22 November 2015

Istanbul (Part I)

Istanbul Nov 2015

Istanbul es uno de esos lugares que me moría de ganas de conocer desde mis primeras clases de Historia de la Arquitectura en las que estudiamos Santa Sofía como un ejemplo extraordinario de arquitectura bizantina. Que luego la hayan convertido en mezquita aumentaba aún más su valor exótico y mis ganas de descubrirla. Pero el resto de la arquitectura y de la cultura de la ciudad me eran completamente desconocidas. Hace cuatro años, pude aprender un poco más cuando hicimos el programa de radio en Bordeaux con una amiga turca que venía de esa ciudad. Pero no fue hasta la semana pasada que pudimos ir con Jacques.

Istanbul is one of those places I have been dying to go to since my first Architectural History courses, when we studied Hagia Sophia as an extraordinary example of Byzantine architecture. That it was later turned into a mosque only raised its exotic value and my desire to discover it. But the rest of the architecture and the culture of the city were completely unknown to me. Four years ago, I could learn a little more when we did the radio show in Bordeaux with a Turkish friend who came from this city. But it wasn’t until last week that we managed to go with Jacques.

Istanbul Nov 2015

Nuestra primera visita fue Santa Sofía, obviamente, pero está lejos de ser lo más impresionante que vimos. Pasamos seis días visitando mezquitas, bazares, museos, paseando por las calles y comiendo. Es una ciudad gigantesca, llena de gente, de cosas que hacer y de lugares que visitar. Se encuentra de todo, desde barrios que me recordaron a las calles/mercados de Comayagüela, a rascacielos que estarían totalmente a gusto en el centro financiero de Nueva York. Tiene 17 millones de habitantes y aun así las calles son limpias, el sistema de transporte funciona muy bien y uno se siente seguro.

La arquitectura es grandiosa, es una verdadera lástima que no haya aprendido más sobre arquitectura islámica durante mis años de estudio. No podía creer lo impresionantes que son las mezquitas, con unas cúpulas magníficas y una decoración absolutamente hermosa. Las fotos no son capaces de transmitir la sensación de estar en uno de esos espacios.

Hemos aprendido a viajar con guías turísticos y a planificar un programa de lugares dónde ir a comer, pero después de un día de seguir los consejos culinarios del Lonely Planet decidimos mandarlo a volar. Decidimos dejarnos guiar por nuestra intuición y buscar pequeños comedores o puestos en la calle. Me dio por ver el episodio de Anthony Bourdain en Istanbul y fuimos a uno de los puestos de kebab que él visitó. Fue muy divertido porque lo han remodelado y ahora está lleno de fotos de cuando Bourdain estuvo allí. Y puedo confirmar que efectivamente la comida es exquisita. Finalmente aprendí cómo es un buen kebab, con verduras frescas y carne de cordero. Afortunadamente está lejos de los que he comido en Francia o en Alemania. Y me enamoré por completo del ayran, el yogurt ligeramente salado que toman como bebida, a tal punto que me traje un litro de regreso a casa.

Cada vez que viajo tengo tendencia a imaginar cómo sería vivir en ese lugar y al principio con Istanbul me costó un poco hacerlo. A pesar que la ciudad parece ser muy cosmopolita, la religión tiene un lugar muy importante en la cultura. Empezando porque cinco veces al día se escuchan los llamados a oración desde las mezquitas. Me levanté todos los días a las 5 de la mañana con los cantos de los muecines. La mayoría de las mujeres usan el velo y nos extrañó darnos cuenta que casi ninguna mujer trabajaba en los bazares o en las tiendas. Por todas partes vimos únicamente a hombres como vendedores, aún en las tiendas de ropa para mujeres. Y me pareció un poco perturbador que las mujeres no pudieran rezar en el mismo espacio que los hombres en las mezquitas, sino que en unos pasillos todos estrechos en la parte de atrás. No podía imaginar cómo sería vivir en un lugar así, pero a medida que pasaba el tiempo y que empezamos a pasear por lugares menos turísticos vimos otro lado de la ciudad. Deambulamos por las calles llenas de jóvenes, buscamos libros en varias librerías, estuvimos en cafés hípster como a los que íbamos con mis amigos en Honduras y poco a poco una vida de “expat” en esa ciudad me parecía una aventura absolutamente fascinante. Me encantaría aprender más de esa cultura y de ese país. Por los momentos, la novela “Las cuarenta reglas del amor” de Elif Shayak calma mi deseo de regresar lo más pronto posible.

El único pelo en la sopa fue que estábamos en Istanbul cuando sucedieron los ataques terroristas en París. Y que a mi regreso a Ginebra leí que supuestamente habían evitado ataques similares en Istanbul ese mismo viernes.

Our first visit was to Hagia Sophia, obviously, but it was far from being the most impressive thing we saw. We spent six days visiting mosques, bazars, museums, wandering on the streets, and eating. It is a gigantic city, full of people, things to do and places to visit. You can find everything, from neighborhoods that reminded me of the streets/markets in Comayagüela (a popular sector in Tegucigalpa), to skyscrapers that would totally fit in the financial sector in New York. It has 17 millions of inhabitants and still the streets are clean, the transportation system works really well and you feel safe.

The architecture is amazing and it is a true shame that I did not get to learn more of Islamic architecture during my studies. I could not believe how impressive the mosques are, with magnificent cupolas and gorgeously decorated. Pictures cannot convey the feeling of being in one of those places.

We have learned to travel with guide books and to plan where to eat, but after a day of following the Lonely Planet’s culinary advice we tossed it out. We decided to trust our intuition and to look for small restaurants and street stalls. I saw the episode in which Anthony Bourdain goes to Istanbul and we went to one of the kebab places he visited. It was very funny because it has been remodeled and now it’s full with pictures from when Bourdain was there. And I can confirm that the food is indeed delicious. I finally learned what a good kebab is like, with fresh vegetables and lamb meat. Fortunately, it’s nothing like those you eat in France or in Germany. And I fell in love with the ayran, the slightly salty yogurt they drink as a beverage, to the point that I brought 1 Liter back home.

Every time I travel I have a tendency to imagine what my life would be like if I lived in this place and at first with Istanbul I had a hard time doing it. In spite of the city looking very cosmopolite, religion has a very important place in the culture. For example, 5 times a day you hear the muezzin’s call to prayer. They woke me up every day at 5 in the morning. Most of the women wear the veil and we found it weird that almost no women worked in the bazars or in the shops. Everywhere we looked there were only men selling in the shops, even in those for women clothing. And I found it disturbing that women are not allowed to pray in the same space with men in the mosques, but on narrow hallways in the back. I could not imagine what living in a country like that would be like, but when we started going beyond the tourist spots we saw another side of the city. We wandered in the streets full of young people, we looked for books in many libraries, we went to hipster cafés like those we went to with my friends in Honduras, and more and more life as an “expat” in this city began to look like an absolutely fascinating adventure. I would love to learn more about this culture and this country. For the time being, Elif Shayak’s novel “The 40 rules of love” calms my desire to go back as soon as possible.

The only downside was that we were in Istanbul when the terrorist attacks in Paris took place. And when I was back in Geneva I found out that apparently similar attacks were avoided in Istanbul that same Friday.

Santa Sofía

Istanbul Nov 2015

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La Cisterna-basílica

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La Mezquita Azul (Mezquita de Sultan Ahmet)

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La pequeña Santa Sofía

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La Mezquita Nueva

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La Mezquita de Solimán el Magnífico

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