(Hace poco fui contactada por Roberto, uno de los miembros de Arquetipo, una asociación cultural de estudiantes de la escuela de Arquitectura de la UNAH que a través de su blog, su página de facebook, pero más notablemente con una vitrina en la escuela publican noticias, entrevistas con arquitectos o artículos sobre nuestra profesión con el fin de interactuar con los alumnos y los maestros. Roberto muy amablemente me pidió que escribiera un editorial sobre mi experiencia como graduada de la escuela y esta es la pieza que envié.)
Comencé a estudiar Arquitectura como cualquier otra joven ilusa de 17 años: con sueños de fama, fortuna y publicaciones internacionales. La carrera –particularmente en la Universidad Nacional- se presentaba como el máximo reto en creatividad y resistencia en el que comenzaban muchos, pero donde sólo unos pocos no eran engullidos por la carga o las matemáticas. Mientras estudiaba siempre puse en tela de juicio el plan de estudios diseñado como un constante simulacro de desastres, con entregas alineadas una detrás de la otra, forzando al perpetuo desvelo y al trabajo en grupo que muchas veces terminaba destrozando amistades más que creándolas. Pasaba anhelando ese estado post-graduación que consideraba idílico, pero cruzar el umbral de los estudios fue lo más fácil, el mundo real no era nada de lo que yo esperaba.
Conceptualmente es preocupante porque hay muy poco de lo que se está construyendo allá afuera que sea auténtico, o que pueda llamarse hondureño al no intentar ser una mala copia de estilos importados. Los nuevos edificios y urbanizaciones no tienen alma, tanto en la idea de cómo deben vivir los usuarios pero también en qué deben aportar las construcciones al paisaje de la ciudad. Las condiciones en que trabajan los nuevos arquitectos muchas veces caen en lo deplorable, con salarios que no corresponden a su nivel de conocimiento, a los horarios o a las exigencias que les son impuestas. Sin contar con que las leyes, derechos y beneficios laborales son un espejismo en un ambiente dominado por los contratos de servicios profesionales uno renuncia a sus derechos, pero que sigue siendo mejor que no trabajar en lo absoluto. A todo esto se suma que ahora la tendencia es contratar a profesionales y empresas extranjeras, argumentando que en Honduras no se cuenta con expertos calificados para ciertas actividades. Sin embargo muchas de esas empresas no son reguladas de ninguna forma y su desempeño y la calidad de sus productos no cuentan con estándares aceptables para nuestro país y estoy segura que para sus países tampoco, pero aquí sí son permitidos.
¿Cómo es posible todo esto? Me rehúso a creer que los arquitectos sean esclavos de los clientes que añoran tener casas o apartamentos que vieron en revistas o por la televisión. Los usuarios están ávidos por aprender si tan sólo alguien está dispuesto a enseñarles a no dejarse impresionar por techos y molduras que den la impresión de falsa riqueza, a exigir espacios que funcionen y que a la vez sean económicos en lugar de tener que elegir solo una de esas dos cualidades. Podríamos ganar mucho como país si buscáramos nuestra identidad en nuestras buenas construcciones y que sintiéramos orgullo por los edificios valiosos que poseemos. Pero como gremio nunca vamos a prosperar si no podemos transmitir esos valores a los que no son arquitectos, si no podemos despertar en ellos el entusiasmo que sentimos por nuestra profesión.
También como arquitecta me doy cuenta que trabajar es el mejor incentivo para continuar estudiando. Con las limitadas plazas y los numerosos graduados de universidades privadas que salen cada año sólo podemos sobresalir si nos especializamos, si logramos alcanzar un nivel que elimine esa suposición que los extranjeros saben más y ampliamos el espectro de las contribuciones que puede hacer un arquitecto en Honduras.
Tal vez el mundo laboral sea muy similar a la universidad en el sentido que continúan los desvelos, el trabajo en grupo nunca se termina y mucho menos las revisiones con los cambios impuestos por terceros al diseño original, pero de ahora en adelante ya no se trabaja sólo para uno mismo. Nuestra huella, ya sea buena o mala, es indeleble, tanto para una sola persona que viva en un proyecto que tengamos a cargo, como para el país que sufre las consecuencias o se beneficia de los aciertos del proyecto. Nuestra responsabilidad incrementa, así como el reto que enfrentamos, pero si lográramos cambiar lo que está sucediendo con la arquitectura en Honduras, ¿no sería también mayor la satisfacción?
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ReplyDeleteGenial! Tienes la rabia de vivir intacta (no lo digo con connotación mala).
ReplyDeleteMe gustó tu artículo, me parec muy sincero y sin temor a decir las verdades. Tanto es así, que si algún día contruyo o mejoro mi casa te voy a contratar a vos.
ReplyDeleteEs muy triste la situación que mencionás de los arquitectos, y, aunque no es lo mismo, me suena, como cuando alguien (Incluso estudiantes, y en especial de cierta universidad que no mencionaré) creen que estudiar letras es solamente para ser profesor de español. Esto tiene que ver mucho con el concepto, lamentablemente incrustado sin remedio en nuestro país, de que cada persona es sólo un engrane más y que debe cumplir con su función sin chistar, pues "para eso le pagan". También le podemos echar la culpa a que en Honduras y otros estados fallidos, el respeto no viene en mayor grado de la ascendencia, del actuar y/o de los logros académicos; sino de las posesiones materiales que se logran demostrar (Tipico caso del pavo real), que se supone debería ser la cuarta en importancia de las anteriores y no la primera. En palabras más simples: "No importa quién seas o cómo lo hayas conseguido, sólo interesa cuánto dinero tengás".
Revisé el blog, me gusta y lo agregaré a los que sigo, veré si lo agrego también a la carrera de letras.
Debido a las irregularidades del presente periodo en la UNAH estaremos publicando tu editorial hasta el comienzo del ultimo periodo del 2010
ReplyDeleteCon respecto a la editorial, desde hace dias que buscaba la opinión de alguien que se hubiera graduado recientemente; no es que buscar a una persona con esa descripción sea muy dificil, si no el hecho de encontrar a alguin que recien se gradue y tenga un amplio criterio y fidelidad hacia lo que escribe, y si te preguntas como es que presumo estas cualidades en su persona creo que usted al igual que yo sabemos que se puede conocer a las personas por su forma de escribir......
nos estaremos comunicando
Roberto Paz