Siempre he creído que la vida es una eternal lección en humildad, o mejor dicho, en cómo tragarte todas las cosas que has dicho alguna vez. Como por ejemplo mis afirmaciones radicales en la adolescencia de cómo nunca dejaría que un chavo se interpusiera en una amistad, o cómo siempre, en un triángulo amoroso, sería solidaria hasta la muerte con la otra chava y nunca con el chavo. Todavía recuerdo cómo decía que ningún hombre vale la pena como para pelearse por él y que sentía mucha lástima por esas mujeres que pierden su tiempo y dignidad corriendo detrás de un tipo que retoza del gusto por encontrarse como objeto del deseo de dos personas al mismo tiempo.
Puede sonar curioso, pero la primera vez que me involucré con una persona “cotizada” mis rivales eran un montón de niñas católicas y santurronas con las que yo no tenía ninguna relación. Dormía muy bien por las noches sabiendo que si algún día me dejaba por una de ellas, no hubiera sido una pérdida tan grande. Era lo equivalente a que un chavo me dijera que me deja por otro hombre: estaría en paz sabiendo que necesitaba algo que yo no le podía dar.
La segunda vez que me sentí amenazada fue diferente porque esta vez se trataba de una amiga. No había señales de ningún tipo, al final el escenario estaba todo en mi cabeza, pero estaba en esa etapa en que la relación es nueva y frágil y uno cree que se puede esfumar con cualquier viento mal direccionado. Yo reconocía lo absurdo de mi paranoia; ni siquiera era capaz de admitirla, de discutirla, analizarla y dejarla ir, como generalmente es el protocolo a emprender en caso de pensamientos obsesivos. Sobra decir que cuando salió a la superficie lo hizo de la manera menos apropiada y menos elegante posible. Una noche en la que hubo mucho alcohol de por medio terminé llorando en un baño, con Moisés, el único que autoricé a verme en ese estado. Pero, por obra de magia, el evento se esfumó, mi amiga no se enteró de mis celos (espero) y la relación vivió para contarlo.
Probablemente era más sabia en la adolescencia de lo que lo soy en estos momentos. A estas alturas de mi vida me digo que, efectivamente, no hay amistad que valga la pena perderse por un hombre. ¿Pero qué sucede si no hay una amistad que perder? Yo hubiera creído que la solidaridad y el respeto eran suficientes impedimentos para evitar situaciones comprometedoras, pero estoy viendo que no necesariamente es así. Y que conste, no es el objeto en sí, es el hecho que alguien se atreva a ponerme en esta situación. Al final, hay cosas que yo no puedo controlar y que debo dejar ir, en algún momento. Lo único que puedo controlar es mi reacción, mi reacción a este ataque de rabia que estoy sintiendo.
Se dice que los celos son inseguridad. Inseguridad de no ser lo suficiente bueno, de no estar a la altura. Que cuando uno más se aferra a algo es cuando más se corre el riesgo de perderlo. Es por eso que el proverbio dice “Déjalo ir y si regresa es tuyo, si no, nunca lo fue”. Pues yo lo dejo ir, pero estoy empezando a creer que el código de Hammurabi fue también el primer manual para relaciones interpersonales, así que yo también me iré por otro lado.
I have always believed that life is an eternal lesson in humility, or better said, in how to swallow everything you have ever said. Like for example, my teen radical statements about how I would never let a guy interfere in a friendship, or how always, when involved in a love triangle, I would remain loyal to the other girl but never with the guy. I still remember how I used to say that no guy is worth fighting over with someone else and how sorry I felt for all of those women who waste their time and dignity running for some dude who enjoys being the object of desire of two people at the same time.
It may sound strange, but the first time that I got involved with a “sought-after” person my competition was a bunch of catholic, goody two-shoes girls with whom I had no relationship whatsoever. I slept very well at night knowing that if he ever broke up with me over one of them it would not have been such a great loss. It was the equivalent of a guy leaving me for another man: I would be in peace knowing that he needed something I could not give him.
The second time I felt threatened it was different because this time it was with a friend. There were no signals of any kind, in the end the story was in my head, but I was in that stage where the relationship is new and fragile and you think it can disappear with any light breeze. I knew how absurd my paranoia was; I couldn’t even acknowledge it, discuss it, analyze it and let it go, as the general protocol for obsessive thoughts is. Needless to say, when it finally came to the surface it was not in the most appropriate or elegant way. One night, when there was a lot of alcohol involved, I ended up crying in a bathroom, with Moisés, the only one I authorized to see me in such a state. But magically the event disappeared, my friend never knew I was jealous (or so I hope) and the relationship lived to tell the story.
I was probably wiser in my teenage years that what I am right now. At this stage in my life I say to myself that, indeed, there is no friendship worth losing over a guy. But what happens if there is no friendship in the middle? I would have thought that solidarity and respect were enough impediments so as to avoid compromising situations, but I’m beginning to see it isn’t so. And let’s be clear, it’s not the object in itself, it’s the fact that someone dares to put me in this situation. In the end, there are things I cannot control and thus I have to let them go, at some point. The only thing I can control is my reaction, my reaction to this sudden anger outburst I’m feeling.
It has been said that jealousy is a form of insecurity, of not feeling good enough. That the more you hold on to something the more you risk losing it. That’s why the saying goes “If you love something let it go, if it comes back it’s yours, if not it never was”. Well, I will let it go, but I’m starting to think that the code of Hammurabi was also the first relationships manual, so I will also go, the other way.
fight for him! awrrrrrrrrrrr!
ReplyDeleteawwwwwwwwwwwwwwwrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!!!
ReplyDelete