Hemos cruzado el umbral y ahora podemos dar testimonio de qué se siente estar en último año de arquitectura. Como en toda gran iniciación, hubo una gran ceremonia, y la nuestra fue la fiesta-tributo al profesor de Taller 2 por motivo de su jubilación. El festejo era organizado por Expresión 3, la otra clase que impartía el arquitecto, que por ser de tercer año estaba plagada de gente joven, ridículamente joven y para rematar los males, desconocida.
Probablemente dos años sí sea mucho tiempo en la vida real, pero dos años en tiempo arquitectónico, con todas las desveladas, el estrés y las subidas de peso aumentan de forma exponencial esa brecha entre generaciones. Por un instante sentí que los diez compañeros que andábamos allí estábamos más cerca de los arqueológicos maestros que de toda la manada de pre escolar. Y así como este semestre presencié el ocaso de una promoción aceptablemente talentosa, un poco más unida que el promedio pero irritante como casi no existen, dentro de poco será mi turno de ceder el espacio para que la niñez se haga presente. Es de esperar que no tengo muchas ilusiones puestas en ellos: al momento del número musical, todo degeneró de una inocente tocada de canciones de los Beatles, a un concierto de heavy metal estridente que provocó la huida de todos los profesores, en especial del homenajeado. ¿Mi lugar dentro de esa cadena alimenticia? Me recuerda mucho al que tenían Kevin y Brittany en “Daria”. Sólo que con 2 neuronas extra y un mejor color de pelo.
Probablemente dos años sí sea mucho tiempo en la vida real, pero dos años en tiempo arquitectónico, con todas las desveladas, el estrés y las subidas de peso aumentan de forma exponencial esa brecha entre generaciones. Por un instante sentí que los diez compañeros que andábamos allí estábamos más cerca de los arqueológicos maestros que de toda la manada de pre escolar. Y así como este semestre presencié el ocaso de una promoción aceptablemente talentosa, un poco más unida que el promedio pero irritante como casi no existen, dentro de poco será mi turno de ceder el espacio para que la niñez se haga presente. Es de esperar que no tengo muchas ilusiones puestas en ellos: al momento del número musical, todo degeneró de una inocente tocada de canciones de los Beatles, a un concierto de heavy metal estridente que provocó la huida de todos los profesores, en especial del homenajeado. ¿Mi lugar dentro de esa cadena alimenticia? Me recuerda mucho al que tenían Kevin y Brittany en “Daria”. Sólo que con 2 neuronas extra y un mejor color de pelo.
Jajaja hace tiempos no oia ninguna buena referencia de Daria.
ReplyDeleteHasta te imaginé con el uniforme amarillo.
Hola amiga....hacia tiempo que no pasabamos por aca..saludos....
ReplyDeletey no te olvides de nosotros...
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