Con lo espectacular que es Manhattan ni siquiera pensé en dedicarle un ratito a Brooklyn, lo que es realmente una lástima porque lo poco que vi me encantó. Me fascinaba el trayecto que tomábamos todos los días del hotel a nuestra estación de metro, recorriendo Smith Street, llena de cafés, restaurantes y negocios, algunos muy curiosos. Desayunamos el día de la madre en un restaurante mitad mexicano, mitad francés y cenamos varias veces en un restaurante tailandés donde la comida era exquisita y el ambiente muy acogedor. Compramos bolitas de lana para una amiga de mi mamá en una tienda especializada en cosas para tejer, nos fuimos de compras al Atlantic center en búsqueda de una chaqueta de cuero y tomé muchas fotos de esos edificios de apartamentos tan bonitos en los que me imaginé que sería genial venirse a vivir un día.
As spectacular as Manhattan is, I didn’t even think about taking some time to visit Brooklyn, which is really a shame since I loved the little bit I got to see. I loved the stroll we took every day from the hotel to the subway station, walking down Smith Street, filled with cafés, restaurants and shops, some very quirky. On Mother’s day we had breakfast on a half French, half Mexican restaurant and we had dinner several times in a very cozy Thai restaurant where the food was exquisite. We bought some yarn balls for a friend from a shop entirely devoted to knitting, we went shopping to the Atlantic center looking for a leather jacket and I took many pictures from those pretty apartment buildings where I could visualize how cool it would be to live in one day.
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