Hoy me tocó leer un poco sobre cómo la forma del cuerpo puede que tenga alguna relación con el temperamento de las personas. Durante los años 40s, el psicólogo americano William Sheldon investigó esa relación basándose en un arsenal de fotos y entrevistas a los sujetos fotografiados, llegando a formular una teoría que planteaba que según la capa del cuerpo dominante en cada persona se podían deducir algunas características de su personalidad. Son tres tipos de cuerpos según las tres capas, determinadas por las primeras células que forman un embrión. La primera capa es la de la piel y el sistema nervioso que forma los cuerpos endomorficos, la segunda capa es la de los músculos y engloba a los cuerpos mesomorficos y la tercera es la de los cuerpos más redondos, los endomorficos. Las personas de la primera categoría son delgadas, bajitas y tienen poco músculo o grasa; disfrutan leer, escribir y son introvertidos. Los mesomorficos son aquellos que por tener músculos fácilmente desarrollables con ejercicio son personas activas, positivas y trabajadoras. Y por último, el biotipo endomorfico trata sobre personas que disfrutan no sólo de la comida sino también de otros apetitos sensuales, son joviales, sociables y les encanta vivir. Desde luego, estas teorías suenan un poco estereotipadas, pero así como no han podido ser comprobadas o rechazadas completamente, no suenan tan ilógicas. Así que en mi condición de flaca, introvertida y temerosa de la vida no puedo evitar pensar en cómo me gustaría disfrutar como endomorfica. Desde luego que, con mis medios, no puedo costearme comer afuera seguido ni tan rico que digamos; con mi iniciativa es imposible preparar platillos decentes. No me queda otro remedio más que verlos en la televisión.
Los programas de comida son muy particulares, necesitan de presentadores extremadamente carismáticos y algún tipo de cuestión temática para atrapar a las personas. Pues empezando de lo más extravagante y pasando a lo mejor en calidad, empiezo por “Surfing the menu”. Unos chefs súper jóvenes y definitivamente mesomorficos cocinan al aire libre y luego se van a bañar al mar o a surfear. Suena extraño y a veces realmente lo es. Un día cocinaron tamales mexicanos que consistían en unas bolas de masa hervidas que aderezaban con mole poblano. La decepción fue inevitable, necesitan supervisores latinos con urgencia.
El chef Emeril Lagasse enseña a cocinar a amas de casa llevándolas a supermercados “Whole foods” donde todo se ve sospechosamente fresco. El tipo es todo eléctrico y no puede quedarse quieto cinco segundos, lo que explica sus numerosos restaurantes, libros de cocina publicados y series de televisión en que ha participado. Uno de ellos es sobre hamburguesas gourmet así que está muy cerca de calificar como el hombre perfecto, pero él, como todo buen cocinero sí tiene un cuerpazo que podría ejercitar mejor.
Esto plantea el dilema de los chefs delgados, como los hermanos Rubino en “Menú a la medida”. Son tan flacos que sólo me recuerdan a Anton Ego en “Ratatouille”: es extraño ser tan delgado si se disfruta realmente de la comida, y son calvitos, pero eso no es su culpa, todo mundo sabe que ser cocinero es estresante a niveles arquitectónicos. El restaurante de los Rubino es de tendencia oriental y hacen un montón de comidas pequeñitas donde experimentan con recetas moleculares como Ferran Adrià en el Bulli. Ellos representan todo aquello de lo que Anthony Bourdain huye en su programa: son elitistas, gourmet (que significa minúsculo), snobs y ¿qué tipo de autenticidad es ser canadiense y especializarse en comida japonesa? Hay que ver su programa por la misma razón por la que vale la pena ver “Project Runway”: uno se identifica con los niveles de tensión y angustia que inevitablemente se relacionan con trabajar en algo artístico que tiene que ser de calidad y al mismo tiempo satisfacer a un cliente que no tiene idea de lo que cuesta fabricar aquello que él destroza con sus críticas pero los resultados son preciosos e inspiradores. Lástima que al mismo tiempo se vea caro e insatisfactorio; después de ir a Rain uno seguramente se ha de ir a comer comida callejera para terminar de llenarse.
