienzan a las 8 de la mañana y terminan a las 5 para los empleados pĂºblicos y pueden terminar hasta las 10 de la noche para los demĂ¡s, dependiendo de su trabajo. AquĂ me he dado cuenta que la gente empieza a trabajar a las 9 de la mañana, muchos hasta las 11, otros hasta las 12; luego viene una hora y media, a veces hasta dos, de almuerzo y luego otras 2 horas mĂ¡s de trabajo, en jornadas que no incluyen martes por la mañana ni viernes por la tarde. SĂ³lo las tiendas trabajan los sĂ¡bados y los supermercados dejan de atender a mediodĂa los domingos.
Abrir una cuenta de banco ha sido una experiencia y un aprendizaje en sĂ. No sĂ© muy bien quĂ© diferencia de culturas pone en evidencia el hecho que en Honduras abrir una cuenta es un trĂ¡mite inmediato y sin ninguna dificultad mientras que en Francia es casi un rito de iniciaciĂ³n. En cualquier banco de Honduras se puede abrir una cuenta y en el mismo momento te entregan la libreta para ver su estado, la tarjeta de dĂ©bito (no estoy segura con la de crĂ©dito porque nunca he tenido una) y te dan un usuario y contraseña para acceder a tu cuenta por internet. Varias semanas antes de venir me dieron la opciĂ³n de abrir una cuenta en cierto banco que se precia por tener miles de agencias regadas en todo el mundo. EnviĂ© los documentos que me solicitaron y cuando lleguĂ© me dieron mi nĂºmero de identidad bancaria, mi tarjeta de dĂ©bito que tambiĂ©n funciona como crĂ©dito y luego tendrĂa que esperar por correo mi cĂ³digo secreto. Varias semanas despuĂ©s me llegĂ³ una tarjeta con mi usuario para ver la cuenta en internet, la Ăºnica forma de tener una idea de los movimientos de mi cuenta porque no te dan libreta. En un correo aparte me llegĂ³ un nĂºmero, que yo asumĂ como el cĂ³digo secreto de la tarjeta. Cuando me depositaron el primer mes de la beca voy campante a pagar el apartamento y trato de usar la tarjeta que por una razĂ³n desconocida se bloqueĂ³. No me habĂan explicado que el cĂ³digo de cinco cifras del segundo correo era la contraseña para internet, algo que nunca habĂa utilizado porque estuve casi tres semanas sin haber recibido dinero por lo que no habĂa intentado revisar nada. A la semana siguiente me llega el cĂ³digo secreto, esta vez de la tarjeta, uno de cuatro cifras solamente. Pero el daño estaba hecho: pude retirar dinero del Ăºnico cajero que pertenece al banco que sĂ³lo tiene una sucursal en toda la ciudad, pero cuando intentĂ© pagar directamente no funcionaba. Mi tarjeta estaba bloqueada definitivamente, la cajera la cortĂ³ con una tijera y solicitĂ³ que me enviaran otra. Supuestamente todos esos procedimientos son una medida extrema de seguridad pero son muy tardados porque sĂ³lo las oficinas principales de los bancos, ubicadas en ParĂs, son las autorizadas para emitir tarjetas y cĂ³digos.
Encuentro simpĂ¡tica la fijaciĂ³n que se tienen aquĂ con la cultura latina, en especial la salsa. Desde que lleguĂ© he visto miles de carteles de clases de salsa y en la universidad es de los pocos “deportes” que se practican todos los dĂas y en varios horarios. Hay varios bares con temas latinos y en uno de ellos era como estar en una discoteca de las que estoy acostumbrada. AquĂ es prohibido fumar dentro de los edificios y yo estaba feliz que al fin podrĂa ir a bailar sin llegar apestosa a humo de cigarro, pero como todos buenos latinos que no obedecen las reglas, cerraron la puerta principal y la gente empezĂ³ a fumar. Nos sacaban por la puerta de emergencia. El lugar estaba repleto y habĂa muchos chinitos y franceses que perfectamente nos hubieran enseñado algo a nosotros que estamos acostumbrados a esa mĂºsica. Me mata de la risa que en la universidad hay varios graffitis del Che Guevara, un tema muy recurrente tambiĂ©n en los bares latinos.
