Soy toda una mujer grande. Hoy presenté mi primer proyecto en Autocad. Es el centro de acopio de residuos reciclables que había hecho a mano hace unas semanas, pero ahora corregido, mejorado y digitalizado. Valió la pena toda una semana de trabajo ininterrumpido y desveladas de mínimo las 2 de la mañana.
Planta de conjunto:


Planta arquitectónica:

Corte a:


Fachada lateral:


Corte b:

Fachada frontal:
Elevación de baños. Esta vez nos tocó hacer plantas de baños con muebles, después con instalaciones, de cielo reflejado y además diseñar las vistas en elevación.


Los contenedores, ahora en versión digital.
Los ductos y el cuarto de recolección en cada edificio.

La maqueta estructural.





Cuando encaminas tu vida de forma dañina hacia ti mismo y/o hacia los demás, tarde o temprano estás condenado a encontrarte con un obstáculo, un llamado de atención, una encrucijada que te obligue a cambiar tu rumbo. Si decides continuar por allí, debes estar consciente que el deterioro y la perdición no tienen retorno. El dilema presente se trata sobre el amor hacia uno mismo, que popularmente se ha degenerado en “autoestima”. ¿Qué es el amor y es posible sentirlo hacia uno mismo de la misma forma en que se dirige a los demás? Por que es mucho más fácil querer a alguien externo, que conoces de una forma manipulada por las convenciones sociales y por la imagen que quiera proyectar, que verte a ti mismo con todos tus defectos y a pesar de ellos, apreciarte. Resurge de nuevo la eterna pregunta sobre la existencia del amor incondicional. ¿Puedes querer a alguien aunque te haga daño? “Te amaré siempre y cuando me respetes, me hagas sentir feliz, no me compliques la vida…” Existen términos que definen la existencia de esos sentimientos. O bien, te alejas de esa persona pero no necesariamente dejas de quererla. Y entras al conflicto de intereses: el amor que siento por alguien que me hiere, contradice el amor que pueda sentir hacia mí mismo. ¿O es que simplemente, no es posible sentir nada bueno hacia alguien que no nos da el lugar que creemos merecer?

La única conclusión que he podido empezar a vislumbrar es el hecho de que el amor propio no es una decisión que se pueda retrasar, condicionar o tomar a la ligera. Los caminos que deciden pasar por alto este sencillo concepto están repletos de dolor, son solitarios o bien, terminan contagiando a otros seres inocentes que se vieron enmarañados en una red de conflictos que no necesariamente pueden evitar o escogieron experimentar. Anoche me desvelé trabajando hasta las 4 de la mañana, y por coincidencia encontré un documental sobre personas que se hicieron cirugías plásticas con consecuencias fatales. Su incapacidad de verse a sí mismos como aceptables en primer lugar, los terminó dejando mucho peor de cómo estaban antes. Algunos tuvieron que sufrir amputaciones por las infecciones que les provocó la cirugía, otros quedaron tan mal que escribían cartas de odio y amenazas a los doctores, y cada uno de ellos volvía por más operaciones por que nunca estaban satisfechos. El argumento de que la sociedad, los medios de comunicación, las modelos o los artistas son los responsables de estos desastres me parece pobre, incompleto e irresponsable. Estamos hablando de una decisión personal, no tanto de cómo te ves a ti mismo, sino de si te aceptas como eres. Si te puedes perdonar por los errores cometidos, por haberle dado permiso a otros en el pasado que te trataran mal, sobre todo si los querías y no esperabas eso de ellos. ¿Cuánto daño debes hacerte a ti mismo antes de que empieces a dejarte libre y poder estar en paz? ¿A cuidarte y respetarte de la misma forma que podrías hacerlo con alguien que quieres bastante? No hay límite para el potencial humano, ni siquiera para el mal dirigido. Y tal vez es necesario verlo ahora, antes de que sea demasiado tarde.
Existe en Nat M. una gran capacidad de entrega hacia quienes quiere, elaborando sentimientos afectivos profundos y estables. Entreteje con ellos, lazos que siente indisolubles y por lo tanto le crean una dependencia afectiva que exige reciprocidad. Pero su mayor peculiaridad estriba en la propensión a idealizar sus amores, no admitiéndose pensamientos negativos respecto de los procederes de aquellos. Les siente veneración, respeto y le profesa su amor, con desinterés, confianza y hasta devoción. Puede tratarse de su novia, madre, padre, familiares, amigos, superiores, etc. De alguno o de todos.

