Estoy de regreso, pero apenas. Por un instante casi me perdÃ, casi tiro por la borda todos mis valores, los principios que he nutrido tan pacientemente a lo largo de estos años y todo por un cuarto con walking-closet y una tina en el baño. Estuve a punto de dejarme seducir por el espejismo de unos acabados preciosos, un porcelanato de 60x60, una piedra del Zamorano en la pared y unos tops de granito que quedarÃan tan bien en mis posts de cocina. El enganche ocurre cuando se ve la casa una vez que ha sido transformada por un decorador de interiores: las cortinas de telas lujosas y los muebles suavecitos provocan ideas extrañas, como qué serÃa vivir aquÃ, en dónde pondrÃa los libreros, este patio me dejarÃa tener un perro mediano…
Lo peor es que yo no podrÃa tener una excusa válida: después de todas mis despotricadas en contra de las casas en serie y del concepto de crear una caja cliché que no aporta ninguna riqueza artÃstica a la experiencia de vivir en un espacio, serÃa el colmo que terminara viviendo en una.
Entré a la comunidad enrejada y me sentà como en Coto de Caza, esperando encontrarme a una Real Housewive en su carro último modelo. Lo que no muestran en el programa es que estos complejos habitacionales tienen su propia área social, con gimnasio, piscina y centro de convenciones. No hay muros entre las casas y si no fuera porque todas son iguales uno se sentirÃa en el verdadero Orange County. Todo es tan idÃlico: unas pocas cuadras donde todas las esposas cocinarÃan para sus maridos que regresan del trabajo, mientras los niños juegan en la calle de enfrente con los vecinos. De hecho, la primera familia se estaba mudando y tuve que resistir la tentación de pedir permiso para ver cómo estaban decorando su nuevo hogar.
Por unos momentos habÃa olvidado por completo “El insectario”, la exposición de Arzú que vi hace unos dÃas en el Centro Cultural de España, donde el artista comienza el recorrido con un ensayo sobre el estilo de vida hondureño recluido detrás de los muros, paranoico hacia los extraños, con un falso delirio de seguridad en el aislamiento. Esta cárcel estaba demasiado bonita para no desear permanecer en ella.
Pero después viene la pregunta obligada, ¿a qué tipo de gente están dirigidas estas construcciones? ¿Hay suficientes personas adineradas para habitarlas y hacer todo esto rentable? La cuestión es que si yo tuviera tanto dinero probablemente no querrÃa tener tantos vecinos y también podrÃa costear algo que fuera diseñado exclusivamente para mÃ, con todos los cuartos convertidos en bibliotecas temáticas según la función del espacio a la que pertenecen. Asà que esta vida serÃa la ideal para alguien que está empezando a vivir, recién casado, lleno de esperanzas para el futuro… Hasta que supe el precio y recuperé la cordura.
Y heme de vuelta, en la tierra idealista de la clase media que sueña con un hogar que tenga integridad artÃstica, a un buen precio.
Hahahah bien dicho: por un lado, cómo podrÃa vivir en un lugar que tanto ha atacado :P. Pero doy todo el crédito a que se ven realmente bellas las casas esas. Pero también estoy de acuerdo con la molestia de vecinos y otras plagas que podrÃan aparecer a pesar de haber pagado tanto. Eso sÃ, me parece tan cómico el agente de cambio para volver a la realidad.
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