Cuando recién empecé a trabajar hubo alguien que me dijo: “¡Felicidades! ¡Ya sos uno de nosotros, con un sueldo, con un jefe a quien responderle!”. Probablemente no lo dijo con esa intención, pero me sentí profundamente ofendida, como si me estuviera dando la bienvenida al club de los mediocres, de los esclavos subordinados, los que pierden su gusto por la vida por tener que subsistir. Cuando le contaba a otra persona lo insatisfecha que me siento, no con el mundo laboral en general, sino con el mío, sus magníficas palabras de aliento fueron: “Esa es la vida y así te va a tocar siempre”. Después se preguntan por qué me decepcionan tanto los adultos y por qué no me gusta hablar con la gente.
Con todo lo que ha estado pasando últimamente me arrepiento tanto de no haberme escuchado adecuadamente a los 17 años, cuando yo quería hacer cosas que contradecían a las autoridades paternas, las expectativas de los profesores de la escuela, las prácticas comunes del ciudadano promedio. Las cosas hubieran sido iguales o más difíciles, con la diferencia que sentiría que tendrían un propósito, y no que son vacías y ridículas como ahora. Como consecuencia ha empezado a germinar dentro de mí la idea de que la gratificación instantánea debería de considerarse el valor supremo en el que mi vida debería basarse. Si algo no es placentero o agradable de entrada, no hay razón para que seis semanas o seis años después vaya a mejorar o deje algún tipo de recompensa que justifique el tiempo invertido. Estoy cansada de esperar, de ser comprensiva.
Recuerdo vívidamente lo radical que solía ser, lo repugnante que me parecía que todo mundo dejara sus más altas aspiraciones de lado sólo porque no entraban en alguna categoría de “rentable”, o “seguro”. Esa rebeldía se calmó un poco con los estudios, porque de alguna forma son liberadores, son el precio que tengo que pagar por haber nacido, pero en estos momentos, encontrarme en situaciones que no los involucran directamente, que me parecen desordenadas, desmotivantes y para colmo de males, infructíferas, es suficiente para atrofiarme, para hacerme explotar a diario y no querer seguir. Me hace sentir peor que me comprometí desde un principio a estar cierta cantidad de tiempo, y porque di mi palabra no puedo sencillamente quedarme en la cama y renunciar a todo.
(Me siento en Guantánamo, siendo sometida a la tortura diaria y espantosa de las mismas canciones de Jessica Simpson, Toni Braxton Rihanna, Luis Miguel, Alejandro Sanz, Alejandro Fernández, la Oreja de Van Gogh…)
Si la Marcela de 17 años me viera en estos momentos, me escupiría en la cara.
Los 17 años es una bonita edad para llenarse de suspiros... pero eventualmente hay que ir escalando. La infancia y la adolescencia es la patria de todo ser humano, cuando se crece se olvidan muchas cosas en ellas, los adultos somos una maraña de tristezas... que resultan ineludibles. De cualquier manera, hacerle frente a la situación requiere mucha fuerza... pues tendrás que sacarla. Un abrazo, y mucho ánimo :)
ReplyDeleteMe da miedo contestar, por que inevitablemente sonaré como uno de los adultos que tanto detestas. No te voy a decir si te va a tocar así siempre, por que las excepciones si existen y cada uno tiene que descubrirlo solo.
ReplyDeleteTal vez los que te dicen eso buscan que te resignes para que evites una considerable suma de dolor. Eso quiere decir que tienes gente que te quiere, algo que no todos pueden contar en la vida y que ya hace que no tengas vacía tu existencia. Igual recordá por favor que a los 7 o los 70, los humanos nunca estamos satisfechos.
Dudo que llevés una vida vacía y ridícula. Solo se siente así. Lo que si te aconsejo, y de todo corazón, arriesgandome a que me detestes por sonar como un adulto es, POR FAVOR, NO DEPENDAS DE TU TRABAJO PARA LA REALIZACION EN LA VIDA. Please don't hate me for that.
Te lo dice alguien a quien gracias a Dios que le va bien en su carrera y no se queja de sus logros. Pero eso no significa para nada que mi vida gire en torno a eso. Los trabajos son un medio para llegar a un fin, no el fín en sí.
Sobre la porquería de música, y las conversaciones patéticas a las que te expones, deseara que pudiéramos ofrecerte un mundo mejor. Pero te cuento. Cuando yo llegué, bastante antes que vos, ya estaba bastante podridito y lleno de cochinadas que polucionan el espíritu. "We didn't start the fire". Tal vez la clave es aprender a reírse de eso.
Se que la Marcela de 17 te hubiera escupido en la cara, pero... aunque no me queda duda de que ya para entonces eras inteligente y talentosa, esa chica te hubiera hecho felíz? Le darías la manivela del coche a alguien que apenas comienza a conducir a que se aviente a una pista grande?
Habemos 'adultos' que te queremos mucho. Un abrazo.
de cierta forma Marce me identifico con vos... no hay mejor critico que uno mismo... sos vos la que pone tu nivel y la que te exije dia a dia... tenes la maravillosa ventaja que estas joven, y si realmente sentis que lo poco que has vivido (profesionalmente) no te llenara, estas a tiempo para poner otro norte a tu vida... socialmente ya tenes un titulo con que defenderte, pero parece que no tenes escudo con que identificarte...
ReplyDeletesos una chava brillante, y ojala solo vos seas la protagonista de tu vida...