21 August 2016

Quiet

Quiet

“Quiet” es el nombre del libro de Susan Cain sobre los introvertidos y sobre cómo se relacionan con el mundo. Lo encontré en uno de esos miles de momentos que he tenido a lo largo de mi vida en los que me pregunto por qué me cuesta tanto hacer amigos y relacionarme con las personas. La gran diferencia esta vez fue que tuve acceso a la biblioteca de mi universidad y pude encontrar un libro al respecto.

“Quiet” is Susan Cain’s book on introverted people and how they relate to the world. I found it in one of those countless times I’ve had in my life when I wondered why I had such a hard time making friends and relating to people. The greatest difference this time is that I had access to the library in my university and I found a book about it.

Durante muchos años, nunca supe en qué lugar situarme del espectro introversión/extroversión. Recuerdo que en la escuela me llevaba bien con la gente, aunque siempre tuve mi grupo reducido de amigas. Pero luego en la universidad, cuando me tocó conocer a nuevas personas, me terminé llevando más con mis amigos del colegio. Nunca me hice súper amiga de mis compañeros de facultad, a excepción de la gente con la que trabajé directamente o de aquellos que sencillamente eran demasiado simpáticos para no quererlos. Pero eso nunca me preocupó porque tenía a mi propio grupo y a mi familia y de todas formas esos que no eran mis amigos no me parecían interesantes. Pero algo cambió en mí cuando entré a la universidad. De repente, le perdí el gusto a participar en clase y a hacer presentaciones orales. Hacía mi trabajo e iba a clases, pero trataba de pasar desapercibida.

Esto no cambió cuando llegué a Francia a hacer la maestría, es más, se volvió peor. Ya no tenía a mis conocidos ni familiares cerca. Logré hacerme amiga de mis compañeros becarios, la mayoría latinoamericanos, y tuve la suerte de vivir con buenas amigas. Pero no logré conectarme con mis compañeros de la universidad. Eran más jóvenes que yo, yo era la única extranjera y la mayoría de ellos se conocían desde hace años, pero no entendía cómo otras personas en la misma situación que yo lograron sobrevivir y hasta disfrutar socializar con sus compañeros.

Para el doctorado, la situación ha sido ambivalente. Tuve la suerte que me dieran un puesto en una oficina, donde tengo compañeros de mi edad, que están haciendo lo mismo que yo, por lo que nos entendemos bien. Pero estoy lejos de lograr tener el grupo de amigos que tuve en el colegio, o incluso en la universidad. Y al empezar el puesto de asistente, entre las miles de cosas que me preocupaban – preparar bien las clases, lograr dar clases que fueran interesantes para los alumnos, etc. – una de ellas era la interacción con mis colegas. Y ni hablar de los estúpidos congresos en los que todo mundo te dice que hay que hacer “networking”. Los odio. En fin, entrar a un nuevo círculo social siempre me resulta una fuente inagotable de angustias.

Nunca olvido las palabras del curso de Dale Carnegie para jóvenes que hice a los 13 años, que la timidez es la excesiva atención a uno mismo y que la solución es hacer las cosas con 3 veces más entusiasmo. Pero eso no funciona siempre y quería ver si había otra forma de enfocar esta situación. Y fue cuando leí el libro.

Según la autora, ser tímido no es lo mismo que ser introvertido ni que ser antisocial. Ser introvertido significa que uno es más sensible a los estímulos externos, entre ellos las personas desconocidas. Es por eso que uno tiene una forma diferente de socializar con respecto a la de los extrovertidos. Los introvertidos disfrutan mucho de la compañía de otros, pero se sienten más cómodos en pequeños grupos y en conversaciones con una sola persona. Y digamos que tienen una batería social que se llena de energías más rápido que la de los extrovertidos, y por eso necesitan un tiempo de reposo después.

