Es increíble que a pesar de mi afinidad por la colección de libros “For dummies”, en realidad nunca haya leído uno tan sólo de ellos, hasta ahora. Pero todo cambió un plácido sábado que fui a la biblioteca municipal a buscar libros para mi viaje a Taiwán. La idea original era buscar una guía sobre el país y unos cuantos libros sobre museología para las miles de hora de vuelo, pero esperando que trajeran uno de ellos de las bodegas me puse a vagar por otros corredores que no fueran los de arte. Caí frente a una mesa donde estaba “Zen! La méditation pour les nuls”, “nuls” siendo la traducción francesa de “dummies”, una palabra menos tierna y amable para referirse a nosotros los principiantes. Qué decir, el libro era demasiada tentación para no aprovechar la ocasión de llevármelo.
La meditación es una de esas cosas que siempre quise hacer y nunca supe realmente cómo. Y cuando digo siempre es porque no recuerdo hace cuántos años fue que mi mamá dejó extraviadas en la casa unas cintas con el audiolibro de “Las siete leyes espirituales del éxito” de Deepak Chopra, que escuché una infinidad de veces. En la primera ley, la de “potencialidad pura”, Chopra habla sobre cómo hay que introducirse en la brecha, este campo de todas las posibilidades que se alcanza por medio del no juzgar, estar en contacto con la naturaleza y naturalmente, por medio de la meditación. Él recomienda meditar por treinta minutos por la mañana y treinta minutos por la tarde, pero no sé si será a propósito o fue accidental, pero no aparece ninguna instrucción sobre cómo hacerlo. Así que siempre continué escuchando las cintas o leyendo el libro cuando lo conseguí en físico y trataba de hacer todo lo que recomendaba, excepto eso. Siempre creí que meditar tenía que ser algo más que sólo estar sentado en silencio para ser algo capaz de llevar a la iluminación, así que creí que tenía que encontrar algún gurú, maestro o un buen libro que me enseñara. Las veces que yo había tratado de sentarme en silencio habían sido desastrosas: el aburrimiento o la angustia eran abrumadoras y no me inspiraban volver a intentarlo.
Pero, ¿por qué querer meditar en primer lugar? En mi caso personal es porque siempre tengo la sensación de que ando corriendo o persiguiendo algo, de que vivo permanentemente esperando que sea el día siguiente o la semana o el año próximo, y los días se me pasan tan rápido, sin la sensación de haberlos vivido realmente. Tengo la impresión de que antes de empezar una tarea sencilla ya estoy anticipando la que debo hacer después y siento que siempre he sido así, pero es algo que empeoró dramáticamente con la universidad y sus tareas y entregas. La vida laboral no es muy distinta en ese aspecto; siempre se están apagando incendios o siempre se está retrasado con respecto a algo. Desde hace casi tres años que he olvidado por completo lo que es tener unas verdaderas vacaciones y con eso me refiero a tiempo libre en el que no tenga que estudiar, trabajar o pensar en ninguna de las dos cosas. Una vez terminada la universidad he estado desempleada, pero no de vacaciones y a pesar de tener muchas cosas en común, las dos situaciones están a un océano de distancia. Ni siquiera con la maestría he tenido verdaderas vacaciones. Aquí todos corren desde marzo a buscar un trabajo para el verano, o una práctica que infle el CV y no me permití ser la excepción. Encima de esto, si la religión cristiana enseña a pedir porque se recibirá eso ha de haber sido lo único que aprendí de ella. Siento que quiero tantas cosas, desde cosas grandes y trascendentales, hasta ridículas y prescindibles. Quiero leer, quiero aprender, quiero viajar, escribir, comprar y eso nunca se termina. Quisiera descansar mentalmente de mí misma y de esa ambición que me consume y eso es otro deseo más en la lista. Sin embargo, creo que el argumento más convincente a favor de la meditación es que las células tienden a envejecer de acuerdo al ritmo en el que vive una persona: si vives a toda velocidad tus células envejecerán de esa manera.
