28 August 2011

A typical Taiwanese Sunday

Durante mi viaje a Taiwán tuve el privilegio de compartir no sólo con mi familia de acogida pero también con la de Ana Cristina. El sábado pasado me invitaron a una cena que organizaron con sus vecinos y al día siguiente a un paseo en bicicleta con otros amigos. Toda la experiencia fue magnífica.

La cena consistió en una plétora de deliciosos platillos donde lo principal era un pollo asado rociado con vino. Lo acompañaban varias frutas, verduras, fideos y otras carnes que eran una más rica que la otra. Cuando platicábamos entre los invitados extranjeros siempre concordamos en que los taiwaneses comen mucho y no podían ver nuestros platos o vasos vacíos porque tenían que llenarlos inmediatamente. Esta combinación de sobre-alimentación y comida exquisita ha de ser letal para mis intenciones de dieta, pero era realmente difícil negarse o dejar de comer con tanta variedad, novedad y sabor.

Doña Grace y don Michael viven en un edificio construido de forma anexa a la casa que heredaron de su familia. Sus amigos también construyeron sus casas sobre las de sus antepasados y entre todos comparten un patio común en el que se reúnen a comer y a compartir. Tienen tantos años de amistad en común que son prácticamente familia, al punto que uno de ellos se dedicó a escribir y a documentar la genealogía de las familias e hizo un libro al respecto que nos enseñaron. Pero sus amistades van más allá de sus vecinos cercanos y en un momento de la velada llegó el alcalde de la ciudad de Huwei a saludarnos y a platicar con nosotras.

A la mañana siguiente nos despertamos muy temprano para andar en bicicleta con doña Grace y sus amigas. Después de un copioso desayuno nos fuimos a pedalear por la carretera por aproximadamente una hora. Recordemos mi pobre condición física una vez y ahora imaginemos la escena en que una docena de señoras no sólo pedaleaban, a veces sin manos, sino que todavía hacían estiramientos, andaban a toda velocidad y sin ninguna dificultad, mientras yo sentía que estaba a punto de desmayarme por el esfuerzo. Éramos una caravana de varias bicicletas, una moto y hasta un carro y por un momento me sentí en una película de motociclistas rebeldes o en la última entrega de Tom Hanks que no recomiendo a nadie ver. El destino final era un pequeño jardín frente a una plantación de árboles frutales, propiedad de una de las señoras, donde se encontraban aún más amigos preparando la comida. Eran las ocho y media de la mañana y estaban preparando pollo, pescado y salchichas asadas, una sopa dulce y fría de frijoles (suena extraño pero era deliciosa y refrescante), sopa de albóndigas, otro montón de platos que no soy capaz de recordar y muchas frutas. Ni siquiera era hora de almuerzo y había comido lo suficiente para sentirme satisfecha todo el día, era increíble.

Un poco después de medio día empezamos el camino de regreso, pero a mitad del trayecto recibimos una invitación para ir a cantar karaoke a casa de una amiga del grupo. Hasta ahora no había podido ir a ningún “KTV”, uno de los locales donde uno puede encerrarse en una sala con sus amigos y cantar karaoke hasta el cansancio y definitivamente es imposible venir a Asia y no cantar karaoke. Resulta que es muy popular comprarse los aparatos de karaoke para la casa, muy parecidos a los reproductores de DVD y que te permiten escoger entre una variedad impresionante de canciones. Con Ana Cristina creíamos podernos salvar de cantar en público, algo que yo podría hacer después de involucrar mucho alcohol en el proceso, pero en el repertorio no sólo tenían canciones chinas o japonesas, habían hits de los años 60s y 70s en inglés. Ana Cristina fue más valiente y cantó “Let it be” en solitario; yo me atreví a cantar en dúo con ella “Yesterday”. Lo más divertido es que yo que era la más reticente a mitad de la canción me emocioné y quería continuar cantando, pero ya era hora de irnos. La tarde la aprovechamos para descansar de tanta emoción en tan poco tiempo, pero estuvo tan divertido que ahora que estoy en casa desempolvé la bicicleta que Sophie dejó en Francia y es muy probable que en el futuro me termine comprando un aparato casero de karaoke yo también. 309285_266550720022442_100000025488007_1076712_2947265_n309628_266551116689069_100000025488007_1076723_7624336_n320869_266551143355733_100000025488007_1076724_5145369_n  317703_266549456689235_100000025488007_1076690_429902_n302553_266549513355896_100000025488007_1076691_4423114_n 319384_266549740022540_100000025488007_1076696_5007792_n316400_266549793355868_100000025488007_1076697_5347895_n318445_266549846689196_100000025488007_1076698_8268115_n 303160_266549943355853_100000025488007_1076699_5773567_n302423_266550546689126_100000025488007_1076709_4997689_n299204_266550630022451_100000025488007_1076710_3316460_n                                                                             During my trip to Taiwan I had the privilege to share not only with my host family but with Ana Cristina’s as well. Last Saturday they invited me to a dinner they organized with their neighbors and the next day to a biking trip with other friends. The whole experience was magnificent.

