26 June 2012

10 years

Ayer tuve la defensa de mi monografĆ­a de segundo aƱo de maestrĆ­a, en el inicio de la semana que marca los diez aƱos desde que me graduĆ© del colegio. Tengo bien grabados en el cerebro esos meses despuĆ©s que terminaron las clases y que empezĆ³ la incertidumbre. No tenĆ­a idea de lo que querĆ­a hacer de mi vida; escogĆ­ estudiar Arquitectura por falta de otras opciones mĆ”s que por un verdadero interĆ©s y sĆ³lo pensaba en irme de Honduras, en irme y nunca volver. Lo querĆ­a desde que estaba en primaria y miraba a mis compaƱeras europeas que por el trabajo de sus padres terminaban en nuestro paĆ­s. QuerĆ­a ser como ellas, no tener raĆ­ces, encontrarme un aƱo en un lugar y comenzar de nuevo en otro. TenĆ­a trece aƱos y decĆ­a sentirme una “ciudadana del mundo”, no creer en las fronteras y renegar mi nacionalidad como hace poco habĆ­a renegado una religiĆ³n. Mi sueƱo era estudiar, por muy extraƱo que suene. SoƱaba con estudiar en una buena universidad algo que me gustara, algo que me hiciera sentir que tenĆ­a una misiĆ³n, una voz Ćŗnica, una vocaciĆ³n. Y creĆ­a que en Honduras no lo podĆ­a encontrar.

Diez aƱos despuĆ©s, finalmente vine a Francia a hacer exactamente los estudios que por ocho aƱos deseĆ© y eso fue gracias a lo que aprendĆ­ en mi paĆ­s. La arquitectura se convirtiĆ³ en mi pasiĆ³n y puedo decir que tuve mucha suerte de haber caĆ­do en sus garras. Los deseos estĆ”n lejos de haberse agotado, por lo contrario, he aƱadido mĆ”s a la lista de metas por alcanzar. La incertidumbre, sin embargo, sigue siendo la misma.

Hoy tuve una extraƱa experiencia; fui a ver a una chava, que nunca antes habĆ­a conocido, defender su monografĆ­a. TrabajĆ³ sobre los artistas chilenos exiliados en Francia despuĆ©s de 1973. ExplicĆ³ que su padre es un refugiado polĆ­tico originario de Chile y ella quiso aprender mĆ”s sobre sus raĆ­ces. Me preguntĆ© por quĆ© yo no habĆ­a decidido estudiar algo hondureƱo en estos dos aƱos. Por quĆ© no habĆ­a sentido la necesidad, la urgencia de escoger un tema relacionado a mi paĆ­s, un lugar que seguramente nadie habĆ­a estudiado en esa universidad. PensĆ© que aparte del problema evidente de las fuentes – hubiera tenido que estar en Honduras para estudiar Honduras – salĆ­ de mi paĆ­s queriendo sacudĆ­rmelo de encima. Estaba tan cansada de su situaciĆ³n polĆ­tica, econĆ³mica y social que no querĆ­a tener nada que me lo recordara. Hasta dejĆ© de leer sus periĆ³dicos, mis fuentes noticiosas son mis contactos en las redes sociales. LleguĆ© a Francia y me desesperĆ© tanto con la gente que ni siquiera sabĆ­a dĆ³nde queda el paĆ­s ni cĆ³mo se llaman sus habitantes que lleguĆ© al punto que casi los perdono por ser ignorantes. Si yo hubiera vivido en estas condiciones tampoco me estarĆ­a preocupando por ese paĆ­s.

Me asusta pensar que probablemente tenga que regresar y aĆŗn peor, a buscar un trabajo que probablemente no exista. Me mata la angustia de olvidar de nuevo este francĆ©s podrido que tanto me costĆ³ en recuperar, de volverme a estancar por otra dĆ©cada sin poder viajar, aguantando las manifestaciones diarias de los sindicatos.

Al final de estos dos aƱos me he dado cuenta que no quiero vivir en un apartamento compartido. Estoy harta de vivir con gente que no tiene ninguna consideraciĆ³n hacia los demĆ”s, que no bota la basura y que no lava sus platos. Quiero vivir con gente que, como yo, quiera que su casa sea un espacio agradable y limpio, o si no, prefiero vivir sola.

Tengo veintisiete aƱos, ya no quiero vivir con mis padres. Los quiero mucho, pero me ha encantado manejar mis facturas, hacer mis compras en el supermercado, limpiar mi espacio, tener mis propios horarios. Me aterra encontrarme a casi treinta aƱos como una mantenida, teniendo todas las facultades para ser independiente, pero a merced de un paĆ­s que no puede garantizar un futuro para sus jĆ³venes.

TodavĆ­a no me quiero casar y cada vez que viajo cerca de bebĆ©s agradezco muchĆ­simo no tener hijos. Aun asĆ­ quisiera poder establecerme en un lugar donde la posibilidad de formar una familia no me diera pesadillas. Donde no tuviera miedo que mis hijos salieran a caminar solos a la calle, que pudieran usar el transporte pĆŗblico y que tuvieran buenas bibliotecas gratuitas a su alcance.

