La proyección y la identificación son dos procesos inherentes al desarrollo del ser humano. En todos los niveles se vuelve necesario salir del cuerpo y de la historia que uno vive para verla reflejada en otra persona. Es algo que supera el narcisismo, se origina en la necesidad de tener distancia para comprender, para inspirarse o para tener un indicio de cuál sería la acción correcta a tomar cuando se enfrenta algún dilema. El modelo que se elige seguir, ya sea real o imaginario, se convierte en el arquetipo en el que se construye la vida y se basa el comportamiento. A los 16 años escuché por primera vez la música de Tori Amos y combinada con la historia de su vida y su forma de pensar quedé maravillada al punto de convertirla en una de las heroínas de mi mitología personal. Todas las mujeres que admiro sobresalen en algo que las ha hecho trascender su condición de mujer, pero al mismo tiempo la han elevado gracias a sus logros. Comparten también que ante barreras que en su momento parecieron infranqueables, mostraron extraordinaria resistencia, pasión y ambición. Me hacen sentir orgullosa de ser mujer y me motivan a encontrar mi propio camino. Fue muy curioso cuando leyendo la autobiografía de Amos descubrí que sus arquetipos lo son literalmente: son varias de las diosas pertenecientes a distintas mitologías del mundo. Las diosas de la creación, la fertilidad y la destrucción, entre muchas otras. Ella no sólo conoce sus historias y sus significados, a través de su arte trata de canalizar sus energías y de alguna forma invocarlas para que exorcicen sus propios demonios y le ayuden a encontrar paz y equilibrio. Pero yo estoy convencida que como sociedad tenemos nuestros propios arquetipos, que al ser colectivos tienen que ser accesibles y por tanto no pueden ser de un nivel tan alto que la mayoría no pueda comprender; los héroes que representan nuestras aspiraciones son las celebridades.
Es un fenómeno ineludible, por la saturación de los medios o por nuestra propia curiosidad o morbosidad: las personas famosas son más que tipos corrientes que salen en la televisión, son símbolos de todo lo que anhelamos, tienen lo que quisiéramos poseer y viven lo que nos gustaría probar algún día. Muchos dicen que son imágenes a las que recurrimos por temor a nuestra propia mortalidad -lo que explicaría la necesidad imperiosa que tenemos de que nunca envejezcan, de que siempre se vean impecables- pero la proyección ha alcanzado niveles que merecen el esfuerzo de analizarse, porque de alguna forma en el mundo en el que estamos, todos pasamos por lo que a ellos les sucede. El ejemplo más sencillo sería el de Madonna, la encarnación del poderío feminista. La creación de su imagen pública se explica por todos los siglos y siglos de opresión al sexo femenino –sin este antagonismo no tendría sentido lo que ha hecho-, y su culto es justificable porque ha logrado tomar las riendas de su vida a niveles que nunca antes se había logrado. Yo la admiro también porque ha sido tan exitosa que ni siquiera las cadenas paternales representan una carga para ella: se han tenido que subyugar a sus logros. Hasta hace poco era la quintaesencia de la mujer que lo tenía absolutamente todo: el triunfo y la versatilidad profesional, cantidades interminables de dinero y poder, un físico sorprendente y hasta una familia envidiable. Pero se divorció de Guy Ritchie, y todo mundo se preguntó qué había salido mal. ¿Será cierto que las mujeres no podemos tener familia y una carrera sin tener que sacrificar una de las dos? Recordemos que ella podría dejar de trabajar por el resto de su vida para criar a sus hijos y ser una esposa más si lo quisiera, no tiene nada que demostrar a nadie, pero no lo hizo. Y ahora no puedo escuchar “Hard candy” sin pensar en que ese fue el disco que rompió a Madonna y a Guy Ritchie (fue culpa de Pharrell y Timbaland, ella debió saberlo); en realidad no podía escucharlo mucho para empezar.
