14 February 2016

Konmarie and me

Desde hace varios meses quería conseguir el libro de Marie Kondo sobre cómo organizar las cosas de la casa. Subestimé su popularidad: tuve que inscribirme a la lista de espera de tres diferentes bibliotecas antes de poder conseguirlo. Pero es que es todo un fenómeno. No hay blog en el que no la mencionen y ahora entiendo por qué.
 
Since a few months ago I wanted to get of Marie Kondo’s book on how to organize things at home. I underestimated its popularity: I had to get on the waiting lists of three different libraries before I could get ahold of it. Because it is quite the phenomenon. There is not a single blog that doesn’t mention it and now I understand why.
En su libro, Kondo explica el método que ha perfeccionado para seleccionar y organizar los objetos personales. Y ha tenido toda una vida para trabajar en eso, puesto que el orden es una cuestión que la ha obsesionado desde que tenía 5 años. De hecho, no estoy segura que el relato de su infancia ordenando y botando las cosas de su casa y en su escuela sea una buena publicidad. La hace ver como una obsesiva compulsiva, pero una con una vocación por lo menos. Actualmente es consejera y dice tener muchos clientes que le pagan porque les ayude a poner orden en sus casas.
 
Al principio yo estaba escéptica: Kondo no es una escritora muy virtuosa y el libro se me hizo aburrido. Por suerte es corto, llega rápidamente al núcleo de la cuestión y sus ideas son buenas. Pero yo estaba más incrédula con respecto a las afirmaciones de Kondo. Según ella, si seguimos al pie de la letra sus instrucciones, no solo vamos a tener una casa en orden que nunca más se va a volver a desordenar, pero su método es capaz de cambiar nuestras vidas y revelarnos nuevos caminos profesionales, hacernos perder peso, mejorar nuestra vida amorosa y mucho más. Obviamente eso es demasiado bueno para creerlo, pero decidí darle el beneficio de la duda.
 
Para empezar, dice que hay que leer todo el libro antes de empezar a ordenar. Luego que el día que uno decida hacer la organización tiene que ser especial y que hay que dedicarlo enteramente a eso. Nada de ordenar por partes y en varios días. Según ella, la organización no es por espacios, o sea que no hay que empezar por un cuarto y luego seguir al otro, sino que se seleccionan los objetos por categoría. La organización tiene varios pasos: primero la selección de los objetos que se van a conservar, se bota todo lo demás y luego se determina un lugar específico para cada uno de los objetos. Solo en este lugar se podrán colocar y en ningún otro. Además, los objetos se seleccionan según este orden: primero la ropa, luego los libros, luego los papeles, luego los objetos varios y hasta el final todos los objetos que tengan valor sentimental.
 
Su regla de oro es que solo vamos a conservar las cosas que nos traigan felicidad y luego hay que deshacerse de todo lo demás. Suena muy simple, pero en realidad a lo largo de todo el libro trata de convencernos de por qué ese criterio funciona con respecto a otros y tiene puntos muy válidos. Por ejemplo, según ella hay que deshacerse de todos los empaques y cajas, de cosas como electrodomésticos. Ocupan espacio inútilmente, nunca los vamos a usar y si algún día los necesitamos los podemos conseguir fácilmente. Cuando leí eso pensé en todas las cajas que tenía en mi cuarto, aun sabiendo que tiene apenas 12 metros cuadrados. El closet es relativamente grande, pero tenía tanta ropa que estaba toda colocada en unas pilas horrendas. Como me costaba acceder a las pilas de atrás terminaba poniéndome lo que era de fácil alcance. Pero eso era sin contar con el espacio que ocupaban las cajas de mi cafetera, de mi secadora, de mi procesador de alimentos, de mi batidor manual y hasta de mis pesas. Las había guardado o por cuestiones de garantía o en previsión de la inminente mudanza. Revisé las garantías y estaban todas vencidas. Y pensé en como pase dos años y medio guardando cajas cuando hubiera podido utilizar el espacio. Me sentí muy tonta. Y allí empecé a tomar el libro más en serio.
 
