Regresando de Kenting teníamos que esperar unas cuantas horas en la estación de tren Kaohsiung por unos amigos, por lo que decidimos ir a pasear por el centro comercial que se encuentra contiguo a la estación. El centro comercial era súper lujoso y tenía una docena de pisos y en uno de ellos se presentaban dos exposiciones. La primera de un ilustrador muy bueno y famoso, según nuestro amigo Edric que sí lo conocía, pero por la cual teníamos que pagar para entrar y la segunda era de cómics y gratuita. Adivinen a cuál fuimos.

Realmente, para ser una exposición de juguetes y páginas extraídas de historietas hubieran perfectamente sólo haber puesto una mesa con las cosas encima y la gente hubiera ido a verlas de todas formas, pero hay que darles mucho crédito porque se esmeraron en el decorado y en la puesta en escena. La exposición era un laberinto formado por pilas de cajas pintadas y por objetos pertenecientes al universo de los personajes y las vitrinas eran las mismas cajas con uno de sus lados plastificado para mostrar las figuras. Todo estaba muy bien hecho.

Personalmente, mi parte favorita fue la de Batman, tal vez porque es mi personaje favorito de todo ese universo a pesar que Umberto Eco haya preferido a Superman para escribir sobre él en uno de sus ensayos. Batman es guapo, es rico y es atormentado, tres cualidades esenciales en los hombres que son objetos de fantasías y aún más si estos son encarnados por Christian Bale. Así que a pesar que el sector demográfico al que estaba dirigida breve pero jugosa exposición era el masculino, hubo una mujer que sí la disfrutó. DSC08123DSC08124DSC08126DSC08128DSC08129DSC08131DSC08132DSC08133DSC08134DSC08136DSC08137DSC08138DSC08144 DSC08139DSC08140DSC08141                                                                                 Coming back from Kenting we had to wait a few hours in Kaohsiung’s train station for some friends, so we decided to go visit the shopping mall next to the station. The mall was very fancy and had about a dozen of floors and in one of them there were two exhibitions. The first one was from a very talented and famous illustrator, according to our friend Edric who knew who he was, but we had to pay to go in, and the second one was about comics and it was free. Guess to which one we went.

Really, being an exhibition about toys and pages from comics they could have just put the things on top of a table and people would have come to see them anyway, but we have to give them credit because they put so much attention in the scenery. The exhibit was a labyrinth made up of piles of painted boxes as well as objects that belong to the universe of the characters and the display cases were the same boxes with a transparent side in order to show the figurines. Everything was very well crafted.

Personally, my favorite part was the one about Batman, maybe because he’s my favorite character from that whole universe in spite of the fact that Umberto Eco preferred Superman to write about him in one of his essays. Batman is handsome, rich and disturbed; three essential qualities for men who are the object of fantasies and even more when these are played by Christian Bale. So, even though the demographic sector to whom this brief but juicy exhibit was directed was the male one, there was a girl who enjoyed it.

Hoy fuimos brevemente con unos amigos a las “Jornadas del Patrimonio”, donde entre toda la variedad de actividades, animaciones y lugares artístico/históricos que se podían visitar fuimos al Grand Théâtre, un lugar que nunca antes había visto por dentro. El edificio en sí es espectacular, pero tenían también una exposición de disfraces de obras de teatro muy famosas, así que el disfrute fue doble. Luego fuimos a la Galería de Bellas Artes donde están en exposición pinturas de Poussin sobre la vida de Moisés y su equivalente en tapicería, que me dejaron completamente boquiabierta por su tamaño (eran mil veces más grandes de lo que pensaba) pero eran aún más hermosas en vivo que en las pobres fotos que había visto antes. Mis acompañantes no estaban tan impresionados, supongo que de veras las mentes científicas tienen otros intereses. Pero si en teoría en algo todos podemos estar de acuerdo es en la comida, o por lo menos eso creía yo. Dos personas de nuestro grupo eran vietnamitas y fuimos a un restaurante que servía comida de su país pero que ellos nunca habían probado antes. Si algo aprendí de Taiwán es a pedir recomendaciones y comí algo que ellos dijeron que era su plato favorito. Yo estaba fascinada, practicando comer con palillos y saboreando lo diferente que esa comida puede ser de la china o taiwanesa que he probado hasta entonces, pero creo que era la única en ese estado celestial. A los vietnamitas en cuestión los dejó menos que impresionados, otros terminaron con dolores y otros prefirieron encontrar el entretenimiento lejos de la comida: jugando con los palillos.

Al terminar una parte del grupo se iba a una fiesta, otra a tomarse un trago a un bar y como el restaurante queda cerca de un cine al que voy habitualmente no podía dejar de pensar en las tres películas que me muero por ver pero nunca encuentro con quién (“Bridesmaids”, “La piel que habito” y “La guerre est déclarée”). Ni la fiesta ni las cervezas me parecían buenas razones para sencillamente regresar a mi casa y terminar la quinta temporada de “30 rock” o el último episodio de “True Blood”, pero sí Almodóvar. Me despedí de todos y me fui a ver mi película por mi cuenta. No es la primera vez que me toca ir al cine porque no hay nadie disponible o porque no entienden mi elección. Para la salida de “Melancholia” ni me molesté en preguntar, me fui a la primera tanda el primer día al hermoso cine instalado en una antigua iglesia en la plaza Camille Julian. Y empecé a notar que no era la única que iba a esos eventos sola. De hecho, ese día la mayoría en el cine no eran parejas o grupos de amigos, había varias ancianas, señoras y hasta algunas muchachas jóvenes que se sentaron solas y se fueron por su cuenta también. Lo mismo me pasaba con las charlas de la Asociación de los Amigos de los Museos: al final me tocaba ir sola porque me imagino que a todos les daba depresión tener los mismos gustos de un montón de viejitos que iban a las conferencias a dormir. Y lo mismo se seguirá repitiendo. En octubre se viene el concierto de Tori Amos y no tengo a nadie con quien ir a verla, pero me sentiría increíblemente estúpida si me pierdo a mi cantante favorita sólo porque me falta alguien con quien ir a gritar como desquiciada. Esa fue la razón por la que no fui a ver a Joanna Newsom cuando vino a Bordeaux y no pasa día que no me arrepiente. En Honduras jamás hubiera ido al cine, al teatro o a un museo sola, no sólo porque no se acostumbra, sino porque aún sin el novio me las hubiera ingeniado para ir con alguien, aunque no tuviera los mismos gustos, aunque tuviera que fingir de manera extraordinaria algo de interés. Es de una crueldad increíble estar en un lugar repleto de exposiciones, conciertos, conferencias, restaurantes, cafés y tantas cosas interesantes que ver, hacer, oír y probar y no tener nadie con quien disfrutarlas.

