Hace más de unos cuatro años yo había terminado con mi primer novio. Nuestra situación estaba lejos de ser ideal pues él venía de una familia numerosa y ultra conservadora donde una hija de un núcleo cerrado y hereje no era muy bien vista. En retrospectiva no entiendo si es que yo estaba realmente enamorada o es que era muy ingenua o inocente, pero yo me imaginaba casada con aquel muchacho. Quería terminar rápidamente mis estudios y tenía algún presentimiento de que eso iba a significar un matrimonio casi inmediato y con una ceremonia religiosa, que a estas alturas todo mundo sabe que yo no tolero. Los casi tres años que anduvimos con ese chavo fueron tortuosos, por decirlo de una manera diplomática. Sus padres lo presionaban constantemente por que terminara conmigo -lo que hacía muy seguido, pero al final siempre regresábamos al mismo ciclo de volver a estar juntos hasta que uno de los dos flaqueaba y se quería ir.
Una de esas tantas veces terminamos y en esta ocasión se sentía como algo definitivo. Como buena niña inmadura que era se lo anuncié a mi grupo de amigos, dejaba de ir a clases (Expresión IV, nada importante) para ir a desahogar mis penas con otras amigas que estaban en situaciones similares y entré como en un extraño trance donde lloraba todo el tiempo, escuchaba canciones tristes y mis diarios tenían que aguantar escritos insoportables. Fue tan cliché, con noches de alcohol, llamadas en la madrugada de las que me arrepentía por la mañana y gente que no me conocía en lo absoluto que tenía que tragarse la triste historia que yo andaba esparciendo por todos lados.
Fue por ese tiempo que empecé a llevarme mejor con cierto compañero de clases que también resultó ser un vecino al que nunca antes le había hablado. Él ya tenía unos meses de integrarse a mi círculo de amigos y se convirtió en un personaje principal del grupo cuando empezamos a reunirnos en su casa a ver películas, a comer o a organizar noches de shots de vodka con tapitas de chocolate. El tipo en cuestión era brillante y su acervo cultural hacía una delicia conversar con él. Llevaba una vida tan ermitaña y misteriosa que tenía todo el potencial para ser un misántropo con delirios de superioridad, pero a medida que pasaba el tiempo descubríamos que era tan tranquilo como humilde y divertido. Una noche que íbamos a salir a bailar con Moisés, a una de esas discotecas de niños fresas, gente amontonada y música de pandillas, se nos ocurrió la idea de invitarlo a que nos acompañara, seguros de que nos iba a rechazar, no sin antes hacernos saber lo ridículos que éramos por disfrutar esos placeres vulgares. Nos estacionamos frente a su casa y lo llamamos, diciéndole que si quería podía venir. Para nuestro asombro no sólo nos acompañó, sino que también bailó y se divirtió. Lo empecé a ver de una manera completamente distinta.
Empezamos a salir a tomar café, estudiábamos juntos y nos contábamos todas las cosas de nuestras vidas. Yo me lo imaginaba como alguien hermético y reticente a abrirse a las personas, pero eso sólo demuestra lo erróneas que son las primeras impresiones. Me encantaba su compañía y empezaba a gustarme, pero no teníamos nada formal o definido para entonces.
Y sorpresa, el ex novio volvió a reptar a mi vida. Empezó a buscarme, volvimos a salir –ahora a escondidas de todo mundo porque ni mis padres ni mis amigos querían volver a saber de él- y se planteó la posibilidad de que regresáramos, ahora con la supuesta excusa de que nadie iba a entrometerse en nuestra relación, de que las cosas iban a cambiar y de que todo iba a ser increíble como antes. Acepté y me senté con mi nuevo y novato pretendiente, explicándole que quería volver con mi ex y que entonces no podría pasar nada entre nosotros. Creo que su indignación superaba su malestar por sentirse rechazado. Me dijo una serie de cosas que me hicieron regresar donde el otro a decirle que no podíamos volver, ni esa vez ni nunca más y que no podríamos ni siquiera ser amigos. Y así fue.
Con mi vecino, continuamos por un tiempo en esa zona de indecisión y coqueteo casual. Sin compromisos y por diversión. Pero una noche salimos a cenar sólo con mi madre, quien conocía al muchacho y a su familia. Y en un momento muy serio de nuestra conversación me dijo que no podía jugar con él, que no sería justo y que él no merecía que lo trataran con ligereza. Desde entonces me tomé las cosas en serio, nos hicimos novios y todos los días me levanto y me felicito por esa excelente decisión. Todo ha sido tan genial.