Leyendo otros libros sobre espiritualidad todos los autores que he encontrado parecen llegar a las mismas conclusiones: el gran secreto para una vida plena es aprender a estar consciente de la respiración y aprender a meditar. Así que me había resignado a tomar otros atajos u otros caminos más activos hacia la paz mental, pero cuando vi este libro pensé en intentarlo en serio. Para mi gran fortuna, el libro resultó fácil de leer y es muy entretenido, que me imagino que han de ser las intenciones primordiales de la colección, después de todo somos “dummies” con una capacidad de atención limitada y con altas expectativas de entretenimiento, pero el libro es al mismo tiempo muy exhaustivo. Tiene capítulos sobre absolutamente todo lo que uno alguna vez se ha preguntado sobre la meditación: comienza con los beneficios, su historia, abarca las posturas, las diferentes técnicas de meditación, los probables obstáculos que se pueden enfrentar y hasta hay un capítulo sobre qué hacer en caso de accidentalmente entrar en un estado alterado de conciencia a través de la meditación.
Así que lo he intentado y ya tengo tres semanas de estarme levantando temprano para meditar veinte minutos por la mañana y no me duermo sin haberlo hecho otros veinte minutos por la noche. Yo digo que medito, pero no sé si lo estaré haciendo bien, una sensación muy común según el autor, entre los perfeccionistas crónicos. Si soy honesta me siento e irremediablemente me pongo a pensar en lo que hice ayer y lo que me tocará hacer después, así que yo soy de esas que tiene que contar sus respiraciones de uno a diez para tratar de enfocar la mente en una sola cosa. Los primeros días meditaba sentada en mi cama, con la espalda apoyada en el muro, como gran perezosa que soy, pero ya avanzada en el libro descubrí que uno debe sentarse con la columna recta y que gran parte del ejercicio es dejar de usar apoyos artificiales. No tuve otro remedio que erguirme por mis propios medio. Lo único que no logro hacer es cronometrar el tiempo ya que no tolero ninguna alarma al final de los veinte minutos. Cualquier sonido o vibración que haya programado me parece demasiado súbita, me asusta y aniquila cualquier tranquilidad que pude haber alcanzado. Así que abro los ojos de vez en cuando para tener una idea del paso del tiempo.
Los primeros días que empecé a meditar me sentía muy tranquila y relajada en mis actividades diarias, pero no descarto que haya sido autosugestión. A los pocos días, con todo lo que tengo que hacer, las clases que se acercan y los ciclos hormonales propios de ser una mujer recuperé mi estado alterado habitual. Pero el libro dice que primordialmente uno debe meditar sin esperar ningún resultado, lo que la convertiría en la primera actividad que hago sólo porque sí, no porque espero conseguir algo de ella, lo que ya es un cambio y un respiro. Sin embargo, no puedo evitar desear mejorar algo, aunque sólo sea en mi capacidad para concentrarme mejor en una sola cosa a la vez, pero voy a tratar de calmarme y dejar que las cosas se manifiesten solas. El libro proponía también un ejercicio muy interesante para fomentar la creatividad que consiste en escribir tres páginas enteras, de manera automática y sin juicio interno, inmediatamente después de levantarse. Para ver resultados tenía que hacerse sin falta por un tiempo prolongado y sin leer los escritos que se habían hecho por los menos en las primeras ocho semanas, pero me tomaba media hora hacerlo cada mañana y luego con los veinte minutos de la meditación ya le quitaba mucho tiempo a mi sueño. Y bueno, después de todo si no has dormido bien no se puede meditar. Me pregunto si hay técnicas de meditación para dejar de ponerle obstáculos y excusas a todo. Eso es algo que debería intentar.
It’s amazing that in spite of my affinity for the book collection “For dummies” I had yet never read even one of them. But everything changed one beautiful Saturday afternoon that I went to the public library to look for books for my trip to Taiwan. The original idea was to get a guide of the country and some books on Museology for the endless flights, but while I was waiting for one of them to be brought from the storage rooms I began to wander through other corridors that were not in the Arts section. I ended up in front of a table where I found “Zen! La méditation pour les nuls”, “nuls” being the French translation for “dummies”, a far less kind and cute word to refer to us beginners. What can I say; the book was too much of a temptation not to take.
