
Lo más tenebroso de “Wuthering heights” es que es una novela que se apega a la vida diaria, a la realidad. No hay ningún elemento mágico o fantástico, no hay emocionantes escenas con explosiones y persecuciones que conviertan sus horrorosos sucesos en algo inverosÃmil para que de esa manera la podamos percibir como algo lejano y asà reconfortarnos. A todos nos podrÃa pasar que lleven a un niño pobre a vivir en nuestra casa, que los dos nos criemos como compañeros inseparables al punto de vivir eternamente enamorados, hasta que uno decide casarse con otra persona, para ver al que habÃa sido nuestro gran amor convertirse en una criatura despreciable, encaprichada y obsesionada por hacer justicia por sus propias manos. Y como sucede en la vida misma, el castigo no es proporcional al daño, pero es nuestra voluntad la que nos hará seguir adelante.
Cuando uno se imagina el siglo XVII y XVIII en las narraciones de Jane Austen y de Louise May Alcott se puede cometer fácilmente el error de creer que esa época era la ideal para vivir: o se tiene mucho dinero y las mayores preocupaciones es quién se va a casar con quién, como en “Emma”, o uno es muy pobre pero tiene una hermosa familia unida que sirve de apoyo mientras uno encuentra con quién casarse, tal y como sucede en “Mujercitas”, pero Emily Brontë las destrona a ambas con una historia atormentada, complicada y profundamente rica en sabidurÃa y en advertencias para la vida. Es hasta mucho más versátil en su manera de contar la historia en distintos momentos a través de diferentes personajes.
Cuando pienso en estas semanas de andar pensando en tanto sufrimiento por sólo leer la historia no me puedo imaginar cómo debe haber sido escribirla, y peor, hacerlo aislada del mundo, como una forma de entretenimiento. Creo que si yo viviera encerrada y escribiera novelas para crear el mundo que no conozco en persona me imaginarÃa cosas insufriblemente melosas. Brontë se merece mi mayor admiración.
Post a Comment