Hay muy pocas ocasiones en que el gusto del público y el disfrute de la mente se alinean, pero el cosmos nos ha sonreído esta vez con el enorme éxito de Glee, la serie más reciente de Ryan Murphy, creador de la ya desaparecida Nip/Tuck. Una observación superficial haría creer que ambos programas son diametralmente opuestos, pero tengo la sospecha de que Murphy no pudo soportar la muerte de su primera serie y quiso continuarla, inteligentemente disfrazada con adolescentes, dándole de esta manera un atractivo aún mayor, disfrutable por una audiencia más amplia.
Las similitudes son evidentes cuando uno lo mira mejor. Nip/Tuck seguía la historia de dos cirujanos plásticos muy exitosos en la ciudad de Miami, mientras que Glee se concentra en el coro de una escuela pública de un pueblo de Ohio, pero las dos tramas tienen como componente esencial la importancia que tiene la apariencia en nuestra cultura. Para los cirujanos es obvio y cada episodio trataba una disfunción diferente en distintos personajes, pero para los estudiantes de la secundaria William McKinley es ser categorizado por la forma en que se presentan a los demás. Ser gordo, negro, asiático, gay o discapacitado son características excluyentes y poco atractivas, merecedoras del repudio de los exitosos y guapísimos jugadores de fútbol y porristas.
Otro tema central de ambas series es el sexo y las complejas relaciones que se forman antes y después de él. En Nip/Tuck un embarazo no deseado es el que obliga a Sean y a Julia a casarse y a hacer que esta última abandone su futuro prometedor como doctora, así como en Glee la porrista popular Quinn se ve destronada y humillada cuando queda embarazada por accidente. Está la búsqueda insaciable (Christian y los jugadores de fútbol), pero se muestra también la privación absoluta con la maestra Emma que en su madurez todavía es virgen, y la imagen que se desea proyectar pero que nunca se cumple, con todas esas historias del club de celibato que es una fachada para hacer lo que sea cuando nadie está viendo.
En ambas series el matrimonio principal se derrumba a causa de una mentira acerca de los hijos y más que un cuestionamiento a las instituciones del matrimonio y la familia creo que es una advertencia a las consecuencias de la falta de honestidad y de la traición a la confianza. El personaje central es visto como una víctima inocente de la cruel mujer, pero en contraposición al hombre común que decidió casarse y es castigado por ello están los solitarios ambiciosos, encarnados por Christian y Sue respectivamente, que sólo viven para acumular mujeres, dinero y/o trofeos. Los hijos que viven sin sus padres, por muerte, adopción o negligencia son tratados de forma muy similar. Christian fue puesto en adopción y puesto bajo el cuidado de un pederasta que abusó de él por muchos años, convirtiéndolo en un ser desalmado que ninguna cantidad de éxito podría llegar a satisfacer. Pero a pesar de que Rachel es adoptada por una pareja de hombres homosexuales que la quieren mucho ella también vive atormentada por el hecho de crecer sin una figura materna y trata de compensarlo luchando por convertirse en una estrella. Sin olvidar a Kurt que sin madre tiene dificultades para aceptarse y Finn que sin su padre no tiene modelo a seguir.
La amistad teóricamente inquebrantable de Sean y Christian es la de Puck y Finn, ambas puestas a prueba por una nena, que bien puede ser Julia como puede ser Quinn, las dos buscando estabilidad con el hombre honesto y sensible pero hipnotizadas sin remedio por el rebelde.
Otro eje de ambas tramas es la vocación, que si bien en una de ellas toma la forma de cirugía y en la otra es el canto, en las dos se cuestiona cómo reconciliar ese llamado con la vida cotidiana. En el aislamiento el camino a seguir es satisfactorio y poderoso, pero puesto en el contexto de una vida con otras personas no deja de entrar en conflicto con ellas.
