13 December 2006

Happiness is a warm gun (pt. II)

Estos no son precisamente días de rutina. Pero tienen un perfil bajo de acontecimientos extraordinarios, por lo que cargan una extraña dosis de familiaridad. Duermo alrededor de 10 horas diarias, que finalizan cuando el televisor se enciende, por una serie que voy a dejar sin nombrar. Hoy en particular, tenía una serie de compromisos que cumplir. El primero era una visita a un hogar de ancianos, con mi clase de Principios de Economía. Todo el semestre ahorramos 10 lempiras semanales para ofrecerlos como regalo. La travesía en sí fue todo un acontecimiento: ir en bus a Comayagüela siempre lo es. Pero hoy no sentí que iba parada en el bus, que me apretujaban, o que perdía el equilibrio a causa de los frenazos. Tampoco que había que hacer un tramo a pie bajo el sol. Con Yanis llegamos tarde, así que sólo entramos a conocer las instalaciones del lugar, saludamos y nos fuimos a Pizza Hut a recibir nuestros exámenes del último parcial y a que nos dieran la nota final de la clase. Las pizzas se estaban enfriando frente a nuestras narices mientras se revolvían miles de hojas que corregir. Fue una despedida muy agradable de un semestre tortuoso con la lic. Avelar. Probablemente sea la nostalgia hablando, pero al final de cuentas me terminé encariñando con ella. Es tan enojada que se llega a un punto en el cual se desarrolla una inmunidad a sus reproches, se trasciende su cascarón de mal humor y se es capaz de verla como a una mujer que ama su trabajo y que ha tomado las riendas de su destino.

Subimos y bajamos la cuesta del cerro que lleva a mi casa, para irnos a la universidad. Ya he terminado con mis otras clases, sólo me queda pendiente Instalaciones Eléctricas, que es con el único profesor amable y humilde de todo mi semestre. Es tan amable que, a pesar de que ya terminó con el contenido, todos estuvimos de acuerdo en sacrificar la tarde del lunes para que nos dé una clase extra, y es tan humilde que pidió que lo evaluáramos de forma anónima, dándole un puntaje del 1 al 10. Ninguna de esas gallinas con delirios de grandeza de arquitectos pediría jamás una evaluación por parte de sus alumnos. No les gustaría saber lo que uno piensa de ellos. Regresé a mi casa con Deysi por que teníamos que trabajar en un proyecto de la clase y tomamos como rehén a Yanis. Terminamos justo a tiempo para que pudiera irme a cenar con mi familia, para celebrar el cumpleaños de mi hermano.

Tengo que explicar algo aquí: las cenas de cumpleaños son de las pocas tradiciones de la familia García. Son de los pocos días que uno abraza a otro familiar (la expresividad no es precisamente nuestro fuerte). La dinámica de esas cenas siempre es algo extraña: como mi papá es de Olancho, somos unos adictos crónicos a la carne, pero no a cualquier carne. Los estándares de calidad son exageradísimos, y rara vez hemos salido satisfechos de un restaurante. Siempre entramos mentalizados a que se nos va a decepcionar, especialmente los adultos. Para mi hermano y para mí era divertido el simple hecho de salir. En años pasados hemos tenido escenas terribles donde uno de mis papás se enoja, deja el plato a medio probar y el resto salimos apenados por los reclamos que le mandaron al cocinero. Por lo que hemos expandido horizontes en otro tipo de lugares. Pues hoy decidimos ir al restaurante de comida mexicana del mall a medio terminar, cerca de mi casa. Yo iba con mi camisa nueva, así que me sentía la mujer más hermosa del planeta, pero todos los demás iban con sus nubecitas negras sobre la cabeza. Mi madre por que acababa de salir de 3 horas de atender en el hospital; mi padre por que está supervisando la puesta de cerámica en la entrada de la casa (y es un joder para todos), y mi hermano por que tiene exámenes estos días, no le entusiasma cumplir años y por que renunció a su dinero de regalo en un extraño auto castigo por haber chocado el carro hace unas semanas. El mesero era lento, la comida estaba desastrosa, volvemos a que la expresividad no es una virtud en mi clan… Pero yo me reía de toda esa escena. No hay mejor escudo en contra del mundo real que estar feliz. De nuevo, no indago en si es por una razón, por una decisión o por casualidad. Es posible que sea mejor no saber: tal vez arruinaría el hechizo dándome cuenta. En mi cabeza sólo desfilaba la frase mágica: “I know nobody can’t do me no harm because…”



3 comments

  1. Ay! Lo mismo me pasaba en MASS, cuando me tocaba ir todos los días... Ese lugar era horrible, con gente con aserrín en la cabeza. Lo peor es que ni siquiera exteriorizaban lo que sentían, su vida era aplastar a los demás. jeje Por suerte vienen las vacaciones... A dormir 20 horas se ha dicho!:D
    Marce, este año tenemos que volver a reencontrarnos...

    ReplyDelete
  2. Anonymous10:24 AM

    Mire doña Marce, para ser sicero cuando lei el titulo de su post me fui directo a la canción y le subi todo el volumen a los parlantes y em puse a escucharla, asi que ni he leido lo que escribio.
    Solo diré que pusiste una super canción de la banda que más me gusta en el mundo entero y me gustó mucho volver a escucharla.

    ReplyDelete
  3. Le diste vida a una de mis canciones favoritas de los Beatles, lo ataste a un estado emocional, cuando este feliz y todo lo demas este hecho añicos, cantare para mis adentros...

    ReplyDelete