Así, la relación suele ser de raíces firmes y permanentes, mientras se mantiene armónica y recibe las respuestas afectivas correspondientes. El drama se desata cuando cualquiera de los destinatarios de su amor y de su confianza lo defraudan y entonces se siente engañado, estafado, despreciado y padece la decepción del amor; o cuando sufre la pérdida de un ser querido por alejamiento, abandono o fallecimiento, lo que le produce una conmoción en sus fibras más íntimas y una consecuente pena por tiempos increíblemente prolongados. Ambas situaciones expresan su vulnerabilidad a toda pérdida afectiva, y sus reacciones tiene que ver con un no conformarse nunca.

El impacto emocional que provoca su decepción, su pena, suele ser tan estremecedor para él que se inhibe o bloquea las manifestaciones externas de pesar, no puede llorar, ni gritar, ni descargar de alguna manera su sufrimiento, potenciado por la aversión a dar lástima o a despertar sentimientos de compasión. Esta fuerza energética agrava sus desequilibrios biológicos y puede ser origen de enfermedades graves.

Nat. M. es proclive a padecer los amores no correspondidos, los amores imposibles, que idealiza y sufre silenciosamente.

Es muy susceptible, todo lo toma a mal, se ofende fácilmente, no tolera los desprecios, el maltrato, engaño, prepotencia, grosería. La música lo emociona: puede incrementar su melancolía o mejorarlo, según el contenido emocional asociado.
Entre sus temores se destaca el de los ladrones, tal vez como un miedo a ser robado de sus afectos. Sueña con ladrones, teme que algo va a ocurrir, teme a las tormentas eléctricas, al fracaso, a la locura. Es ansioso por el futuro, con pena por el porvenir. Siente ansiedad de conciencia, como si fuera responsable de una desgracia, también siente ansiedad hipocondríaca y el pensar en sus males lo agrava.

En su dolor se aísla de su mundo. Se va “secando” y su relación con el medio se torna muy precaria. Busca la soledad, se siente separado de su familia y siente aversión por ellos, por inestabilidad emocional o directamente por considerarlos culpables, cómplices o encubridores. Una reacción positiva en esta personalidad es la sublimación creativa, plasmando en obras artísticas su profundo sufrir: poemas, versos, canciones, composiciones musicales, etc, en un afán por eternizar en forma perdurable, todo su dolor. Pero este padecer va consumiendo sus energías, con agotamiento psico-físico y obtusión mental; busca explicaciones en su religión y manifiesta ansiedad por el más allá; un deterioro sensorial le provoca trastornos ilusorios. Con el tiempo se acentúa un sentimiento de culpa que lo atormenta y un desprecio por la vida que lo lleva a ansiar la muerte. Finalmente puede cometer suicidio como solución a su eterno padecer.

Por las características enunciadas, Nat. M. si bien es un medicamento “constitucional”, todo su desequilibrio se manifiesta a partir del desencadenante emocional al cual es vulnerable, constituyendo una personalidad reactiva, una “forma de estar”.
No quiero dormir. Siento que voy a volver al hijo que se murió en mi sueño de anoche. Al tercer niño que perdía, aunque este era el único que por lo menos había podido nacer antes de morir. Los días siguen externamente iguales: la misma rutina previsible y ajetreada. Tengo un serio conflicto con saber qué va a pasar con semanas de antelación. Empiezo a poner horarios para poder cumplir con compromisos y adiós expectativas y ansias de levantarse en las mañanas. Parece que estoy de nuevo en el colegio, rogando por que se enfermen los profesores para que algo nuevo ocurra.

Si existe paz después de la tormenta, este es el huracán en todo su esplendor. Me dijeron que un mundo necesita destruirse para que otro nuevo pueda crearse, pero nada me hubiera preparado para estos cambios. No sé exactamente qué está pasando, pero me alejo de seres que me eran indispensables, y ya no me asusta el vacío que dejan.

Hay algo de tranquilidad en la resignación. En la consciencia de saber que hay cosas que no dependen de mí, que hay gente que sencillamente es imposible de complacer, y que debería de gastar energías en guardar apariencias.

Internamente siento que estoy sentada sobre una duna de arena a la orilla de la playa, que el mar deshace poco a poco.

Algunas veces golpea con furia, otras, ni se aparece en lo absoluto.





