25 February 2021

À la recherche du Bourdain perdu

Anthony Bourdain


Pensé mucho en Anthony Bourdain durante el primer confinamiento del año pasado, cuando mi única salida de la semana era para ir al supermercado y el resto del tiempo lo pasaba en mi apartamento de 25 m2. Muchas personas aprovecharon el encierro para experimentar en la cocina, hornear su propio pan o preparar platos más elaborados que de costumbre. A mí me pasó todo lo contrario, perdí todo el gusto por cocinar.


En tiempo normal, tengo un sistema bien estructurado con respecto a la comida. Cada semana hago un menú de lo que voy a comer en los días siguientes, siguiendo recetas de libros y de blogs de cocina que sigo regularmente, lo que me da la lista de ingredientes que me toca comprar en el supermercado. Generalmente los domingos cocino la mayoría de los platos de la semana, de manera a no hacer gran cosa de lunes a viernes después del trabajo. Así puedo llevar mi almuerzo a la oficina y me permito comer afuera los viernes, además del sábado por la noche. Continué con el sistema durante el confinamiento, pero perdí la motivación de andar buscando recetas. Los viernes y sábados terminaba cocinando cualquier cosa que no necesitara una gran preparación, porque por mucho que me encantaba mi barrio en París, no tenía buenos restaurantes a menos de un kilómetro, que era el radio permitido para salir. Así que trataba de motivarme viendo programas de comida/cocina en modo maratón que empezaba los viernes por la noche.


El primer programa que vi fue “Ugly Delicious” de David Chang. Cuando lo empecé, no tenía ni idea de quién era y el año anterior había intentado ver este programa, pero el tipo me pareció tan antipático que, a pesar de que era un episodio sobre tacos, desistí a la mitad. Que haya decidido darle una segunda oportunidad solo muestra lo desolado que está el panorama culinario de la televisión sin Bourdain. Tal vez es como en el amor, que supuestamente uno se enamora de la persona con la que se pasa más tiempo, porque episodio tras episodio, Chang terminó cayéndome bien. Hasta me dio lástima que solo hubiera dos temporadas. En vez de hacer episodios según un lugar específico, Chang los hace temáticos, según un tipo de plato o de técnica. Así fue como aprendí que los tacos al pastor descienden directamente de los kebabs libaneses. Es que las cosas más obvias se esconden a la luz del día.


Fue por David Chang que me acordé que Padma Lakshmi existía. No recuerdo cómo supe que tenía un programa en el que recorría los Estados Unidos para mostrar la comida traída por pueblos inmigrantes, pero yo tenía mis reservas sobre ella. Hasta entonces, yo creía que Lakshmi era simplemente la presentadora no muy amigable del Top Chef gringo y la ex esposa de Salman Rushdie. Afortunadamente, vi el programa y descubrí a esa mujer increíble. “Taste the Nation” es muy personal para Lakshmi, que empieza cada episodio recordando que ella llegó muy joven a los Estados Unidos proveniente de la India. Pero el programa tiene también implicaciones e intenciones muy políticas, denunciando el racismo del presidente americano de aquel entonces y subrayando en pleno año electoral que ese país no es nada sin las culturas ni la mano de obra del extranjero. De hecho, Lakshmi toma el toro por los cuernos desde el primer episodio yendo a la frontera entre México y los Estados Unidos. Pero son los otros episodios que fueron una revelación para mí porque mostraban comidas que todo mundo da por sentado como el chop suey, pero desde el punto de vista de comunidades que viven en los Estados adaptando sus raíces a ese nuevo entorno. Nunca me hubiera imaginado que en Milwaukee se honraba tanto la herencia alemana, o que en Paterson, New Jersey, habían tantos peruanos. Aunque mi episodio favorito fue definitivamente el de Nueva York, donde Lakshmi va a supermercados indios, presenta a su mamá y habla de su historia. Ahora pueden considerarme una fan incondicional de Padma.


