25 January 2012

Bibliografía de la integración cultural

Charles

Estimado lector, ¿está usted viviendo en Francia, considerando venirse a vivir a Francia o tiene a Francia en su lista de lugares de ensueño para irse a vivir después de la jubilación? ¿No logra dormir por las noches anticipando el shock cultural? ¿Está cansado de que lo traten como un turista a pesar de tener más de un año y medio viviendo aquí? ¿Quisiera conocer de una vez por todas el significado de todas esas expresiones extrañas que nunca le enseñaron en sus clases de la universidad o de la Alianza Francesa pero que no se atreve a preguntar qué significan porque eso sólo reforzaría su imagen de extranjero extraviado? Pues no busque más, tenemos un libro escrito específicamente para usted.

Charles Timoney escribió lo que ahora considero “El libro que todo Erasmus debe leer”, o por ende toda persona que espera pasar más de una semana en Francia. Encontré su libro llamado “A certain je ne sais quoi… The ideal guide to sounding, acting and shrugging like the French” por pura casualidad en el Museo de la Armada, pero luego de varios infructíferos meses de buscar libros que me ayudaran a entender mejor este extraño país donde estoy viviendo. Timoney es lo que podría considerarse un experto en la materia: aunque originario de Inglaterra, tiene más de treinta y cinco años en Francia, está casado con una francesa con quien tiene dos hijos y es el autor de una especie de diccionario de expresiones locales. En este libro, más que darse a la tarea de descifrar los misterios de la lengua, se concentra en la cultura, que clasifica según sus categorías. Trata de varios temas, desde los más serios e importantes, como por ejemplo una breve introducción a la historia local, hasta cosas que podrían parecer irrelevantes pero que ya en la vida diaria están lejos de serlo. Es el caso de las reglas básicas para los saludos, cómo no parecer un turista, cómo comer y beber, y cómo saber a quién tratar de “usted” o de “tú”, algo más difícil de lo que pueden explicar en cualquier curso de idiomas.

Gracias al buen humor de Timoney, uno es capaz de identificarse con varias cosas de las que dice. Al parecer la incomprensión hacia los franceses aplica también a otros europeos. Sus experiencias personales que acompañan este libro que oscila entre la comedia y la auto-ayuda nos sirven para que no repitamos los errores que él cometió. Sobra decir que jamás en mi vida volveré a pedir un “café au lait” en público. Todavía siento vergüenza de no haber sabido antes que es un término que me condena al ostracismo más que mi color moreno de piel, mi tendencia a hablar más fuerte que los demás y mi predilección por la comida condimentada. Me siento mucho más tranquila después de haber leído el libro y lo único que deseo es haberlo podido leer justo antes de venir. Mi vida hubiera sido mucho más fácil entonces.

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Continuando con la temática del mimetismo cultural, finalmente tuve entre mis manos “La Parisienne” de Inès de la Fressange, una antigua modelo que ahora se da a la tarea de predicar el evangelio del estilo parisino a las incapacitadas del gusto como yo. Desde que supe que el libro existía me moría por leerlo, porque si hay una sola cosa que quisiera aprender de mi estadía en Francia es a vestirme bien. El noventa por ciento de la gente en las calles parece recién salida de un desfile de moda y lo más irónico es que ni siquiera pareciera que están haciendo un esfuerzo. Eso sería comprensible si sólo fueran las mujeres las que se ven bien, pero hasta los hombres viven con una preocupación por su apariencia física que yo antes atribuía sólo a David Beckham. Eso es lo que yo llamo presión externa en su máximo esplendor, pero la verdad es que con los descuentos anuales es totalmente factible tener un bonito guardarropa, si es que acaso se sabe escoger bien. Así que no quería desaprovechar la ocasión de leer un libro exclusivamente sobre el arte de vestirse adecuadamente, tranquilizada por el hecho que es uno de los best-sellers del año pasado, a pesar que fuera de París, nadie quiere o soporta a los parisinos. Me dije que tenía que realmente tenía que ser bueno.

De la Fressange habría de probarme lo contrario. Para empezar, dedica sólo unas cuantas páginas a las piezas que ella considera “esenciales” para una parisina. Bailarinas, marinera, trench coat, suéter azul marino… Muchos de ellos son totalmente obvios, es decir, no necesito un libro para saber que necesito tener por lo menos un jean; otros son completamente innecesarios, puedo vivir un día más sin tener mocasines. Pero lo peor es que rápidamente el libro se degenera en los lugares adónde irse a cortar el pelo en París, los spas que ella recomienda, las tiendas de decoración, de joyas, los cafés, restaurantes y hasta hoteles que le gustan. Porque el libro termina siendo un desfile de “sus cosas y lugares favoritos”, o cómo promocionar a sus mejores amigos. Y con toda franqueza, para ver publicidades de cosas que voy a tener que esperar muchos años para poder pagar mejor me compro una revista a un euro con cincuenta centavos. Detesté el tono condescendiente que no deja de emplear durante todo el libro, lleno de afirmaciones que rayan en lo ridículo o hasta en lo humorístico porque no puede ser posible que esté hablando en serio. En un momento habla del desprecio que sienten las parisinas por tener ese último objeto a la moda por el que se necesita estar en lista de espera (“so vulgaire!” fue la expresión que utilizó) y unas páginas más adelante habla de cómo finalmente se compró esa cartera por la que se tiene que esperar años para tener. Pero la apoteosis de la estupidez fue cuando en su lista de las que según ella son las mejores librerías de París explica que la parisina compra muchos libros… pero nunca tiene tiempo para leer. Decepción total. Simone de Beauvoir está vomitando en el cielo en este momento. Es cierto que quiero comprender la cultura a la que estoy expuesta, quiero integrar todo aquello que me parezca lo más útil o lo más hermoso, pero francamente, no al precio de mi intelecto. Inès de la Fressange: quiero mis neuronas de regreso. Espero tener más suerte con “French women don’t get fat”.


