Me has tratado bien pero quiero romper con vos Suiza.


Estos últimos cinco años han cambiado mi vida y te lo voy a agradecer por siempre, pero quiero conocer otros lugares en los que pueda finalmente sentirme en casa. Me recibiste pero siempre me mantuviste a distancia y me trataste diferente que a los demás. Me obligaste a buscar casa constantemente, nunca ofreciéndome seguridad ni estabilidad, ni siquiera en tus residencias estudiantiles súper caras, llenas de lujos innecesarios.


Nunca pude vivir tranquila, cuidando cada centavo en el supermercado, mientras miraba cómo otros haciendo el mismo trabajo que yo se daban la gran vida con sus viajes, sus salidas, sus chalets en las montañas. No te pude conocer bien porque nunca tuve dinero, tiempo, ni compañía para viajar por placer. Cinco años con vos y nunca fui al Matterhorn, ni visité Zurich como se debe. Tus paisajes y montañas van a quedar como fantasías construidas a partir de tarjetas postales, como para cualquier otro turista.


Tal vez esto sea mi culpa porque me vine a vivir con vos anhelando otros lugares. Nunca me interesé en tu historia, ni siquiera en tu arquitectura, menos en tu política. Nunca supe quién es o ha sido tu presidente, ni el alcalde de la ciudad en la que pasé todo este tiempo.


Confieso que nunca me comprometí, siempre estuve pendiente de lo que pasaba en otros países; nunca vi lo nuestro como algo susceptible de durar para siempre. Tal vez porque sos demasiado transparente en que recibís a las personas mientras te conviene y sin posibilidades de negociación y cuando ya no te sirven o ya no estás interesado los descartás sin piedad. Por eso nunca entendí a esos que viven enamorados de vos, que buscan quedarse a toda costa aun cuando sus medios no se lo permiten, haciendo miles de artimañas o hasta viviendo en las sombras de la ilegalidad.


En el fondo, vi nuestra relación como algo más de interés que de afinidad, pero no puedo vivir para siempre así. Es cierto que no hay ningún país perfecto, pero creo que es posible encontrar uno que corresponda mejor a mis valores, que me permita realizarme con menos obstáculos para vivir tranquilamente y que sea más justo conmigo a pesar de mi estatus de expatriada.


Sueño con volver a empezar, a sentir de nuevo la emoción de los inicios y de los terrenos inexplorados. Así que Suiza, has sido buena conmigo pero no quiero volver.



You’ve been good to me, but I want to break up, Switzerland.


These last five years have changed my life and I will be forever grateful, but I want to discover other places where I can finally feel at home. You took me in but you always kept me at a distance and treated me different from others. You forced to constantly look for a home, never providing me with security nor stability, not even in your overpriced student residences, full of unnecessary luxuries.


I was never at peace, looking after every penny in the supermarket, while I saw how others, who did the same work than I, had a blast with their travels, their outings, their chalets in the mountains. I was never able to get to know you better because I never had the money, the time, not even the company to travel for pleasure. Five years with you and I did not go to the Matterhorn, nor properly visited Zurich. Your landscapes and mountains will remain fantasies built with postcards, as for any other tourist.


Maybe this is my fault because I came to live with you yearning for other places. I was never interested in your history, not even in your architecture, even less on your politics. I never knew who was or is your president or the mayor of the city where I spent all this time.


I must admit that I never committed, I was always aware of what was going on elsewhere; I never saw our relationship as something that could last forever. Maybe because you are too transparent when you take in people as long as it benefits you and without any possibility of negotiation, and when they no longer serve you or you are no longer interested you discard them mercilessly. That is why I never understood those who live in love with you, who try to stay at any cost even when their means no longer allow them to, doing countless tricks or even living in the shadows of unlawfulness.


In the end, I saw our relationship as something more of interest than of affinity, but I cannot live forever like this. It is true that there is no perfect country, but I am sure that it is possible to find one better suited to my values, that allows me to thrive with less obstacles for a peaceful living and that is fairer to me despite my status of expat.