A pesar de todo lo mencionado anteriormente, Glee no es una copia al carbón de su predecesora. Introduce componentes muy interesantes gracias al hecho de centrarse en adolescentes, que por definición están plagados de clichés. Empezando por la homosexualidad. Por un lado se discute la problemática de ser hijo de un matrimonio homosexual con Rachel y la búsqueda de su madre. Y por otro lado está Kurt, un muchacho estereotipado al 100% e hijo de un viudo cavernícola que no lo entiende muy bien pero lo quiere lo suficiente para amarlo y protegerlo de todo tipo de amenazas. Muchos de los momentos más emotivos de la serie involucran a Kurt, que primero no es capaz de aceptarse y cree estar enamorado de Rachel y hacerse pasar por jugador de fútbol. Pero luego al entender lo irrevocable de su condición confiesa y descubre que su padre no tiene objeciones, aunque eso no garantiza una fácil convivencia entre ellos y con los demás.
El tratamiento del tema de la discapacidad es uno que particularmente me encanta, primero porque no muchas series lo tratan. No logro recordar una serie donde una persona con discapacidad sea un protagonista y donde el tema no se convierta en un tabú sino que se enfrente sin ninguna reserva. Artie es un joven en silla de ruedas que secretamente sueña con volver a caminar y convertirse en bailarín. Todos lo quieren y lo consideran uno del grupo, pero en ciertas circunstancias queda claro que no lo consideran igual que ellos. Uno de los mejores episodios es cuando Mr. Schuester obliga a todos los alumnos a usar silla de ruedas para que entiendan por lo que Artie tiene que pasar. En esa misma ocasión tienen que competir contra un coro de muchachos sordo mudos que también colabora en quitar varios de sus delirios de superioridad, y se descubre que la malvada entrenadora que quiere acabar con ellos tiene una hermana con síndrome de Down.
Pero desde luego, además de la apariencia, el sexo, la familia y los amigos, Glee y Nip/Tuck están concebidas con música y para la música. En Nip/Tuck la operación empezaba hasta que se ponía el disco con la canción alusiva a la condición del paciente; en Glee se arranca con un tema, se buscan las canciones y se encuentran ocasiones para cantarlas. Esto favorece el uso de temas viejos, rebuscados y a veces hasta unos muy malos, pero siempre se trata de balancear con canciones contemporáneas y de moda para no perder el interés de la gente. Santa Madonna tuvo su famoso episodio dedicado completamente a su carrera, así como Lady Gaga, aunque esta última se ve opacada fácilmente por cualquiera de las canciones de musicales de Broadway que aparecen con regularidad (y de hecho, en su episodio no sólo tocan canciones de su autoría). La variedad de canciones es muy interesante y a veces se escuchan cosas que en su forma original no tienen valor de ningún tipo pero transformadas se convierten en la canción perfecta para el momento perfecto. Aunque a veces ese contexto es un poco forzado y al ver la serie uno tiene que conceder muchas licencias poéticas cuando los personajes empiezan a cantar de la nada y la realidad se trastorna por tres minutos. Pero todo eso se olvida y uno se termina acostumbrando; después de todo, lo que se quiere mostrar es la dicha de cantar, de perderse en algo más grande que uno y de sentir que se puede llegar más lejos de lo que uno alguna vez pensó.
Cuando Ryan Murphy subió al estrado, junto a todo el elenco, a aceptar el Golden Globe por mejor serie de comedia, explicó que el programa es sobre la importancia de la educación artística en los jóvenes. El coro de una escuela de un pueblo en medio de la nada, con gente que no logra sus aspiraciones y que probablemente esté condenada a vivir allí para siempre es simbólico de cómo la música, o cualquier arte, es una forma para buscar y expresar la identidad, para desahogarse, para crear disciplina, dirección y motivación. Pero también para unir a personas que aparentemente son tan diferentes. El arte es aquello que nos hace ser mejores, porque al final de cuentas, cualquier creatividad que tengamos en él es creatividad que tengamos para la vida.
Dejo 3 canciones que son de mis favoritas del extenso repertorio que tienen. La primera es con Kristin Chenoweth, que canta a dúo con Lea Michele en "Maybe this time", de "Cabaret":
Luego, del dramático mitad de temporada, el solo de Lea Michele de "Funny girl": "Don't rain on my parade":
Su versión de "Like a virgin", porque nunca se escucha lo suficiente esta canción:
Y como el tufoso youtube no deja poner videos de la serie sólo voy a poner este trailer de Kurt ensayando para el coro, cuando debería ensayar para el equipo de fútbol.
Post a Comment