Salí de la película, que me encantó por cierto, y empezó a llover. Caminando por la calle que empieza con la puerta de Dijeaux me puse a pensar en que pesa más, el país o las personas. En qué pasaría si me dijeran que me puedo quedar a vivir en Europa, pero que nunca más volvería a ver a mi familia, a mis amigos ni a mi novio, que probablemente me quedaría absolutamente sola porque las pocas personas que considero mis amigos se terminarían yendo y porque creo que es más fácil que me parta un rayo que volver a encontrar a una persona que no requiera un esfuerzo titánico de mi parte pasar tiempo con ella y que no me hace sentir que tengo que sacrificar lo que me gusta y ceder todo el tiempo si es que quiero estar acompañada. Me preguntaba si tener el trabajo de mis sueños y vivir en la ciudad de mis sueños sería suficiente para ser feliz o si necesariamente tendría que tener gente alrededor para sentirme satisfecha. Llegué incluso a cuestionarme –en un vergonzoso desliz- si acaso era positivo que me estuviera convirtiendo en una de esas mujeres sobre-educadas que porque saben tanto y son tan exigentes nunca encuentran un hombre que esté a su altura y terminan con gatos como compañía. Maldije a todas las parejas que caminaban cerca de mí y llegué a la Catedral donde pensé que al final de cuentas, igual de sola me sentí en Honduras por mucho tiempo y que no tenía nada de las distracciones, las posibilidades y la tranquilidad que tengo aquí. Y me dije que por muy huraña que sea, por muy exigente o snob, algún día tengo que encontrar a alguien, no puede ser que no exista alguien, una tan sola persona que quiera ir al cine conmigo, aunque sean películas “de autor”, que me quiera acompañar a ver telas pintadas con personajes bíblicos, que se emocione por haber probado la salsa de pescado típica de Vietnam.

Me subí al tranvía y casi que me arrepentí al instante. La lluvia había espantado a todos los borrachos de las calles para meterlos al transporte público y por borrachos entiéndase los estudiantes recién llegados. Los que gritan, cantan y saltan a pesar de estar comprimidos en un espacio minúsculo y sin ventilación resultaron ser los más agradables. Detrás de mí estaba sentada una chica escuchando música con audífonos cuando en un momento uno de esos borrachos se sentó a su lado. Al rato la veo levantarse y ponerse casi al lado mío y el tipejo en cuestión empieza a contar a los cuatro vientos que a la chava se le había caído el cobertor del celular y que esperaba que él se lo recogiera. Empezó a decir estupideces como qué se creía la chava, que él no era su sirviente, que ella tenía manos para hacerlo sola, que ni siquiera estaba tan bonita, que él no se subía al tranvía a coquetear. Como la chava no le contestaba y de seguro por su físico, el chavo habrá pensado que era extranjera y empezó a contar la misma historia en inglés y en español masticados, con toda la intención de burlarse de ella enfrente suyo. La chava trataba de guardar su compostura y en cuanto pudo se sentó lejos de ellos, pero llegó a un punto el que el tipo era tan insoportable que otra muchacha empezó a decirle que era un patán por hostigar a una chava que estaba sola. El tipo empezó a pelearse con ella también diciéndole que no se metiera en los asuntos de otros y yo no sé si fue la película que estuvo muy violenta, pero lo único que yo quería hacer era derramarle el gel antibacterial que cargo en mi cartera en los ojos de semejante imbécil. Me dio tanto pesar no poder hablar tan bien francés como para decirle que era una gran mierda como quiero pensar que se lo hubiera dicho si esto hubiera pasado en un país hispano-hablante. Y regresé a mi casa, mientras pensaba que cierto, aquí hay edificios del siglo XVIII, Jornadas del Patrimonio, películas de autor, pero aquí también hay borrachos malcriados misóginos y racistas. ¿Por qué siempre hay algo que no encaja?

                                                                          

Today we went briefly to the “European Heritage Days”, where amongst all the variety of activities, animations and artistic and historical places we could visit we went to the Grand Théâtre, a place I’ve never seen before from the inside. The building in itself is spectacular, but it also had an exhibition of costumes from many famous theater plays, so the pleasure was double. Then we went to the Fine Arts Gallery where they are showing paintings from Poussin about Moses’ life and their equivalent in tapestry that left me speechless because of their size (they were a thousand times bigger than I imagined) but they were even prettier in real life than in the sad little pictures I had seen before. My companions were less than impressed; I guess scientific minds really do have different interests. But in theory, if we could all agree on something it could be food, or at least that’s what I thought. Two people from our group were Vietnamese and we went to a restaurant that served food from their country but one they had never tried before. If I learned something from Taiwan was to ask for recommendations and I had something they told me to be their favorite dish. I was fascinated, practicing eating with chopsticks and enjoying how different that food could be from the Chinese and Taiwanese I have had before, but I think I was the only one on that heavenly state. The Vietnamese were less than thrilled, others ended up with pains and others found the entertainment away from the food: playing with the chopsticks.

When we finished a part of the group went to a party, others to a bar to drink something and since the restaurant is near a movie theater I go to frequently I couldn’t stop thinking about the three movies I’m currently dying to see but I never have someone to go with (“Bridesmaids”, “La piel que habito” and “La guerre est déclarée”). Neither the party nor the beers seemed like reasons enough not to just go back home and finish the fifth season of “30 rock” or the last episode of “True Blood”, but Almodóvar was. I said goodbye to all of them and went to see my movie by myself. It’s not the first time I go to a movie alone because there is no one available or because they don’t understand my choice. For the release of “Melancholia” I didn’t even bother to ask, I just went to the first screening on the first day on the beautiful theater located in an old church in Place Camille Julian. And there I started to notice that I was not the only one going to these things alone. In fact, that day, most of the people there were not couples or groups of friends, they were many old ladies, middle-aged woman and even some young girls that sat alone and went by themselves at the end. The same thing kept happening to me in the Friends of the Museums conferences: I always ended up going by myself because everyone thought it was depressing to have the same tastes as a bunch of old people who go to these conferences to sleep. And the same thing will keep on happening. In October there is the Tori Amos’ concert and I have no one to come with me but I will feel incredibly stupid to miss my favorite singer just because I don’t have someone to scream like a crazy person with. That was the reason I missed Joanna Newsom’s concert here in Bordeaux and not a day goes by without me regretting it. In Honduras I would have never gone to the movies, the theater or a museum by myself, not just because it’s not usual there, but also because, even without the boyfriend, I would have managed to find someone to come with me, that even without the same tastes, at least could feign some interest. It is an extraordinary cruelty to be in a place packed with exhibitions, concerts, conferences, restaurants, cafés, and so many interesting things to see, do, hear and taste, and no one to enjoy them with.