I dream of starting again, to feel once more the thrill of the beginning and of unexplored lands. So Switzerland, you’ve been good to me but I don’t want to come back.

writing with power Bird by bird big magicwrite to the top  natalie reid  artist way 

Este último año me ha demostrado que de veras hay que tener cuidado con lo que se desea, por eso de que se puede terminar consiguiendo. Empecé el doctorado con toda la seguridad del mundo, creyendo que mi pasión por la escritura iba a ayudarme a publicar miles de artículos e iba a hacer de la redacción del manuscrito final un paseo por las nubes. Y como muchos que sueñan con ser escritores – y vivir de eso – yo también idealizaba no tener nada más en mi agenda que escribir. Después de un año y tres meses de llevar esa vida, he cambiado completamente de opinión.


This last year has showed me that you really have to be careful with what you wish for, for you might get it. I started my Ph.D. with all the confidence in the world, thinking that my passion for writing would help me publish a thousand papers and would make writing the final manuscript a breeze. And like many people who dream of becoming writers – and make a living out of it – I also idealized not having anything else in my agenda but writing. After a year and three months of living that way, I have completely changed my mind.

Estoy tan cansada de esta mierda. Justo cuando creía que estaba por acabarse, resulta que queda trabajo por hacer. Justo cuando creía que había hecho todo lo posible, todo lo necesario, me doy cuenta de que pude, que debí haber hecho más. Y ya es demasiado tarde.

Nada como un doctorado para darte cuenta de la magnitud de tu ignorancia e incompetencia.

Quiero tener una vida normal. Tener un trabajo con horas laborables que no incluyan los fines de semana. Con un salario decente que me permita ir al cine sin tener ganas de decirle al cajero que esos precios son una vergüenza.

Quiero casarme y tener diez hijos. O hacer cualquier cosa que le dé sentido a mi vida.

Quiero poner mi energía e inteligencia al servicio de algo que valga más la pena que un manuscrito mediocre que a nadie le interesa, que nadie va a leer y que los pocos que lo van a leer solo van a confirmar lo mediocre que sospechaba que era.

Quiero dormir – poder dormir en paz – y nunca más levantarme.

Quiero ir a esconderme al fondo de una cueva en medio de las montañas y nunca más volver a salir.

Quiero dejar de sentir culpa. Por no trabajar más, por no trabajar mejor. Por quejarme a pesar de la increíble suerte que tengo de hacer lo que estoy haciendo. Porque si he cumplido una promesa en estos años es no olvidar por qué me fui de Honduras y por qué estoy haciendo esta tesis.

Pero no fue hasta cuando ya era muy tarde para volver atrás que me di cuenta de que este era un regalo envenenado, un callejón sin salida. Que la tesis no sirve para nada a una extranjera sin conexiones. Que el doctorado es un limbo entre la vida de estudiante y la del empleado, con los descuentos del primero y las responsabilidades del segundo, pero ninguno de sus beneficios. Que ser becario es un privilegio increíble, pero que la recompensa a tus capacidades y motivación es no tener ningún subsidio de desempleo después. Que tener un escritorio en una oficina es genial, pero que, si no es con la gente de tu departamento, con quien las relaciones sí hubieran hecho la diferencia, entonces no sirve de nada.

Pero no se dejen engañar por este berrinche. No me queda de otra más que seguir adelante. Probablemente, seguramente, me tire de algún precipicio algún día, pero va a ser después de que termine esta puercada. Porque por nada del mundo quiero volver a pasar por esto y prefiero prevenir en caso de que la reencarnación resulte ser cierta.


I'm so tired of this shit. Just when I thought the end was near, turns out there's still work to do. Just when I thought I had done everything possible, everything necessary, I realize I could, I should have done more. And now it's too late.

There's nothing like a Ph.D to make you aware of the magnitude of your ignorance and incompetence.

I want to have a normal life. To have a job with working hours that don't include the weekends. With a decent salary that allows me to go to the movies and not want to say to the cashier that they should be ashamed of those entrance prices.

I want to get married and have ten kids. Or do anything else that gives some sense to my life.

I want to put my energy and intelligence to the service of something worthier than a manuscript that no one cares about, that no one is going to read and the few that will read them will just confirm how mediocre I suspected it was.

I want to sleep – to be able to sleep peacefully – and never get up again.

I want to hide on a cave in the middle of the mountains and never go out again.