Y no me hace falta el sabor de los frijoles pero sĂ lo prĂ¡cticos que eran para ser usados en todas las comidas. AquĂ la carne es extremadamente cara y a una de mis compañeras de apartamento no le gusta la carne por lo que no hay forma de comer carne si no es en el restaurante de la universidad. Mi dieta es ahora ensaladas y queso, mucho queso, porque esa es una de las maravillas de este lugar, la extensa variedad y su bajo precio, al punto de tener como 6 o 7 tipos de queso en nuestro refrigerador. Trato de pensar en cosas que cocinar y hasta ahora nuestra salvaciĂ³n han sido los platos importados. Jorge encontrĂ³ una harina de maĂz precocido en una tienda africana de productos exĂ³ticos y Adriana cocinĂ³ arepas venezolanas. TambiĂ©n nos introdujo a la ensalada de arroz. Yo voy a tratar de hacer pastelitos de perro… con papa molida en lugar de carne. Y desde luego que hacemos crepas de vez en cuando, con una harina especial que limita nuestra posibilidad de equivocarnos. Y hoy probamos un risotto de caja que definitivamente tendremos que repetir. Aparte de eso sĂ³lo tenemos bajo nuestra manga sopas y pasta, asĂ que continuarĂ© mi bĂºsqueda por comida vegetariana barata y rĂ¡pida de preparar.
Como todos los que han estado en Europa me advirtieron, aquĂ todo es muy caro, en especial la comida. Estoy de acuerdo con EstĂ©fano, que me dijo la frase mĂ¡s sabia que he escuchado hasta ahora: “El que convierte no se divierte”, un mantra aplicable especialmente a la hora de ir al cine (7.50 euros!! Y en un cine medio feo) y de comer comida china (9.50€). TodavĂa no me toca cortarme el pelo porque lo hice antes de venir, pero lo que ahorro en eso estoy segura de gastarlo en ropa. AquĂ todo mundo se viste bien y tienen razĂ³n para hacerlo. Ir a las tiendas es demasiada tentaciĂ³n.
El tiempo harĂ¡ que la adaptaciĂ³n sea definitiva. EncontrarĂ© todo normal pero espero nunca dejar de maravillarme ante los edificios. Aunque sĂ desearĂa dejar de abrir las puertas para adentro, eso sĂ es realmente molesto.
Me encanta cĂ³mo la vida se encarga de darme lecciones justo a la medida de mi ingenuidad. Yo creĂa que salir de un paĂs tercermundista constituĂa un excelente entrenamiento para la vida. Uno estĂ¡ acostumbrado a las cosas desordenadas, sucias y amontonadas, a las personas malcriadas e ineficientes y si uno se gradĂºa de la universidad pĂºblica tiene un bono adicional producto de tener que aprender a como dĂ© lugar en uno de los mĂ¡s hostiles ambientes para recibir una educaciĂ³n. Yo creĂa que era un excelente entrenamiento pero uno inĂºtil si uno debe enfrentarse al orden, señalizaciĂ³n y cultura de lo que imaginaba serĂa un paĂs como Francia.
