Este año no he escrito tanto en el blog como he querido. Ha sido una combinación de mucho trabajo, pereza y abandono del mundo interior, es muy extraño. La vida en Suiza ha sido muy fácil en muchos aspectos. No me puedo quejar sobre todo lo que tiene que ver con administración, la vida en la universidad, ni siquiera con respecto al alojamiento, aunque no todos mis compañeros de apartamento han sido como mis amigas en Bordeaux. Pero hay otras cosas que no han salido como yo querÃa.
Me he dado cuenta que lo más difÃcil de la tesis ha sido manejar la presión que me doy por hacer las cosas bien. Es muy fácil sentirse en desventaja cuando estás rodeada de gente que ha sido preparada por años para desempeñarse en el mundo académico. Porque no basta hacer una buena tesis, para que esta sirva de algo. Se tiene que presentar conferencias, publicar, se tienen que tener contactos, se tienen que dar clases, se tiene que contar con el apoyo de tu director. Parafraseando a un sociólogo francés muy conocido, Pierre Bourdieu, la gente aquà ya tiene el habitus, el capital cultural que han adquirido a lo largo de su vida para hacer una buena tesis y que esta le sirva para encontrar un trabajo. Yo tengo que adquirir ese capital cultural. Entonces he estado trabajando, yendo a talleres, leyendo libros, y aun asà gran parte del tiempo siento que no es suficiente. Tengo dos años más de financiamiento, pero nadie termina una buena tesis en tres años. ¿Qué voy a hacer después? ¿Me va a servir de algo lo que estoy haciendo?
Yo sé que no sirve de nada preocuparse de antemano. Hace poco alguien publicó una frase que decÃa que no hay suficiente culpa que pueda cambiar el pasado ni suficiente ansiedad que pueda mejorar el futuro y es totalmente cierto. Pero saber eso no impidió que este año me enfermara, algo que nunca me pasa, mi tic en el ojo pasó de ser ocasional a crónico y tuve espantosos episodios de insomnio. La universidad tiene un servicio de consejo psicológico que quise consultar, hasta que supe que costaba 25 francos por sesión. Lo mejor que he encontrado es forzarme a hacer ejercicio y empezar a meditar por las mañanas.
La vida en Suiza es buena porque es tranquila y el paÃs es hermoso. Pero a veces me siento como en una jaula de oro donde nada es para mÃ, todo es tan caro. En cuanto puedo me escapo a Francia, que estará en crisis financiera, tendrá problemas de inmigración y desempleo y lo que quieran, pero no me siento tan fuera de lugar. Además no he logrado encontrar un buen grupo de amigos con quien pueda olvidarme de todo, que sea un verdadero apoyo.
Este año cumplà 29 años y los dÃas previos a mi cumpleaños me puse muy triste pensando que a esta edad mis papás ya tenÃan trabajos fijos, estaban casados y yo ya habÃa nacido. El otro año voy a tener 30 y estoy en un limbo del cual no tengo idea cuándo vaya a poder salir. Estoy consciente que sólo soy una más en una estadÃstica que muestra que mi generación está fregada, y que estoy lejos de ser una excepción. Y tengo suerte de estar haciendo lo que me gusta, por muy difÃcil que sea. Pero esto no quita que muchas veces me siento sola, cuestiono mis capacidades y me preocupa el futuro.
Este verano tengo que escribir una monografÃa equivalente al primer capÃtulo de la tesis. En septiembre la tengo que defender frente a mi directora y a otro profesor. Gracias a uno de los talleres que llevé, empecé a escribir desde hace varios meses, lo que me ha permitido no entrar en pánico. Me queda poco por escribir y luego es cuestión de relectura, poner fotografÃas y trabajar en los anexos. Lo más difÃcil es encontrar la motivación. De veras que a veces puedo ser mi peor enemiga.
This year I haven’t written in the blog as much as I wanted to. It has been a combination of a lot of work, laziness and giving up on my inner world, it’s very strange. Life in Switzerland has been easy in a lot of aspects. I can’t complain when it comes to the administration, life at the university, not even when it comes to housing, even though not all of my flat mates have been like my friends in Bordeaux. But other things haven’t worked out as well as I had wanted them to.
I have realized that the most difficult thing with the Ph.D. is handling the pressure I give myself to do things right. It’s very easy to feel disadvantaged when you’re surrounded by people who have been preparing themselves for years to work in the academic world. Because it’s not enough to write a good dissertation so that it’s useful later on. You have to give lectures, to publish, you have to have contacts, you have to teach, you have to be supported by your advisor. To paraphrase a very famous French sociologist, Pierre Bourdieu, people here have the habitus, the cultural capital they’ve acquired during their whole lives to make a good dissertation and so it helps them find a job later. I have to acquire that cultural capital. So I’ve been working, attending workshops, reading books and even still most of the time I feel it’s not enough. I have two more years of funding, but no one finishes a good dissertation in three years. What will I do next? Is what I’m doing going to be of any use?
I know it’s not worth it to worry beforehand. Recently someone published a sentence that said that no amount of guilt will change the past and no amount of anxiety will improve the future and it’s totally right. But knowing that didn’t stop me from getting sick, which I never do, the tic I have in my eye has gone from sporadic to chronic and I had terrible episodes of insomnia. The university has a psychological council service I wanted to turn to, until I found out it costs 25 francs per session. The best thing I have found so far is to force myself to exercise and starting to meditate in the mornings.
Life in Switzerland is good because it’s calm and the country is beautiful. But sometimes I feel like I’m trapped in a golden cage where nothing is for me, everything is so expensive. Whenever I can I flee to France, which, granted, it’s going through a financial crisis, it has immigration and unemployment issues and whatever, but I don’t feel so out of place there. Besides, I haven’t been able to find a good group of friends with whom I can forget everything and find some support.
This year I became 29 years old and the days before my birthday I got so sad thinking that at my age my parents had steady jobs, they were married and I was already born. Next year I will be 30 and I’m in a limbo where I have no idea when I’ll be able to leave. I’m aware that I’m just a number in a statistic that shows my generation is screwed, and I’m far from being an exception. And I’m lucky to be able to do what I love, no matter how hard it is. But this doesn’t mean that I don’t get lonely, that I don’t question my capacities and that I’m not worried about the future.
This summer I have to write an essay equivalent to the first chapter of my thesis. In September I have to defend it in front of my advisor and another professor. Thanks to one of the workshops I attended, I started writing months ago, which has allowed me not to panic. I have a little writing to finish, and then it’s just a matter of proof-reading, placing pictures and working on the annexes. The hardest thing is to find the motivation. I can really be my own worst enemy sometimes.
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