I left the movie, which I loved by the way, and it started to rain. Walking on the street that begins with the Porte de Dijeaux I got to wonder what is more important, the country or the people. In what would happen if they told me I could stay in Europe forever but that I could never see my family, my friends or my boyfriend again, and that I would probably remain completely alone because the few people I consider my friends would end up leaving and because I think it’s easier for me to get struck by lightning that finding again someone who does not require titanic efforts from my part in order to spend time with him and with whom I don’t have to sacrifice what I like and compromise all the time if I want to have some company. I was asking myself if having the job of my dreams and living in the city of my dreams was enough for me to be happy or if would necessarily need other people around to feel satisfied. I even questioned –in an embarrassing lapse- if it was a positive thing for me to be turning into one of those over-educated women that because they know so much and have such high standards they never find a guy who is good enough for them and end up with cats as company. I cursed the couples walking nearby and reached the Cathedral where I thought that in the end, I felt just as alone in Honduras for a very long time and there I had none of the distractions, possibilities and calm I have here. And I said to myself that even if I am grumpy, demanding and snob, someday I have to find someone, it’s not possible that I can’t find someone, just one person who wants to go to the movies with me, even if they are “author films”, that want to go see painted rugs with biblical characters on them, that gets excited for tasting typical Vietnamese fish sauce.

I got on the tramway and I regretted it almost instantly. The rain had scared away all the drunks from the streets to push them into the public transportation, and by drunks I mean the recently-arrived students. Those who yell, sing and jump, in spite of being condensed in a tiny space with no ventilation, turned out to be the nice ones. Sitting behind me there was a girl listening to music with her earphones on when suddenly one of those drunks sat next to her. Next thing I see is her getting up and standing almost next to me and the guy began to tell, very loudly, that the girl had dropped her cell-phone cover and had waited for the guy to pick it up and give it to her. He started saying stupid things like who that girl thought she was, that he was not her servant, that she herself had hands to pick it up, that she was not even that pretty, that he didn’t take the tram to flirt. But since the girl didn’t respond and surely because of her appearance the guy must have thought that she was a foreigner and began to tell the same story in broken English and Spanish, with every intention to make fun of her, in front of her. The girl was trying to remain composed but as soon as she could she sat far away, but the situation reached a point where another girl had to tell the guy he was a jerk for bullying a girl on her own. The guy started to fight with her, telling her to mind her own business and I don’t know if the movie was too violent but the only thing I wanted to do was to throw the antibacterial gel I keep on my purse on the guy’s face. I thought it was a shame that I can’t speak French that well to have been able to tell him how much of a shit he was, as I would like to think that I would have told him if this would have happened in a Spanish-speaking country. And I came back home, while I thought that it’s true, here there are XVIIIth century buildings, Heritage Days, author’s films, but there are also racist misogynists rude drunks. What is there always something that doesn’t fit?

DSC08752 Luego de ver la trágica representación hondureña en el reciente Miss Universo en la categoría de trajes típicos (lo siento, tendrán que buscarla por su propia cuenta, es demasiado vergonzoso para compartir), decidí que mi humilde contribución para tratar de rescatar la imagen de Honduras en el extranjero es mostrar una foto en la que uso el vestido tradicional.
Para nuestro viaje a Taiwán, a todos los participantes se nos pidió que usáramos vestidos representativos de nuestros países en la conferencia de prensa que se llevaría a cabo en el último día del evento y en el que estaría presente el ministro de Asuntos Culturales y el Primer Ministro de Taiwán. Así que moví cielo y tierra para conseguir el mío. Primero, voy a empezar aclarando que nunca antes había usado ropa típica de ese tipo. Nadie la usa en Honduras, excepto para fiestas patrias o eventos especiales y habiendo estudiado en un colegio ultra snob de orientación europea a duras penas aprendí el himno nacional y sólo porque es obligatorio hacer un examen al final de la escuela primaria, secundaria y de la universidad. Pero siempre hay una primera vez para todo, hasta para vestirse patrióticamente. Y lo más divertido es que ahora me da mucho pesar no tener otra ocasión para volverlo a usar porque es hermoso. Para conseguirlo Yanis fue tan lindo en irlo a comprar, en lo que sería el reto más grande de nuestro noviazgo hasta el momento: comprar ropa de mi talla sin la posibilidad de verme en persona para saber si me queda. Lo compró y se lo entregó al otro participante hondureño de Say Taiwán, un chico llamado Wilmer Murillo. Yo estaba muy preocupada porque Wilmer no lo olvidara y porque no le incomodara mucho, porque en realidad es un gran bulto. Y estuve tratando de ponerme en contacto con él durante todo nuestro viaje para que cuando finalmente todos los participantes nos reuniéramos en la isla de Kinmen lo liberara del encargo, pero resultó que al final nos dividieron en grupos para hacer más manejable la manada. Nunca pude verlo hasta que me lo encontré por casualidad en el hotel en Taipei, la noche antes del evento! En fin, el chico es súper simpático y también muy talentoso y les recomiendo a todos que visiten su página. Y por suerte el vestido me quedó sin problemas.
Y cómo Wilmer también tenía que usar el traje típico entonces no pudimos resistir la tentación de tomarnos una foto juntos, para enseñarle al mundo una perfecta pareja de hondureños. El pelo en la sopa de ese día fue que después me encontré a la chica de El Salvador y teníamos virtualmente el mismo traje. Por eso es que nadie nos diferencia en estas regiones. Pero por lo menos tengo un hermoso vestido típico para completar mi guardarropa y para  celebrar el día de la independencia de Honduras en el blog. Eso y el genial doodle de Google del día de hoy:Google doodle                                                                           
After seeing the tragic Honduran representation in the recent Miss Universe during the traditional dresses competition (sorry but you will have to look for it on your own, it’s too embarrassing to share), I decided that my humble contribution in order to try to save the image of Honduras abroad was to show a photo where I am wearing the traditional dress.
For our trip to Taiwan, all the participants were asked to wear our traditional costumes for the press conference that would take place the last day of the event and in which the Minister of Cultural Affairs and the Prime Minister would attend. So I did everything in my power to get mine. First, I would like to start by clarifying that I had never used the typical costume before. No one wears it in Honduras, except for national holidays or special events and having gone to an ultra snob high school with European orientation I hardly learned the national anthem, and just because it is mandatory to take a test about it at the end of elementary school, high school and college. But there is a first time for everything, even for dressing patriotically. The funny thing is that now I regret not having another occasion to wear it because it is so beautiful. To get it Yanis was so nice to buy it, in what would be the biggest challenge of our relationship yet: to buy clothes in my size without the possibility to see me in person to know if it fits. He bought it and gave it to the other Honduran participant in Say Taiwan, a kid called Wilmer Murillo. I was very worried that Wilmer would remember to bring it and because it would be a big hassle to carry it, since it is so bulky. And throughout our trip I repeatedly tried to get in touch with him so that in the island of Kinmen, where all the participants were supposed to get together, I would free him of that responsibility, but it turns out that in the end we were divided into small groups in order to manage such a herd. I never got the chance to meet him until I finally ran into him by coincidence in the hotel in Taipei, the night before the event! Anyway, the guy is very nice and very talented too and I strongly suggest everyone to visit his website. And luckily the dress fitted perfectly.
And since Wilmer had to use the traditional costume as well we couldn’t resist taking our picture together, so as to show the world what a perfect couple of Hondurans looks like. The fly in the ointment was that I ran into the girl from El Salvador and we had virtually the same dress. That is why no one can set us apart in these regions. But at least I got a beautiful dress to complete my wardrobe and celebrate the Honduran Independence day in the blog. That and the excellent Google doodle for today:Google doodle