Desde la primera vez que lo vi el tranvĂa me pareciĂ³ una de las siete maravillas del mundo moderno, despuĂ©s del microondas y del twitter. Esa mĂ¡quina maravillosa de aspecto elegante se encarga de llevar a las personas de estaciĂ³n en estaciĂ³n sin necesidad de un cobrador irritante que te pida que te apretujĂ©s a las personas para que quepan mĂ¡s pasajeros. El cobrador aquĂ es una mĂ¡quina en la que uno tiene que validar su pasaje o tarjeta previamente comprado. De hecho, uno puede subirse sin pagar, pero se confĂa en la educaciĂ³n y honestidad de las personas que van a cumplir con su deber. Aunque sĂ³lo por si acaso hay agentes de seguridad que revisan los boletos. Los primeros dĂas que usaba el “tram” me encantaba. ConseguĂa asientos y cuando por alguna razĂ³n no habĂa disponibles entonces podĂa pararme sosteniĂ©ndome de alguna de las barras verticales diseñadas para ese fin. Y aĂºn si no conseguĂa sostenerme, el deslizamiento delicado y armonioso del vehĂculo no era capaz de hacerme tropezar. Poco a poco la ciudad se fue llenando de estudiantes y con ellos empezĂ³ una degeneraciĂ³n en el sistema de transporte que jamĂ¡s hubiera sido capaz de imaginar. Los fines de semana –que empiezan el jueves por la noche-, el tranvĂa se convierte en la guarida de muchachos ebrios y/o escandalosos que cantan a todo volumen tonadas horrendas y/o vulgares. Y mĂ¡s de una vez se ha dejado de usar una cabina por el vĂ³mito de alguien que no quiso ensuciar las calles, que es lo que decide hacer la mayorĂa. Pero ahora, durante el dĂa, andar en tranvĂa no tiene ninguna diferencia con un bus de ruta UNAH-Mercado: el hacinamiento es el mismo y con tan poca distancia entre muchas de las paradas se vuelve lento y tedioso tener que ir a hacer mandados al centro de la ciudad. Tengo que salir hasta con una hora de antelaciĂ³n si es que quiero llegar a tiempo a algĂºn lugar. Y el movimiento del tram es tan brusco y terrible como si estuviera atravesando los baches de Tegucigalpa.
A todos los estudiantes extranjeros nos estĂ¡n dando clases de francĂ©s. Los edificios no son particularmente bonitos pero es aquĂ cuando vuelvo a hacer menciĂ³n de mi deteriorada alma mĂ¡ter y del estĂ¡ndar de infraestructura a la que estoy acostumbrada. Las clases comenzaron siendo de un promedio de 20 a 30 alumnos; algo manejable para los maestros itinerantes que nos dan lecciones. Pero poco a poco comenzaron a llegar mĂ¡s y mĂ¡s extranjeros, principalmente otros europeos, y de repente la cantidad de alumnos alcanzĂ³ cifras alarmantes. No pasĂ³ mucho tiempo antes de que se empezaran a mover sillas de otras salas porque no cabemos en el aula. Probablemente no se llegue a la medida extrema de tener que sentarnos en el piso, pero no deja de perseguirme el hecho que a todo lugar al que voy tengo que conseguir sillas de otra parte.
Hoy tuve mis reuniones de acogida, tanto por ser estudiante extranjera como por ser estudiante de maestrĂa, en lo que va a ser mi universidad. LleguĂ© a la primera de ellas y no me encontraron en la lista de estudiantes. Es normal puesto que todavĂa no estoy matriculada en la universidad. ¿CĂ³mo es esto posible, puesto que ya voy a tener un mes de estar en Francia? Para responder a esto es necesario que explique que la Universidad de Bordeaux se divide en cuatro universidades: Bordeaux 1 tiene a su cargo las ciencias exactas como matemĂ¡ticas, informĂ¡tica, quĂmica, biologĂa, etc; en Bordeaux 2 se puede estudiar medicina, entre otras; mi universidad es Bordeaux 3 que reĂºne las facultades de Humanidades: Letras, Lenguas, Artes y otras ciencias sociales; Bordeaux 4 es la universidad de derecho, ciencias polĂticas y econĂ³micas y luego hay otros institutos diversos mĂ¡s especializados. Mi beca estĂ¡ siendo organizada por Bordeaux 1 y desde un principio las cosas han