Ginebra es conocida mundialmente por su lago, sus precios caros y por su Salón del Auto. Hasta ahora, no había tenido la más mínima curiosidad por ir a este último, pero hay que agregar a la lista de ventajas de compartir apartamento con otras personas: cuando una de ellas trabaja para Lamborghini, te puede conseguir boletos gratis para ir al Salón.
Geneva is world famous for its lake, its high prices, and for its International Motor Show. Up until now, I did not have the slight curiosity to go to the latter, but that’s one of the advantages of sharing your apartment with other people: when one of the works for Lamborghini, she can get you free tickets to the Show.
El Salón del Auto es una exposición gigantesca que anualmente reúne a las más famosas marcas de carros para que presenten sus últimos modelos. Vienen personas de todo el mundo a este evento y la ciudad entera se organiza para recibirlos: hay hasta buses especiales para la gente que va a asistir.
La entrada no es barata: 16 francos para adultos, pero aún así vienen familias enteras a pasar el día aquí. A la hora de comer, la mayoría han traído sus propias meriendas porque hay muy pocos lugares donde comprar comida. Mejor dicho, la comida se encuentra en las zonas VIP, porque si el común de los mortales sólo puede pasear entre los diferentes stands de los carros, a las personas que tienen intención de comprar carros se les da acceso a las áreas restringidas. ¿Cómo es que sé eso? Porque mi compañera de apartamento nos llevó a Jacques y a mí a la zona de clientes de Lamborghini. Primero, a la plataforma donde están los carros. Nos pudimos subir a ellos y ver de cerca la Lamborghini “Centenario”, un modelo limitado a 40 ejemplares con un costo de 2 millones de Euros cada una, que ya estaba agotado para el primer fin de semana del Salón. Luego, fuimos al bar y al buffet de la marca, donde te servían cualquier tipo de bebida que quisieras, desde un café helado hasta champagne, y boquitas, como jamón serrano recién cortado. Fue una experiencia tan divertida como intimidante, sentía como que en cualquier momento me iban a pedir que me fuera.
Hay una cantidad impresionante de gente, al punto que nos quedamos trabados como 10 minutos en un pasaje ubicado entre los stands de Maserati y de Rolls-Royce, y es por eso que ni pude tomarle fotos a los Maserati. Y realmente no me imagino pasar el día entero en el Salón, al final de cuentas sólo son carros. De hecho, el stand en el que pasamos más tiempo fue el de Skoda. Tenían un sistema muy ingenioso en el que te hacían participar en un juego de buscar pistas entre sus modelos de carros para ganar premios. Jacques se ganó una camiseta y yo un llavero y una taza.
Mi carro favorito de todos fue la Bugatti en dos tonos de azul, pero aparte habían unos modelos muy bonitos, como el carro que se iluminaba completamente, o una Peugeot con un interior todo puntiagudo. Pero mi gran decepción fue ver que los Jaguar ya no tienen la figurita del gatito en la parte de enfrente. Y si mi carro futuro no tiene puertas que se abran verticalmente, habré fracasado como ser humano.
Al final de cuentas, el Salón es interesante y está bien hacerlo una vez en la vida. Aunque viviendo en un país donde el transporte público funciona tan bien, ¿para qué demonios se necesita en carro en primer lugar?
The Geneva International Motor Show is a gigantic exhibition that every year brings together the most famous car brands to present their latest models. People from all over the world come to this event and the entire city gets organized to host them: there are even special buses to the people going there.
The entrance is not cheap: 16 francs for adults, but even still entire families come to spend the day here. And when it’s time to eat, most of them have brought their lunches because there are not that many places to buy food. In fact, the food is located in the VIP rooms, because mere mortals can only wander between the different car stands, but those who actually want to buy cars are given access to the restricted areas. How do I know this? Because my flatmate brought Jacques and me to the Lamborghini client zone. First, to the platform where the cars are. We got to sit on them and see up close the Lamborghini “Centenario”, a model limited to 40 exemplars that each cost 2 million Euros, and which was already out of stock for the first weekend of the Show. Then, we went to the bar and to the buffet of the brand, where you could ask for any kind of drink, from cold coffee to champagne, and for appetizers, including Serrano ham freshly cut. It was as fun as it was intimidating, I felt like someone was going to ask me to leave at any moment.
There is an extraordinary amount of people there, to the point where we got stuck like 10 minutes in an alley located between the Maserati and the Rolls Royce stands, and that is why I didn’t even get to take pictures of the Maserati. And I can’t really imagine staying there the entire day, in the end they are just cars. In fact, the stand where we spent the most time was the Skoda one. They had this clever system where they made you play a game to find clues in their products to win prizes. Jacques won a T-shirt and I won a keyring and a mug.
My favorite car was the Bugatti in two shades of blue, but there were other really pretty models, like the car that lighted up completely, or the Peugeot with the pointy interiors. But I was really disappointed to see that the Jaguars no longer have the kitty figurine on the front. And if my future car does not have doors that open vertically, I will have failed as a human being.
In the end, the Show is interesting and it’s nice to see it at least once in a lifetime. Although, when living in a country where public transportation works so well, why the hell would you need a car in the first place?
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