Meditation is one of those things that I always wanted to do but never really knew how. And when I say I always is because I don’t remember how many years ago my mother left some tapes of Deepak Chopra’s audiobook “The seven spiritual laws of success” hanging around the house, that I listened to, countless times. In the first law, of “pure potentiality”, Chopra talks about how you have to get into the flux, this field of all possibilities that can be reached through the practice of non-judgment, being in touch with nature and naturally, through meditation. He advises to do meditate thirty minutes in the morning and thirty minutes in the evening, but I don’t know if it was on purpose or accidentally, but there is no instruction on how to do it. So I always continued listening to the tapes or reading the book when later I was able to get a hold of it and I tried to do everything else the book said, except that. I always believed that meditating had to be something more than just sitting in silence in order for it to be something that could make you reach illumination, so I thought I should find a guru, a master or a good book to teach me. When I tried sitting in silence on my own it was disastrous: I ended up overwhelmed by anguish or boredom and never felt inspired to try again.
But, why meditate in the first place? In my case it’s because I always have the impression that I running or chasing something, that I permanently live waiting for the next day, week or year and the days go by so fast, without the true feeling of having really lived them. I have the feeling that before doing a simple task I’m already anticipating the next one, and I think I have always been this way, but it’s something that got dramatically worse in college, with all the homework and project deadlines. Working life is not very different in that aspect; you’re always putting down fires or you’re behind with something. It’s been almost three years since I have forgotten what a real vacation is and by that I mean a period of free time where I don’t have to study, to work or think about any of those things. Once I ended up college I have been unemployed but not on vacation and in spite of them having so much in common they are completely different from one another. Not even with the masters I have had real vacations. Here everyone starts looking for a summer job or for an internship that can inflate your CV since March and I didn’t let myself be the exception. Besides, if Christianity teaches to ask for you shall receive that must be the only thing I learned from it. I want to read, to learn, to travel, to write, to buy and that never stops. I want to have a mental rest from myself and this ambition that consumes me and that is another wish on the list. However, I think the most convincing argument in favor of meditation is that the cells tend to age according to the pace the person lives to: if you live at full speed you will age accordingly.
Reading other books on spirituality all the authors I’ve encountered seem to reach the same conclusions: the secret to living a meaningful life is learning to be aware of your breathing and learning to meditate. I had then resigned myself to take other shortcuts or more active paths to mental peace, but when I saw the book I thought I should seriously try to do it. Lucky for me, the book was easy and fun to read, but I think that’s the point of the collection, after all we’re just “dummies” with limited attention span and high entertainment expectations, but the book is very thorough as well. It has chapters on everything you ever wondered about meditation: it starts with the benefits, its history, it explains the different postures, the different meditation techniques, the probable obstacles you can face and there is even a chapter on what to do in case you reach accidentally reach an alternate state of consciousness through meditating.
So I have tried it and for the last three weeks I have been waking up early to meditate twenty minutes in the morning and I don’t go to sleep without doing it for another twenty minutes in the evening. I say that I meditate, but I don’t know if I’m doing it right, a very common feeling, the author says, found in chronic perfectionists. If I can be honest, I just sit and I automatically start to think about what I did yesterday and what I have to do later, so I’m one of those who have to count when breathing from one to ten in order to focus on only one thing. The first days I meditated seating on top of my bed, with my back leaning against the wall, but in the book I learned that you have to sit with your column straight up and that a big part of the exercise is to stop using artificial supports. I had no choice but to stand up on my own. The only thing I can’t manage to do is to measure the time since I don’t tolerate any alarm at the end of the twenty minutes. Any sound or vibration I had programmed seems too sudden; it frightens me and annihilates any tranquility I had previously attained. So I open my eyes from time to time so that I have an idea of how much I have left.
The first days I started meditating I felt very calm and relaxed in my daily activities, but I don’t reject the idea that it could have been auto suggestion. A few days later, with everything I have to do, the classes starting soon and the hormonal cycles of womanhood I reached my normal turbulent state. But the book says you should meditate without hoping for any kind of result and that would make it the first activity I do just because I want to, not because I want to get something out of it, something that is in itself a change and a break. Nonetheless, I cannot help wanting to improve something, if only my ability to concentrate better one thing at a time, but I will try to calm myself and let things manifest by themselves. The book also suggested a very interesting exercise to develop creativity that consisted in writing three full pages, in automatic mode and without inner judgment, immediately after waking up. To see results you had to do it every day for a long time and not read what you had written at least for the first eight weeks, but it took me half an hour to do it and then with the twenty minutes of meditation I was already taking too much time out of my sleep. And well after all, if you haven’t slept well you cannot meditate. I wonder if there are meditation techniques to stop putting obstacles and excuses to everything. That’s one thing I should try.
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