En la ceremonia de los Oscars de este año Jennifer Aniston fue la presentadora de los premios de las categorías de animación, y en un momento la cámara enfocó a Angelina Jolie, por supuesto. Pareciera que nadie se ha recuperado del hecho que el hombre supuestamente más guapo de la tierra haya dejado a su esposa, famosa por ser guapa pero no al grado de ser intimidante, por la otra mujer. Fue el triunfo de la infidelidad que toda la sociedad occidental todavía está tratando de digerir. Honestamente yo esperaba que después que le hicieron eso a la pobre Aniston un rayo fulminara a esos dos seres demasiado atractivos para ser verdad, el karma tiene que existir después de todo, pero 6 hijos después ellos siguen felices y campantes, y los únicos indignados somos nosotros porque entre todos los hombres del mundo John Mayer fue el desafortunado escogido para ser el rebound guy.
Todo esto suena inocente y hasta risible: las rupturas amorosas cuando uno puede costearse un paro de labores indefinido y acompañarlo con televisión de pantalla gigante y señal satelital se pueden sobrevivir con relativa facilidad, y uno se consuela con que nuestros líos amorosos los comparte todo mundo y hasta a niveles peores porque son públicos. Pero hay un grado de proyección que resulta impactante e incluso peligroso: cuando nuestro arquetipo se enfrenta a una situación desgraciadamente demasiado habitual y en la que su reacción va a influenciar a muchas personas que han vivido lo mismo. Y es lo que sucedió con Rihanna cuando fue golpeada por su novio, Chris Brown. El muchacho es producto de un ambiente de violencia familiar, por lo que sus actos son una triste oda a la memoria genética, pero lo que decida hacer Rihanna de ahora en adelante va a repercutir en muchas niñas y mujeres que la admiran, o que van a dar por sentado que su reacción va a ser la correcta sólo porque es famosa. Puede acusarlo y encarcelarlo, lo que sería lo justo considerando lo sucedido, pero el muchacho no tiene ni 20 años, y ella está muy joven para enfrascarse en acusaciones legales. Además se podría percibir como vengativa por no perdonarlo y dejarlo en paz, aún sabiendo que esos episodios tienen una alta probabilidad, sino seguridad, de repetirse, y que en caso de que vuelva a suceder ella será en parte responsable por no haberlo detenido a tiempo. Podría perdonarlo y dejarlo ir, ¿pero sería justo? ¿Se lo merece sólo porque fue una reacción visceral a la violencia que él mismo presenció? ¿Qué hay de todas las mujeres que son golpeadas por sus novios o esposos y tienen tanto miedo por lo que vaya a sucederles si acusan a sus abusadores o están tan idiotizadas que creen que se lo merecen? ¿Qué van a pensar si ven que ella decide no hacer nada, que eso no es tan grave? Así como todas las celebridades viven agradecidas por el apoyo a sus seguidores deberían de sentir responsabilidad porque quieran o no, son sus guías y ahora esta muchacha tiene mucho en sus manos, tal vez más de lo que debería enfrentar a su edad.
La primera vez que tuve la desgracia de presenciar algo parecido a todo esto se me preguntó qué se tenía que hacer en esos casos y a pesar que estaba muy pequeña, inmediatamente respondí: divorcio. Terminar. Sigo creyendo que es cierto, y que cualquier otra solución es producto de racionalizar y querer ser masoquista. Para mí es una situación intolerable e inaceptable, de infligir, sufrir o presenciar y merece ser castigada. Pero los arquetipos se encuentran en otra esfera a pesar de que viven situaciones similares. Sus acciones se escapan a nuestros deseos y por eso sólo pueden ser símbolos que uno adopta cuando uno los necesita, pero que se desechan cuando se ha superado el estado que representan. Y así como hay arquetipos positivos, de inspiración y bondad, los hay terroríficos, malignos, destructivos y hasta mártires y victimistas. El problema se vuelve cuando las acciones de nuestros héroes repercuten directamente en nuestras vidas diarias y su imagen queda agrietada permanentemente porque uno descubre que son de carne y hueso y se rinden ante sus debilidades sin importar a quien arrastran en su marea. Por eso es que uno no puede tener héroes cercanos.