I want to stop feeling guilty. Of not working more, of not working better. Of complaining in spite of how incredibly lucky I am to be doing what I'm doing. Because if there is one promise I've kept these last years is to not forget why I left Honduras and why I am doing this thesis.

But it wasn't until it was too late to go back that I realized that this was a poisoned gift, a dead end. That a thesis is useless for a foreigner with no connections. That a making a dissertation is a limbo between life as a student or an employee, with the discounts of the first and the responsibilities of the second, but none of his benefits. That being a scholarship holder is an incredible privilege, but that the reward for your skills and motivation is to not have any unemployment benefits later. That having a desk in an office is great, but that, if it is not in your department, with whom the relationships could have made a difference, then it is useless.

But don't be fooled by this tantrum. I have no other choice than to go on. I will probably, surely, throw myself off a cliff one day, but it will be after I finish this crap. Because there is no way that I will go through the same thing again and I would rather be cautious, in case reincarnation turns out to be true.

Cuando llegué por primera vez a Francia y luego a Suiza, no me sorprendía cuando la gente me decía que yo era la primera hondureña que conocían. Lo que me sorprendía – y no podía creer – era cuando me decían que no sabían dónde quedaba Honduras.

¿Cómo es posible que gente que ha recibido educación del primer mundo no tenga nociones básicas de geografía? ¿Que no supieran distinguir entre América del Norte, del Sur y Central?

Estando en Francia empecé a escuchar las noticias en la radio “France Info” y a aprender de política francesa en el programa “Le Petit Journal” y luego en su sucesor “Quotidien”, un programa de infotainment muy ingenioso y divertido, claramente inspirado del “Daily Show” de Jon Stewart. Cuando llegué a Suiza, me suscribí a la página de Facebook del periódico local “La Tribune de Genève”. Quería entender dónde estoy viviendo y qué es lo que pasa a mi alrededor.

Lógicamente, estaba consciente del punto de vista franco-suizo-euro-centrista de esos medios, pero ver su cobertura de las elecciones en los Estados Unidos, la situación en Birmania, así como las guerras en Yemen y en Siria, me hacía pensar que los Europeos estaban enterados de lo que pasaba en otras regiones del mundo. Por lo que cuando se dieron las elecciones en Honduras y tuvo lugar un fraude obvio y ridículo, la violación más descarada de nuestra constitución y los ataques más crueles de parte de la policía y los militares a nuestra población, supuse que naturalmente la prensa internacional iba a reportar lo sucedido. No me imaginaba posible que la comunidad internacional no se enterara ni se indignara de semejante robo de la democracia en pleno siglo 21. Pero eso fue justamente lo que pasó.

Al principio no lograba entender por qué los medios franceses o suizos no reportaban sobre Honduras. The Guardian era el único que publicaba noticias, pero yo quería que la gente a mi alrededor supiera también. Empecé a mandar tweets y correos a France Info, a Quotidien y luego a sus periodistas con las noticias de la situación en Honduras. Nada. Y luego murió Johnny Hallyday, luego France Gall, y ahora Paul Bocuse, y ya no había ningún espacio en la atención francófona para las noticias importantes del mundo real.

Desde entonces he perdido mi tolerancia para las noticias estúpidas. Me indigna, me enfurece ver que los periódicos y los noticieros consagren sus periodistas y sus recursos excepcionales en idioteces como los disturbios en Francia por botes de Nutella, cuando hay 8 millones de personas – el equivalente de la población suiza dicho sea de paso – que está siendo abusada en la total indiferencia de la población mundial y de la prensa.

En una época en la que varios gobiernos tratan de desacreditar a la prensa y la ven como su enemiga, es más urgente que nunca apoyarla e informarse. Pero la prensa debería esforzarse y cuestionar su visión parcial del mundo que promueve que la gente de los países ricos viva ignorando lo que sucede en otros lugares. Es muy fácil vivir en una burbuja cuando se está en Francia y mucho más en Suiza, dando por sentado que la prosperidad y tranquilidad que se vive aquí ha de ser generalizada. Pero mientras la prensa no sienta que es su responsabilidad cubrir lo que pase en los países del tercer mundo, sabiendo que la atención internacional hubiera podido cambiar el rumbo de la historia, ellos también son cómplices de las atrocidades que se están cometiendo.