Dios, odio las rupturas. Aunque ambas partes sepamos que nuestra asociación no es la adecuada, y que incluso ha llegado a tomar matices dañinos y destructivos para ambos, separarse deja un gusto amargo en la boca. La sensación de fracaso es inevitable.
Es sorprendente lo difícil que es despedirse de la comodidad de la costumbre, porque no queda ninguna huella de la necesidad o de algún aprecio que pudo haber existido en los inicios. Por lo menos esto fue rápido, no hubo de esas conversaciones de tres horas analizando qué salió mal, qué va a ser ahora de nosotros. (Digo “por lo menos”, pero en el fondo hubiera deseado que me retuviera, que me rogara quedarme, que hubiera habido algo de tristeza, o algún movimiento accidental que delatara que él no estaba tan tranquilo al final de cuentas. Sólo esa aburrida diplomacia, que paso reclamando a algunas personas que son incapaces de tener. Lo que sucede es que he tenido malos ejemplos, y estoy acostumbrada a que los finales sean dramáticos, explosivos, con jarrones quebrados y sollozos con los que corren el riesgo de asfixiarse. )
Sólo queda levantarse, sacudirse el polvo y seguir adelante. Tal vez me corte el pelo, como para que un cambio de apariencia me separe de un solo con todo lo que no me hubiera gustado vivir en primer lugar. Los agradecimientos por el tiempo y la madurez adquirida… están sobrevalorados.
La fecha trae mucho simbolismo de emancipación and whatnot, pero igual I'm sorry, breaking up is hard to do indeed.
ReplyDeleteQue conste que esta ruptura es de un tipo no amoroso...
ReplyDeleteya te atreviste a decir adios a la corta relacion de pre-graduada que tuviste...bueno, algo mejor vendra...es que realmente exigia mucha responsabilidad, mucho para tu poca experiencia
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