Entre tv junkies nos entendemos.
En 1995, Robert Kiyosaki iba a ser entrevistado por una reportera en Singapur, que le confesó que su sueño frustrado era convertirse en una de las escritoras más vendidas, como él. Le mostró alguno de sus textos y Kiyosaki la felicitó por su estilo, así que naturalmente le preguntó qué era lo que le impedía conseguir lo que quería. Su respuesta fue que a pesar de la buena calidad de sus novelas, no obtenía apoyo de nadie para publicarlas, por lo que se quedaba como periodista, por que tan siquiera eso paga las cuentas. Le pidió algún consejo. “Claro que sí. Un amigo mío aquí en Singapur es director de una escuela que entrena a gente para vender. Dirige cursos para varias personas que pertenecen a las más importantes corporaciones del país. Atender a uno de sus seminarios mejoraría bastante su carrera.” La reportera creyó que era una broma. Indignada, le respondió que ella tenía una maestría en Literatura Inglesa y que justamente estudió tanto para no terminar como una vendedora, que sólo piensa en dinero. “Mire la portada de este libro. Dice “más vendido”, no “mejor escrito” “, fue la respuesta de Kiyosaki.

En “Padre rico, padre pobre”, el autor cuenta las enseñanzas de los dos hombres que más lo inspiraron en la vida. Su padre biológico, graduado con honores de importantes universidades de los Estados Unidos, pero que terminó como un maestro típico de clase media, y el padre de su mejor amigo, un hombre que no terminó la secundaria, pero dueño de muchas empresas, completamente independiente y con el futuro asegurado. La idea principal del libro es que la mayoría de la gente piensa equivocadamente que con estudiar mucho, sacar buenas notas, encontrar un buen trabajo y ahorrar se puede vivir con solvencia, y con suerte, llegar a ser rico, en algún momento de la vida. Kiyosaki dice que no. Ese es justamente un patrón de pensamiento tradicional, limitado y propagado por aquellos que no conocen los mejores caminos o que tienen miedo de emprenderlos. Por que el dinero está en las inversiones, los bonos, los bienes raíces, la bolsa, en las patentes, en todos aquellos negocios en los que puedas participar SIN desatender tu trabajo. En las inversiones y no los gastos. Cuando trabajas, una gran tajada de tu sueldo se va en pagar impuestos, en pagarle a tu jefe, a la compañía. Ver más allá de eso implica fundar tu(s) propia(s) empresa(s), en diversificarte, saber un poco de todo y encontrar oportunidades donde todos los demás sólo ven grandes riesgos. PERO, eso implica educarse. Si hay que recalcar algo es la necesidad de educarse en materia financiera. Puedes trabajar en lo que quieras y lo que te haga feliz, pero tus ingresos deben de venir de varios lados aparte de él.

En muchos libros “espirituales” he leído que el dinero es uno de los símbolos más representativos de la energía de vida. La forma en que lo manejas demuestra claramente bajo qué tipo de valores te riges dependiendo si eres generoso, avaro, despilfarrador, o simplemente nunca tienes suficiente. Es muy interesante como este tipo, con un punto de vista más terrenal, llega a las mismas conclusiones que esos otros autores. Todo se resume a cuánto deseo tienes de algo, y al patrón mental por el que funcionas. Esfuérzate duro y vete por el camino seguro es simplemente uno de los tantos caminos, pero no es el mejor, ni el más inteligente. Para ser grande, debes educarte, correr riesgos, estar dispuesto a equivocarte mil veces y mil veces más levantarte sin ver afectada tu confianza en ti mismo. Kiyosaki empezó como cualquier otro pelado de clase media y por sus propios medios terminó retirándose a los 47 años y se dedica a dar charlas y escribir. Me gusta mucho su definición de riqueza: “si me retiro hoy, ¿cuántos días, meses o años podría vivir de la forma en que lo hago en este momento? ¿Podría durar por varias generaciones aparte de la mía?” Pero me gusta aún más que su sencillo mensaje deja abiertas muchas posibilidades, es muy inspirador, y una excusa perfecta para que si el día que cumpla 50 años me doy cuenta que no tuve la vida que deseé, fue por mi propia pereza y/o inseguridad.

