Esta vez el regreso a clases ha sido pura negación. Yo estoy en negación; justo el primer día aparecí con una gripe sospechosa. La universidad está en negación; dejaron para última hora fumigar los edificios, así que interrumpieron las actividades el segundo día. El país entero está en negación: prefiere tener encima suyo un huracán antes que seguir teniendo clases. Y es que el inicio de un semestre es sólo comparable a irse a la guerra. Te sumerges casi inmediatamente en un torbellino de ruido, estrés y sangre que nadie que se encuentre fuera de él será capaz de comprender. Dejas atrás a tu familia, sabes que serás visto de reojo por tus amigos, ruegas porque tu esposa no te olvide y entiendes que para ese hijo que se quedó no significarás nada porque no estuviste allí. Así que empezar de nuevo, tiene mucho de esa amarga espera de madrugada por los desastres naturales.
No serás el mismo al final de todo. Probablemente termine de explotar ese circuito que mantenía un poco de coherencia con tus relaciones en el mundo real (eso es especulando, nada puede prepararte para ese otro yo que aguarda por ti al otro lado de la experiencia).
En la tarde nos estábamos asando bajo el cielo azul, y el huracán fue un buen chiste para no presentar el proyecto de Autocad. La cadena nacional se sintió tan fuera de lugar. Ahora lentamente todo se cubre de nubes, y así como en el 98, no tengo sueño. Quiero recibirlo despierta. Ya estoy resignada, estoy lista, que se vengan las lluvias, las desveladas, los vientos, la falta de tiempo para hacer las cosas como me gustaría hacerlas. Que se vengan, que se apuren, estoy lista.
No se si sentirme extremadamente egoista por mi deseo que las lluvias de Felix por lo menos quiten el calor insoportable que ha hecho desde que llegue.
ReplyDeleteA mí me parece que sí, extremadamente egoísta aplica muy bien.
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