sido… turbulentas. Superando el episodio de la llegada y ya habiĂ©ndome instalado convenientemente en un apartamento decente (una suerte que muchos otros becarios no han tenido), se presentĂ³ el asunto de la matrĂcula a la universidad que no se ha podido realizar. En resumen, Bordeaux 1 no ha pagado el dinero de las matrĂculas de las otras universidades por lo que los estudiantes provenientes de AmĂ©rica Latina con mi programa de becas no hemos podido matricularnos ni administrativa ni pedagĂ³gicamente. Esto significa pequeñas cosas como no tener tarjeta de estudiante, lo que nos da derecho a comer en los restaurantes de la universidad que son abismalmente mĂ¡s baratos que comer en cualquier otra parte, tampoco tenemos derecho al uso de las bibliotecas, no tenemos cuenta de internet, no tenemos derecho a reducciones en museos o en espectĂ¡culos, no podemos ni siquiera lavar ropa en la lavanderĂa de la residencia. Pero aĂºn peor, no me dieron mochila hoy en la reuniĂ³n de acogida. No pude evitar relacionarlo con cierto incidente de mi trabajo anterior. La empresa para la que trabajaba es muy reconocida por fabricar artĂculos relativos a la selecciĂ³n nacional de fĂºtbol, asĂ que un dĂa decidieron regalar el paquete con todos los objetos a todos los empleados, excepto a los pobres gatos que estĂ¡bamos por contrato. Nunca supe quĂ© era peor, si saber que tu propia empresa no te reconocĂa oficialmente como un empleado o ser vĂctima de semejante desaire por pura tacañerĂa. Otros becarios que tampoco se habĂan inscrito sĂ recibieron sus mochilas y portafolios de la universidad y yo creĂa que por una vez no iba a sufrir discriminaciĂ³n por la ineficiencia ajena. Para colmo de males, mi reuniĂ³n de la maestrĂa no fue muy reconfortante tampoco. Al parecer a la maestrĂa en Historia del Arte y en general, a todas las facultades de Humanidades no se les presta tanta atenciĂ³n en comparaciĂ³n a las otras carreras. El director de la maestrĂa no pudo ser mĂ¡s desalentador cuando explicĂ³ la situaciĂ³n. De hecho, en este momento ni siquiera tenemos un edificio porque estĂ¡ en reparaciĂ³n y a estas alturas no se saben los horarios o las aulas de las clases. La nueva encargada de la maestrĂa es eso, nueva, y no tiene la mĂ¡s mĂnima idea de lo que tiene que hacer o de todo el trabajo que se viene encima. Hablando con estudiantes de mi universidad me dicen que no saben muy bien quĂ© van a hacer despuĂ©s de obtener su tĂtulo porque no hay mucho trabajo para su campo. Se supone que viajĂ© hasta aquĂ porque este paĂs era la cĂºspide de los museos, porque el arte era valorado y porque habrĂa campo para desarrollarme como profesional. Y vengo a darme cuenta que es una situaciĂ³n tal vez no tan crĂtica como en Honduras, pero sĂ en declive. Y que igual que en la UNAH, no sabrĂ© mis aulas hasta el Ăºltimo momento. Pero los lĂos para matricularse parecen ser universales, o perseguirme a travĂ©s del AtlĂ¡ntico.
Muchas personas me han dicho que los seres humanos son los mismos en todas partes. He querido creer lo contrario pero despuĂ©s de todos estos sucesos no sĂ© muy bien quĂ© pensar. El lunes tuve la oportunidad de ir a visitar una de las fortalezas de Vauban en Blaye, una fortaleza del siglo XVII en el estuario de la Gironde, remodelada por Ă³rdenes del rey Luis XIV y ahora inscrita en el Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es un sitio precioso y la fortaleza es un importante sitio turĂstico. CaminĂ¡bamos con Elsa en el lado de la fortaleza que tiene vista al rĂo y decidimos entrar a una torre un poco alejada de todo. En ese momento pensĂ© que si hubiera en Honduras una torre de ese tipo, tan solitaria, tendrĂa graffiti en las paredes y algĂºn pedazo de popo en el piso. EntrĂ© y me enterĂ© que los franceses tienen mĂ¡s en comĂºn con nosotros de lo que hubiera creĂdo.