Me llamó mucho la atención que la autora cita estudios que muestran que la introversión es innata. Tal parece que uno es introvertido desde la infancia y que las reacciones biológicas que uno siente ante los estímulos externos nunca desaparecen del todo. Uno aprende a vivir con ellas y a pesar de ellas, pero siempre están allí. Y lo entiendo perfectamente. Por ejemplo, si voy a una reunión y sé qué personas van a estar allí, voy con una preparación mental que se ve perturbada si aparecen personas inesperadas. Por supuesto que eventualmente lo supero, pero lo que quiero decir es que la reacción física, aunque imperceptible para los demás y aunque no tenga ninguna razón lógica detrás, siempre está allí.

Ser introvertido no sólo afecta tu manera de relacionarte con las personas, sino tu vida cotidiana. En la esfera laboral, los extrovertidos necesitarían estímulos constantes y que las cosas cambien frecuentemente. Tienden a sentirse asfixiados en aislamiento y en silencio, por lo que los ambientes “open space” les convienen. Y es todo lo contrario para los introvertidos, que necesitan silencio y que trabajan mejor solos. Esto tiene consecuencias importantes, especialmente en nuestra sociedad, que tiende a valorizar sobre todas las cosas las capacidades sociales y el trabajo en grupo.

El introvertido parece no tener un lugar en el mundo y ser una especie de fenómeno indeseable, cuando en realidad somos más numerosos de lo que creemos. Además de explicar cómo funciona un introvertido, el libro intenta igualmente valorizar este tipo de personalidad. Nos da una lista de introvertidos famosos de la historia, desde Rosa Parks, Gandhi, hasta Van Gogh. Y no es que ser introvertido significa que uno va a ser automáticamente una eminencia en el arte o en la ciencia. Simplemente que nosotros también aportamos algo importante a la sociedad y que si el mundo estuviera repleto únicamente de personas sociables y emprendedoras, perdería muchas cosas valiosas. Esto me recordó mucho los descubrimientos del psicólogo Martin Seligman sobre el optimismo y los pesimistas. Los pesimistas son también considerados indeseables, pero ellos tienen capacidades diferentes a las de los optimistas. Como por ejemplo, los pesimistas son más objetivos en cuanto a sus propias capacidades se refiere. Un optimista, se considera más hábil y mejor de lo que en realidad es.

Al final, hay grados diversos de introversión y no todas las personas son iguales. El libro explica que los introvertidos logran fácilmente salir de su caparazón cuando se dedican a algo que los apasiona al punto de querer compartirlo con los demás. De allí que haya excelentes profesores introvertidos, capaces de dar charlas geniales, pero que el resto del tiempo son muy reservados. El secreto estaría entonces en encontrar un trabajo o actividades que se alineen con nuestros gustos y convicciones más profundas, por muy simplista que pueda sonar ese consejo. Otro consejo que ofrece es que uno decida de hacer acuerdos consigo mismo, como ponerse de antemano un límite de situaciones sociales para un tiempo determinado. Eso suena mejor que forzarme constantemente a hacer cosas que no me gustan y luego culpabilizar el resto del tiempo porque no las hice.

El libro me ha ayudado enormemente en gran parte porque me ha hecho dejar de pensar que tengo algo de malo al no ser el alma de la fiesta. Siento que por muchos años me he estado mintiendo a mí misma o que estaba luchando contra algo de mi naturaleza más profunda. Por primera vez, puedo respirar y aceptarme como soy. Soy introvertida y no tiene nada de malo. Puedo pasar a otra cosa.

Ahora veamos qué pasa con eso del pesimismo.

For many years, I didn’t know where to place myself in the introverted/extroverted spectrum. I remember that in school and high school I got along with everyone, although I always had my small circle of friends. But then, in the university, when I had to meet new people, I ended up getting closer to my high school friends. I never really became a great friend of my faculty mates, except for those with whom I worked directly and those that were just too nice not to like them. But I never worried about that because I had my own group of friends and my family nearby, and because those who weren’t my friends didn’t seem that interesting anyway. But something changed when I started university. Suddenly, I lost all pleasure in participating in class and in doing oral presentations. I did my job and I attended classes, but I tried to go unnoticed most of the time.

