A lo largo de la historia, gran cantidad de arquitectos se basan en esta concepción de que la naturaleza puede descifrarse en términos matemáticos y le rinden homenaje en sus diseños. Un ejemplo es la ilustración del Cenotafio en honor a Newton que hizo el francés Etienne-Louis Boulée, que consiste en una gran esfera asentada sobre una base rectangular.
En esa misma época, Claude-Nicolas Ledoux exponía que las letras del alfabeto son el círculo y el cuadrado, figuras que utilizaron más tarde Jan Hessel de Groot, Johannes Ludovicus Mathieu Lauweriks y Peter Behrens en sus obras, considerando la “Cuadratura” (un cuadrado inscrito dentro de un círculo) como “la clave para el orden básico del cosmos”.
Estilos como el Renacentista retomaron las formas de los edificios de la época greco-romana, considerándolas el ideal que debía seguir su tiempo. Andrea Palladio es uno de sus exponentes más famosos. Pero no es necesario copiar un estilo para seguir tomando como base las relaciones matemáticas responsables de la armonía del mismo. Le Corbusier lo demostró al utilizar la sección áurea (que Platón consideraba como la mejor de todas las relaciones matemáticas, concepto que puede verse aplicado en las fachadas de templos griegos como el Partenón) en las dimensiones de sus edificios, y combinándola con las medidas del hombre para su sistema de proporciones el Modulor.
Le Corbusier se sentía comprometido con su tiempo y afirmaba que la casa es una máquina para vivir, pero se aprecia la influencia platónica cuando considera que la base sólida para la arquitectura en este tiempo de las máquinas son los volúmenes puros de la geometría: el prisma, el cubo, el cilindro, la pirámide, la esfera, etc. Son las matemáticas, el ritmo obtenido a base de ecuaciones lo que evita que los edificios se conviertan en objetos fríos, en los que el hombre pudiera sentirse fuera de lugar.
A medida que pasa el tiempo, la exploración matemática en la arquitectura va adoptando nuevas formas. Una de ellas es cuando se orienta hacia la edificación con formas de superficies de revolución, que resultan del movimiento de una curva plana (generatriz) alrededor de un eje de rotación. Tal es el caso de los paraboloides, ya sean hiperbólicos o de revolución. El arquitecto finlandés nacionalizado estadounidense, Eero Saarinen tiene varios proyectos de este tipo, entre los que destacan el Aeropuerto Internacional Dulles, en Washington; la Terminal de TWA, en Nueva York, y el Estadio de patinaje sobre hielo de la universidad de Yale.
En México, sobresalen el restaurante Los Manantiales, en Xochimilco, y la Capilla San Vicente en Coyoacán, ambos proyectos del arquitecto Félix Candela.
En la actualidad, los programas informáticos han permitido la exploración de postulados matemáticos más complejos para ser aplicados en construcciones, como por ejemplo la geometría fractal, puesta en práctica por arquitectos como Bruce Goff o Zvi Hecker.
Otra es la arquitectura diagramática, que toma como base datos numéricos tabulados en forma gráfica, popularizada por Peter Eisenman, Ben van Berkel, y Greg Lynn.
En definitiva, todo aquel arquitecto que decida aplicar consciente o inconscientemente, conocimientos geométricos o matemáticos, como punto de partida para su obra, es un discípulo espiritual de Platón. Hoy en día, el panorama matemático se ha extendido tanto que las formas que se derivan de él son más elaboradas que los volúmenes puros, y las relaciones son más difíciles de entender que la de la sección áurea, pero tiene sentido cuando tomamos en cuenta que muchos descubrimientos son recientes y que ahora contamos con mejores recursos tecnológicos para aplicar esos descubrimientos. La arquitectura es un reflejo directo de la sociedad que la produce, y la nuestra es una sociedad mucho más polifacética y conflictiva que aquella en la que vivió Platón, pero entender que las estructuras que conforman el Universo son matemáticas y que de ellas se deriva gran parte de la Belleza aplicable en el arte, es una idea que podemos agradecerle en gran parte a él, sin importar la época de la historia en que vivamos.
Sí! Qué viva Platón!
ReplyDeleteMe gustó mucho este post. La arquitectura como forma de expresión artística se basa en matemáticas, pero muchas otras formas han adoptado esa base. Sería un tema de nunca acabar, sólo quiero señalar un ejemplo bien clásico: La música. Ya se han tenido muchísimo en consideración esos conceptos de armonía matemática. Y si te pones pensar la música no responde a ninguna forma de ergonomía.
Muchas gracias por tu comentario Laureano. Quisiera adentrarme en ese tema de cómo la buena música tiene una estructura matemática, pero tengo que conseguir un mejor libro que el que mandó al correo un compañero, en formato pdf, de 530 páginas.
ReplyDeleteCon la música, vaya. A mí también me gustó el post, por lo menos entendí la idea en general, y las fotos, me gustaron muchísimo.
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