Este tenĆ­a que ser un post de celebraciĆ³n por haber podido cumplir un sueƱo, por haberme superado con respecto al aƱo pasado, por haber aprendido tanto y haber conocido a muchas buenas personas. Estoy en el primero de mis miles de viajes este verano, pero en el fondo no puedo sacudirme esa pregunta: ¿quĆ© va a pasar despuĆ©s?


Yesterday I defended my second year thesis, at the beginning of the week that marks the ten years after I graduated from high school. I have carved in my brain those months after classes ended and the uncertainty began. I had no idea what I wanted to do with my life; I chose to study Architecture for lack of any other choice more than for a real interest and I thought only of leaving Honduras, I thought of leaving and never coming back. I had wanted this since I was in Elementary school when I saw my European classmates who ended up in our country because of their parents’ work. I wanted to be like them, to have no roots, to find myself one year somewhere and having to start elsewhere the next one. I was thirteen years old and I already said I felt like a “citizen of the world”, not believing in borders and renouncing to my nationality the same way I had just renounced to a religion. My dream was to study, as weird as it sounds. I dreamt of studying in a good university something I loved, something that made me feel I had a mission, a unique voice, a calling. And I felt I couldn’t find it in Honduras.

Ten years later, I finally came to France to study exactly what I desired for eight years and that was thanks to what I learned in my country. Architecture became my passion and I can say I’m really lucky to have fallen into its trap. Desires are far from being over, on the contrary, I have added more to the list of things to accomplish. The uncertainty, however, still is the same.

I had a strange experience today; I went to see some girl, I’ve never met before, defend her thesis. She worked on Chilean artists exiled in France after 1973. She explained her father is a political refugee from Chile and she wanted to learn more about her origins. I wondered why I chose not to study something Honduran in the last two years. Why I did not felt the need, the urge to pick a subject related to my country, a place surely no one had previously studied in that university. I thought that besides the obvious problem of sources – I had to be in Honduras to study Honduras – I left my country wanting to shake it off of me. I was so tired of its political, economic and social situation I didn’t want anything that reminded me of it. I even stopped reading its newspapers, my news feed came from my social networks. I came to France and I got so fed up with the people who didn’t know where it’s located or how its inhabitants are called that I reached the point in which I forgive them for being ignorant. If I had lived in these conditions I wouldn’t worry about that country either.

It scares me to think I may have to come back, and worse, to look for a job that it may not even exist. The anguish of forgetting this rotten French I had so much trouble remembering is killing me. Also the thought of finding myself another decade stuck in a place where I can’t travel, having to deal with daily syndicate street rallies.

At the end of these two years I realize I don’t want to keep living in a shared apartment. I’m done living with inconsiderate people who don’t take out the garbage and don’t wash their dishes. I want to live with people who, like me, want their house to be a nice and clean place, or else, I’d rather live alone.

I’m twenty-seven years old; I don’t want to live with my parents. I love them to death, but I have loved paying my bills, shopping my groceries, cleaning my space, having my own schedule. It scares me to find myself at almost thirty years old being supported, having every capacity to be independent but at the mercy of a country that cannot guarantee a future for its youth.

I don’t want to get married yet and every time I travel with babies around I am very thankful I don’t have any children. Even still, I would love to settle in some place where the possibility of having a family wouldn’t cause me any nightmares. Where I wouldn’t be scared of my children walking in the streets by themselves, where they could use public transportation and where they had great free libraries at their reach.

This was supposed to be a celebration post of having accomplished a dream, of having outdone myself from last year, for having learned so much and met so many good people. I am in the first of many travels this summer, but deep down I can’t shake the looming question: what will happen next?

2 comments

  1. Marce, es cierto! Se me paso que hace 10 aƱos nos graduamos, y aunque parece que fue ayer que salimos del liceo (confieso que aun tengo sueƱos con ustedes y con la escuela en general), hemos cambiado tanto.
    Curiosamente, algunos problemas en mi vida profesional (en estos momentos es cuando te das cuenta que los problemas externos, como las crisis, pueden afectarte personalmente) me han obligado ultimamente a hacerme la misma pregunta que vos... "Que va a pasar?". Seguramente estamos en un punto de cambio en nuestras vidas, en el que tendremos que adaptarnos a las nuevas circunstancias, y convertirnos en personas aun mas adultas. En todo caso, espero que todo te salga bien, Marce, y que estos cambios sean para bien en tu vida:) Cada vez nos acercamos mas a la vejez, no sentis?

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  2. Muchas gracias Gaby! Yo tambiĆ©n espero que los cambios te traigan buenas cosas. Y sĆ­, la vejez se siente, si tan sĆ³lo nos dieran descuentos por sentirnos viejas, algo asĆ­ como para los de la tercera edad mental :P

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