Hace unas semanas pensaba en el hecho que, últimamente, se han estado manifestando en mí muchos signos simultáneos del paso del tiempo. Y justamente hace poco una de mis compañeras de apartamento me prestó “Diario de un cuerpo” (“Journal d’un corps”), el diario de un hombre que llevó un recuento de los cambios que experimentaba en su cuerpo, desde los doce años hasta su muerte. No era un diario íntimo tradicional de acontecimientos, sentimientos, ni dramas, la idea era de documentar cómo su cuerpo se transformaba y reaccionaba. Sólo que el autor sí reconoce un lazo entre la vida y la manera en que el cuerpo la enfrenta. El libro es magnífico y muy conmovedor. Me hizo preguntarme cómo mis padres han de estar viviendo su madurez y me acordé cómo los cuerpos de mis abuelos los traicionaron al final. Según el libro los signos de la vejez aparecen muy temprano, desde los 40 años. Y duran mucho tiempo, al punto que al final se es viejo mucho más tiempo de lo que se fue joven. Su testimonio no es muy alentador.
Some weeks ago I thought about the fact that, lately, many signs of the passing of time have been simultaneously manifesting themselves in me. And then one of my flatmates loaned me “Journal of a body” (“Journal d’un corps”), the journal of a man who kept an account of the changes he experimented in his body, from when he was twelve until his death. It wasn’t an intimate and traditional journal of events, feelings or dramas; the idea was to document how his body was changing and how he reacted. However, the author does acknowledge a link between life and the way the body handles it. The book is magnificent and extremely poignant. It made me wonder how my parents are living their maturity and I remembered how my grandparents’ bodies betrayed them in the end. According to the book the signs of aging start really early, from age 40. And they last a long time, to the point where you are old way longer than the time you were young. His testimonial is not very encouraging.
El autor escribe en una ocasión que le encantaría leer el diario del cuerpo de una mujer y es verdad que hay mucho que decir sobre eso. Pero me gustó aprender del punto de vista de un hombre porque es lo que menos conozco y lo que menos me ha llamado la atención. Confieso que nunca he sentido particular interés por el género masculino. Tal vez porque sus cuerpos me parecen poco misteriosos. No tienen procesos ocultos que se escapen de su control (bueno sí, uno, pero no me parece extraordinario), sus ciclos no están conectados con los astros, son incapaces de engendrar vida. De igual manera, la distancia entre sus emociones y su manera de expresarlos es más directa, por lo menos en lo que se refiere a la agresividad, algo que yo tengo dificultades en mostrar. Pero creo que en realidad no me interesan porque me parecen tan privilegiados por el mundo, por la sociedad, porque se creen invencibles ya que no están condenados a modificar sus vidas para dar a luz y cuidar niños, porque son más fuertes y no dudan en abusar de esa fuerza.
Siempre he querido entender lo que significa ser mujer, desde un punto de vista social. Mis modelos a seguir son todas mujeres, sueño con tener una hija, tengo tendencia a leer y a escuchar música de mujeres más que de hombres. Es un milagro que no sea lesbiana. Pero en lo que respecta a mi cuerpo, lo he dado por sentado y lo he soportado más que tratar de entenderlo, mucho menos documentarlo.
Últimamente he pensado mucho en él porque está empezando a actuar diferente y me ha obligado a cambiar mi vida cotidiana. Como con el hecho que desde hace dos años me ha tocado empezar a usar un retenedor plástico en los dientes para dormir. Cuando regresé a Honduras en el 2012 el dentista lo mandó a hacer para mí, porque aparentemente cuando duermo tengo tendencia a apretar la mandíbula y mis dientes tienen marcas como si se fueran a quebrar, eventualmente. Se supone que es un signo de estrés. Al principio estaba reticente a usar el retenedor, pero en Suiza había ciertas mañanas que me despertaba con dolor de cabeza. Desde que duermo con el retenedor todas las noches y que medito por las mañanas ya no tengo problemas.
Trato de hacer ejercicio regularmente, más porque paso sentada todo el día que porque me interesa ser delgada. He estado yendo a las clases de aeróbicos de mi universidad y hay una profesora que nunca tiene muchas alumnas. No entendía por qué hasta que fui a una de sus clases. Es una señora mayor y los ejercicios que practica parecen haber tenido su momento de gloria en los años 80s, así como la música que pone también. Nos pone a hacer unos movimientos raros como por ejemplo correr de espaldas con las manos sobre las rodillas. Nada es particularmente exigente, no se suda mucho y uno se pregunta al final si no se perdió el tiempo. Pero al día siguiente amanezco sin falta con un dolor espantoso en todo el cuerpo. La semana antepasada no podía ni bajar gradas del dolor en las piernas.
Suiza también ha desencadenado una proliferación de canas en mi cabeza. Si antes tenía un avistamiento indeseable cada seis meses, ahora es una colonia permanente. Trabajan en grupo y me obligan a cambiar de peinado constantemente.