Es increíble que a pesar de mi afinidad por la colección de libros “For dummies”, en realidad nunca haya leído uno tan sólo de ellos, hasta ahora. Pero todo cambió un plácido sábado que fui a la biblioteca municipal a buscar libros para mi viaje a Taiwán. La idea original era buscar una guía sobre el país y unos cuantos libros sobre museología para las miles de hora de vuelo, pero esperando que trajeran uno de ellos de las bodegas me puse a vagar por otros corredores que no fueran los de arte. Caí frente a una mesa donde estaba “Zen! La méditation pour les nuls”, “nuls” siendo la traducción francesa de “dummies”, una palabra menos tierna y amable para referirse a nosotros los principiantes. Qué decir, el libro era demasiada tentación para no aprovechar la ocasión de llevármelo.

La meditación es una de esas cosas que siempre quise hacer y nunca supe realmente cómo. Y cuando digo siempre es porque no recuerdo hace cuántos años fue que mi mamá dejó extraviadas en la casa unas cintas con el audiolibro de “Las siete leyes espirituales del éxito” de Deepak Chopra, que escuché una infinidad de veces. En la primera ley, la de “potencialidad pura”, Chopra habla sobre cómo hay que introducirse en la brecha, este campo de todas las posibilidades que se alcanza por medio del no juzgar, estar en contacto con la naturaleza y naturalmente, por medio de la meditación. Él recomienda meditar por treinta minutos por la mañana y treinta minutos por la tarde, pero no sé si será a propósito o fue accidental, pero no aparece ninguna instrucción sobre cómo hacerlo. Así que siempre continué escuchando las cintas o leyendo el libro cuando lo conseguí en físico y trataba de hacer todo lo que recomendaba, excepto eso. Siempre creí que meditar tenía que ser algo más que sólo estar sentado en silencio para ser algo capaz de llevar a la iluminación, así que creí que tenía que encontrar algún gurú, maestro o un buen libro que me enseñara. Las veces que yo había tratado de sentarme en silencio habían sido desastrosas: el aburrimiento o la angustia eran abrumadoras y no me inspiraban volver a intentarlo.

Pero, ¿por qué querer meditar en primer lugar? En mi caso personal es porque siempre tengo la sensación de que ando corriendo o persiguiendo algo, de que vivo permanentemente esperando que sea el día siguiente o la semana o el año próximo, y los días se me pasan tan rápido, sin la sensación de haberlos vivido realmente. Tengo la impresión de que antes de empezar una tarea sencilla ya estoy anticipando la que debo hacer después y siento que siempre he sido así, pero es algo que empeoró dramáticamente con la universidad y sus tareas y entregas. La vida laboral no es muy distinta en ese aspecto; siempre se están apagando incendios o siempre se está retrasado con respecto a algo. Desde hace casi tres años que he olvidado por completo lo que es tener unas verdaderas vacaciones y con eso me refiero a tiempo libre en el que no tenga que estudiar, trabajar o pensar en ninguna de las dos cosas. Una vez terminada la universidad he estado desempleada, pero no de vacaciones y a pesar de tener muchas cosas en común, las dos situaciones están a un océano de distancia. Ni siquiera con la maestría he tenido verdaderas vacaciones. Aquí todos corren desde marzo a buscar un trabajo para el verano, o una práctica que infle el CV y no me permití ser la excepción. Encima de esto, si la religión cristiana enseña a pedir porque se recibirá eso ha de haber sido lo único que aprendí de ella. Siento que quiero tantas cosas, desde cosas grandes y trascendentales, hasta ridículas y prescindibles. Quiero leer, quiero aprender, quiero viajar, escribir, comprar y eso nunca se termina. Quisiera descansar mentalmente de mí misma y de esa ambición que me consume y eso es otro deseo más en la lista. Sin embargo, creo que el argumento más convincente a favor de la meditación es que las células tienden a envejecer de acuerdo al ritmo en el que vive una persona: si vives a toda velocidad tus células envejecerán de esa manera.

Leyendo otros libros sobre espiritualidad todos los autores que he encontrado parecen llegar a las mismas conclusiones: el gran secreto para una vida plena es aprender a estar consciente de la respiración y aprender a meditar. Así que me había resignado a tomar otros atajos u otros caminos más activos hacia la paz mental, pero cuando vi este libro pensé en intentarlo en serio. Para mi gran fortuna, el libro resultó fácil de leer y es muy entretenido, que me imagino que han de ser las intenciones primordiales de la colección, después de todo somos “dummies” con una capacidad de atención limitada y con altas expectativas de entretenimiento, pero el libro es al mismo tiempo muy exhaustivo. Tiene capítulos sobre absolutamente todo lo que uno alguna vez se ha preguntado sobre la meditación: comienza con los beneficios, su historia, abarca las posturas, las diferentes técnicas de meditación, los probables obstáculos que se pueden enfrentar y hasta hay un capítulo sobre qué hacer en caso de accidentalmente entrar en un estado alterado de conciencia a través de la meditación.

Así que lo he intentado y ya tengo tres semanas de estarme levantando temprano para meditar veinte minutos por la mañana y no me duermo sin haberlo hecho otros veinte minutos por la noche. Yo digo que medito, pero no sé si lo estaré haciendo bien, una sensación muy común según el autor, entre los perfeccionistas crónicos. Si soy honesta me siento e irremediablemente me pongo a pensar en lo que hice ayer y lo que me tocará hacer después, así que yo soy de esas que tiene que contar sus respiraciones de uno a diez para tratar de enfocar la mente en una sola cosa. Los primeros días meditaba sentada en mi cama, con la espalda apoyada en el muro, como gran perezosa que soy, pero ya avanzada en el libro descubrí que uno debe sentarse con la columna recta y que gran parte del ejercicio es dejar de usar apoyos artificiales. No tuve otro remedio que erguirme por mis propios medio. Lo único que no logro hacer es cronometrar el tiempo ya que no tolero ninguna alarma al final de los veinte minutos. Cualquier sonido o vibración que haya programado me parece demasiado súbita, me asusta y aniquila cualquier tranquilidad que pude haber alcanzado. Así que abro los ojos de vez en cuando para tener una idea del paso del tiempo.