Me tome un sábado para ordenar mis cosas al estilo “Konmarie”. Empezando por la ropa, se saca todo lo que uno tenga y se tira al piso. La idea es ir tomando prenda por prenda y sentir si ésta nos trae felicidad o no. Esta selección también tiene un orden: primero todo lo que se usa en la parte de arriba del cuerpo, camisas, suéteres, etc., luego lo que se usa en la parte de abajo, pantalones y faldas, sin olvidar calcetines y ropa interior, abrigos, y al final zapatos. Hace unos meses ya había botado una ropa que me parecía en mal estado, entonces creí que este paso iba a ser rápido, pero todo lo contrario. Me di cuenta de cuanta ropa tenía que era fea, vieja y que había comprado sólo porque estaba barata en los periodos de descuentos. Muy pocas cosas me traían felicidad. Terminé botando tres bolsas de basura de 35 litros de ropa espantosa (técnicamente no la boté, la lleve a un contenedor de reciclaje para ropa). Y lo que me quedó era lo suficiente para estar a la vista en mi armario, una vez que había doblado cada prenda según el método de Kondo. Porque hasta para doblar da instrucciones, ya que toda la ropa debería estar en posición vertical y nunca se debe guardar en pilas. Para esto utilicé una guía visual de cómo doblar la ropa que encontré en línea.
 
La ropa fue lo más difícil de seleccionar, todo lo demás fue pan comido. No tengo muchos zapatos, regalé unos libros que sé que nunca voy a volver a leer, me deshice de muchos medicamentos vencidos y otros que no sabía para que eran, boté cremas, jabones, esmaltes, como seis tipos de delineadores para ojos pero ninguno que servía, sombras para los ojos que tenían como 10 años. Boté todos los mapas, entradas de museos y brochures que he acumulado de mis viajes. Finalmente nada de eso me sirve; las fotos y los recuerdos son suficientes.
 
Una vez que limpié y puse todo en su lugar no podía creer que ese era mi cuarto. Entiendo porque la gente dice sentirse ligera después de haber ordenado, es increíble. Me entró una ola de limpieza: fui a la cocina y descubrí que habían miles de paquetes de harina, azúcar, pasta y de otras cosas, vencidas en su mayoría, que pertenecían a nuestras viejas compañeras de apartamento y que no botaron al irse. Me deshice de todo eso. Ahora me muero de ganas de ir a Honduras y deshacerme de todas las cosas inútiles de mi cuarto allá. De hecho le dije a mi madre que botara toda la ropa que dejé: si no me la traje no era indispensable, y en realidad no debí haber guardado nada.
 
Fui a mi oficina y me deshice de todos los papeles inútiles, de los libros que nunca iba a leer y de una pila de más de 30 revistas de arquitectura de los anos 80s que encontré en una venta de descuentos de una biblioteca. Nunca las había ojeado en dos años y jamás las iba a leer. Las puse, junto con los libros, en una mesa en la universidad donde la gente deja libros para regalar.
 
Ahora entiendo por qué ese libro es tan famoso. Te hace cambiar totalmente tu relación a tus objetos personales. Ya no se vale comprar cosas innecesarias porque de ahora en adelante antes de comprar algo uno tiene que pensar exactamente adónde se va a colocar. Se elimina de una vez por todas esa idea de guardar cosas esperando que sean útiles para un futuro que nunca va a llegar. Me di cuenta de mis malos hábitos de comprar ropa barata que al final se deteriora rápido, en vez de gastar un poco más de dinero en una prenda que sí me va a encantar y durar.
 
Y ahora entiendo también porque hay mucha gente que cambia su vida al botar sus cosas inútiles. Según Kondo, cuando nos rodeamos solo de las cosas que nos traen felicidad, muchas de ellas nos indican en lo que deberíamos invertir nuestro tiempo, nos recuerdan nuestra vocación o aquello que siempre quisimos hacer cuando éramos niños y que no nos atrevimos a hacer cuando nos convertimos en adultos. Por mi parte, todavía no he tenido esa revelación, pero me cuesta menos creer que es posible. Y si, recomiendo definitivamente el libro y su método, especialmente cuando se están viviendo etapas de transición. Me encanta ver mi cuarto y mi oficina ordenados y lo poco que sobrevivió a esa vorágine de limpieza son cosas que me da gusto que estén allí.

In her book, Kondo explains the method she has perfected to select and organize personal objects. And she’s been working on it for her entire life, because order is something that has obsessed her since she was 5 years old. In fact, I’m not sure that the story of her childhood arranging and throwing things out of her house and her school makes for good advertising. It makes her look like OCD, but one with a calling at least. She is currently an advisor and she claims to have many clients who pay her to put some order in their homes.
 
At first I was skeptical: Kondo is not a very good writer and I found the book to be quite boring. Luckily it’s short, you get quickly to the nucleus of the question and her ideas are good. But I was even more doubtful as to Kondo’s claims. According to her, if we follow her instructions thoroughly, not only we will end up with an organized house that will never become messy again, but her method is capable of changing our lives and reveal to us our professional paths, make us lose weight, improve our love lives and much more. This is obviously too good to be true, but I decided to give her the benefit of the doubt.
 
