30 August 2009

Grandes biografías: malos libros

Dana Arnold explica en su libro “Una brevísima introducción a la Historia del Arte” que el principal problema con narrar la evolución del arte a través del lente de los artistas que contribuyeron a ella es que dicho enfoque biográfico aísla al artista de su contexto histórico. Pero también explica que esta mala costumbre es heredada del pintor y arquitecto de origen florentino Giorgio Vasari, quien es considerado el primer historiador de arte gracias a su libro “Vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos”. En esta obra, Vasari dio rienda suelta a su arbitrariedad y subjetividad para dividir en diferentes etapas el Renacimiento según los grandes artistas que, él consideró, lo definían. Esa forma de escribir sobre los “genios” que moldearon el arte, e incluso hasta la periodización que propuso, todavía son utilizadas en nuestros días (es seguro decir que con nuestro culto a las celebridades probablemente no esté destinada a desaparecer). Pero ser un discípulo, quizá inconsciente de Vasari no es excusa suficiente para perdonar a Carlos Berbell por su biografía de Pablo Picasso. Desde que pertenece a una colección llamada “Grandes biografías” uno debería prepararse para un desastre, pero la fama de Picasso y por ende su fácil acceso a información además que el autor comparte la misma nacionalidad que el protagonista deberían haber elevado los estándares de esta biografía.


Me ha pasado en la vida cotidiana que una obra me impacta y me enamoro de ella pero que cuando conozco al artista y lo veo en sus quehaceres y querellas diarias me decepciono por completo y me pregunto cómo tanta belleza e ingenio pudieron haber surgido de un mortal tan mezquino e insoportable. Esto mismo me sucedió con Picasso y me extraña porque no me pareció antipática la forma en que Jean Paul Sartre se vanagloriaba en “Les mots”, su autobiografía, por haber sido brillante y precoz desde la niñez porque nunca tuvo ninguna figura paterna o autoritaria a la cual tuviera que subordinarse intelectualmente, pero cuando Berbell narra cómo Picasso superó rápidamente, en el campo profesional, a su mediocre padre me dio la impresión de ser un mocoso consentido y sin ley.

Al acabar de leer todas las peripecias del “genio” me quedó el mal sabor de no haber aprendido nada sobre su arte, sus técnicas o la influencia de sus obras en el mundo, pero puedo dar una cronología detallada del amplio sector femenino de la época que sucumbió a sus encantos, dónde vivieron juntos, cuánto tiempo duraron y qué hijos le corresponden a cada mujer. Si tan sólo esto se hubiera llamado “Vida secreta amorosa de Picasso” (como en una colección que lleva ese nombre) no me hubiera sentido tan decepcionada. Leí este libro en preparación para el montaje de los grabados en el MIN y a pesar de que estuve muy alerta para encontrar la etapa de la vida de Picasso en que realizó estas obras que vinieron a Honduras creo que quedaron relegadas en segundo plano entre la descripción del pintor dibujando a alguna mujer desnuda y luego acostándose con ella. Así que para este 3 de septiembre necesito un mejor material que no quiera emular a Corín Tellado.

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