Los primeros días que empecé a meditar me sentía muy tranquila y relajada en mis actividades diarias, pero no descarto que haya sido autosugestión. A los pocos días, con todo lo que tengo que hacer, las clases que se acercan y los ciclos hormonales propios de ser una mujer recuperé mi estado alterado habitual. Pero el libro dice que primordialmente uno debe meditar sin esperar ningún resultado, lo que la convertiría en la primera actividad que hago sólo porque sí, no porque espero conseguir algo de ella, lo que ya es un cambio y un respiro. Sin embargo, no puedo evitar desear mejorar algo, aunque sólo sea en mi capacidad para concentrarme mejor en una sola cosa a la vez, pero voy a tratar de calmarme y dejar que las cosas se manifiesten solas. El libro proponía también un ejercicio muy interesante para fomentar la creatividad que consiste en escribir tres páginas enteras, de manera automática y sin juicio interno, inmediatamente después de levantarse. Para ver resultados tenía que hacerse sin falta por un tiempo prolongado y sin leer los escritos que se habían hecho por los menos en las primeras ocho semanas, pero me tomaba media hora hacerlo cada mañana y luego con los veinte minutos de la meditación ya le quitaba mucho tiempo a mi sueño. Y bueno, después de todo si no has dormido bien no se puede meditar. Me pregunto si hay técnicas de meditación para dejar de ponerle obstáculos y excusas a todo. Eso es algo que debería intentar.

                                                                    

It’s amazing that in spite of my affinity for the book collection “For dummies” I had yet never read even one of them. But everything changed one beautiful Saturday afternoon that I went to the public library to look for books for my trip to Taiwan. The original idea was to get a guide of the country and some books on Museology for the endless flights, but while I was waiting for one of them to be brought from the storage rooms I began to wander through other corridors that were not in the Arts section. I ended up in front of a table where I found “Zen! La méditation pour les nuls”, “nuls” being the French translation for “dummies”, a far less kind and cute word to refer to us beginners. What can I say; the book was too much of a temptation not to take.

Meditation is one of those things that I always wanted to do but never really knew how. And when I say I always is because I don’t remember how many years ago my mother left some tapes of Deepak Chopra’s audiobook “The seven spiritual laws of success” hanging around the house, that I listened to, countless times. In the first law, of “pure potentiality”, Chopra talks about how you have to get into the flux, this field of all possibilities that can be reached through the practice of non-judgment, being in touch with nature and naturally, through meditation. He advises to do meditate thirty minutes in the morning and thirty minutes in the evening, but I don’t know if it was on purpose or accidentally, but there is no instruction on how to do it. So I always continued listening to the tapes or reading the book when later I was able to get a hold of it and I tried to do everything else the book said, except that. I always believed that meditating had to be something more than just sitting in silence in order for it to be something that could make you reach illumination, so I thought I should find a guru, a master or a good book to teach me. When I tried sitting in silence on my own it was disastrous: I ended up overwhelmed by anguish or boredom and never felt inspired to try again.

But, why meditate in the first place? In my case it’s because I always have the impression that I running or chasing something, that I permanently live waiting for the next day, week or year and the days go by so fast, without the true feeling of having really lived them. I have the feeling that before doing a simple task I’m already anticipating the next one, and I think I have always been this way, but it’s something that got dramatically worse in college, with all the homework and project deadlines. Working life is not very different in that aspect; you’re always putting down fires or you’re behind with something. It’s been almost three years since I have forgotten what a real vacation is and by that I mean a period of free time where I don’t have to study, to work or think about any of those things. Once I ended up college I have been unemployed but not on vacation and in spite of them having so much in common they are completely different from one another. Not even with the masters I have had real vacations. Here everyone starts looking for a summer job or for an internship that can inflate your CV since March and I didn’t let myself be the exception. Besides, if Christianity teaches to ask for you shall receive that must be the only thing I learned from it. I want to read, to learn, to travel, to write, to buy and that never stops. I want to have a mental rest from myself and this ambition that consumes me and that is another wish on the list. However, I think the most convincing argument in favor of meditation is that the cells tend to age according to the pace the person lives to: if you live at full speed you will age accordingly.

Reading other books on spirituality all the authors I’ve encountered seem to reach the same conclusions: the secret to living a meaningful life is learning to be aware of your breathing and learning to meditate. I had then resigned myself to take other shortcuts or more active paths to mental peace, but when I saw the book I thought I should seriously try to do it. Lucky for me, the book was easy and fun to read, but I think that’s the point of the collection, after all we’re just “dummies” with limited attention span and high entertainment expectations, but the book is very thorough as well. It has chapters on everything you ever wondered about meditation: it starts with the benefits, its history, it explains the different postures, the different meditation techniques, the probable obstacles you can face and there is even a chapter on what to do in case you reach accidentally reach an alternate state of consciousness through meditating.

So I have tried it and for the last three weeks I have been waking up early to meditate twenty minutes in the morning and I don’t go to sleep without doing it for another twenty minutes in the evening. I say that I meditate, but I don’t know if I’m doing it right, a very common feeling, the author says, found in chronic perfectionists. If I can be honest, I just sit and I automatically start to think about what I did yesterday and what I have to do later, so I’m one of those who have to count when breathing from one to ten in order to focus on only one thing. The first days I meditated seating on top of my bed, with my back leaning against the wall, but in the book I learned that you have to sit with your column straight up and that a big part of the exercise is to stop using artificial supports. I had no choice but to stand up on my own. The only thing I can’t manage to do is to measure the time since I don’t tolerate any alarm at the end of the twenty minutes. Any sound or vibration I had programmed seems too sudden; it frightens me and annihilates any tranquility I had previously attained. So I open my eyes from time to time so that I have an idea of how much I have left.

The first days I started meditating I felt very calm and relaxed in my daily activities, but I don’t reject the idea that it could have been auto suggestion. A few days later, with everything I have to do, the classes starting soon and the hormonal cycles of womanhood I reached my normal turbulent state. But the book says you should meditate without hoping for any kind of result and that would make it the first activity I do just because I want to, not because I want to get something out of it, something that is in itself a change and a break. Nonetheless, I cannot help wanting to improve something, if only my ability to concentrate better one thing at a time, but I will try to calm myself and let things manifest by themselves. The book also suggested a very interesting exercise to develop creativity that consisted in writing three full pages, in automatic mode and without inner judgment, immediately after waking up. To see results you had to do it every day for a long time and not read what you had written at least for the first eight weeks, but it took me half an hour to do it and then with the twenty minutes of meditation I was already taking too much time out of my sleep. And well after all, if you haven’t slept well you cannot meditate. I wonder if there are meditation techniques to stop putting obstacles and excuses to everything. That’s one thing I should try.

swlecdf Uno de mis discos favoritos de Tori Amos de los últimos diez años es “Scarlet’s walk”, del 2002. En él, Scarlet, personaje ficticio creado por Amos, se dedica a recorrer los Estados Unidos luego de los eventos del 11 de septiembre del año anterior. En ese entonces, Tori tiene muchos años de vivir en Inglaterra con su esposo y su hija y es un testigo lejano de lo que sucede en su país natal y de cómo este es percibido en el extranjero, en especial en lo que se refiere a la ola de anti-americanismo donde se ve a los estadounidenses como peligrosamente patrióticos, paranoicos y fundamentalistas. En el disco entonces cada canción relata un episodio distinto del viaje de Scarlet y de la vida de Tori, en los que se mezclan cuestionamientos sobre la cultura, la identidad y el destino de los Estados Unidos. Puede entonces escucharse en distintos niveles: de la forma más sencilla como una colección de canciones sobre una chica que pone en tela de juicio sus orígenes y el curso de su vida, o se puede escuchar como una serie de preguntas y oraciones por un país que pareciera determinar, para bien o para mal, el destino de un planeta entero.

