La segunda revisión con él fue muy parecida: vimos el plano, terminamos de hablando de otros temas, pero al final volvimos a aquello de que en su colegio la gente tenía que aprender a no dejarse aplastar por los compañeros, y el ambiente competitivo los hacía ser parlanchines y asertivos, en una clara alusión a mi desempeño.
Con el otro arquitecto que da la clase, las revisiones son parecidas, no digo mucho. Pero con él ya he llevado otra clase, en la que terminábamos generalmente hablando de música y de cosas que no tienen nada que ver con la universidad. Es de los pocos arquitectos con los que me gusta genuinamente conversar y que me agradan sin ningún esfuerzo, pero no quiero que él sienta que me estoy aprovechando de eso en nuestras revisiones, especialmente porque hasta ahora nuestro grupo ha llevado trabajos muy malos.
En estos últimos años se ha creado en mí esa tendencia a permanecer callada. Desde inicios de los tiempos siento una inusual reverencia por mis maestros, y un deseo incontrolable por complacerlos y destacarme como buena alumna -pueden preguntar en mi colegio-, pero la universidad ha visto el nacimiento de una Marcela más discreta y silenciosa, que ha se ha resignado a que los adultos (no sólo profesores) nunca van a cambiar, muchos de ellos no soportan ser cuestionados, y es un gasto de saliva tratar de razonar con ellos. Por supuesto, no todos son así, y he descubierto algunas personas en mi carrera estudiantil que no considero simples maestros, sino que me fascinan como personas y con las que mantengo interacción mucho después que el curso ha terminado. Entiendo que la personalidad burbujeante es muy práctica, y puede salvarte de un montón de cosas, pero qué pérdida de tiempo me parece (especialmente si son las 8 de la mañana y estoy atrofiada por el sueño), y estoy en desacuerdo a que me fuercen a tenerla. Por el bien de mi clase tengo que empezar a hablar, a actuar como niña sociable, cuando en realidad preferiría que el trabajo se defendiese por sí mismo, y que no tuviera necesidad de justificarlo con retórica falsa. “Es mejor callar y que piensen que eres idiota, a hablar y demostrarlo”. Si estoy en silencio es porque estoy escuchando, supuestamente aprendiendo. Qué me joroba fingir. Aunque a estas alturas debería de estar acostumbrada.
Planta de conjunto:
Corte del edificio principalÁrea de cabañas:
Perspectivas del área de entretenimiento: consta de piscina, bar, spa, gimnasio, canchas (incluyendo una de Polo en burro, un deporte local).
La entrega final es la otra semana, y me imagino que vamos a tener que enforcarnos más en detalles constructivos y los aspectos ecológicos que tenemos que incorporar. Ah y ponerle materiales a todos los volúmenes ;)
http://perezhilton.com/?p=5463
La clase de Taller 2 es legendaria por dos razones: la cantidad obscena de trabajo, pero las buenas notas que ponen los arquitectos. Mi grupo, de cinco personas por cierto, se miraba prometedor en un principio, pero en cuanto empezaron las tareas y las entregas en las otras clases, todo mundo soltó las riendas, nadie se organizó, y nuestros planos han alcanzado el record de las notas más bajas que se ha visto en la historia de la arquitectura. Pero vamos pasando, así que el drama es de carácter moral, hasta ahora.
Por supuesto que no podía encariñarme con una clase, sin que ella tenga que pagar por ello. He esperado cinco años para llevar Teoría Superior, que dicho sea de paso es sólo una vez a la semana; finalmente logro encontrar a una maestra con sustancia, inspiradora y fascinante que nos reta a ver más allá de un montón de bloques apilados en cajones, y resulta que se va de viaje por un mes! Mi único consuelo es el libro que nos puso a leer, una serie de ensayos sobre estilos y filosofía arquitectónica. Estoy emocionada, tengo que leer hasta cuatro veces cada ensayo porque puede caer en lo indescifrable, pero una vez que lo entiendo es una especie de iluminación. El problema es que los temas son tan rebuscados que el disfrute es difícil de compartir.
Así que las clases… dejan mucho que desear. Pero, ¿qué sería de este blog sin ese constante nudo en la trama? Por supuesto, como mencioné al principio, el otro lado de la balanza compensa todo lo narrado previamente. Lo compensa, lo supera, le da una bofetada, lo neutraliza, lo aniquila.
Y me siento con toda la ligereza e invencibilidad de una niña pequeña, probablemente como nunca me sentí cuando lo era.
17 September 2007
There must be quite a few things a hot bath won’t cure, but I don’t know many of them.
Dependiendo de la magnitud de la catástrofe me acicalo, lloro, o en situaciones extremas me doy permiso de cruzar el umbral de la decencia. Mi espalda tapa el desagüe y el agua se acumula a mi alrededor, mientras me observo y me reconcilio con mi cuerpo. Definitivamente me gusto más sin ropa.
Después, permanezco inmóvil por mucho tiempo, en un silencio mental que en otras circunstancias soy incapaz de lograr. El mundo y sus personas se borran y descanso.