Cuando tenía siete años, yo le recomendé lo mismo (divorcio) a mi propia madre...
ReplyDeleteCon los años algunas cosas han cambiado, y otras no. Vos conoces un poco esta historia. Pero habría que ver si también, el camino de la poca tolerancia nos hace sentirnos bien. No quiero decir que haya que tolerar la violencia, y hablo con autoridad, por que yo crecí en un ambiente así y tomé mis medidas para deshacerme de eso. Pero por cesar relaciones sin tolerancia ante el mínimo desacuerdo filosofal, han nacido más de un prejuicio vergonzoso (político, social, o religioso).
No se si Rihana tenga tanto impacto socialmente hablando si lo perdonara. Por que Whitney Houston, quien fue mas icónica que lo que ahora es Rihana, fue considerada imprudente por aguantar a este tipo, que coincidentemente se apellidaba Brown también. Aunque pienso que si ella no le hubiera aguantado sus estupideces, si hubiese tenido una influencia mayor socialmente. Una posible razón, es que está como de moda no aguantar nada. Es un movimiento no ser tolerante. Por eso las huelgas, las protestas, los grupos para defenderse, y lo más irónico es que en teoría se unen para cerrar alguna injusticia. En México el Zócalo tiene manifestaciones cada dos minutos y creo que se han hecho tan habituales que pasan de alguna forma desapercibidas... Ha traído eso una solución?
Los disparos de los divorcios son un fenómeno sobre los que vale la pena discutir con propósitos objetivos. Significa eso que tenemos alguna liberación de lo aplastados que podían ser los cónyuges en una relacion no conveniente? En teoría por ejemplo divorciarse te puede quitar el peso de una relación desgastante. Pero lo cierto es que no ocurre así, por que los problemas post divorcio se convierten en una suerte de demonio que persigue por el resto de las vidas a los implicados, incluyendo los hijos que no tienen nada que ver.
Amar, implica aprender a aguantarnos. Y aunque por supuesto hay ocasiones en las que la separación y el divorcio son necesarias, siento por cierto, que tal vez los arquetipos nos estan haciendo ver un desequilibrio como sociedad respecto a cuán frecuente debe considerarse esto.
Madonna, especialmente después de los álbums que sacó siendo madre (Ray of Light, Music, American Life), transpira en sus letras mucho dolor por haberse dedicado a obtener muchisimas de esas cosas, teniéndolas todas, a costa de su felicidad y viendo como lo importante, cosas de otro orden que no tienen que ver con reasegurarse ante nadie (Drowned World, American Life, Nothing Fails, por ejemplo).
No se si "Hard Candy" debiera contar como un disco importante para Madonna, por que ha sido una especie de forma de probar a todo el mundo que esta joven, es un disco que por cierto no sabe a Madonna sino a Timbaland y Timberlake, y que como bien dijiste, en lo que sea que quiso probar, posiblemente perdió cosas que antes declaró de magna importancia.
Fue curioso, Madonna misma, hace unos años declaraba que el matrimonio era una especie de "competencia de generosidad". Tan pronto parece haber dejado de practicar el altruismo (por la razón que sea, que tal vez es justificada), su matrimonio cesó.
La necesidad de tener mentores de alguna forma como decís es inherente. Pero aparte de la distancia que decís, hay que saber escogerse bien quienes van a ser...
infringir.(Del lat. infringĕre).
ReplyDelete1. tr. Quebrantar leyes, órdenes, etc.
infligir. (Del lat. infligĕre, herir, golpear).
1. tr. Causar daño. 2. tr. Imponer un castigo.