The dinner was a plethora of delicious dishes where the main course was a grilled chicken with wine sprayed on it. It was served with fruits, vegetables, noodles and other meats that were all very tasty. Whenever we international guests got together we all agreed that the Taiwanese eat a lot and could never see your plates or cups empty because they had to fill them immediately. This combination of over-eating and exquisite food has to be lethal to my diet intentions, but it was really hard to say no or not to eat such variety, novelty and flavor.

Mrs. Grace and Mr. Michael live in a building they built in front of the house they inherited from their family. Their friends also built their own houses on top of their relatives and they all share a common yard where they get together to eat and hang out. They have been friends for so long they consider themselves family, to the point where one of them wrote and documented their families’ genealogy and wrote a book about it that we had the opportunity to see. But their friends go beyond their close neighbors and during the evening the Huwei’s mayor came to say hello and chat with us.

The morning after we woke up very early to go bike riding with Mrs. Grace and her friends. After a huge breakfast we rode along the highway for about an hour. Let us remember my poor physical condition and now imagine the scene in which a group of ladies not only pedaled, sometimes without hands, but did stretching exercises, rode really fast and effortlessly, while I felt I was going to faint at any time. We were a crowd of many bikes, a motorbike and even a car and for a moment I felt in a bike rebel’s movie or in Tom Hank’s latest release I don’t recommend to anyone. The final destination was a little garden in front a fruit tree’s plantation, owned by one of the ladies, where more friends were preparing some food. It was eight thirty in the morning and they were making grilled chicken, fish and sausages, cold and sweet bean soup (that sounds weird but it’s actually delicious and refreshing), meat ball soup, another bunch of dishes I no longer remember and a lot of fruit. It was not even lunch time and I felt I had eaten enough for the whole day, it was incredible.

A little after noon we started our way back when suddenly we got an invitation to sing karaoke at someone else’s house. So far I hadn’t been to a “KTV”, a place where you can lock yourself with your friends and sing as long as you want and really, it’s impossible to come to Asia and not sing karaoke. It turns out that it’s very popular to buy the karaoke machines for your home, which look like DVD players and let you choose from an impressive variety of songs. With Ana Cristina we thought we could avoid singing in public, something I could do after involving a lot of alcohol in the process, but the repertoire not only had Chinese or Japanese songs, there were some hits from the 60s and the 70s in English as well. Ana Cristina was braver than me and sang by herself “Let it be”; I only dared to sing a duet with her of “Yesterday”. The funniest thing is that I who was the most reticent to sing, in the middle of the tune got all excited and I wanted to keep on singing, but it was time to go. The rest of the afternoon we had some rest but it was so fun that now that I’m home I dusted off a bike I have here and it’s very likely that some time in the future I will have my own karaoke machine.

1 comment

  1. Eso se escucha, y se ve genial. La comida, la ejercitada, y en especial la buena compañía. Me alegra tanto que la haya pasado buenísimo por esos rumbos, y espero que ésta sea una experiencia para aprender sobre las maravillas de otras culturas y países. Ahora, a pensar cómo ir a Taiwán pues!

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