Mi primera molar superior izquierda ha cobrado un extraño protagonismo a lo largo de este año en este blog. Ha tenido muchas historias que contar, y el miércoles pasado volvió a agarrarme del cuello para exigirme atención. Tomaron una radiografía y a pesar de que el dolor ha disminuido a un nivel 1 de 10, los nervios están inflamados: no hay nada que hacer, es necesaria una endodoncia. Seguramente me acostumbré al sufrimiento que me indicaba sus últimos momentos, así como en el resto de mi vida tolero las cosas por pura costumbre nada más. Muchos se han de preguntar cuál es el problema con quitarse unos cuantos pedazos de carne del interior de un diente si uno tiene que convivir con la muerte y sus advertencias a mayor escala en el mundo cotidiano, pero cada célula es un reflejo del todo y me preocupa bastante saber que es necesario mutilar una parte de mi cuerpo para continuar funcionando con normalidad. No tengo problema con reconocerlo: la agresividad mal dirigida está deshaciéndose de cada parte de mí. Mi pelo, mis dientes, todo se muere, es el suicidio más lento que la humanidad ha presenciado. No estoy diciendo que si diera rienda suelta a toda la rabia recobraría la vida y estaría feliz, pero por lo menos no sentiría que el letargo es una forma natural de existir.
Tengo pequeños atisbos de la persona que duerme debajo de toda esa conformidad, “no ha fallecido, sólo duerme”, y me emociono al pensar que todo es temporal. Cada noche es una muerte, cada mañana es un renacer. Empiezo dentro de poco otro semestre -el último-, y es un nuevo ciclo, el último de esos ciclos. Me he preparado toda esta semana para recibirlo: lijé, pinté y barnicé unos muebles de mi cuarto (con ayuda por supuesto); ordené mi armario, compré útiles, tengo nuevo calzado, nuevo corte de pelo y espero que nueva actitud para aprender no sólo a sobrevivir sino que al fin disfrutar cuatro meses de mi vida de estudiante. Pero por otro lado recibí la noticia del diente, y no tengo idea qué va a suceder, cómo voy a combinar llegar tarde a la casa todos los días de ahora en adelante con sesiones semanales con un doctor. Es una lástima que uno tenga que empezar lo nuevo arrastrando el bagaje pasado, pero como dije antes, es parte de aprender a convivir con la muerte y sus advertencias en el mundo cotidiano.
Me encantó eso de:
ReplyDelete"Cada noche es una muerte,
Cada mañana es un renacer"
Poesía pura Marcela. Espero que sigas con esa forma de interpretar los días nuevos, creo que es la mejor posible.
Un abrazo,
dz
Hace unos meses me sacaron una muela del juicio, uf, casi me desmayo, sentí que la sangre abandonaba mi cuerpo (no sé dónde iría), y eso que me lo hizo con anestesia. Fue esa repentina conciencia de la propia fragilidad y finitud. ¡En qué nos hemos convertido!... podemos enterarnos de la muerte de miles de personas en terremotos, tsunamis, guerras, etc, sin apenas conmovernos, pero ¡ay! nos sacan una muela...
ReplyDeletegracias :)
ReplyDeletesabes que a mi me ha pasado lo mismo con la gente de la americana, que sera????
por cierto, hoy voy al dentista para agendar mi "cirugia" oara que me saquen una muela de juicio que le esta pasando sentencia a la muela del lado.
deseame suerte!
besos