Son razones ecológicas las que no me permiten vivir así eternamente.
A lo largo de la historia, gran cantidad de arquitectos se basan en esta concepción de que la naturaleza puede descifrarse en términos matemáticos y le rinden homenaje en sus diseños. Un ejemplo es la ilustración del Cenotafio en honor a Newton que hizo el francés Etienne-Louis Boulée, que consiste en una gran esfera asentada sobre una base rectangular.
En esa misma época, Claude-Nicolas Ledoux exponía que las letras del alfabeto son el círculo y el cuadrado, figuras que utilizaron más tarde Jan Hessel de Groot, Johannes Ludovicus Mathieu Lauweriks y Peter Behrens en sus obras, considerando la “Cuadratura” (un cuadrado inscrito dentro de un círculo) como “la clave para el orden básico del cosmos”.
Estilos como el Renacentista retomaron las formas de los edificios de la época greco-romana, considerándolas el ideal que debía seguir su tiempo. Andrea Palladio es uno de sus exponentes más famosos. Pero no es necesario copiar un estilo para seguir tomando como base las relaciones matemáticas responsables de la armonía del mismo. Le Corbusier lo demostró al utilizar la sección áurea (que Platón consideraba como la mejor de todas las relaciones matemáticas, concepto que puede verse aplicado en las fachadas de templos griegos como el Partenón) en las dimensiones de sus edificios, y combinándola con las medidas del hombre para su sistema de proporciones el Modulor.
Le Corbusier se sentía comprometido con su tiempo y afirmaba que la casa es una máquina para vivir, pero se aprecia la influencia platónica cuando considera que la base sólida para la arquitectura en este tiempo de las máquinas son los volúmenes puros de la geometría: el prisma, el cubo, el cilindro, la pirámide, la esfera, etc. Son las matemáticas, el ritmo obtenido a base de ecuaciones lo que evita que los edificios se conviertan en objetos fríos, en los que el hombre pudiera sentirse fuera de lugar.
A medida que pasa el tiempo, la exploración matemática en la arquitectura va adoptando nuevas formas. Una de ellas es cuando se orienta hacia la edificación con formas de superficies de revolución, que resultan del movimiento de una curva plana (generatriz) alrededor de un eje de rotación. Tal es el caso de los paraboloides, ya sean hiperbólicos o de revolución. El arquitecto finlandés nacionalizado estadounidense, Eero Saarinen tiene varios proyectos de este tipo, entre los que destacan el Aeropuerto Internacional Dulles, en Washington; la Terminal de TWA, en Nueva York, y el Estadio de patinaje sobre hielo de la universidad de Yale.
En México, sobresalen el restaurante Los Manantiales, en Xochimilco, y la Capilla San Vicente en Coyoacán, ambos proyectos del arquitecto Félix Candela.
En la actualidad, los programas informáticos han permitido la exploración de postulados matemáticos más complejos para ser aplicados en construcciones, como por ejemplo la geometría fractal, puesta en práctica por arquitectos como Bruce Goff o Zvi Hecker.
Otra es la arquitectura diagramática, que toma como base datos numéricos tabulados en forma gráfica, popularizada por Peter Eisenman, Ben van Berkel, y Greg Lynn.
En definitiva, todo aquel arquitecto que decida aplicar consciente o inconscientemente, conocimientos geométricos o matemáticos, como punto de partida para su obra, es un discípulo espiritual de Platón. Hoy en día, el panorama matemático se ha extendido tanto que las formas que se derivan de él son más elaboradas que los volúmenes puros, y las relaciones son más difíciles de entender que la de la sección áurea, pero tiene sentido cuando tomamos en cuenta que muchos descubrimientos son recientes y que ahora contamos con mejores recursos tecnológicos para aplicar esos descubrimientos. La arquitectura es un reflejo directo de la sociedad que la produce, y la nuestra es una sociedad mucho más polifacética y conflictiva que aquella en la que vivió Platón, pero entender que las estructuras que conforman el Universo son matemáticas y que de ellas se deriva gran parte de la Belleza aplicable en el arte, es una idea que podemos agradecerle en gran parte a él, sin importar la época de la historia en que vivamos.
Un matemático: Dividiendo la vaca en diferenciales de volumen, integrando, y teniendo en cuenta las fuerzas disipativas...
Un físico: Considerando la vaca como un sólido rígido, y despreciando la resistencia aerodinámica...
Un ingeniero: Considerando la vaca como una esfera perfecta que rueda sin deslizar, y aplicando un factor de seguridad del...
Más chistes matemáticos
Este es un buen momento para mencionar que nuestra clase, al igual que Diseño 5 y 7, están participando para que su proyecto sea uno de los tres que serán enviados a Guatemala representando a la Unah en la Tercera Bienal de proyectos de estudiantes de arquitectura, un concurso a nivel latinoamericano. Tenemos como fecha límite de entrega de proyecto, aproximadamente el 28 de septiembre. Y nosotras no tenemos terreno aún.