For starters, she says that you must read the entire book before start organizing. Then, the day you decide to organize must be special and must be entirely devoted to it. There is no organizing in many parts and in many days. According to her, organizing must not be done by spaces, so you shouldn’t start in a room and the move on to the next, but you should work through categories of objects. Organizing has many steps: first you select the things you want to keep, you get rid of everything else and then you decide one place for each and every object. It is only in this place that you will put your things and nowhere else. Besides, objects are selected in this order: first clothes, then books, then papers, then various objects and in the end objects of sentimental value.
 
Her golden rule is that you will keep only things that spark joy and then threw out everything else. It sounds simple, but in reality throughout the book she tries to convince us why this criteria works better than others and she has valid points. For instance, according to her, you must get rid of every packaging and boxes of things like appliances. They uselessly occupy space, we will never use them and if one day we need them we can easily get them. When I read that I thought of all the boxes I had in my room, even though it is only 12 square meters. The closet is quite big, but I had so many clothes that it was all in horrendous piles. Since I had trouble reaching to the piles in the back I ended up wearing only what was in my reach. But that without counting on the space that was being occupied by the boxes of my coffee-maker, blow-dryer, food processor, manual blender, and even my weights. I had kept the either for guarantee purposes or anticipating my imminent move. I checked the guarantees and they were all expired. And I thought of how I spent two and a half years storing boxes when I could have used the space. I felt so dumb. And that’s when I started taking the book seriously.
 
I took an entire Saturday to organize my stuff “Konmarie” style. Starting with the clothes, you take out everything you have and throw it on a pile on the floor. The idea is to grab garment by garment and feel if it sparks joy or not. This selection has an order too: first everything you wear on the top half of your body, shirts, sweaters, etc., then what you wear in the bottom half, pants and skirts, without forgetting socks, underwear, coats, and finally shoes. A few months ago I had thrown some clothes in bad shape, so I thought that this step was going to be quick, but on the contrary: I realized how many clothes I had that were ugly, old and that I had bought just because they were cheap during sale season. There were few things that made me feel joy. I ended up throwing out three 35L trash bags of hideous clothes (technically I didn’t throw them, I took them to a clothing recycling bin). And what was left was enough to be in plain sight in my closet, once I had folded each garment according to Kondo’s method. Because she has instructions even for folding stuff, since clothes should be placed in vertical position and never in piles. For this, I used this visual guide I found online.
 
Clothes were actually the hardest thing to sort out, everything else was a piece of cake. I don’t have many shoes, I gave away some books I knew I wouldn’t read again, I threw away many expired medications and others that I didn’t even knew what they were for, I got rid of creams, soaps, nail polishes, like six different types of eyeliners but none that worked, eyeshadows that were at least 10 years old. I threw every map, ticket entrance and brochures I have accumulated from my trips. In the end, none of that is useful; pictures and memories are enough.
 
Once I cleaned and put everything in place I couldn’t believe that was my room. I understand why people say they feel light after organizing, it’s amazing. I entered some organizing-zone: I went to the kitchen and discovered that there were thousands of packages of flour, sugar, pasta, and other stuff, mostly expired, that belonged to our old roommates and didn’t threw away when they left. I got rid of all of that. Now I’m dying to go back to Honduras and throw away all the useless stuff I left in my room over there. In fact, I told my mother that she could throw all the clothes I left: if I didn’t bring it, it wasn’t essential and I shouldn’t have kept anything actually.
 
I went to my office and got rid of all useless papers, of the books I would never read, and of a pile of more than 30 architecture magazines from the 1980s that I found at a sale in a library. I had never even peeked at them in two years and I would never read them. I put them, along with the books, in a table in the university where people leave books for others to take.
 
Now I understand why that book is so famous. It makes you totally change your relationship to personal objects. No more buying unnecessary stuff because from now on, before buying anything, you must think exactly where to put it. You get rid once and for all of the idea of keeping things hoping they will be useful in a future that will never arrive. I noticed my bad habit of buying cheap clothes that will quickly deteriorate, instead of spending a little more in a garment that I will love and will last.
 
And now I understand why there is so many people whose life change after they throw useless stuff. According to Kondo, when we are surrounded only of the stuff that makes us happy, many of them tell us where we should invest our time, they remind us of our calling or of those things we always wanted to do when we were children and never dared to when we became adults. On my end, I still haven’t had that revelation, but I find it less hard to believe it’s possible. And yes, I definitely recommend her book and method, especially when going through transition periods. I love seeing my room and my office organized and the few things that survived this cleaning turmoil are things I’m glad they’re there.

2 comments

  1. Ya me convenciste de leerlo.

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    1. Buenísimo, me contás qué te parece :)

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