Hoy es Viernes Santo y las actividades que se anuncian son trabajar en la monografía, hacer almuerzo, seguir trabajando y en la noche hay un concierto de música marroquí. No pude evitar pensar por un momento en lo lejos que estoy de las tradiciones que respetaba en Honduras, que como todo mundo sabe, es un país profundamente católico. Para empezar, a partir del Domingo Santo se empieza a respirar el ambiente festivo. No sólo en forma de los ramos que adornan los carros de las personas que sí fueron a misa, pero también en el olor de la horrorosa sopa de tortas de pescado seco que mi mamá empieza a hacer de manera ininterrumpida durante toda la semana, ambientada por las repeticiones de “Jesus Christ Superstar” de mi padre. Si hay un período para empezar una dieta en mi casa es ese.
Generalmente hace mucho calor en Tegucigalpa en esta época, magnificado por el hecho que en estos días ya hay incendios en los pocos cerros con árboles que rodean la ciudad. Se siente un ambiente pesado, propicio para el letargo que empieza a partir de miércoles al mediodía, cuando empieza el feriado y todo mundo deja de trabajar.
Como buen ratón de ciudad, nunca de los nuncas he ido a la playa para estas fechas. Están infestadas de turistas, hay basura en todas partes y los precios se disparan dramáticamente. Mi descanso es poder conducir sin tráfico y admirar mi ciudad vacía, deseando que las olas se tragaran a todo mundo que sí se fue. Nunca fui a ver las alfombras de aserrín en el centro; siempre me dio pereza y ya las he visto en Comayagua. A veces íbamos a Valle de Ángeles con mis amigos: eso era lo más en contacto que estábamos con la religión durante esa semana. Paseábamos por las calles empedradas, almorzábamos en algún restaurante, comprábamos souvenirs, nos comíamos una minuta de frutas y bueno, por lo menos estacionábamos el carro cerca de la Catedral. En otras ocasiones con mis amigos hacíamos maratones de películas tratando de respetar el tema bíblico. Una vez quisimos ver “La última tentación de Cristo” de Scorsese, pero no recuerdo si me dormí o al final nunca la alquilamos. Pero sí sé que fue en una Semana Santa que vimos “Doctor Zhivago”.
Sin embargo, mi tradición favorita de toda la semana era nuestros almuerzos de Viernes Santo. Supuestamente durante toda la Cuaresma no se debe comer carne, pero por lo general la gente deja de comer carne en Semana Santa o en el peor de los casos en Viernes Santo. Justo el día en que con mis amigos hacíamos siempre una barbacoa en la terraza de la casa de Yanis, para que todos los vecinos la olieran. Si resulta que los católicos tenían razón, de todas las cosas que he hecho en mi vida, creo que esta sería la que me condenaría al infierno eterno. Pero qué rico comer carne, especialmente cuando es prohibido.
En Francia no celebran Semana Santa, el único día feriado es el lunes después del Domingo de Resurrección en el que festejan escondiendo huevos de chocolate para que los niños los encuentren. Todavía no entiendo la relación con el conejo de Pascua: ¿Es el equivalente al Santa Claus de esta semana? ¿Es él que deja los huevos para los niños? ¿Y entonces qué hacen esas campanas que también hacen en forma de chocolate? En fin, por los momentos aquí no puedo asar carne y no estarían los herejes de mis amigos para que nos condenemos juntos. Lo más que pude hacer es enviarle un mensajito a Herminio para que hoy, pase lo que pase, hagan carne con Yanis, si no asada porque el asador es de mis papás, por lo menos unas hamburguesas que vimos en internet hace poco, en las que las tortas estaban rellenas de queso y rodeadas en tocino. Le dije a Herminio que las tradiciones son la única cosa que nos distinguen de los animales y apenas. Aunque en realidad sean anti-tradiciones.
Today is Good Friday and the activities on my schedule are working on my thesis, make lunch, keep working and in the evening there is a Moroccan concert. I couldn’t help thinking for a moment about how far away I am from the traditions of Honduras which, as everyone knows, is a deeply Catholic country. For starters, beginning on Palm Sunday you start smelling the festivities. Not only because of the palms decorating the cars of the people who actually went to mass, but also because of the horrible dry fish soup my mother makes during the whole week, without interruption, with my father’s “Jesus Christ Superstar” on the background. If there ever is a time to start a diet at home this is the one.
During this period it gets very hot in Tegucigalpa, amplified by the fact that these are the days there are fires all of the time in the hills surrounding the city. The air gets heavy, perfect for the numbness that begins Wednesday at noon, when the holidays begin and everyone stops working.
As a good city mouse, I have never been to the beach in this time of the year. They are infested with tourists, there is trash everywhere and everything gets dramatically expensive. My rest consists primarily in driving without any traffic and enjoying my empty city, wishing everyone at the beach would get swallowed by the waves. I have never seen the decorated sawdust carpets in the city center; I was too lazy and I have already seen them in Comayagua. Sometimes we went to Valle de Ángeles with my friends: that is the most in touch with religion we got during that week. We walked the cobblestoned streets, we ate at some restaurant, we bought souvenirs, we ate a dessert made out of syrup, fruits and grated ice called “minuta” and well, at least we parked near the Cathedral. Some other times, my friends and I did movie marathons trying to adhere to the biblical theme. Once we wanted to see Scorsese’s “The last temptation of Christ” but I don’t remember if I slept during the movie or if in the end we never rented it. But I know it was during Holy week that we saw “Doctor Zhivago”.
However, my favorite tradition of all the week was our Good Friday lunch. You’re not supposed to eat meat during the Lent period, but in general people stop eating meat during Holy week or at least during Good Friday. Exactly the day we used to make a barbecue on Yanis’ terrace, so all the neighbors could smell. If it turns out that Catholics were right, of all the things I’ve done in my life, I think this is the one that would condemn me to eternal hell. But how good does meat taste, especially when it’s forbidden.
In France they don’t celebrate Holy week; the only holiday they have is Monday after Easter Sunday in which they hide chocolate eggs so kids can find them. I still don’t understand what the relation with the Easter Bunny is. Is he the equivalent of a spring Santa Claus? Is he the one who leaves the chocolates for the kids? And what are those bells they also make with chocolate? Anyway, for the moment being I can’t make a barbecue here and I don’t have my heretic friends so we can get damned together. The best I could do was send a text message to Herminio so that today, no matter what happens, they eat meat today with Yanis, if not grilled because the barbecue is my parents’, at least some killer hamburgers we saw on the internet recently, with the meat filled with cheese and wrapped in bacon. I told Herminio that traditions are the things that separate us from animals, and barely. Even if they are anti-traditions.
"...como todo mundo sabe, es un país profundamente católico..." y VIOLENTO!
ReplyDeletehttp://archivo.elheraldo.hn/Ediciones/2011/10/07/Noticias/Honduras-el-mas-violento-del-mundo-segun-la-ONU
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ReplyDeleteRegarde mon post sur Pâques, Marce!
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