Pues hace unos días hablábamos de todo un poco con mis amigos y Mafer nos dijo algo muy curioso, que él y yo nunca podríamos terminar, dando a entender que nosotros nunca podríamos volver a ser amigos y que eso también afectaría a nuestro grupo, que entonces tendría que tomar partidos y que terminaría desintegrándose. Me quedé pensando en eso porque cuando decidí andar con él no creo haber tenido eso en cuenta, ingenua que continuaba siendo. Creo que tomé esa decisión arrebatada por la emoción de empezar de nuevo, de creer que había encontrado a alguien bueno, honesto e íntegro y de que era una afortunada coincidencia que también fuera mi amigo y se llevara bien con mis otros amigos. Nunca me detuve a pensar en todo el daño que le hubiera causado, a esa pequeña familia artificial, si hubiera continuado con todos los ciclos destructivos en los que me enlodaba antes. Por lo menos tuve la claridad para entender que una cosa son los sentimientos, pero que ninguna emoción o sensación puede justificar un comportamiento fuera de ética y mal intencionado. Sin importar los apegos, los hábitos y los remanentes de una relación enfermiza que me atrapaba con sus vicios yo siempre hubiera sido responsable por mi comportamiento y por el daño que hubiera causado a una persona cuyo único error hubiera sido haberse fijado en mí. Y hubiera sido mi culpa y tendrían toda la razón en marginarme si yo hubiera causado la ruptura entre mis amigos, pobres seres atrapados entre dos bandos. De alguna forma es cierto, así como dicen que lo que le pasa a una adolescente le pasa a toda su familia, lo que le pasa a unos de ellos le pasa a sus amigos cercanos.
No, discrepo. Uno decide con quien desea tener amistad, es así de sencillo. Si tu ruptura hace que tus amigos se dividan significa que eran más amigos de uno que de otro, cosa que no es mala. Porqué sentirse responsable de la vida de otras personas que deben ser responsables por ellas mismas?
ReplyDeleteLa ética no debe alejarse del sentido común, sino puede que te vuelvas esclavo de los demás.
p.d.: cosa diferente una ruptura en la que están involucrados tus hijos, ya que sos responsable de ellos.
"Hay mil maneras de seguir, pero ninguna de volver"- Fito Páez
ReplyDeleteLindo post!
Llorar, escuchar canciones tristes, noches de alcohol, llamadas en la madrugada... puufff! me suena jaja.
ReplyDeleteMe gustó este post.
Saludos Marcela =)
Gracias Daniela y D.!!
ReplyDeleteA.: Lo que me pregunto es si no sería correcto para los amigos ponerse del lado de aquel que fue engañado o herido injustamente. Por que por muy amigo que sea una persona si uno sabe que está cometiendo un error y/o una injusticia es difícil apoyarlo o continuar viéndolo de la misma persona. Insisto sobre todo en la inocencia de aquel que se vio envuelto en un asunto que tal vez no hubiera sido tan grave si no se le hubiera ilusionado de puro gusto.
Marce... Just live your life...
ReplyDelete¿Porqué procuparte por eso? sabes que vos tenes el derecho de hacer y deshacer cualquier grupo que hayas formado... jeje... si no te has dado cuenta vos formaste este grupo... y gira se quiera o no alrededor tuyo... que te quedaras con un chavo de andentro del grupo fue el destino u otra cosa... pero vas que se separen no quiere decir que se van a odiar... ni quiere decir que no podemos salir en algun momento con cada uno... vaya y hasta si en algun momento lo requiriere salir todos (claro si los involucrados lo permiten) por que vaya una ruptura no tiene que ser aquel acto caotico donde quedan en malos terminos y se maldicen mutuamente... digo yo =P la verdad no se... (TT marce me vas a deprimir con tus temas...)
Marce despues de todo lo que sucedio antes yo bendije el dia que me contaron que andaban, primero por como estabas, segundo por que era un muy buen chavo para vos y tecero por que ya andabas feliz... Creeme que cualquier cosa que pase entre los dos, que va a afectar va a afectar, pero no creo que nos divida, es tanto el aprecio que nos tenemos que de alguna forma se solucionaria...
=D... te cuidas...
Complicada entrada la tuya!!! Qué es injusto en la pareja? Entiendo que el abandono y la infidelidad pero si una cosa se acaba, creo que no hay que darle más vueltas.
ReplyDeleteMe ha gustado leerte!! Un saludo. Antonio (Zaloette)
orellana
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