08 December 2011

Los hombres son de Marte, las mujeres son bien tontas

Dale Carnegie dice que sólo hay dos maneras de lograr que otra persona haga lo que tú quieras. La primera es amenazarlo con una pistola. Vas a obtener lo que quieres, pero esta persona lo va a hacer de mala gana y las probabilidades que luego quiera desquitarse son muy altas. La otra opción es que la persona quiera hacer lo que deseas por su propia voluntad y allí es donde entra en juego la capacidad retórica, manipulativa (¿?) y carismática de cada quien para convencer a los demás a ir en cierta dirección. Dale Carnegie era un hombre. Es por eso que no entiende que cuando las mujeres decimos lo que queremos sonamos necesitadas, desesperadas y sencillamente patéticas. Pero al final de cuentas, él en ningún momento dijo que el hecho de expresar lo que uno quiere es el mejor método para obtenerlo. Tal vez estoy siendo como cualquier otra mujer, leyendo entre líneas lo que realmente no está allí.

Ayer una chica dijo en su blog que nunca hay que dar más de lo que se recibe, porque se corre el riesgo de sofocar a la otra persona mostrando más interés que ella. Que conste que no estaba buscando nada en específico, este blog lo reviso todos los días y generalmente trata de otros temas. Seguramente la chica tuvo una mala cita y sencillamente necesitó desahogarse un poco impartiendo consejos de este tipo. Su afirmación me pareció una de las cosas más tristes que he leído en mucho tiempo, por la frase en sí, pero aún peor, porque estoy empezando a creer que tiene razón. Este es el tipo de sabiduría que hasta ahora había considerado dañina, esa que separa a los hombres y a las mujeres en dos campos enemigos pero que deben lidiar el uno con el otro por puras razones instintivas. Mi filosofía siempre ha sido que en realidad no muchas cosas nos separan y que más importante que el género de una persona es su esencia. Es por eso que yo nunca he tenido problema con el concepto de enamorarte de alguien de tu mismo sexo: te enamoras de la persona, no (sólo) de su dimensión física. Hasta ahora pensaba que los hombres y las mujeres al final queremos lo mismo y que nuestras diferencias son de forma, no de fondo. Las teorías contrarias a esta son buenas para escribir libros, hacer películas y series, pero inculcan una visión de las relaciones donde hay que estar siempre a la defensiva, se tiene que seguir una serie de rituales, respetar ciertos códigos y practicar juegos superficiales y dañinos que sirven para mostrar quién tiene el control, quién influye a quién y para dejar claro que el ego es más importante que los sentimientos, palabra tabú en todo este universo. A mí no me gustan esos juegos, no porque no conozca las reglas, pero porque me parecen un gasto de energía. Yo solía creer que una de las grandes ventajas de haber vivido es haber adquirido esa capacidad de poder decir “Esto es lo que quiero. ¿Eres capaz de dármelo? ¿No? Entonces no me hagas perder mi tiempo”, pero me doy cuenta que en lugar de actuar de forma más sabia e inteligente evitando las situaciones que se anuncian dolorosas desde un inicio, no sólo decido conscientemente involucrarme en ellas sino que incluso las prolongo. No tengo a nadie a quién culpar más que a mí misma y no responsabilizo a nadie por esta situación. Pero no puedo decir que me deja indiferente de todas formas.

Deepak Chopra dice que la única forma de obtener lo que quieres es renunciar a tu apego al resultado. No a tu deseo por el objeto pero a tu apego a él. Solía creer que a estas alturas ya debería haber interiorizado sus enseñanzas. Después de todo, hace mucho tiempo empecé a seguir su consejo de dejar de defender mi punto de vista, de querer tener la razón a cualquier precio, de gastar tiempo y esfuerzo en querer que otros piensen como yo. Es por eso que si realmente me importa la persona no tengo problemas en disculparme si sé que he actuado incorrectamente, no me da miedo o vergüenza ser honesta y parecer vulnerable. Tampoco tengo necesidad de defenderme, de construir muros o de dividir en categorías cerradas lo que hago y las personas que frecuento. Yo conozco mi valor y sé lo que soy capaz de dar, debería entonces rodearme de gente que lo aprecie y que esté en capacidad de ser igual. Todo lo demás no deja de ser aprendizaje, pero adquirido a golpes, lleno de promesas sin cumplir y posibilidades que nunca llegaron a ser. ¿Por qué quiero voluntariamente someterme a esto?