Hablando de competencias, desde luego que tengo que mencionar “Top Chef”. Creo que desde “American Idol” no hay un concurso tan disfrutable como este. De hecho, los jueces están ligeramente inspirados en su predecesor musical. Padma Lakshmi sería una equivalente a Paula Abdul, si fuera un poco más piadosa y amigable, pero es tan bonita que no lo necesita. Tom Colicchio tiene reminiscencias de Simon Cowell, es implacable y difícil de complacer. Y Gail Simmons y Ted Allen son la voz de la razón en empaques más simpáticos, à la Randy Jackson, pero también opacados por sus feroces contrapartes. Me encanta cómo cada episodio gira alrededor de un concepto, como comida de avión o comida de rodeo, y la temporada que he visto, la tercera, tenía participantes súper carismáticos que eran amigos entre ellos, algo insólito en estos ambientes.
Pero mi primer lugar va definitivamente a la australiana de origen chino Kylie Kwong. Su programa se balancea de un hilo entre lo acogedor y lo cursi, pero es definitivamente de calidad. Kylie está súper orgullosa de sus raíces por lo que sus recetas son de comida china pero en una versión sencilla y al mismo tiempo elegante. Son lo suficientemente caseras para parecer que pueden curarte de cualquier enfermedad o depresión, o para compartir con amigos, como ella lo hace muy seguido, pero sí se ven hechas por una chef profesional. Ella sería la compañera de cuarto ideal, es simpática, amable y te mantendría bien alimentado. Habla muy seguido sobre su vida y uno tiene la impresión de que la conoce. Cuando la comparo a Rachael Ray en cualquier aspecto sale vencedora: Ray está demasiado contaminada con el formato de talk show matutino, en el que tiene que invitar a celebridades, hablar de noticias del espectáculo y entretener a su audiencia, al punto que la comida la hace a la carrera y pasa a un segundo plano. Se ve poco auténtica, como si la comida sólo fuera una excusa para promocionar el producto que es ella en realidad. Por otro lado, Martha Stewart me parece tan pasivo-agresiva que ni me atrevo a ver sus programas, así que el día que me vaya a vivir sola va a ser el libro de Kylie el que me va a ayudar a sobrevivir.
Puro sentido común eso,¿no? Los flaquitos chaparros leemos porque no nos dan rigio en los deportes, los musculosos pasan practicando deportes y por eso no leen y los gorditos tienen que ser más simpaticos porque son gorditos. Y cada categoría tiene sus respectivas excepciones, como todo en la vida... Pura pajaaa, Marcela. Jaja.
ReplyDeleteMirá esto mejor:
http://www.youtube.com/watch?v=w552YYx-wPQ
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!! Me encantó ese video!! Especialmente la parte del pelo, no pude parar de reírme!
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ReplyDeleteTe gusta ese de los surfeadores? Siempre que veo su comida no me gusta y no me caen bien. Pero en ese mismo canal pasan uno de un chef que creo que es inglés, que tiene un restaurante en la playa en Australia y es muy bueno.
ReplyDeleteFui fanática de Emeril hace años, pero tenés razón en eso que no se puede quedar quieto y no para de gritar tampoco.
Y Top Chef y el de Kylie Kwong son los mejores, la comida de ella se ve taaaan rica.
No sé si agarrás ese canal de El Gourmet, pero ahí te podría gustar un show que tiene Narda Lepes, que es algo parecido a Anthony Bourdain en eso de andar en otros países probando comida, sólo que su actitud no es tan parecida a la de Bourdain, obviamente.
La comida de los hermanos Rubino es directamente proporcional a su morfología y cantidad de pelo en sus cabezas.
ReplyDeleteEl inglés de la playa es el tipo que va a domicilio a cocinar para la gente? Es tan chistoso ese tipo.
ReplyDeleteFijate que no tengo el Gourmet!!!! Pinche cable de mala calidad el mío. Yo creo que si lo tuviera no haría absolutamente nada en el día.
¿Qué pasó con tu blog? Me hace falta!