La física cuántica nos enseña mucho sobre cómo la naturaleza de la observación modifica los resultados del experimento. La realidad estaría construida a base de nuestras percepciones, y nuestros pensamientos serían en última instancia tan poderosos o reales como los objetos que podemos aprehender con nuestros sentidos. Eso significa entonces que las historias que creamos en nuestras cabezas, al final de cuentas, son ciertas, aunque sea en una sola dimensión, aunque sea de manera unilateral.
Definitivamente que el secreto de la felicidad es la ignorancia, el no preguntarse cómo sería poder recorrer caminos paralelos simultáneos para no tener necesidad de elegir, para poder tenerlo todo sin renunciar a nada. O tal vez que fuera posible imaginar de manera tan intensa que terminara siendo real.
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