En su trayecto, Scarlet conoce personajes cuyas historias van creando el disco. Comienza por encontrar a Amber Waves, una chica que fue engañada y su búsqueda por alcanzar el sueño americano la convierte en prostituta; más adelante Scarlet va a rescatar a una amiga atrapada en una relación dañina en “Don’t make me come to Vegas” y luego es su propio turno de tener un novio complicado y misterioso en “Wednesday” y “Strange”. Otros personajes le enseñan sobre sus ancestros (el abuelo materno de Tori era parte Cherokee) y sobre cómo estos fueron desterrados de sus propias tierras por otros que ahora tratan de defenderlas a toda costa. Scarlet reza entonces por ellos en una de las mejores canciones de toda la carrera de Tori: “Wampum prayer”. Y hablar sobre los Estados Unidos es hablar también sobre este monstruo intervencionista que ha abusado de los países latinoamericanos a lo largo de su historia, aunque no son todos los estadounidenses los que son responsables por esto y así como hay malos hay gente buena, en ambos bandos (“Sweet Sangria”).

El recorrido llega inevitablemente a Nueva York, donde Tori se encontraba el día de los ataques terroristas hace diez años. Si bien durante todo el disco se exploraron los distintos aspectos de esta crisis, la herida profunda que recibe el país y el dolor que experimenta, también se da igual atención a tratar de entender cómo fue que se llegó a ese punto y cómo se decidió responder a esos ataques, a través de la propagación de más odio y violencia, dirigidos por una pandilla de políticos incapaces e irresponsables. La canción “I can’t see New York” está lejos de ser la mejor de todo el álbum, pero logra transmitir la angustia de ese día, especialmente el terror que sintieron las personas que estaban allí o que tenían seres queridos en la ciudad o aún peor, en la zona de los desastres. newyork

Al final, yo veo “Scarlet’s walk” como un intento de reconciliarse con tu país, cuando éste no va en la dirección que esperabas que tomara. En el caso de Tori es Estados Unidos, un país de mucho poder e influencia en todo el mundo, pero puedo entender perfectamente el sentimiento cuando pienso en mi propio país y en todo lo que ha pasado allí. Me paso preguntando constantemente qué tanto nos marca realmente nuestra patria, qué tanto nos amarra y nos condiciona. Qué tan obligados estamos a aguantar todo lo que tenga que pasar en ella y qué tanta influencia podemos nosotros como individuos tener en el destino de un pueblo entero.

                                                                            One of my favorite Tori Amos’ albums in the last ten years is “Scarlet’s walk”, from 2002. In it, Scarlet, a fictional character created by Amos, travels around the United States following the events of September 11 the year before. Back then, Tori had been living for a long time in England with his husband and their daughter, and so she was a distant witness of everything that had been happening in her home country and how it had been perceived abroad, especially with what attains to the rising anti-American wave that characterizes its population as dangerously patriotic, paranoid and fundamentalists. As a consequence, in the album every song tells a different episode of Scarlet’s journey as well as Tori’s life, combined with questionings about the culture, identity and destiny of the United States. You can then listen to it in different levels: the simplest one as a collection of songs about a girl who wants to call into question her origins and the course her life is taking, or you can listen to it as a series of inquiries and prayers for a country that seems, for better or worse, to determine the fate of an entire planet.

During her travels, Scarlet meets some characters whose stories create the record. It begins with the encounter with Amber Waves, a girl who was cheated on her quest to pursue the American dream and ends up as a prostitute; later on, Scarlet goes to the rescue of a good friend trapped up in a damaging relationship in “Don’t make me come to Vegas” and then it’s her own turn in having a complicated and mysterious boyfriend in “Wednesday” and “Strange”. Other characters teach her about her ancestors (Tori’s maternal grandfather was part Cherokee) and how they were dismissed from their own land by those who are now trying to defend it, no matter the consequences. Scarlet prays for them in one of Tori’s best songs in her whole career: “Wampum prayer”. And to talk about the United States means talking about this interventionist monster who has abused for such a long time of Latin American countries, even though not all American are to blame for this, and you can find good and bad people, on both sides (“Sweet Sangria”).

The journey reaches inevitably New York, where Tori found herself the day of the terrorist attacks, ten years ago. During the whole album there is an exploration of the different aspects of this crisis, the deep wound received by the country and the pain that followed, but the same amount of attention is devoted to trying to understand how it is that this point was reached and what was the answer to those attacks, through the propagation of more hatred and violence directed by a gang of irresponsible and incompetent politicians. The song “I can’t see New York” is far from being the best one in the record, but it’s able to express the anguish people felt on that day and especially those who were there or had loved ones in the city or even worse, in the disaster zones.Scarlet 1In the end, I see “Scarlet’s walk” as an attempt to reconcile yourself with your country when it’s not going in a way you hoped it would. In Tori’s case is the United States, a country with great power and influence in the world, but I can perfectly understand the feeling when I think about my own country and what has happened there. I keep asking myself how much our own land influence us, how much it ties us down and how much it conditions us. How much are we forced to tolerate what it has to go through and how much of an influence, we as individuals, can have in the destiny of a whole nation.

Se supone que socializar debía ser como el acné: tenía que mejorar en la adultez. Contrario a todo lo que me dijeron, creo que la cúspide inter relacional la tuve alrededor de los tres años, cuando hablaba con todo mundo, hasta con amigos imaginarios (Billy). De allí, todo ha sido cuesta abajo. O tal vez exagero: ha sido más como una función sinusoide, donde lo más bajo fue cuando tuve que ir al curso Dale Carnegie a los trece años porque no quería hablar en público y no quería más amigas que no fueran mi mejor amiga de ese entonces. Cómo me terminé ganando el reconocimiento de “Estrella de la clase” en último año de secundaria es todavía un misterio para mí. Resulta que en clase de Psicología nos pusieron a hacer un experimento: en un papelito debíamos escribir las tres personas con quienes nos sentiríamos más cómodas para ir al cine y a partir de esos datos se determinaría quién era la persona más popular, aquella por la que más personas votaran, así como la menos popular y de allí se tendría una idea de la tendencia social de la clase. Cuando me llamaron yo juraba que era para ser la menos votada y gran sorpresa, fue al revés. Hasta hicieron un afiche al respecto y cuando lo pienso bien debí haberlo conservado para tener pruebas tangibles que alguna vez se me hizo fácil hacer amigos.

