Nunca he querido pensar en qué voy a hacer el resto de la vida. En mi infancia cambiaba de vocaciones tan seguido, que imaginé todo tipo de posibilidades. Pero nunca me visualicé trabajando, teniendo una familia, siendo una ciudadana más de algún país. Creía que iba a vivir eternamente en el colegio, o por lo menos estudiando. Esta semana me di cuenta que no es así.
El miércoles empezó mi clase de Sociología aplicada a la arquitectura, con una profesora visiblemente apasionada por lo que enseña. El primer día nos explicó que estábamos entrando a la parte de planificación y urbanismo de la carrera, y que para ello es necesario que entendamos la sociedad en la que vivimos, sus “reglas del juego”. Se ha acabado el tiempo glorioso e ingenuo en el que huía de la economía y de la política (por que en mi opinión, no buscan la armonía de la colectividad, ni contribuyen a la felicidad de cada individuo): de ahora en adelante tengo que estudiarlas, no por una calificación, sino por que de eso dependerá la calidad de mi vida en el futuro. Una verdad amarga que no he querido aceptar por 20 años.
¿Cómo lidiar con la impotencia que resulta de saber que todo está tan mal y que hay muy poco que yo pueda hacer?
La profesora nos hablaba de la globalización, de nuestra situación como país “en vías de desarrollo”, del tipo de trabajo con el que soñamos y de las ínfimas posibilidades reales que tenemos de conseguirlo, de la necesidad de que nos informemos sobre el acontecer nacional, y que salgamos de la burbuja en que hemos querido vivir hasta entonces. Si antes creía que soñar con ser exitosa, desearlo con todas mis fuerzas, estudiar y trabajar para ello era suficiente para vivir bien, a la fuerza he tenido que darme cuenta que es necesario más que talento para lograrlo. Nunca antes me impresionó esa gente carismática que se hacen amigos de todos y logran salirse con la suya a puras conexiones sociales, pero ¿será que tendré que doblegarme ante semejantes exigencias?
Huí por mucho tiempo con el arte, con la espiritualidad, pero se acabó. Ahora me toca ver a ese gran monstruo a la cara y tratar de no morirme del asco mientras tanto.
El miércoles empezó mi clase de Sociología aplicada a la arquitectura, con una profesora visiblemente apasionada por lo que enseña. El primer día nos explicó que estábamos entrando a la parte de planificación y urbanismo de la carrera, y que para ello es necesario que entendamos la sociedad en la que vivimos, sus “reglas del juego”. Se ha acabado el tiempo glorioso e ingenuo en el que huía de la economía y de la política (por que en mi opinión, no buscan la armonía de la colectividad, ni contribuyen a la felicidad de cada individuo): de ahora en adelante tengo que estudiarlas, no por una calificación, sino por que de eso dependerá la calidad de mi vida en el futuro. Una verdad amarga que no he querido aceptar por 20 años.
¿Cómo lidiar con la impotencia que resulta de saber que todo está tan mal y que hay muy poco que yo pueda hacer?
La profesora nos hablaba de la globalización, de nuestra situación como país “en vías de desarrollo”, del tipo de trabajo con el que soñamos y de las ínfimas posibilidades reales que tenemos de conseguirlo, de la necesidad de que nos informemos sobre el acontecer nacional, y que salgamos de la burbuja en que hemos querido vivir hasta entonces. Si antes creía que soñar con ser exitosa, desearlo con todas mis fuerzas, estudiar y trabajar para ello era suficiente para vivir bien, a la fuerza he tenido que darme cuenta que es necesario más que talento para lograrlo. Nunca antes me impresionó esa gente carismática que se hacen amigos de todos y logran salirse con la suya a puras conexiones sociales, pero ¿será que tendré que doblegarme ante semejantes exigencias?
Huí por mucho tiempo con el arte, con la espiritualidad, pero se acabó. Ahora me toca ver a ese gran monstruo a la cara y tratar de no morirme del asco mientras tanto.
no me gusta comentar porque siempre que me leo no me gusta lo que escribo, en fin. Uno no escapa del mundo real con el arte, uno escapa de la prision del mundo falso con el arte.
ReplyDeleteAy no Marce!
ReplyDeleteY tan linda q es esta fucking burbuja!
Pero vos no te me vas a hacer una de "esas" personas. A vos te veo mas bien como una Mafalda, preocupada por el mundo, pero increiblemente rica; artistica y espiritualmente.