“So you think money is the root of all evil? Said Francisco d’Anconia. Have you ever asked what is the root of money? Money is a tool of exchange, which can’t exist unless there are goods produced and men able to produce them. Money is the material shape of the principle that men who wish to deal with one another must deal by trade and give value for value. Money is not the tool of the moochers, who claim your product by tears, or of the looters, who take it from you by force. Money is made possible only by the men who produce. Is this what you consider evil?
When you accept money in payment for your effort, you do so only on the conviction that you will exchange it for the product of the effort of others. It is not the moochers or the looters who give value to money. Not an ocean of tears nor all the guns in the world can transform those pieces of paper in your wallet into the bread you will need to survive tomorrow. Those pieces of paper, which should have been gold, are a token of honor –your claim upon the energy of men who produce. Your wallet is your statement of hope that somewhere in the world around you there are men who will not default on that moral principle which is the root of money. Is this what you consider evil?
Have you ever looked for the root of production? Take a look at an electric generator and dare tell yourself that it was created by the muscular effort of unthinking brutes. Try to grow a seed of wheat without the knowledge left to you by men who had to discover it for the first time. Try to obtain your food by means of nothing but physical motions- and you’ll learn that man’s mind is the root of all the goods produced and of all the wealth that has ever existed on earth.
But you say that money is made by the strong at the expense of the weak? What strength do you mean? It is not the strength of guns or muscles. Wealth is the product of man’s capacity to think. Then is money made by the man who invents a motor at the expense of those who did not invent it? Is money made by the intelligent at the expense of the fools? By the able at the expense of the incompetent? By the ambitious at the expense of the lazy? Money is made –before it can be looted or mooched- made by the effort of every honest man, each to the extent of his ability. An honest man is one who knows that he can’t consume more than he has produced.
(…) Money is your means of survival. The verdict you pronounce upon the source of your livelihood is the verdict you pronounce upon your life. If the source is corrupt, you have damned your own existence. Did you get your money by fraud? By pandering to men’s vices or men’s stupidity? By catering to fools, in the hope of getting more than your ability deserves? By lowering your standards? By doing work you despise for purchasers you scorn? If so, then your money will not give you a moment’s or a penny’s worth of joy. Then all the things you buy will become, not a tribute to you, but a reproach; not an achievement, but a reminder of shame. Then you’ll scream that money is evil. Evil, because it would not pinch-hit for your self-respect? Evil, because it would not let you enjoy your depravity? Is this the root of your hatred of money? “
- Ayn Rand, "Atlas shrugged"
La facultad está celebrando su 25 aniversario de torturar estudiantes. Para festejar, en todas las clases se debe presentar un proyecto que tenga que ver con arquitectura sostenible, es decir, la relación entre nuestro oficio y la protección del medio ambiente. En Diseño V, nuestro primer trabajo consiste en proponer un sistema de reciclaje para la universidad. Tenemos que diseñar las rutas internas que deben seguir las volquetas de basura, los contenedores tanto de residuos orgánicos como inorgánicos, los ductos para los edificios y un centro de acopio y selección para todo aquello que pueda ser vendido a centros de reciclaje.
A continuación presento mi anteproyecto. En las próximas semanas tengo que digitalizarlo y hacerlo constructivo, así que espero que esto sea lo último que tenga que hacer a mano para la clase.
El concepto de mi propuesta, como expliqué en un post anterior, es una mezcla de estilo High Tech, con naves espaciales y/o elementos futuristas. La idea principal es que la tecnología, causante del daño a nuestro planeta, enmiende su error siendo la base de un proyecto ecológico.
Esta es la portada:

Los contenedores, tanto para edificios como para plazas peatonales.

El centro de acopio y selección de residuos. Planta de conjunto.

Planta arquitectónica.

Cortes.
Fachada lateral.
Fachada frontal.
Perspectiva exterior.

Maqueta.


Me fascina cuando mis papás cuentan historias de mi infancia. Es una práctica narcisista, lo reconozco, pero me encanta imaginarme minúscula (deje su chiste aquí) y haciendo ese montón de loqueras que narran. Por ejemplo, para dejar claro, de una vez por todas, que esta familia gira alrededor mío, analicemos el caso de mi hermano. Se estaba volviendo solitario mi trono de primogénita, y cuenta la leyenda que yo me sentaba frente al portón de mi antigua casa, a llamar a mis vecinas para que llegaran a jugar. De allí su existencia. Cuando él nació, tuve a mi discípulo perfecto por que no quiso hablar hasta como a los tres años, lo que me permitía sobre-expresarme a la perfección. Dicen que yo era tan parlanchina, que una niñera muy tímida que tuvimos, me desesperaba. Yo me paraba frente suyo y agitando los brazos la regañaba: "Hable Vicenta! ¡Hable!!"

