Es una desgracia que las únicas formas de mitología/fantasía aceptables para los adultos sean la religión y el arte. No creemos realmente en eso, pero nos entretiene imaginar por un momento que podrían existir seres que no son de carne y hueso y que su condición no les resta un ápice de realidad o de influencia sobre los humanos mortales.
Tenía siete años cuando miraba por las noches una luz brillante en la esquina de mi ventana. No se movía y no decía nada, sólo era una luz. Un día le cuento a mi mamá y ella me pregunta qué es. “Es un ángel” le respondí, con la mayor naturalidad.
En mi familia todos son católicos, menos mis papás. No creo que sea producto de una intensa e infructuosa búsqueda filosófica, es más bien un pragmatismo inherente a sus personalidades. Nunca nos bautizaron a mi hermano y a mí, no nos llevaban a misa, no nos enseñaron nada sobre el propósito u origen del mundo. Mi mamá dice que por eso no entendía cuando, con menos de tres años, íbamos caminando por la calle, y si pasábamos frente a una iglesia yo le insistía en entrar. Ella lo relacionaba con la predicción que le habían hecho sobre su primera hija que iba a ser monja, pero esa es otra historia. Me acuerdo que yo sufría porque quería ser bautizada, quería ser una católica en toda la extensión de la palabra. Pero no me iban a dejar hasta que tuviera la conciencia para entender esa decisión, o cumpliera 13 años, cualquiera de los dos que llegara primero.
Mi mamá no entendía cómo era que yo miraba ángeles, pero nunca me creyó mentirosa, ni me dijo que era malo. Por su expresión supe que estaba alarmada, pero trató de disimular y sólo me pidió que se los dibujara. Le conté a mi mejor amiga de la época, y ella se emocionó; quería verlos también. La invité a dormir a mi casa, y mi mamá nos dijo que cualquier cosa rara que pasara, que sólo la llamáramos y ella iba a llegar al rescate. Nos encerramos y apagamos las luces para esperarlos. No sé cuánto tiempo pasó, pero esta vez no apareció una sola luz, era una línea vertical de varias de ellas. Nos quedamos viéndolas un buen rato, hasta que nos dimos cuenta que una silueta oscura estaba dentro de la habitación, frente a nosotras, y empezó a agitar la cama. Gritamos como locas, pero nadie llegaba. Salimos corriendo despavoridas y fuimos a buscar a mi madre, que jura que no escuchó ni un ruido.
Después, un montón de adultos empezaron a decirme que tuviera cuidado con esas “visiones”. Que no quería terminar como una santera, o hacerme adivinadora. Pronto dejé de ver cosas. Leí sobre las apariciones de la Virgen de Fátima y empecé a dormir con una lamparita encendida, por miedo a que se me apareciera la Virgen a mí también. A los trece años me bauticé e hice mi primera comunión. Pero no me duró mucho, a los 16 era una escéptica completa. Se cerró toda posibilidad de que algo sobrenatural e inexplicable me volviera a suceder. Unos cuantos años después, una amiga me dijo que es normal que los niños vean seres y cosas que la gente grande no entiende. Algunos ven el aura de otras personas, por ejemplo. Supuestamente esa es una ventana que se cierra cuando creces, porque debes concentrarte en lo que estás haciendo en este plano, pero eventualmente podría volverse a abrir.
Ahora, que perdí el contacto, debo pagar por la entrada como cualquier adulta normal: aprender a meditar, o practicar el ritual del Mensajero que Paulo Coelho describe en “El peregrino”. Tengo un gran deseo de saber si el mundo es sólo esto, o si de verdad hay más, pero poder conocerlo, no conformarme con una teoría descabellada en la que se da por sentado que el ser humano no tiene la capacidad de entender la naturaleza de lo trascendental. Por lo menos planteo la pregunta otra vez, a ver adónde llega.
aaaaaahhhhhhhhh taaaaaaanto tiempo!!