This did not change when I got to France to do my master, in fact, it got worse. I didn’t have my relatives nor my friends close to me anymore. I managed to make friends with my scholarship mates, most of them from Latin America, and I was lucky enough to live with good friends. But I did not connect with my university colleagues. They were younger than me, I was the only foreign one and most of them knew each other since a long time ago, but I did not understand how other people in the same situation managed to survive and even enjoy socializing with their peers.

For the Ph.D., the situation has been ambivalent. I was lucky enough to get a desk in an office where I have colleagues who are my age and are doing the same thing I am; we therefore get along very well. But I am far from having the group I had in high school, or even in university. And when started my assistant job, among the many things that worried me – preparing well my classes, making interesting courses for my students, etc. – one of those was the interaction with my colleagues. And don’t get me started on the stupid conferences where everyone says the important thing is “networking”. I hate them. Anyways, entering a new social circle is always an endless source of anguish for me.

I never forget what we were told in the Dale Carnegie course I did when I was 13 years old: shyness is the excessive attention towards yourself and the solution is to do everything with 3 times more enthusiasm. This does not always work and I wanted to find another way to view this situation. And that is when I read the book.

According to the author, being shy is not the same thing as being introverted or antisocial. Being introverted means being more sensitive to external stimulation, among them unknown people. That is why we have a different way of socializing than extroverted people do. Introverted people enjoy the company of others, but they are more comfortable in small groups and in one-on-one conversations. And they have a social battery that fills up faster than the one of extroverted people, which is why they need resting time after.

I found very interesting that the author found studies that prove that introversion is innate. Apparently you are introverted since you are a baby and the biological reactions you feel towards external stimuli never really go away. You learn to live with them and in spite of them, but they are always there. And I understand it perfectly. For example, if I go to a meeting and I know who is going to be there, I go with a mental preparation that becomes disturbed if unexpected people show up. Of course, I eventually get over it, but what I mean is that the physical reaction, although unnoticed for others and even though it has no logical explanation behind it, is always there.

Being introverted not only affects your way of relating to others, but also your daily life. In the work sphere, extroverted people need constant stimulation and things changing frequently. They tend to feel smothered when isolated and in silent environments, so open spaces suit them. Contrary to introverted, who need silence and work better by themselves. This has important consequences, especially in our society, who tends to valorize among all things social capacities and working in groups.

Introverts seem to not have a place in the world and to be a sort of undesirable freak, when actually we are more numerous than what we think. Besides explaining how introversion works, the book also tries to valorize this type of personality. It gives a list of famous introverts in history, from Rosa Parks, Gandhi, to Van Gogh. And not that being introverted will automatically make you an eminence in art or in science. It’s just that we also bring something important to society and that if the world was entirely full with outgoing people, it would lose valuable things. This reminded me the discoveries made by psychologist Martin Seligman, on optimism and pessimists. Pessimists are also considered undesirable, but they have different capacities than optimists. Like for example, pessimists are more objective when it comes to judging their own abilities. An optimist will think he is more capable and better than what he really is.

In the end, there are different grades of introversion and not everyone is the same. The book explains that introverts come more easily out of their shells if they devote themselves to something they are truly passionate about, to the point that they want to share it with others. That is why there are excellent teachers, capable of giving excellent lectures, but that are reserved most of the time. The secret would lie in finding a job or activities that line up with our preferences and convictions, no matter how simple that sounds. Another advice is to make deals with yourself, like deciding beforehand on a limit of social situations in a given time. This sounds better than constantly forcing myself to do things I don’t want and then feeling guilty about it for not doing them.

The book has helped me enormously in part because it has allowed to stop thinking there is something wrong with me by not being the life of the party. I feel like I have been lying myself for many years or that I was fighting against something in my deepest nature. For the first time, I can breathe and accept myself as I am. I’m introverted and there is nothing wrong with it. I can move on.

Now let’s see what’s the deal with this pessimism thing.

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