Todo esto para contar que anoche volvimos al circuito fiestero de los Erasmus de la ciudad. Dino me decía: “Ah, estos nuevos Erasmus, ¡qué perdidos y desamparados se ven! Nosotros ya tenemos un año de experiencia, ya sabemos cómo funciona esto”. Y en efecto, esta vez tenemos más sabiduría y distancia para apreciar las cosas y es por eso que no comprendo que todo no sea más fácil para mí. Habré mejorado un poco, sin embargo. Para empezar, cuando este chico ultra-súper popular (es muy simpático en realidad, así que la fama es merecida) me invitó a un “apéro”, especie de antesala a una fiesta, en su apartamento típico de soltero –en el que sólo hace falta la alfombra de cebra- en la Victoire, epicentro de la decadencia estudiantil durante los fines de semana, pues cuando me invitó, fui. Lo más seguro es que el año pasado no hubiera ido, porque al día siguiente tenía que estudiar y allí sólo se va a beber, incapacitándome para cualquier actividad intelectual después, o porque en realidad el chico es más amigo de Esther y su grupo y no me hubiera atrevido a ir sin ella. Pero esta vez fui y llevé conmigo a Bruno, Larry y a su nuevo coloc, Max. Para empezar, luego de casi un año de vernos esporádicamente no espero que se aprendan mi signo zodiacal, pero aquí casi que te preguntan tu nacionalidad con tu nombre, así que los dos quedan intrínsecamente asociados, por lo que es ligeramente ofensivo que a estas alturas me presenten a otros diciéndoles que vengo de México o que me pregunten mi nombre por quinta vez. Luego, los pequeños grupos los puedo manejar. Es decir, ya soy capaz de llegar a un cuarto donde no conozco a nadie, presentarme ante los demás y comenzar una conversación, habilidad ampliamente practicada pero lejos de ser perfeccionada recientemente en Taiwán. Pero cuando llegamos a otro apartamento para lo que era la fiesta en sí, había una horda de caras desconocidas y creo que para ese entonces ya había superado mi cuota de sociabilidad para esa noche. Además, el apartamento era de una brasileña y de una boliviana y no es por estereotipar, porque después de todo Bruno es muy tranquilo para ser brasileño, pero su compatriota estaba vestida de Pocahontas, bailaba sobre su propio sofá y terminó suspendida en el aire en una especie de crowd surfing improvisado. Creo que estoy compitiendo con las grandes ligas aquí. Con el pretexto de necesitar aire fresco salí con mis tres amigos a agarrar el último tram y di las gracias por que entre todos los conocidos superficiales que he hecho aquí por lo menos tengo a tres amigos verdaderos con quienes puedo ir a la playa hoy. Y que saben que vengo de Honduras.

Supposedly, socialization should have been like acne: it had to improve with adulthood. Contrary to everything I was told, I think I had my interpersonal peak when I was about three years old, when I spoke to everyone, including to imaginary friends (Billy). From there, everything has been downhill. Or maybe I’m exaggerating: it has been more like a sine wave, where the lowest point was when I had to go the Dale Carnegie course at thirteen years old because I refused to speak in public and I didn’t want any more friends than my best friend back then. How I ended up winning the acknowledgment as the “Class star” in my senior high school year remains a mystery to me. It turns out that in Psychology class we had to do a little experiment: in a piece of paper we had to write down the three people which whom we would feel more comfortable going to the movies with and with that data it would be determined who was the most popular person, the one more people had voted for, as well as the least popular person, and from there we would get a general idea of the social tendency in the class. When I was called I could have sworn it was for the least voted for, and surprise, it was the opposite. They even made a poster about the experiment and when I think about it I should have kept it, so that I had tangible proofs that I once was able to make friends easily.

All of this to tell that last night we went back to the party-circuit of the town’s Erasmus. Dino was telling me: “Ah, this new Erasmus, how lost and helpless they look! We both have a year of experience; we already know how this works”. And indeed, this time we have more wisdom and distance to appreciate things and that is why I don’t understand why everything is not easier for me. I must have improved a little bit though. For starters, when this ultra popular guy (he’s actually pretty nice, so his fame is well-deserved) invited me to an “apéro”, a kind of a pre-party, in his typical bachelor pad –in which the only thing missing is a zebra rug- in la Victoire, epicenter of the student decadence during the week-ends, well, when he invited me, I went. Last year I wouldn’t have gone, because the next I surely had to study and you go there just to drink, incapacitating me for any intellectual activity later, or because the guy is more a friend of Esther’s and her group and I wouldn’t have dared to go without her. But this time I went and took with me Bruno, Larry and his new flatmate, Max. For starters, after almost one year of bumping into each other occasionally I don’t expect everyone to know my astrological sign, but here your name is asked at the same time as your nationality so it’s a little offensive when at this stage they introduce me to other people as someone who comes from Mexico, or that they ask me what my name is for the fifth time. Then, the little groups, I can manage. I mean, I am able to come into a room where I don’t know anyone, introduce myself to others and start a conversation, an ability repeatedly practiced but far from perfected recently in Taiwan. But when we got to another apartment to the party itself, there was a horde of unknown faces and I think at that point I had reached my socialization quota for the night. Besides, the apartment was of a Brazilian and a Bolivian girl, and it’s not to reinforce stereotypes, after all Bruno is very calm for being Brazilian, but his fellow compatriot was dressed as Pocahontas, dancing on top of her couch and ended up participating in an improvised crowd surfing. I think I’m competing in the professional leagues here. With the excuse that I needed some fresh air I went out with my three friends to take the last tramway and I was thankful that amongst all the superficial acquaintances I have made here at least I have three real friends with whom I can go to the beach with. And that know I come from Honduras.

Hasta ahora había escrito al respecto, pero no había mostrado las mejores imágenes de los viajes dentro de Taiwán. El momento tan esperado ha llegado. Esta foto es del primer encuentro entre los nuevos compañeros de viaje; de izquierda a derecha vemos a Edric, su servidora, Hristo, Ana Cristina, Chantale y Gerson.

So far I had only written about it, but I hadn’t showed the best images from the trips inside of Taiwan. The wait is over. This photo is from the first encounter between the new traveling partners; from left to right we see Edric, yours truly, Hristo, Ana Cristina, Chantale and Gerson.174911_10150364617213899_604923898_9684177_1870559556_oLa primera parada fue Kenting, pueblo famoso por sus playas, que no tardamos en conocer.

