El torbellino de la pandemia me arrastró a mi también y me dejó allí donde nunca pensé aterrizar, en los Estados Unidos. Llegué hace tres semanas, después de más de siete años seguidos de no vivir en el continente americano y más de tres de no haberlo visitado. Hablar de shock cultural sería un eufemismo, ya que todo me parece grande y diferente, pero al mismo tiempo muchas cosas me recuerdan a Honduras y tengo que confesar que me siento un poco como en casa.
Después de más de
un año de vivir en París, me encuentro ahora en la ciudad de Columbia, en el
estado de Missouri. Está situada entre St. Louis y Kansas City, cada una a dos
horas, y al sur de Chicago que está a seis horas en carro. Es una ciudad
pequeña construida en torno a la universidad, que por una de esas casualidades
de la vida, tiene su propio reactor nuclear con un departamento de arqueometría,
por lo que Jacques trabaja aquí. Por todas partes se ven carteles de los
“Tigers”, el emblema de la universidad, y gente vestida con sus colores, negro
y amarillo.
Ya fui al
“centro” de la ciudad, compuesto de dos calles perpendiculares con algunos
comercios y restaurantes cerrados por la pandemia. Es más pequeño de lo que me
atrevo a aceptar. El resto de la ciudad está disgregado por calles súper
amplias, con acera casi inexistentes, para llegar a centros comerciales por
todas partes, en carro por supuesto. Hay un sistema de transporte público, pero
está compuesto por seis líneas de bus, con un bus cada una (!!), que hacen un
recorrido de 45 minutos a los diferentes ejes de la ciudad pero que se unen
todos en el mismo lugar para luego volver a empezar. Eso quiere decir que si
uno pierde el bus, tiene que esperar 45 minutos para que vuelva a llegar. No
tiene horarios, pero hay una aplicación en el teléfono que te permite saber
adónde está el bus que te interesa. Solo la gente de bajos recursos, y los
extranjeros despistados, usan el bus. Con el covid, lo han puesto gratuito,
pero los choferes bloquean el acceso a la parte delantera del bus para no
entrar en contacto con los pasajeros.
Así que Jacques y
yo andamos principalmente en bicicleta. En cuanto llegué, me suscribí a varias
páginas de facebook de organizaciones locales, entre ellas el departamento de
parques y de recreaciones, que maneja entre otras cosas los senderos de
excursión. Justo en esos días, una asociación que colabora con ellos tenía una
venta de bicicletas de segunda mano, así que hicimos cita para ir a verlas.
Resulta que la asociación tiene por objetivo favorecer el transporte en
bicicleta, como una alternativa al carro, en especial para las clases
populares. Ofrece entonces reparaciones gratuitas de las bicicletas y
ocasionalmente hace ventas como esa. Encontré la mía y hasta me regalaron una maletita y un foco. Así que nos pueden encontrar con nuestras
bicis entre los pick-ups gigantescos, aunque todavía me tengo que acostumbrar a
estar rodeada de carros y tengo que mejorar considerablemente mi condición
física y eso que aquí no hay cuestas. Pero el otro día fui sola al centro
comercial más cercano, a unos diez minutos de donde vivimos, y lo consideré
como el primer gran éxito de mi estadía aquí.
Nuestro primer domingo, Jacques me llevó a uno de los “trails”, los senderos de excursión que rodean la ciudad. El que tenemos cerca es el MKT, el que conecta los estados de Missouri, Kansas y Texas, lo que da una idea de su distancia. Atraviesa bosques y ríos, pero el sendero está perfectamente definido y mantenido y tiene en varios puntos estacionamientos, baños, fuentes de agua y otros servicios, por lo que se ve varia gente caminando, corriendo o en bicicleta. Me encantó ese paseo y me muero de ganas de hacer más excursiones. Nunca me imaginé que de todos los lugares del mundo, era en los Estados Unidos que iba a tener la oportunidad de conectarme con la naturaleza. Pero ese es apenas el primero de muchos prejuicios que tengo sobre este país que voy a tener que enfrentar en los próximos 10 meses.
After more
than a year of living in Paris, I am now in the city of Columbia, in the state
of Missouri. It is located between St. Louis and Kansas City, both two hours
from here, and south of Chicago, which is a six-hour car ride away. It is a
small town built around the university, which somehow has its own nuclear
reactor and department of archaeometry, which is why Jacques works here.
Everywhere you go you find billboards of the “Tigers”, the university’s emblem,
and people dressed up in its colors, black and yellow.
I have
already been to the “city center”, which is just two perpendicular streets with
some shops and restaurants closed because of the pandemic. It is smaller than
what I am ready to accept. The rest of the city is disintegrated by wide
streets, with almost non-existent sidewalks, to reach ubiquitous shopping
centers, by car of course. There is public transportation, but it is formed by
six bus lines, with one bus each (!!), which makes a 45-minute loop towards the
city’s different axes, ending all together in the same spot before starting again.
This means that if you miss the bus you need to wait 45 minutes for it to come
again. There are no schedules, but there is an app to see where the bus you are
interested in is at the moment. Only poor people, and clueless foreigners, take
the bus. Because of covid, it is free right now, but the drivers block the
front access so that they have no contact whatsoever with the users.
So Jacques and I use mainly the bike. As soon as I got here, I subscribed
to many facebook pages of local organizations, among them the parks and
recreation, which handles the excursion trails. Those days, an association that
works with them was organizing a sale of secondhand bicycles, so we made an
appointment to go see them. The association promotes transportation by bike, as
an alternative to the car, especially for working-class people. It thus offers
free repairs and occasionally organizes sales such as this one. I found my bike
and they even gave me a small case and a lamp. So you can find us biking next
to the huge pick-ups, even though I still have to get used to being surrounded
with cars and I definitely need to improve my physical condition. But the other
day I went by myself to the closest shopping center, located close to 10
minutes away from where we live, and I considered it the first important
achievement of my stay here.
Our first Sunday, Jacques took me to one of the trails that surround the city. The one next to our place is the MKT, which connects the states of Missouri, Kansas and Texas, which can give you an idea of how long it is. It goes through forests and rivers, but the trail is perfectly defined and maintained and it has parking spaces, bathrooms, water fountains and other services in many points, so you see a lot of people walking, running or biking. I loved that stroll and I cannot wait to discover other trails. I never thought that in all places in the world, it was in the USA that I would have the opportunity to connect with nature. Yet this is barely the first of many prejudices I have about this country that I will have to face in the next 10 months.
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