Una enfermera, amiga de mi madre, terminó hace unos meses una relación que mantenía con un doctor casado. El tipo en cuestión afirma no querer a su esposa, pero por alguna de esas razones que hay que tener más de 40 años para poder inventar, nunca se divorció y tampoco parece tener intenciones de hacerlo. Empezó a andar con la enfermera, duraron unos tres años, pero no tuvo reparos en cambiarla por otra nueva persona. Mi madre ha estado tratando de consolar a su amiga que ha estado muy triste desde entonces, pero el otro día después de una conversación por teléfono, se exasperó y me comentó que ya estaba cansada de la situación, que seguir llorando por alguien después de cuatro meses era demasiado.
He aprendido que en esas circunstancias lo mejor es quedarse callado. No le iba a responder que ella no es una gran autoridad moral en esos asuntos. Desde que yo estaba muy pequeña me ha tocado a mí ser la confidente de su relación neurótica con mi padre: cada vez que pelean, es conmigo con quien se queja y hace un gran drama, para luego después reconciliarse como si nada y dejarme a mí en una extraña posición en la que no logro unir la imagen del maligno de su esposo que ella me creó y la del papá que veo todos los días. Han habido muchas situaciones que ameritarían una separación definitiva, pero siempre se echan para atrás. Mi mamá entró a la universidad a los 16 años, a las 2 semanas conoció a mi padre, anduvieron por ocho años, se casaron y tres años después nací yo. A pesar de que su relación siempre fue tormentosa y que estudiaron carreras distintas que no les dejaba verse seguido, nunca tuvieron otros noviazgos, así que no saben que es estar con otra persona. Cuando pasaron esos grandes conflictos ninguno de ellos tuvo el valor de enfrentar una nueva vida sin el otro, de trazar límites para lo que iban a ser capaces de aguantar y de seguir adelante. Por no tener que pasar la difícil -pero temporal- transición de verse súbitamente en un estado de soledad han preferido conformarse y continuar juntos. Probablemente les esperaban a ambos mejores personas con quienes fueran más compatibles y llegaran a ser exageradamente felices, pero jamás lo van a saber. Pero mi madre no soporta los desahogos de su amiga, que necesita depurar la tristeza para darse cuenta que es mejor dejar ir cuanto antes a toda la gente que te hace daño y no te merece.
Me pongo a pensar en que probablemente su amiga está atrapada en su depresión, y no quiere salir de ella. Tal vez mi madre la haya escuchado, la haya aconsejado, recomendado libros, terapias, lo que sea, pero nada parece servir. Y su impotencia la hace sentir culpable por un rato, pero tarde o temprano se enfrenta con la realidad de que su amiga está allí por que quiere, huye de sus responsabilidad y elige victimizarse. De allí su impaciencia.
La vida en general parece una carnicería desalmada donde cada quien trata de salvar su propio pellejo, y uno cree encontrar refugio en las amistades, los noviazgos o los matrimonios. Yo quiero tener fe en las personas, y creer que uno puede encontrar gente que te quiera a pesar de tus defectos y los errores que cometas. Que van a estar allí en cualquier situación. Pero hay lecciones que uno no aprende a menos que esté por su cuenta y sólo uno elige cómo y cuándo se va a seguir adelante. La experiencia me dice que, al final, todos estamos solos. Me despojo de la experiencia por que tengo 21 años y quiero sentir que todavía me quedan cosas nuevas por descubrir. Sin embargo, la lección con la advertencia que viene con ella, flotarán a mi alrededor por si alguna vez es necesario recordarlas.
He aprendido que en esas circunstancias lo mejor es quedarse callado. No le iba a responder que ella no es una gran autoridad moral en esos asuntos. Desde que yo estaba muy pequeña me ha tocado a mí ser la confidente de su relación neurótica con mi padre: cada vez que pelean, es conmigo con quien se queja y hace un gran drama, para luego después reconciliarse como si nada y dejarme a mí en una extraña posición en la que no logro unir la imagen del maligno de su esposo que ella me creó y la del papá que veo todos los días. Han habido muchas situaciones que ameritarían una separación definitiva, pero siempre se echan para atrás. Mi mamá entró a la universidad a los 16 años, a las 2 semanas conoció a mi padre, anduvieron por ocho años, se casaron y tres años después nací yo. A pesar de que su relación siempre fue tormentosa y que estudiaron carreras distintas que no les dejaba verse seguido, nunca tuvieron otros noviazgos, así que no saben que es estar con otra persona. Cuando pasaron esos grandes conflictos ninguno de ellos tuvo el valor de enfrentar una nueva vida sin el otro, de trazar límites para lo que iban a ser capaces de aguantar y de seguir adelante. Por no tener que pasar la difícil -pero temporal- transición de verse súbitamente en un estado de soledad han preferido conformarse y continuar juntos. Probablemente les esperaban a ambos mejores personas con quienes fueran más compatibles y llegaran a ser exageradamente felices, pero jamás lo van a saber. Pero mi madre no soporta los desahogos de su amiga, que necesita depurar la tristeza para darse cuenta que es mejor dejar ir cuanto antes a toda la gente que te hace daño y no te merece.
Me pongo a pensar en que probablemente su amiga está atrapada en su depresión, y no quiere salir de ella. Tal vez mi madre la haya escuchado, la haya aconsejado, recomendado libros, terapias, lo que sea, pero nada parece servir. Y su impotencia la hace sentir culpable por un rato, pero tarde o temprano se enfrenta con la realidad de que su amiga está allí por que quiere, huye de sus responsabilidad y elige victimizarse. De allí su impaciencia.
La vida en general parece una carnicería desalmada donde cada quien trata de salvar su propio pellejo, y uno cree encontrar refugio en las amistades, los noviazgos o los matrimonios. Yo quiero tener fe en las personas, y creer que uno puede encontrar gente que te quiera a pesar de tus defectos y los errores que cometas. Que van a estar allí en cualquier situación. Pero hay lecciones que uno no aprende a menos que esté por su cuenta y sólo uno elige cómo y cuándo se va a seguir adelante. La experiencia me dice que, al final, todos estamos solos. Me despojo de la experiencia por que tengo 21 años y quiero sentir que todavía me quedan cosas nuevas por descubrir. Sin embargo, la lección con la advertencia que viene con ella, flotarán a mi alrededor por si alguna vez es necesario recordarlas.
Sí, exatamente eso, yo me siento solo, quisiera al igual que vos creer que encontraré una compañera incondicional y todo eso, pero la vida le da lecciones a uno y queda claro el hecho de que nadie nos pertenece, nadie puede gozar de nuestra entera confianza y si te descuidas te arrebatan aquello que dabas por sentado. En eso del romance y asuntos pasionales se vive mucho dolor, es bueno irse desengañando a temprana edad.
ReplyDelete"lo único que tenemos es a nosotros mismos" - fito páez
ReplyDelete(a veces pienso que ni eso...)
thanx 4 the xmas post. :)
la soledad siempre nos va a rodear sin importar que tan acompa;ados estemos, no son las personas las que nos hacen sentir enteras o completas somos nosotros mismos, y si bien es cierto que todos anelamos a la compa;era(o) ideal, si este llega nada nos garantiza que vamos a estar preparados para recibirlo y este perfectamente se puede ir, pero eso no quiere decir que como perdimos a LA persona que conciderabamos ideal no existan mas alla afuera esperando por una oportunidad de encontrar a alguien. Al de lo que si estoy seguro es que no se trata de que la persona llegue sino de que tan dispuestos estemos de ir en busca de ella, y mas importante aun saber conservarla una vez que la tengamos.
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