Y cuando dejo de considerar la opinión de los demás, ¿qué es lo que yo quiero? Quiero sacudir esta horrible sensación de insatisfacción que no deja de perseguirme. Estoy exhausta y quiero dormir. Quiero dejar de apegarme, quiero dejar de desear, de añorar, de resignarme y de ponerme en segundo lugar. Quiero que las cosas pasen y abandonen el plano de lo imaginario, de lo que podría ser, de lo que tal vez algún día suceda. Quiero que sea ahora y si no, nunca. Quiero dormir y levantarme mañana sin este hoyo negro en el pecho.


Dale Carnegie says there are only two ways of getting someone else to do what you want. The first one is to threaten him with a gun. You will get what you want, but this person will do it unwillingly and the probabilities that later he will want to get even are very high. The other option is that the person wants to do what you want on her own will. This is where each person’s abilities of rhetoric, manipulation (??) and charisma come into play. Dale Carnegie was a man. That’s why he doesn’t understand that when women say what we want we sound needy, desperate and just pathetic. But after all, he never said that expressing what you want is the best way to get it. Maybe I’m being like any other woman, reading between the lines what is really not there.

Yesterday a girl wrote on her blog that you should never give more than you receive because you risk suffocating the other person by showing more interest than him. Let it be said that I was not looking for anything in particular, I read this blog every day and it’s generally about other stuff. Surely the girl had a bad date and simply needed to vent by giving away advice such as this one. Her affirmation struck me as one of the saddest things I have read in a long time, because of what it says in itself, but even worse, because I’m starting to believe it’s right. This is the kind of wisdom that until now I have considered to be harmful because it separates men and women in two enemy camps that deal with each other by purely instinctive reasons. My personal philosophy has always been that in reality not many things separate us and that more important than gender is the essence of the person. That’s why I don’t have a problem with the concept of falling in love with someone of your same sex: you fall in love with the person, not (just) his physical dimension. So far, I thought that men and women want the same things and that our differences are of form but not of substance. Theories contrary to this one are good for writing books, making movies and TV series, but teach a way of looking at relationships as something you have always to be on the defensive of, something where you have to follow a series of rituals, respect certain codes and get into superficial and dangerous games in order to show who is in control, who influences who and to make clear that ego is more important than feelings, a taboo word in all of this universe. I don’t like these games, not because I don’t know the rules but because I feel they are a waste of energy. I used to believe that one of the perks of having lived a little was gaining the ability to say “This is what I want. Are you able to give it to me? No? Then stop wasting my time”, but I realize that instead of acting wiser by avoiding situations that from the beginning announce themselves to be hurtful, not only I decide to get involved in them but I also let them string along in time. I have no one else to blame but myself and I’m the whole responsible for this situation. But I cannot say it leaves me indifferent nonetheless.

Deepak Chopra says the only way of getting what you want is to give up your attachment to the result. Not your desire for the object, but your attachment to it. I used to think that by now I should have learned those lessons. After all, it’s been awhile since I started following his advice of stop trying to justify my point of view, of wanting to be right at any price, of spending time and effort into making others think the way I do. That’s why if I really care about the person I won’t have any problems in apologizing if I know I have done something wrong, I’m not scared of ashamed of being honest and vulnerable. I also don’t feel any need to protect myself, of building walls or dividing into closed categories what I do and the people I hang out with. I am aware of my worth and what I can give, and so I should surround myself with people who can appreciate it and that are able to give in the same amount. Anything besides that is learning, but the hard way, filled with promises and possibilities that never came to be. Why would I willingly submit myself to this?

And when I stop thinking about anyone else’s opinions, what is it that I want? I want to shake off this horrible feeling of dissatisfaction that follows me around. I’m exhausted and I want to sleep. I want to stop holding on, I want to stop desiring, longing, resigning myself, putting myself in second place. I want things to happen and stop living in the realm of imagination, of what it could be, what may happen someday. I want it to be now and if not, never. I want to sleep and wake up tomorrow without this black hole inside of my chest.

2 comments

  1. Anonymous8:43 AM

    WTF!

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  2. Como dijo una amiga: no se puede esperar más de lo que se da o se está dispuesto a dar.

    Hasta en el amor debemos aplicar principios democráticos.

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