Pero de todas las cosas, la peor es sin lugar a dudas el hecho de tener que usar plantillas ortopédicas. Desde hace unos años empecé a gastar los tacones de mis zapatos de una forma súper extraña. En Honduras fui donde una podóloga que me dijo que no tenía nada, pero igual me mandó a hacer unas plantillas para usarlas cuando fuera a caminar mucho. Obviamente, eso nunca pasa así que nunca las usé. Pero algo debe haber empeorado, porque en un año me ha tocado llevar todos mis zapatos favoritos a que los repare un zapatero. Me estoy resignando a las plantillas.
Y esas son las marcas en el cuerpo, pero están todas esas cosas como irme de parranda una noche y que la resaca dure un día entero. O si me acuesto tarde una noche soy totalmente inútil al día siguiente.
Tengo 29 años maldición, mi cuerpo no puede empezar a desintegrarse tan pronto. No cuando todavía no he alcanzado los privilegios que supuestamente vienen con la edad. Pero le tengo que prestar más atención porque mi compañera de apartamento tiene diez años menos que yo y apenas recuerdo lo que era tener su edad. No quiero olvidar cómo me siento ahora, lo que estoy viviendo en estos momentos.
The author writes that he would love to read the journal of the body of a woman and it’s true that there is a lot to say about that. But I enjoyed learning the point of view of a man because it’s what I know the less about and it’s what I have cared the least. I must confess that I’ve never felt any particular interest for the male gender. Maybe because their bodies seem to be of hardly any mystery. They don’t experience any hidden processes they can’t control (well yes, one, but it doesn’t seem extraordinary), their cycles are not connected to the stars, they are incapable of creating life. Moreover, the distance between their emotions and the way they express them is more direct, at least when it comes to aggressiveness, something I find very hard to show. But I think I don’t care about them because they seem to me to be overly privileged by the world, by society, because they think they are invincible since they are not condemned to change their lives in order to give birth and take care of children, since they are stronger and don’t hesitate to abuse of that strength.
I always wanted to understand what it means to be a woman, from a social point of view. My role models have always been women, I dream of having a girl, I have a tendency to read and listen to music from women more than from men. It’s a miracle I’m not a lesbian. But when it comes to my body I have always taken it for granted and I’ve endured it more than wanted to understand it, even less document it.
Lately I’ve been thinking about it because it’s starting to act differently and it has forced me to change my daily life. Like with the fact that since two years I’ve started to wear a plastic retainer for my teeth when I sleep. When I came back to Honduras in 2012 the dentist had it made because apparently I clench my jaw at night and my teeth have marks like they are going to break, eventually. This is supposed to be a sign of stress. At first I didn’t want to wear it, but in Switzerland there were certain mornings when I woke up with a huge headache. Since I started wearing the retainer every night and started meditating in the mornings the headaches are gone.
I try to exercise regularly mainly because I spend all my days sitting down and not because I care about being thin. I’ve been going to the aerobics class in my university and there is one teacher that never gets too many students. I didn’t understand why until I went to one of her classes. She is a mature lady and the exercises she practices seem to have had their moment of glory in the 1980s, as well as the music she chooses for the class. She makes us do weird movements, like for example running backwards with our hands on our knees. Nothing is particularly demanding, you don’t sweat a lot and you wonder in the end if you didn’t waste your time. But the morning after I always wake up with horrible pains everywhere. Two weeks ago I couldn’t even climb down stairs because of the pain in my legs.
Switzerland has unleashed a proliferation of grey hairs in my head. I used to have an unpleasant sighting every six months, but now it has become a permanent colony. They work as a group and they force me to constantly change the way I wear my hair.
But of all the things, the worse has been to wear orthopedic soles. A few years ago I started wearing out the heels in my shoes in a very strange way. I went to a podiatrist in Honduras who told me I had nothing, but gave me a pair of heels I had to wear when I had to walk a lot. Obviously that never happens so I never wore them. But something must be getting worse because this past year I had to take all my favorite shoes to the cobbler. I’m resigning myself to wear the soles.
And these are the marks in the body, but there are other things like going to a party one night and the fact that the hangover lasts one entire day. Or if I go to sleep late I am totally useless the next day.
I’m 29 years old damn it, my body cannot start to disintegrate so early. Not when I haven’t attained any of the privileges that supposedly come with age. But I have to pay more attention to it because my flatmate is ten years younger than me and I barely remember what it was to be her age. I don’t want to forget how I feel now, what I’m currently living.
"Sus ciclos no están conectados con los astros, son incapaces de engendrar vida."
ReplyDeleteNo sabía que está científicamente comprobado que el ciclo menstrual de la mujer está directamente relacionado con los astros del universo, aparte de la relación etimológica. Quizá es por eso que el hombre lobo se convierte cuando hay luna llena.
En cuanto a la otra afirmación, ¿desde cuándo las mujeres se auto engendran? Tampoco sabía que el espermatozoide (proporcionado por el vil hombre) había quedado fuera de la ecuación.