Otro de los síntomas que demuestran que yo era una niña extremadamente aislada y protegida del mundo exterior, es que cuando estaba muy pequeña creía que era la única Marcela que existía. Si yo no conocía a nadie con ese nombre, era que sencillamente no podía existir. Mis ilusiones se vinieron abajo cuando un domingo en la mañana, que pululaba tranquilamente por mi casa, pasé junto al televisor que por algún misterio todavía no esclarecido, tenía puesto “X-O da dinero”, y una de las concursantes, era una Marcela; una Marcela que no era yo. Empecé a llorar, desconsolada por la idea que era otra más de alguna manada que se había mantenido oculta hasta entonces.
Unos años más tarde, con la introducción del internet, fue una de las primeras cosas que busqué en yahoo: mi nombre, ahora con apellido, para limitar las posibilidades. Descubrí que no sólo había una Marcela García, resultó ser pintora ella también (eran mis tiempos de incursión en las artes plásticas). Sus obras eran muy interesantes, lo que constituía una característica adicional, y embriagada por la emoción de la coincidencia, le escribí un correo, presentándome como una estudiante de 16 años, que le encantaba dibujar y pintar, y que soñaba con tener mi primera exposición individual antes de cumplir la mayoría de edad. La señora, porque es una señora de 57 años, me respondió muy amablemente. Sorprendida por ese giro del destino, se puso a la orden si yo tenía cualquier pregunta o inquietud, y me invitó a conocerla si alguna vez visitaba México. Cometí el error de abusar de su primera iniciativa. Comencé relatándole mi vida y mis intereses, pero poco todo fue decayendo a mis angustias y tristezas. Estaba pasando por la etapa trágica en que veía el periodo escolar acabarse, y tenía que decidir de una vez por todas qué quería estudiar. Mi vida en esos momentos era pintar y nada más, y no había ninguna carrera en la que eso fuera un requisito, o me fuera provechoso de alguna manera. Jamás se me hubiera permitido dedicarme a estudios de artes plásticas, ni en universidades nacionales, mucho menos extranjeras. Le escribía a ella contándole mi desesperación porque no sabía qué iba a ocurrir con mi vida, preguntándole si ella tenía alguna forma de ayudarme y guiarme con esos dilemas. Sus respuestas comenzaron siendo entusiastas, pasaron luego a ser corteses, y finalmente interrumpió la correspondencia con algo que recuerdo con la sensación de “buena suerte, debes encontrar tu propio camino”. En realidad no la culpo, yo era una pupila que ella no pidió tener, y mi dramatismo infantil probablemente la sofocó. Lo que sucedía es que no tenía nadie con quien hablar y buscaba alguien con quien desahogarme.
Desistí por unos cuantos años de seguirme buscando en internet. Hasta el otro día que estaba probando a ver si el blog finalmente dejaba de recibir visitas accidentales borrándolo de las listas de Blogger y evitando que fuera rastreado por los motores de búsqueda. Puse mi nombre y encontré algunos resultados que oscilan desde curiosos hasta sencillamente perturbadores.
Al parecer soy un hit en Argentina, donde hay miles de Marcelas Garcías. Una de ellas es una estudiante de psicología, modelo y rubia, que, representando al plomo, fue coronada la Reina de la Fiesta de la Minería, en el pueblo de San Juan. Otra es la novia de hace dos años del cantante Alejandro Lerner, con quien sueña tener un hijo. Hay una actriz que participó en la obra “El peatón amenazado” de Mario Costello, pero que no es lo suficientemente famosa para que le hagan una biografía. A menos que sea la misma Marcela García Loyoy, que escribió “El pequeño nechochense ilustrado” un diccionario con la jerga de su pueblo, que logró convertir en obra teatral. Pero sabes que tu nombre es popular si hay negocios que lo utilizan para identificarse, y es el caso de la inmobiliaria Marcela B. García.
También hay un auge de las Marcelas abogadas. La dra. Marcela García Brown, que atiende “todo tipo de trámite judicial en tribunales de Morón y San Justo”, en Argentina, o la colombiana Diana Marcela García Pacheco, que es además, docente.
Si las personas con las que comparto mi nombre fueran algún indicador de los talentos y las posibilidades que tendría a mi disposición sólo por llamarme así, podría vivir tranquila y en paz. Hay una Marcela García Sebastiani, graduada de la Universidad Complutense de Madrid, que escribe artículos para una revista de filosofía, política y humanidades, y que además, en colaboración con el señor Fernando del Rey Requillo, acaba de publicar “Los desafíos de la libertad: Transformación y crisis del liberalismo en Europa y América Latina”. Otra afortunada es una colombiana, licenciada en pedagogía musical, con maestría en historia de la música y doctorado en música vocal religiosa española del siglo dieciséis, que actualmente da clases en la Universidad de los Andes en Bogotá. Y en la página idealistas.org, se anuncia a la licenciada Marcela Paz García Cornejo, que ofrece atención psicológica, a adolescentes y adultos, en la región metropolitana de Santiago de Chile.
Sin embargo, mi orgullo y vanidad se empañan con una oveja negra: una “Marcela García bailando con tema de Jennifer López”, en youtube. Es un video aficionado de una tipa en traje de baño, contoneándose con los ritmos profanos de Jennifer López. Si tan siquiera tuviera buen gusto musical. Esa es razón suficiente para cambiarse el nombre.
Si mi intención era pasar desapercibida de ahora en adelante en Google, ya lo arruiné todo. Esperaré comentarios de otras tocayas egocéntricas como yo que no tengan muchas ocupaciones en sus agendas, y que se sientan ofendidas porque una hondureña estudiante de arquitectura de 23 años anda por allí hablando de ellas sin conocerlas. Pero por lo menos sabrán que no soy yo la del video.
Buen artículo, saludos y gracias por una visita recíproca. En cuanto a los nombres más comunes, ni pensemos en el mio.
ReplyDeleteme quedo con esta marcela. :D
ReplyDeleteBueno, si sirve de consuelo, mi nombre es muy común en el género femenino. Cómo se sentiría ud. en ese caso? :P
ReplyDeleteClaro, tanto mi nombre escrito exactamente igual, como todas sus variables pseudo-intelectualoides.
jajaja me causo gracia tu post, hace un mes hice lo mismo, mas que nada para saber lo conocido que podra ser mi nombre, y que tanto lanzamiento tendria... son pocos con mis nombres, el que mas me llamo la atencion es un colombiano, fotografo y diseñador... nada del otro mundo... pero que estaba en la red... al igual que el compañero, nos quedamos con esta marcela...
ReplyDeleteTe confieso que cuando me hablaron de vos Yanis, no pude evitar en pensar en Janis Joplin, todavia te imagino cantando ball and chain de vez en cuando...
ReplyDeletejajaja qué bonito que alguna niña piense eso.
ReplyDeleteTu nombre está perfecto, el mío, por lo visto, lo usan mucho para nombrar a perros o vacas... aunque me reconforta saber de Bessie Smith