No querÃa dejar pasar este domingo sin antes publicar las fotos de mi visita al MoMA, un museo que me gustó mucho. Creo que al visitarlo finalmente entendà el concepto de la caja blanca, el edificio que trata de borrarse para dejar que las obras tengan el protagonismo. El edificio es sencillo, amplio, elegante y a pesar que estábamos un viernes por la noche – cuando la entrada es gratis – y habÃa mucha gente, en ningún momento la visita fue incómoda, lo que es algo que he aprendido a apreciar con el tiempo.
No sé si es que están viajando en alguna exposición en otro lado, pero no pude ver la “Noche estrellada” de Van Gogh, ni las latas de sopa de Andy Warhol. Lo que sà tuve la oportunidad de ver fue la exposición sobre Henri Labrouste, que me fascinó, habiéndolo estudiado en clase y habiendo visto una exposición sobre Charles Garnier hace unos años. Me encantan esos arquitectos del siglo XIX de la Escuela de Bellas Artes, sus planos son hermosos y me encanta cómo enmedio de tanta rigidez y academia, Labrouste era un contestatario y rebelde, a su manera.
I didn’t want to let this Sunday pass without posting the pictures of my visit to the MoMA, a museum I liked a lot. I think that after visiting it I finally understood the concept of the white box, the building that tries to erase itself as a mean to let the artwork become the true protagonist. The building is simple, spacious, elegant and in spite of the fact that it was a Friday night – when the entrance is free – and there was a lot of people, the visit was never uncomfortable, and that is something I have come to appreciate with time.
I don’t know if they are traveling for an exhibit somewhere but I didn’t get to see Van Gogh’s “Starry night” nor Andy Warhol’s soup cans. What I did get the chance to see was the Henri Labrouste’s exhibit, which I truly loved, having studied him in class and having seen an exhibit about Charles Garnier a few years ago. I love these XIXth century architects from the Beaux-Arts school: their blueprints are gorgeous and I like that even though he was surrounded by so much rigidity and academia, Labrouste was a rebel and non-conformist, in his own way.
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