Tarde o temprano iba a terminar yendo a un museo de la relojería en Suiza, era inevitable. Hay uno en Ginebra que quiero visitar, pero cuando se me hayan acabado los gratuitos. El sábado visité el Museo internacional de la relojería en La-Chaux-de-Fonds, que para el común de los mortales es uno de los centros más importantes de esa industria en el país. Para los arquitectos es la cuna de Le Corbusier. Pero antes, veamos relojes.
Sooner or later I was going to go to a horology museum in Switzerland, it was inevitable. There is one in Geneva that I want to visit, but it’ll be as soon as I finish with the free ones. On Saturday I visited the International museum of horology in La-Chaux-de-Fonds, which for the common of the mortals is one of the most important centers of this industry in the country. For architects is where Le Corbusier was born. But first, let’s watch some watches.
El viaje lo organizó el ESN, un sábado que había un sol bellísimo, aunque no olvidemos los 10°C. El museo tiene el edificio más elegante que he visto hasta ahora en todo este país, tanto por dentro como por fuera. En lugar de ser un laberinto de pasillos con miles de vitrinas, las salas son amplias, libres y las vitrinas suspendidas y las cápsulas son de lo mejor que he visto en expografía (están rindiendo frutos esos libros de museología que consumo a diario!).
Es justamente el hecho que son salas abiertas las que pueden crear la falsa ilusión que el museo es pequeño o que la visita va a ser corta. Recordemos que son relojes los que se van a ver, miles y miles de relojes, de todas las épocas, de todos los tipos. Desde las extravagancias de científicos locos de la Edad Media, hasta uno pintado por Andy Warhol, el museo tiene para complacer a cualquiera. Traigan a sus hermanos y amigos obsesionados con los relojes, es posible que les dé un ataque cardíaco aquí.
Tal vez sea este paseo lúdico el que hace que uno no capte mucho el aspecto pedagógico. Hay intentos por explicar la historia de los relojes, pero son muy breves, están regados en todas partes y al final no se entiende. Tampoco entendí cómo funciona un reloj, o cuáles son sus principales piezas. Puede que no sea muy importante, que eso sólo lo puedan disfrutar los especialistas, pero hubiera sido agradable aprenderlo. En lugar de eso me dediqué a disfrutar de la extraordinaria técnica de grabado y de pintura de algunas piezas antiguas. Y me encantó que los únicos relojes de marcas caras en todo el recinto están en la recepción y no son parte oficial del recorrido. Creo que tenía miedo que el museo se convirtiera en una gran publicidad para algunas marcas, pero afortunadamente evitaron esa tentación. El museo es altamente recomendado.
The trip was organized by the ESN, on a beautiful sunny Saturday, although let’s not forget it was 10°C. The museum has the most elegant building I’ve seen in this country so far, on the outside and on the inside. Instead of being a labyrinth with corridors filled with display cabinets, the rooms are wide, free and the hanging display cases and the capsules are one the better I’ve ever seen when it comes to expography (they are starting to pay off those museology books I’ve been reading on a daily basis!).
The fact that these rooms are open can create the false illusion that the museum is little or that the visit will be short. Let us remember that you’re going to see thousands and thousands of clocks and watches, all through the ages, of every kind. From the extravagances of crazy scientific men in the Middle Ages, to one painted by Andy Warhol, the museum can really please anyone. Bring your brothers and friends who are obsessed with watches, it’s possible they have a heart attack in here.
It’s probably this playful visit that makes you lose the pedagogical aspect. There are some attempts at explaining the clock’s history, but they are brief, they are scattered all over and in the end you don’t understand it. I didn’t understand either the way a clock works, or what its main parts are. It may not be very important, probably that can be enjoyed by specialists only, but it would have been nice to learn it. Instead, I devoted my whole time to enjoy the extraordinary techniques of engraving and painting from antique pieces. And I loved that the only expensive brand watches you could find in the place were in the entrance hall and are not an official part of the visit. I think I was afraid that the museum would turn out to be a huge advertising for some brands, but luckily they avoided this temptation. I highly recommend this place.
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