“Bordeaux and Cow” es la versiĂ³n para Burdeos de las exposiciones de vacas que se han realizado en varias ciudades del mundo hasta ahora. Se dan vacas a los artistas locales para que las pinten a su gusto y estas se exponen en lugares pĂºblicos para luego ser subastadas a beneficio del Banco Alimenticio de Bordeaux y de la regiĂ³n de Gironde. En total son 60 vacas regadas en todas partes –hasta encontrĂ© 2 en Saint-Émilion que no alcancĂ© a fotografiar!- y hay unas bastante originales, pero todas son preciosas. De algunas todavĂa recuerdo su ubicaciĂ³n. Esta estĂ¡ en Place de la Bourse, frente al Museo de las Aduanas:En HĂ´tel de Ville y contiguo a la Catedral Saint-AndrĂ©: En el Museo de Bellas Artes: Esta se llama “La Diva”, muy apropiada para estar ubicada frente al hotel Regent: Frente al Hall des Chartrons: Esta manada estĂ¡ en distintos lugares frente al rĂo la Garonne: Cerca del Grand ThĂ©Ă¢tre: Cerca de la Oficina de Turismo: Y estas nenas estĂ¡n en el Jardin Public: ¿QuĂ© tan irĂ³nico es tener a una vaquita-torero??? Me encanta esta en particular. Y esta es la Vaca-Marilyn, con varias caras de Marilyn Monroe en sus costados. TodavĂa no descifro cuĂ¡l es la conexiĂ³n pero al parecer la actriz-cantante tiene alguna relaciĂ³n con las vacas para ser tan popular entre ellas:
Y estas son algunas fotos cortesĂa de Jorge: Pueden encontrar todas las vacas y los nombres de los artistas en la pĂ¡gina oficial de la exposiciĂ³n.
En el primer dĂa de las “Jornadas del Patrimonio Europeo”, tomamos un ticket gratuito para un viaje interurbano ida y regreso que se nos regalĂ³ por la “Semana de la Mobilidad”, con destino a Saint-Émilion. Este es un pueblo a una hora y media de viaje desde Bordeaux que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1999, tanto por su reconocida producciĂ³n vinĂcola como por sus construcciones histĂ³ricas. Gracias a la celebraciĂ³n tuvimos la oportunidad de conocer la Iglesia monolĂtica, una iglesia hecha a partir de una sola piedra de origen calcĂ¡reo. En realidad la ciudad entera estĂ¡ sobre un yacimiento de estas rocas que favorecieron la construcciĂ³n de pasadizos subterrĂ¡neos en varias propiedades.
Nos dieron una visita guiada por las catacumbas donde la gente de mucho dinero se hacĂa enterrar porque se tenĂa la creencia que los restos de San EmiliĂ³n –el monje de donde toma su nombre el pueblo- estaban en alguna parte por allĂ y visitamos tambiĂ©n la cueva donde Ă©l viviĂ³. Ese sĂ¡bado habĂan mĂºltiples actividades, desde las visitas guiadas por los monumentos, degustaciones de los vinos locales, exposiciones artĂsticas al aire libre, conciertos y al final la noche iba a terminar con un espectĂ¡culo de fuegos artificiales. Hay muchas tiendas de vino que pertenecen a los mismos dueños de los viñedos locales:Nos dieron una visita guiada en el Museo de la CerĂ¡mica. Por fuera se ve como un edificio normal, pero la exposiciĂ³n es subterrĂ¡nea y hace un frĂo terrible allĂ!! La exposiciĂ³n comienza con unos artĂculos de cocina y cerĂ¡micas de los siglos XVI en adelante, divididos tambiĂ©n por procedencia. Cuenta con unas rĂ©plicas de hornos antiguos y unas cerĂ¡micas de artistas contemporĂ¡neos. Saint-Émilion es famoso tambiĂ©n por ser el lugar de origen de los “macarons”, una especie de galletitas dulces de almendra, sĂºper famosos en Francia y sĂºper caros tambiĂ©n. En las ciudades uno los encuentra de varios colores, con una pastita enmedio de dos galletitas, pero los originales del pueblo sĂ³lo son una galleta sencilla sin color y sin relleno. Conocimos la Iglesia Colegial donde en su jardĂn habĂa un espectĂ¡culo de danza contemporĂ¡nea. En la bodega Le Manoir nos dieron una visita a sus bodegas de vino y una degustaciĂ³n gratuita de dos tipos de vinos. Nos explicaron que las cuevas del pueblo son ideales para la conservaciĂ³n de las barricas porque mantienen la misma temperatura todo el año. En la “Casa del Vino” tenĂan una mini exposiciĂ³n fotogrĂ¡fica sobre el proceso de elaboraciĂ³n del mismo y tenĂan un juego muy simpĂ¡tico de adivinar olores que estaban impregnados en un corcho en un cilindro metĂ¡lico. En fin, el pueblo es precioso y un excelente paseo.
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