Me encanta que en Europa tienen un concepto muy adorable de los pueblos: son lo que nosotros en Honduras conocemos como “ciudades pequeñas”. Para los europeos que nos leen, les explico que para nosotros cualquier lugar pavimentado automáticamente califica como ciudad. Los pueblos generalmente tienen calles empedradas o de tierra, no es extraño ver gallinas o cerdos deambulando a su alrededor, se puede caminar por la calle sin ningún riesgo de ser asaltado y los viejitos ponen sillas frente a sus casas y platican con todo el que pasa. En Europa lo único que distingue los pueblos de las ciudades es que no se necesita un metro o un tranvía para atravesar los pueblos. Tal vez hay menos gente en los pueblos, pero en lo que respecta a la limpieza y lo hermosas que son las construcciones, por lo menos en Alemania, los pueblos y las ciudades no son tan diferentes entre sí.
En nuestras vacaciones alemanas, luego de Münster fuimos al pueblo donde viven los padres de Esther, Herten. Es un lugar con paisajes muy diversos en el que todos son tan hermosos que difícilmente se puede tener un favorito. Para empezar hay parques y bosques por todas partes, como este donde se encuentra el “schloss”, el castillo del pueblo. Ahora es un centro de reuniones y de celebraciones, como la boda que se estaba llevando a cabo cuando lo conocimos.
I love that in Europe they have such a lovely concept of what a town is: they are what we in Honduras call « little cities ». For our European readers, let me explain to you that for us any place with concrete or asphalt pavement qualifies automatically as a city. Towns generally have cobbled or unpaved streets, it’s not unusual to see chickens or pigs wandering around them, you can walk on the street without any risk of getting robbed and old people place chairs in front of their houses and chat with anyone who passes by. In Europe the only thing that distinguishes towns from cities is the fact that you don’t need a subway or tramway to go through towns. Maybe there are less people in towns, but as far as cleanliness and constructions go, at least in Germany, towns and cities are very much alike.
During our German holiday, after Münster we went to the town where Esther’s parents live, Herten. It is a place with very diverse landscapes, all of them equally beautiful, making it difficult to pick a favorite one. For starters, there are parks and woods everywhere, as the one where the “schloss”, the Herten castle is located. Now it’s used as a convention and celebrations site, such as the wedding that was taking place when we went there.
Visitamos el centro del pueblo, muy moderno, pero en pleno letargo de fin de semana, por lo que todo estaba cerrado. Caminamos por un área donde las casas de madera parecían dignas de un cuento de hadas. Aprovechamos para conocer el pueblo contiguo a Herten, Recklinghausen, que es ligeramente más grande.
We visited the town’s center, very modern, but under the week-end’s lethargy, so everything was closed. We walked through an area where the wooden houses looked like they belonged to a fairy tale. We got to visit Herten’s neighboring town, Recklinghausen, which is slightly bigger.
Uno de los paseos más impresionantes de este viaje fue escalar unas montañas artificiales, herencia del pasado minero de la región. Después de la Segunda Guerra Mundial, Herten se convirtió en un importante centro minero, al punto que solicitaron muchos trabajadores de otros países, lo que explica la numerosa cantidad de griegos en un lugar tan pequeño. La excavación sistemática de la tierra dio como resultado una serie de montículos que llegaron las dimensiones de verdaderas montañas. Estos montículos se distinguen de las montañas naturales porque a diferencia de estas últimas, no tienen vegetación y tienen un color oscuro. Sin embargo en Herten acondicionaron una de tal forma que ahora tiene vegetación, le instalaron gradas para subirla y construyeron un sendero para recorrerla. Se empezó a construir un observador astronómico, pero por ciertos conflictos no se pudo terminar. Desde la cima de esa montaña se puede ver todo el pueblo y las fábricas vecinas; es una vista magnífica.
One of the most impressive strolls from this trip was the escalade of the artificial mountains, a heritage from the region’s mining past. After World War II, Herten became an important mining center, to the point where they brought a lot of foreign workers which explains the important quantity of Greek people in such a tiny place. The systematic excavation of the land resulted in a series of hills that reached the dimensions of real mountains. These hills, called spoil tips, can be distinguished from mountains because they don’t have vegetation and have a dark color. However, in Herten they transformed one so as to have grass; they built stairs to climb it and concrete paths to walk through it. They even started to install an astronomical observatory but because of some conflicts it couldn’t be completed. From the top of the hill you can see the whole town and the neighboring factories; it is a magnificent view.
Dejo de último, lo que más me gustó de Herten: haber conocido a más de los amigos y a los papás de Esther. Naturalmente, son tan simpáticos como ella. Pame y yo quedamos profundamente conmovidas y agradecidas con su hospitalidad. Gracias a los papás de Esther pudimos probar comidas típicas alemanas, en especial la merienda y el desayuno. En la merienda tomamos café y tuvimos una amplia variedad de repostería de dónde escoger. Fue igual para el desayuno: sabíamos que Alemania es conocida por tener muchos embutidos, pero descubrimos que también tienen muchos tipos de panes. El desayuno se prolongó más allá del almuerzo gracias a la entretenida conversación que tuvimos. Y tenemos la teoría que la mamá de Esther estaba particularmente contenta de tener con quién poder comer carne, ya que es el único miembro de la familia que no es vegetariano. Así que creo que todos la pasamos muy bien.
I leave for last what I liked most about Herten: being able to meet more of Esther’s friends and her parents. Naturally, they are all as nice as she is. Pame and I were deeply moved and thankful for their hospitality. Thanks to Esther’s parents we were able to taste some typical German meals, especially the afternoon snack and breakfast. For the afternoon snack we had coffee and we had a wide range of pastries to choose from. It was the same for breakfast: we knew that Germany is famous for its charcuterie but we discovered its variety of breads and buns as well. Breakfast lasted way over lunch thanks to the great conversation we had. And we had the theory that Esther’s mom was particularly happy to have people with whom she could eat meat with, since she is the only member of the family who is not a vegetarian. So I think we all had a really good time.
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