A casi un cuarto de terminar un libro interminable y horrendamente complejo, decidí darme un respiro con otras lecturas más dietéticas. Un tipo que me recomienda comprar acciones, bonos, crear mi propia corporación y aprender de contaduría (tema para otro post), además del ya mencionado y horroroso John Gray. Por que es horroroso cuando alguien que consideras zoroilo tiene toda la razón, y encima de eso, tiene algo que enseñarte.
Gray tiene una técnica que se puede utilizar en caso de peleas entre parejas, pero que en realidad funciona para cualquier relación humana: las cartas de amor. Cuando te enojas horriblemente con alguien, no sucumbes ante la tentación de gritarle sus cuatro verdades. Te callas, te retiras y le diriges un texto. El propósito es desahogarse en cinco niveles, que son más o menos las cinco etapas que deberías de atravesar cuando tienes un conflicto.
“Querido fulano, te odio por esto, no me gusta que, me siento frustrado por, estoy enojado por que…” Todo lo que tenga que ver con ira.
Luego pasas a la tristeza: “Estoy triste; me siento herido; me siento decepcionado, etc.”
Temor: “Tengo miedo (con la vocecita del patito de 31 minutos), me siento asustado, estoy preocupado por…”
Pesar: “Lamento que, no quise, me siento incómodo, me siento avergonzado.”
A estas alturas, ya deberías de recordar por qué es que quieres a esa persona, y entras a la sección de Amor. Comienzas tus frases con Quiero, Comprendo, Perdono, Agradezco, y palabras parecidas.
La mejor parte es el final. En la post data escribes lo que te gustaría que te respondiera la otra persona. Lo que sería su reacción si este fuera un mundo ideal y perfecto concebido por ti. La idea es que sepas más o menos lo que esperas de la otra persona, y estar receptivo a recibir lo que buscas. Si necesitas profundizar en ello, pues escribes toda una carta adoptando la identidad de tu malhechor.
No tengo palabras para describir lo ridículo que parece este ejercicio y mucho más lo ingenua que me siento al hacerlo. Me pongo a pensar en mis nietas encontrando en mis diarios todas esas cartas acomplejadas, viscerales y llorosas y me da vergüenza empezar a redactar. Pero funcionan. Lo comprobé hace unos días que me enojé con mi madre, rompí mi voto de silencio y le respondí bien feo. En la carta, comencé reclamándole de todo, hasta por cosas que pasaron en mi infancia, y terminé toda arrepentida y pidiendo disculpas en persona. Hoy tuve que recurrir a ellas otra vez.
Tengo que aprender a pedir lo que quiero, en vez de hacer rabietas por que no lo consigo (a pesar de que los demás todavía no han aprendido a leerme la mente) y a no desquitarme con gente que no tiene nada de culpa.
Gray tiene una técnica que se puede utilizar en caso de peleas entre parejas, pero que en realidad funciona para cualquier relación humana: las cartas de amor. Cuando te enojas horriblemente con alguien, no sucumbes ante la tentación de gritarle sus cuatro verdades. Te callas, te retiras y le diriges un texto. El propósito es desahogarse en cinco niveles, que son más o menos las cinco etapas que deberías de atravesar cuando tienes un conflicto.
“Querido fulano, te odio por esto, no me gusta que, me siento frustrado por, estoy enojado por que…” Todo lo que tenga que ver con ira.
Luego pasas a la tristeza: “Estoy triste; me siento herido; me siento decepcionado, etc.”
Temor: “Tengo miedo (con la vocecita del patito de 31 minutos), me siento asustado, estoy preocupado por…”
Pesar: “Lamento que, no quise, me siento incómodo, me siento avergonzado.”
A estas alturas, ya deberías de recordar por qué es que quieres a esa persona, y entras a la sección de Amor. Comienzas tus frases con Quiero, Comprendo, Perdono, Agradezco, y palabras parecidas.
La mejor parte es el final. En la post data escribes lo que te gustaría que te respondiera la otra persona. Lo que sería su reacción si este fuera un mundo ideal y perfecto concebido por ti. La idea es que sepas más o menos lo que esperas de la otra persona, y estar receptivo a recibir lo que buscas. Si necesitas profundizar en ello, pues escribes toda una carta adoptando la identidad de tu malhechor.
No tengo palabras para describir lo ridículo que parece este ejercicio y mucho más lo ingenua que me siento al hacerlo. Me pongo a pensar en mis nietas encontrando en mis diarios todas esas cartas acomplejadas, viscerales y llorosas y me da vergüenza empezar a redactar. Pero funcionan. Lo comprobé hace unos días que me enojé con mi madre, rompí mi voto de silencio y le respondí bien feo. En la carta, comencé reclamándole de todo, hasta por cosas que pasaron en mi infancia, y terminé toda arrepentida y pidiendo disculpas en persona. Hoy tuve que recurrir a ellas otra vez.
Tengo que aprender a pedir lo que quiero, en vez de hacer rabietas por que no lo consigo (a pesar de que los demás todavía no han aprendido a leerme la mente) y a no desquitarme con gente que no tiene nada de culpa.
Querido Mengano:
ReplyDeleteGracias por tu carta, la aprecio mucho. Gracias a ella me di cuenta que eres una persona patética.
Hasta nunca.
Hola Marcela
ReplyDeleteMe gustaría saber como se llama ese libro... buen post!!! aunque digas que es patético...sería un buen ejercicio.
Saludos
El libro de John Gray se llama "Los hombres son de marte, las mujeres son de venus". Sí te lo recomiendo, profundiza en las diferencias entre ambos sexos y trata de ser un manual práctico para lidiar con ellas. Yo hago tanto drama por que hay muchas cosas de él que me duele aceptar son ciertas, pero vale la pena leerlo.
ReplyDeletesometimes i wonder if my straight-to-the face ways of dealing with my problems are really good. i mean, sometimes i precipitate myself with my current thoughts and words that i end up forgeting to take a deep breath and analyze the big picture.
ReplyDeletethis letter thing does sound silly but maybe it's effective to help us rearrange our thoughts.