Pasé un fin de semana viendo “Nadiya’s Time to Eat”, el programa en netflix de una de las ganadoras de la versión británica de “Great British Bake Off”, Nadiya Hussain. Recordaba muy bien la temporada en que ella participó y me pareció increíble ver cómo había cambiado desde entonces. Cuando era una participante en el concurso, Nadiya se vestía completamente de negro, no era muy amable, pero hacía recetas muy interesantes, usando siempre combinaciones atrevidas de especies. En este programa, Nadiya está siempre de buen humor en su cocina colorida en el campo inglés donde nunca llueve y hace platos que se ven fáciles y muy ricos. Sin embargo, no me convenció que en cada episodio visitara a una persona, que generalmente no tenía tiempo para cocinar porque trabajaba mucho, para enseñarle una receta, como si fuera posible cambiar las injusticias estructurales de la sociedad con un simple quiche. Tampoco me pareció muy relevante que fuera a visitar fábricas de productos transformados para mostrar de dónde viene la comida que deberíamos dejar de consumir. Pero el acabose fue que usara productos enlatados en sus recetas. Que alguien llame de urgencia a Jamie Oliver por favor. Aun así, le estoy dando una oportunidad a su nueva serie “Nadiya Bakes”, porque tengo la esperanza que sea mejor en su área de especialidad, la repostería, y por los tres episodios que he visto, parece que mi intuición es correcta. 


También hacía maratones de los videos de Claire Saffitz en el canal youtube de “Bon Appetit”, que ya he mencionado previamente. Tengo que decir que ningún otro de los presentadores logró cautivarme como ella, con la excepción de Ricky Martínez a quien le debo finalmente haber aprendido a hacer pupusas. Irónicamente, “Bon Appetit” se vio envuelto en un escándalo en el que su editor tuvo que renunciar cuando salieron a la luz fotos antiguas de él disfrazado de puertorriqueño y cuando se demostró que solo les pagaba a los presentadores blancos por hacer videos y no a los BIPOC. Unsuscribe directo.


No puedo hacer un post sobre programas de comida sin dar una mención honorífica a mi preferido desde hace varios años, “Très Très Bon”. Es un programa francés que pasan en un canal sobre la vida en París, así que se sitúa en la cúspide del esnobismo. Su concepto es que un crítico, que por muchos años no se mostraba frente a la cámara, visita mercaditos especializados y restaurantes de lujo junto con invitados para probar sus productos o platillos y darles una nota que va desde “no muy bueno” hasta “muy muy bueno”. En otros segmentos, son presentadoras que prueban restaurantes de “street food”, o lo más cercano a esa categoría que se puede encontrar en Francia, reposterías, y hasta restaurantes con tendencias ecológicas y hoteles de lujo. Obviamente, la mayoría de los lugares que visitan están en París, aunque a veces hacen excursiones en otras ciudades de Francia y hasta en otros países. Pero incluso antes de vivir en esa ciudad me encantaba ver su variedad de restaurantes, aprender sobre los diferentes criterios para juzgar una comida y ver cómo muchos de los restaurantes más caros resultan no ser tan buenos en realidad. Mi segmento favorito es, sin ninguna sorpresa, el de street food, presentado por Mina Soundiram, la chava que me parece la más cool y elegante de mi generación y no solo porque compartimos una pasión extrema por las hamburguesas.


Todo esto para decir que Anthony Bourdain me hace mucha falta. Trato desesperadamente de buscarlo en los nuevos presentadores y en todo tipo de programas, pero estoy consciente de que Bourdain era único e irremplazable. Aun así, se seguirán produciendo más programas de comida y los seguiré viendo. Después de todo, ¿acaso no somos la generación que tiene que seguir haciendo las cosas, aunque sepamos que todo está perdido de antemano?




I thought a lot about Anthony Bourdain during last year’s first lockdown, when my only outing of the week was to go to the supermarket and I spent the rest of the time in my 25 m2 apartment. A lot of people took advantage of sheltering to experiment in the kitchen, to bake their own bread or to prepare more elaborate meals than usual. For me it was the opposite, I lost all desire to cook.


In normal times, I have a very structured system when it comes to food. Each week I do a menu of what I will eat in the next days, based on books and cooking blogs I follow regularly, which gives me the list of ingredients I have to buy at the supermarket. It is generally on Sundays that I cook most of the meals of the week, so as to do as little as possible from Monday to Friday after work. This allows me to bring lunch to the office and I give myself permission to eat outside on Fridays and on Saturday evening. I continued with the system during lockdown, but I lost the motivation to look up recipes. On Fridays and Saturdays, I ended up cooking anything that did not necessitate considerable preparation because, even though I really liked my neighborhood in Paris, I did not have good restaurants in a 1 km radius, which was our permitted area. So, I tried to motivate myself by watching cooking/food shows in marathons that I started on Friday evening.  