Gracias a mi padre, desde el inicio de los tiempos me gusta la música. Cuando él regresaba de trabajar, le pedía que pusiera una canción de the Carpenters, que yo llamaba "Lala" por unos niños que cantan en el coro (muchos años después, supe que la canción se llama "Sing"). Mi pobre padre tenía que aguantar que yo la repitiera más de 10 veces seguidas por noche. Lo que más me gustaba hacer cuando estaba pequeña era quedarme tirada en el sofá escuchando el soundtrack de la novela "Quinceañera" (todavía quisiera encontrar una forma de retroceder el tiempo para enmendar esa pobre elección). Preocupados por mi inactividad aguda, mis papás me inscribieron en el kínder. Pero allá sólo llegaba a tirarme a dormir en la casa de muñecas. La profesora me regañaba, yo no le hacía caso y me reportó, diciendo que yo tenía problemas psicológicos. Me llevaron donde un doctor para hacerme todo tipo de pruebas, y resultó que yo estaba perfecta, simplemente era una rebelde prematura. Todas mis notas de preescolar están plagadas de comentarios de los maestros del tipo "no termina sus trabajos, no obedece, no muestra interés". Llegaba de la escuela directo a tomar biberón. Un día me propusieron llevarlo a clases, y yo por supuesto me negué alegando que me daba pena tomarlo frente a mis compañeros. De hecho, ese fue el instrumento de chantaje que usaban mis papás. Cuando no quería portarme bien, amenazaban con contar que yo a mi edad seguía con esa costumbre, o simplemente me lo prohibían. Para quitármelo, tuvieron que quitárselo a mi hermano también y fue necesario convencerlo de que ya era un niño grande, y que los niños grandes no toman pepe. Yo tenía seis años en esa época. Qué buena vida despreocupada y ligera…

Cada día me parezco más a mi padre. Tengo 21 años tras de mí que pueden atestiguar de mis esfuerzos para no caer en el abismo de la memoria genética, pero todo indica que es una causa perdida. Confieso que he bajado la guardia: a medida que creces te haces más comprensivo y condescendiente con tus errores. Por que tiene que llegar algún momento en el que te sientas libre de ser cualquier cosa y que algo que se asemeje al amor propio empiece a aparecer. Tiene que llegar ese momento, y exijo que ese tiempo sea ahora.

Pues me descubro haciendo comentarios con delirios de omnipotencia, mi visión de la vida ahora es más práctica y menos ingenua, y por primera vez todo aquello que mi padre me recomendó lo estoy considerando seriamente como el mejor camino a seguir. Lo anterior lo afirmo con una mezcla bizarra de sentimientos. Hay mucho de resignación, por que siento que es mucho más dañino tratar de callar mi verdadera naturaleza; también hay algo de alivio en saber que no tengo que pelear más. Pero existe un lado oscuro que viene con esa nueva identidad, y tengo que enfrentarla todos los días. Mi tendencia al aislamiento es aguda en estos días. Comprendo racionalmente que tengo que tener un buen manejo de las relaciones públicas. Es esencial para sobrevivir en la jungla de la civilización, puesto que de tus contactos y tu relación con ellos depende, en gran parte, el éxito en tu trabajo, blah, blah, blah. Pero cada día se añaden más individuos a mi lista de personas huecas del coco, y sólo Dios sabe el esfuerzo titánico que tengo que hacer para hablar con gente. Muchos de ellos son zoquetes, otras veces el intercambio social es intimidante en sí. Pero de verdad que estoy tratando, por que sé adónde desemboca ese camino, y me sigo negando a creer que estoy condenada. Soy la Edipo del nuevo milenio. Y aunque al final de todo me dé cuenta que mis acciones para huir de mi destino eran mi destino, habré hecho la lucha y estaré tranquila. La mayoría de las veces lo mejor a lo que puedes aspirar de la vida es a tener la conciencia tranquila.

Es muy peculiar vivir con la sensación de que no sabes exactamente quién eres. No es que eso pueda llegar a saberse por completo, es simplemente que parece que miles de otras criaturas viven dentro de mí sin mi permiso. Y yo no puedo hacer nada para deshacerme de ellas. Quedaría vacía, en blanco, sin una palabra que sea de mi propia autoría.