Dear reader, are you currently living in France, thinking about coming to live in France or is France in your list of dream places to live after retiring? Are you unable to sleep at night anticipating the cultural shock? Are you tired of being treated like a tourist even though you have more than a year and a half living here? Would you like to know once and for all the meaning of all those weird expressions you never learned in college or in the French Alliance but never dare to ask what they mean because that would only reinforce your stranded foreigner look? Well, search no more; we have a book especially written for you.

Charles Timoney wrote what I now consider to be “the book every Erasmus must read” or for that matter, any person planning to spend more than a week in France. I found his book titled “A certain je ne sais quoi… The ideal guide to sounding, acting and shrugging like the French” by pure chance in the Army museum, but only after many unsuccessful months looking for books that could help me understand better this strange country I’m living. Timoney is what could be considered an expert in the field: in spite of the fact that he’s from England, he has more than thirty-five years in France, he is married to a French woman with whom he has two kids and he’s also the author of a sort of local expressions dictionary as well. In this book, more than facing the task of deciphering the mysteries of the language, he concentrates on the culture which he classifies according to categories. He writes about many subjects, from very serious and important ones such as a brief introduction to local history, to things that could seem irrelevant but that in real life are far from being so. That is the case of the basic rules for greeting people, how not to look like a tourist, what to eat and drink, how to know whom to call “vous” and whom to call “tu”, something much more difficult that can be explained in a language course.

Thanks to Timoney’s good sense of humor one is able to identify with many things he says. Apparently incomprehension towards the French applies to other Europeans as well. His personal experiences that fill this book, which oscillates between comedy and self-help, warn us how not to make the same mistakes he did. Needless to say, I will never again order a “café au lait” in public. I still feel ashamed of not knowing that this is a term that condemns me to be ostracized even more than for the brown color of my skin, my tendency to speak louder than others and my preference for spicy food. I feel much calmer after reading this book and the only thing I wish is that I had read it before I came here. It would have made my life easier back then.

Continuing with the cultural mimesis theme, I finally got ahold of “La Parisienne” by Inès de la Fressange, a former model now preaching the Gospel of Parisian style to taste incompetents like me. Ever since I knew the book existed I was dying to read it since if I had to learn only one thing from living in France is how to dress properly. Ninety percent of people in the streets look like they just came out of a fashion show and ironically; they don’t even seem to be making an effort to do so. That would be understandable if only women were the only ones who looked good, but even men are worried by their physical appearance in a way I used to think only David Beckham did. That is what I called external pressure in its maximum splendor, but the truth is that with the annual sales it is possible to have a nice wardrobe, if you can only choose wisely. So I didn’t want to waste the opportunity to read a book completely devoted to looking good, backed-up by the fact that it was one of last year’s best-sellers in spite of the fact that out of Paris, no one loves or even stands Parisian people. I said to myself that the book must be good.

De la Fressange would prove the contrary. For starters, she devotes only a few pages to the pieces she considers “essentials” for a Parisian girl. Ballet flats, striped shirt, trench coat, blue marine sweater… Many of them are totally obvious, I mean, I don’t need a book to know that I need at least one jean; others are completely unnecessary, I can still live a day longer without having moccasins. But the worst part is that the book quickly degenerates into the places in Paris where she likes to get her hair done, the spas she recommends, the decoration stores, jewelry shops, cafés, restaurants and even hotels she likes. Because the book ends up being a parade of “her favorite things and spots” or how to promote her best friends. And frankly, if I wanted to see advertisings of things I’ll have to wait many years to be able to buy I would have bought a magazine that would cost me only a euro and fifty cents. I hated the condescending tone she uses all throughout the book, full of affirmations that border on ridiculous or even in jokes because she couldn’t possibly be serious. In a certain part she talks about the disdain Parisians feel about having that latest fashion thing you have to be in a waiting list to get (“so vulgaire!” is the expression she used) and a few pages later she talks about how she finally bought that purse that you have to wait years to get. But the apotheosis of stupidity was when she gave the list of what she considers to be the best libraries in Paris and later she explained that Parisians buy many books… but never have time to read. Total disappointment. Simone de Beauvoir is puking in Heaven right now. It’s true that I want to understand the culture I’m being exposed to, I want to integrate everything that I find useful or beautiful, but frankly, not at the cost of my intellect. Inès de la Fressange: I want my brain-cells back. I hope I’ll be luckier with “French women don’t get fat”.

2 comments

  1. Ya que este año estoy muy dado a hacer castillos en el aire, consideraba leer algo sobre los países a los que realmente tengo posibilidades de irme; pero, honestamente, espero que "À certian je ne sais quoi..." algún día tenga que ser parte de mi lista de las lecturas (y que por favor ese "algún día" no pase del 2013 :P).

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  2. Yo te recomiendo que desde ya vayás consiguiendo el libro, no sólo porque vas a terminar en Francia sea como sea, sino porque también es muerto de la risa. Te deseo muchos éxitos Manuel!

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