Uno de mis discos favoritos de Tori Amos de los últimos diez años es “Scarlet’s walk”, del 2002. En él, Scarlet, personaje ficticio creado por Amos, se dedica a recorrer los Estados Unidos luego de los eventos del 11 de septiembre del año anterior. En ese entonces, Tori tiene muchos años de vivir en Inglaterra con su esposo y su hija y es un testigo lejano de lo que sucede en su país natal y de cómo este es percibido en el extranjero, en especial en lo que se refiere a la ola de anti-americanismo donde se ve a los estadounidenses como peligrosamente patrióticos, paranoicos y fundamentalistas. En el disco entonces cada canción relata un episodio distinto del viaje de Scarlet y de la vida de Tori, en los que se mezclan cuestionamientos sobre la cultura, la identidad y el destino de los Estados Unidos. Puede entonces escucharse en distintos niveles: de la forma más sencilla como una colección de canciones sobre una chica que pone en tela de juicio sus orígenes y el curso de su vida, o se puede escuchar como una serie de preguntas y oraciones por un país que pareciera determinar, para bien o para mal, el destino de un planeta entero.
En su trayecto, Scarlet conoce personajes cuyas historias van creando el disco. Comienza por encontrar a Amber Waves, una chica que fue engañada y su búsqueda por alcanzar el sueño americano la convierte en prostituta; más adelante Scarlet va a rescatar a una amiga atrapada en una relación dañina en “Don’t make me come to Vegas” y luego es su propio turno de tener un novio complicado y misterioso en “Wednesday” y “Strange”. Otros personajes le enseñan sobre sus ancestros (el abuelo materno de Tori era parte Cherokee) y sobre cómo estos fueron desterrados de sus propias tierras por otros que ahora tratan de defenderlas a toda costa. Scarlet reza entonces por ellos en una de las mejores canciones de toda la carrera de Tori: “Wampum prayer”. Y hablar sobre los Estados Unidos es hablar también sobre este monstruo intervencionista que ha abusado de los países latinoamericanos a lo largo de su historia, aunque no son todos los estadounidenses los que son responsables por esto y así como hay malos hay gente buena, en ambos bandos (“Sweet Sangria”).
El recorrido llega inevitablemente a Nueva York, donde Tori se encontraba el día de los ataques terroristas hace diez años. Si bien durante todo el disco se exploraron los distintos aspectos de esta crisis, la herida profunda que recibe el país y el dolor que experimenta, también se da igual atención a tratar de entender cómo fue que se llegó a ese punto y cómo se decidió responder a esos ataques, a través de la propagación de más odio y violencia, dirigidos por una pandilla de políticos incapaces e irresponsables. La canción “I can’t see New York” está lejos de ser la mejor de todo el álbum, pero logra transmitir la angustia de ese día, especialmente el terror que sintieron las personas que estaban allí o que tenían seres queridos en la ciudad o aún peor, en la zona de los desastres.
Al final, yo veo “Scarlet’s walk” como un intento de reconciliarse con tu país, cuando éste no va en la dirección que esperabas que tomara. En el caso de Tori es Estados Unidos, un país de mucho poder e influencia en todo el mundo, pero puedo entender perfectamente el sentimiento cuando pienso en mi propio país y en todo lo que ha pasado allí. Me paso preguntando constantemente qué tanto nos marca realmente nuestra patria, qué tanto nos amarra y nos condiciona. Qué tan obligados estamos a aguantar todo lo que tenga que pasar en ella y qué tanta influencia podemos nosotros como individuos tener en el destino de un pueblo entero.
One of my favorite Tori Amos’ albums in the last ten years is “Scarlet’s walk”, from 2002. In it, Scarlet, a fictional character created by Amos, travels around the United States following the events of September 11 the year before. Back then, Tori had been living for a long time in England with his husband and their daughter, and so she was a distant witness of everything that had been happening in her home country and how it had been perceived abroad, especially with what attains to the rising anti-American wave that characterizes its population as dangerously patriotic, paranoid and fundamentalists. As a consequence, in the album every song tells a different episode of Scarlet’s journey as well as Tori’s life, combined with questionings about the culture, identity and destiny of the United States. You can then listen to it in different levels: the simplest one as a collection of songs about a girl who wants to call into question her origins and the course her life is taking, or you can listen to it as a series of inquiries and prayers for a country that seems, for better or worse, to determine the fate of an entire planet.
During her travels, Scarlet meets some characters whose stories create the record. It begins with the encounter with Amber Waves, a girl who was cheated on her quest to pursue the American dream and ends up as a prostitute; later on, Scarlet goes to the rescue of a good friend trapped up in a damaging relationship in “Don’t make me come to Vegas” and then it’s her own turn in having a complicated and mysterious boyfriend in “Wednesday” and “Strange”. Other characters teach her about her ancestors (Tori’s maternal grandfather was part Cherokee) and how they were dismissed from their own land by those who are now trying to defend it, no matter the consequences. Scarlet prays for them in one of Tori’s best songs in her whole career: “Wampum prayer”. And to talk about the United States means talking about this interventionist monster who has abused for such a long time of Latin American countries, even though not all American are to blame for this, and you can find good and bad people, on both sides (“Sweet Sangria”).
The journey reaches inevitably New York, where Tori found herself the day of the terrorist attacks, ten years ago. During the whole album there is an exploration of the different aspects of this crisis, the deep wound received by the country and the pain that followed, but the same amount of attention is devoted to trying to understand how it is that this point was reached and what was the answer to those attacks, through the propagation of more hatred and violence directed by a gang of irresponsible and incompetent politicians. The song “I can’t see New York” is far from being the best one in the record, but it’s able to express the anguish people felt on that day and especially those who were there or had loved ones in the city or even worse, in the disaster zones.In the end, I see “Scarlet’s walk” as an attempt to reconcile yourself with your country when it’s not going in a way you hoped it would. In Tori’s case is the United States, a country with great power and influence in the world, but I can perfectly understand the feeling when I think about my own country and what has happened there. I keep asking myself how much our own land influence us, how much it ties us down and how much it conditions us. How much are we forced to tolerate what it has to go through and how much of an influence, we as individuals, can have in the destiny of a whole nation.
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