The first show I watched was “Ugly Delicious” by David Chang. When I started, I had no idea who he was and the previous year I had attempted to watch this show, but I found the guy to be so unfriendly that, despite the fact that the episode discussed tacos, I left it halfway. That I decided to give it a second chance only demonstrates how desolate the TV culinary landscape is without Bourdain. Maybe it is just like love, in that you supposedly fall in love with the person you spend the most time with, because episode after episode, I ended up liking Chang. I was even sad that the show only had two seasons. Instead of doing episodes based on a specific place, Chang adopts a thematic approach, based on a specific type of dish or technique. That is how I learned that tacos al pastor are direct descendants from Lebanese kebabs. The most obvious things really do hide in plain sight.


It was thanks to David Chang that I remembered that Padma Lakshmi existed. I do not know how I learned that she had a show in which she traveled across the USA to show the food brought by immigrant populations, but I had some reservations on her. Up until then, I thought that Lakshmi was just the cold US Top Chef host and Salman Rushdie’s ex-wife. Luckily, I watched the show and discovered this amazing woman. “Taste the Nation” is very personal for Lakshmi, who starts each episode by reminding everyone that she came to the US from India when she was very young. But the show has also very political implications and intentions, by denouncing the racism of the American president at the time and highlighting, in the middle of an election year, that this country is nothing without the cultures or the workforce coming from abroad. In fact, Lakshmi grabs the bull by the horns right in the first episode by going to the US-Mexico border. But it is the other episodes that were a revelation to me because they showed meals that everyone takes for granted, like chop suey for example, but from the point of view of the communities that live in the US and adapt their roots in this new environment. I had no idea that Milwaukee honored so much the German culture, or that in Paterson, New Jersey, there were so many Peruvians. But my favorite episode was definitely the one in New York, in which Lakshmi goes to an Indian supermarket, introduces her mother and tells their story. You can now count me among Padma’s unconditional fans.


I spent a weekend watching “Nadiya’s Time to Eat”, the netflix show hosted by winner of “The Great British Bake Off”, Nadiya Hussain. I remembered very well the season she participated in and was really surprised by how much she had changed since then. When she was a contestant in the baking competition, Nadiya wore only black, she was not very nice, but her recipes were very interesting because she always used daring spice combinations. In this show, Nadiya is always in a good mood in her colorful kitchen on the English countryside where it never rains and prepares meals that look easy and tasty. However, I was not convinced by the segment in each episode in which she visited someone, who generally had no time to cook because they worked too much, to teach them a recipe, as if it is possible to change the structural injustices of the world with a simple quiche. I also did not find relevant the visits to factories of transformed products intended to show where the food we should stop eating comes from. But the worst of it all is that she uses canned foods. Someone needs to call Jamie Oliver ASAP. Yet, I am giving a chance to her new show “Nadiya Bakes”, hoping that she is better in her domain, baking, and based on the three episodes I have seen so far, it seems that my intuition was right.


I also watched marathons of Claire Saffitz’s videos in the “Bon Appetit” youtube channel, which I have mentioned before. I must say that no other host managed to captivate me like her, except Ricky Martínez whom I can thank for finally learning to make pupusas. Ironically, “Bon Appetit” was involved in a scandal in which its editor had to step down when old pictures of him dressed as a Porto Rican surfaced and when it was demonstrated that he only paid white hosts for their video appearances and not the BIPOC ones. Unsuscribe directly.


I cannot make a post on food shows without giving an honorary mention to my favorite for many years now, “Très Très Bon”. It is a French show broadcasted on a channel devoted to life in Paris, so it belongs to the cusp of snobbery. Its concept is that a critic, whom for many years did not appear in front of the camera, goes to specialty grocery shops and upscale restaurants with guests to taste their products or meals and rate them in a scale from “not very good” to “very very good”. On other segments, other hosts taste “street food” restaurants, or the closest you can find to this category in France, bakeries, and even restaurants with sustainable practices or luxury hotels. Obviously, most of the places they visit are in Paris, although they sometimes do excursions to other cities in France and even in other countries. But even before I lived in this city I loved watching its variety of restaurants, learning on the different criteria to judge a meal and seeing how many of the most expensive restaurants were not actually that very good. My favorite segment is, unsurprisingly, the street food one, hosted by Mina Soundiram, the girl I believe to be the coolest and most elegant of my generation and not only because we share an extreme passion for burgers.


All of this to say that I miss Anthony Bourdain very much. I try desperately to look for him in the new hosts and in all sorts of shows, but I am aware that Bourdain was unique and irreplaceable. Even still, there will always be new food shows and I will continue watching them. After all, are we not the generation that has to continue doing things, even though we know that everything is lost beforehand?







Bourdain picture: Martin Schoeller

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