Pues hoy me fui de mi casa sabiendo que iba a tener que quedarme todo el día en la universidad, pariendo del vacío cósmico un montón de datos que no conseguimos, tratando de hacer que todas mis compañeras sintieran deseos de trabajar, tolerando las inclemencias de la comida grasosa, el calor sofocante, el sentimiento de que probablemente mañana nos espera una buena regañada. Pero hoy estuve particularmente agradable y llevadera todo el día porque mi pelo se levantó de buen humor, sin ninguna razón en especial. Nadie podía amargarme: ni la foto aérea que no se podía ver y que requirió que dos integrantes de mi grupo pasaran toda la tarde zampadas en el Observatorio Astronómico pidiendo ayuda para que la arreglaran; ni que la otra de ellas decidiera llamar a su novio a la mitad del trabajo para irse a su casa, sólo porque sí; ni el hecho que a mis cuatro absorbentes clases le agregaran un curso obligatorio de Sistemas de Información Geográfica que va a hacer que yo esté en la u desde las 7 de la mañana hasta las 4 de la tarde, los martes y jueves, además del curso libre de cálculo estructural, que me agrega otras dos horas extra de clase; ni el hecho de que la regañada del arquitecto la recibiéramos hoy, cuando se enteró que la información más fácil de conseguir, ni siquiera nos hemos molestado en buscarla. Hoy mi pelo se miraba genial y nadie iba a arruinarme este día.
Para ser muy honesta, hasta ahora he estado disfrutando este semestre. Siento que la clase de Teoría Superior ha sido aquello que he esperado tantos años que llegara, es la cúspide de mis estudios. Me cae bien mi grupo de Taller 2 y eso es bueno, tomando en cuenta que voy a tener que verlos ininterrumpidamente los próximos cuatro meses. Lo mejor es que siento que tengo un rumbo definido en general, que todo esto tiene un sentido y propósito. Pero no puedo vivir de eso exclusivamente y me he ganado mi derecho a disfrutar la riña candente de “The Hills”, o el espectáculo patético de los VMAs. Y ahora que no tengo a mi querida Tauren para que me lleve lejos de este universo offline de problemas triviales, ni modo, tendré que esperar con ansias a que empiece la nueva temporada de Nip/Tuck.
Algún día llegará en que dejaremos de tomar como referencia esa arquitectura del pasado. Estoy completamente de acuerdo en que debe ser preservada, pero nuestra misión como diseñadores modernos es crear una identidad, un lenguaje propio, que se distinga claramente de la tradición y contraste con lo histórico, en vez de tratar de repetirlo.
09 September 2007
¿Cómo hacen los arquitectos contemporáneos para no sentirse culpables por diseñar así?
Dejando de lado la teoría arquitectónica, este tipo de edificios me encantan; creo que es un reto diseñar algo atractivo con formas tradicionales, pero no se sentirán mal por ver que otros se salen con la suya con formas orgánicas, redondas y bizarras?
(Las tres primeras fotos son de la firma americana Wannemacher Russell y las tres últimas de los mexicanos BGP arquitectos)
En 1975 el matemático franco-americano Benoît Mandelbrot introduce el término fractal, derivado del latín fractus, que significa roto o fracturado, para referirse a un tipo de geometría que estudia objetos no convencionales, tratando de encontrar algoritmos con los que pueda describirse su forma.
Los fractales son objetos de cualquier tipo, en los que su superficie es irregular, pero en la cual esa irregularidad se repite geométricamente en diferentes escalas. Poseen ciertas características: son ásperos y rugosos; son autosimilares, es decir que la estructura tendrá los mismos elementos básicos, ya sea visto como un conjunto, o analizando sus partes; son infinitamente complejos, pero se desarrollan a través de iteraciones, lo que permite estudiarlos por medio de secuencias y dependen de las condiciones iniciales en que fueron creados.
Los verdaderos fractales matemáticos son aquellos que parten de un objeto llamado iniciador, que se reemplaza por un generador, en algún tipo de repetición.
Artísticamente, este concepto puede ser aplicado en términos de composición y dimensión de una obra. Nuestro buen amigo Piet Mondrian exploró ambos lados del espectro geométrico en sus pinturas, el Euclidiano y el fractal.
O la manera en que está proyectado un rosetón.
Gracias a las facilidades tecnológicas, en la arquitectura contemporánea se está dando una fuerte tendencia a que las edificaciones estén basadas en modelos o funciones matemáticas, permitiendo complejidades nunca antes exploradas en la historia. Irónicamente son estos avances los que permiten una mejor adaptación y recreación a las formas y estructuras de la naturaleza. Por ejemplo, la escuela Heinz-Galinsky, del arquitecto Zvi Hecker, parte del concepto de un girasol, con un círculo en el centro del proyecto, alrededor del cual rotan los elementos. El edificio combina una retícula ortogonal y una concéntrica, como una especie de simbiosis entre la rigidez del pensamiento humano y el caos controlado de lo natural.
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