ReplyDeletevolveré a leerte muchacha
Cuando era pequeño unas niñas decian que miraban a la virgen maria, fui una vez con mi abuela, tenia unos 10 años, a la iglesia de la emiliani, hubo una vigilia eterna y cansada, pero me mantuve con la curiosidad, a la espectativa. Terminó la vigilia y apagaron las luces y las niñas comenzaron a "invocar" a la virgen para que bajara. De repente, atras del templo, dentro vi una nube, con una luz brillante dentro pequeña que se movia, mucha gente la miraba, mucha otra no, luego vi unas luces en el techo, como lineas de luz que cruzaban el techo, recuerdo que no me sentia cansado, estaba feliz, y al final vi una silueta plateada en una pared lateral del templo con forma de virgen. Luego creci, estudie metafísica, reencarnación y me hice budista y no he vuelto a vivir algo asi. En mis recuerdos es muy real, pero no creo en el cristianimso en ninguno de sus sabores. Pienso que el misterio, la verdad de cada uno esta en uno mismo ( que cliche sono =P ) Es la introspección la que nos abre el horizonte. Interesante experiencia la que te paso Marcela
ReplyDeletetiene q ser una de las mejores historias que he leido en un buen tiempo. yo tmb he tenido mis fluctuaciones con la religion, siempre revirtiendome a mi esta de no creyente. creo que es mejor asi.
ReplyDeleteabrazos,
p.d. prometo postear algo 'de verdad' pronto, jaja (lo malo de estar en examenes)
Nunca me ha pasado algo así... y también me pregunto por qué será.
ReplyDeleteMuy buen artículo y bien expresado. Tal vez le interese EL ARTE DE LA VENTAJA, libro virtual para descargar en
ReplyDeletehttp://www.personal.able.es/cm.perez/Extracto_de_EL_ARTE_DE_LA_VENTAJA.pdf
Manual práctico para sobrevivir con astucia en el mundo. Lo que te han contado no es suficiente para triunfar: los conocimientos de este libro se aplican de forma inmediata con resultados excelentes.
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Un saludo
De modo que esa esquizofrenia te vino a muy temprana edad.
ReplyDeleteEstaba muy bien vestida hasta que apareció el nombre de ese escritor brasileño, eso se sintió como una pringonazo de salsa revuelta con grasa sobre un pulcro y angelical traje blanco (recién comprado). Pero bueno, no quiero entrar en controversias por ese mugroso detalle, además no es para tanto, es pura tontera mía.
ReplyDeleteAhora bien, lo de haber visto y percibido esas manifestaciones es algo perfectamente comprensible pero para nada explicable, al menos sin dejar muchos cabos sueltos. A muchas personas les sucede cosas por el estilo y a diferentes edades. En lo personal no creo que una de estas manifestaciones llegue a tener consciencia, no lo creo porque suficientes miles de millones de años de evolución le tomó a la naturaleza estructurar un organismo que sirviese como agente posibilitador de semajante fenómeno. También sé que no terminas de entender mi punto pero no puedo hacer mucho al respecto, me gana la pereza.
A donde realmente quería llegar es a eso de que has perdido el contacto con... con qué será?... con esa dimensión llamémosle fantasmagórica digamos que sí lo perdiste. Pero de acuerdo a como debería ser entendida la espiritualidad, el contacto con el espíritu nunca se pierde, ese contacto somos nosotros, ese contacto nisiquiera es contacto porque es unidad, y esa unidad se experimenta ahora, en el momento presente. Se me hace mucho más fácil decirlo que vivirlo, pero no me cuesta creerlo porque lo reconozco como Verdad.
La vida eterna no es vida de tiempo ilimitado sino vida fuera del tiempo, vida sin pasado y sin futuro, esa es la verdadera plenitud.
Desconozco esa teoría descabellada que dice que el ser humano no puede comprender lo trascendental, yo no lo comprendo, pero... sé que no es por medio de la mente que se podría llegar a comprender lo trascendental, sé que es por medio de otra manera de comprender distinta a la que la mente utiliza. Pero no por eso es menos humana.
(y meditar es divertido, como el jugar de los niños, en un recurso al que todos tienen pleno derecho y acceso pero al que pocos recurren).