First stop was Kenting, a town famous for its beaches that we couldn’t wait to visit.DSC08048DSC08059DSC08064 DSC08060DSC08061DSC08069La avenida principal del pueblo se convierte en un larguísimo mercado nocturno, lleno de bares, discotecas y puestos de comida.

The town’s main avenue is transformed into a very long night market, full of bars, nightclubs and food stands. DSC08080DSC08082DSC08084DSC08087DSC08093Las playas al día siguiente, repletas de sombrillas. Los taiwaneses y yo compartimos la misma fobia a asolearse. 

The beaches the day after, full of umbrellas. Taiwanese people and I share the same phobia to sun exposure.DSC08104DSC08111DSC08114Este es la estación del tren de alta velocidad de Kaohsiung.

This is Kaohsiung’s High Speed Rail Station.DSC08040DSC08044DSC08146DSC08147Algunas vistas de la ciudad.

Some views of the city.DSC08042DSC08043DSC08149DSC08154Las pagodas del Lago Lotus en Zuoying. Recuerden entrar siempre por el tigre y salir por el dragón, si no es mala suerte.

The pagodas in the Lotus Lake in Zuoying. Remember to always enter through the tiger and exit through the dragon, otherwise it’s bad luck. DSC08155En toda esta zona hay una cantidad impresionante de templos para morirse de la felicidad. Además, cerca hay una excelente tea shop para calmar temporalmente los antojos de bubble tea, que en el país originario de esta bebida nunca se pueden saciar! Logré conseguir bolitas de tapioca para intentar hacer el té en casa, pero hasta ahora la experiencia me ha demostrado dos cosas: que en Taiwán todo sabe mejor y que soy una pésima cocinera (las bolitas de tapioca deben hervirse en agua y a mí se me pegan a la olla).

In this area there is an impressive quantity of temples, enough to die of happiness. Besides, there is nearby an excellent tea shop that let’s you calm temporarily the bubble tea cravings that, in the country where this drink was invented, can never be filled up! I was able to get some tapioca balls to make the tea at home, but so far the experience just demonstrated two things: that in Taiwan everything tastes better and that I’m a lousy cook (the tapioca balls must be boiled in water and I get them all stuck in the pot).DSC08162DSC08194DSC08193DSC08195DSC08199DSC08202El metro de Kaohsiung, mejor conocido como KMRT, siglas de Kaohsiung Mass Rapid Transit. Tiene estas puertas frente a las vías del metro porque mucha gente se suicidaba tirándose al tren! ¿Habrán demasiados lectores de Anna Karenina en Taiwán?

Kaohsiung’s subway, better known as the KMRT that stands for Kaohsiung Mass Rapid Transit. It has these gates in front of the lanes because a lot of people were killing themselves by throwing themselves to the trains! Could there be too many Anna Karenina’s readers in Taiwan?DSC08216DSC08217DSC08219DSC08220La imagen nocturna de Kaohsiung. Yo voto porque todas las ciudades tengan esa sobresaturación de luces, colores y publicidades. Bueno, tal vez todas las grandes ciudades son así, yo es que he pasado mucho tiempo en ciudades históricas.

Kaohsiung at night. I think all cities should have this lights, colors and advertising overload. Well, maybe all big cities are like this, I just have spent too much time in historical cities.DSC08225DSC08228DSC08226DSC08235Me encantaron estos detalles de las señalizaciones, los hombrecitos con sombrero. ¿Por qué en Francia los muñequitos no llevan boina?

I loved these details in the traffic signals, the little men with hats. Why is it that in France they don’t wear the beret?DSC08234DSC08232El mercado nocturno cerca de donde estábamos. Hubiera tomado más fotos pero estaba buscando ropa.

The night market near where we spent the night. I would have taken more pictures but I was shopping for some clothes.DSC08237Nos acompañan en esta foto Carlos, a la izquierda y Karla a la derecha.

In this picture we are joined by Carlos on the left and Karla on the right.DSC08250Sun Moon Lake, un pequeño pueblo con un hermoso lago. En su avenida principal: hoteles y restaurantes.

Sun Moon Lake, a little town with a beautiful lake. In its main street: hotels and restaurants.DSC08388DSC08393Aquí quería tomar una foto del hotel que se ve al fondo y cuya curvatura me recuerda al Burj-al-Arab.

Here I wanted to take a picture of the hotel in the background whose curve reminds me of the Burj-al-Arab.DSC08408El lago es muy bonito, pero yo soy arquitecta: tenía que ir al hotel a tomar fotos de su interior.

The lake is nice, but I’m an architect: I had to go to the hotel to take pictures of its interiors.DSC08426 DSC08430 DSC08427DSC08428Nunca antes había sentido deseos de tener un barco, hasta que vi uno rosado!

I had never wanted to have a boat before, until I saw a pink one!DSC08448En uno de los senderos para recorrer el lago se encuentra el antiguo bote de pescar de Chiang Kai-Shek.

In one of the trails to walk around the lake you can find Chiang Kai-Shek’s old fishing boat.DSC08449DSC08452DSC08453DSC08462Nuestro viaje a Taichung fue un sueño hecho realidad para un ilustrador. Almuerzo en “Traveler’s Kitchen”, con un tema griego:

Our trip to Taichung was an illustrator’s dream come true. Lunch in the “Traveler’s kitchen”, Greek-themed:DSC08465DSC08466DSC08468DSC08470DSC08471DSC08473Y visita al barrio donde un ilustrador pintó pisos y paredes para evitar que lo demolieran:

And a visit to a neighborhood where an illustrator painted its floors and walls to save it from demolition. DSC08483DSC08484DSC08485329035_272375436112319_100000195939425_1274809_8121351_oDSC08486DSC08487DSC08490DSC08491DSC08496DSC08501DSC08502La isla de Kinmen: antiguamente tierra de combates entre China y Taiwán, sirvió de sede para la celebración del día de la Paz. Sin embargo, la isla es famosa por sus cuchillos y su alcohol (peligrosa combinación!).

Kinmen Island: previously a battlefield for China and Taiwan, it served as the location for the Peace day celebration. Although the island is famous for its knives and alcohol (a dangerous combination!).DSC08602DSC08610DSC08611DSC08615DSC08623DSC08624DSC08627DSC08629La arquitectura de sus pueblos es tan sencilla como fascinante.

The architecture of its villages is as simple as it is fascinating.DSC08643DSC08644DSC08646DSC08657DSC08658DSC08659DSC08661

Y como bonus, comparto una grabación del semáforo peatonal en Taipei, donde el dibujito empieza a correr cuando ya va a cambiar a rojo!

And as a bonus, I share a recording of the pedestrian traffic light in Taipei, where the little cartoon begins to run when it is about to turn red!