¿Qué hacen los ingenieros para divertirse? Porque honestamente, su trabajo es todo menos una fuente de disfrute y entretenimiento. Estar bajo el sol, mi nuevo enemigo, por 8 horas; comer en cafeterías que ahora se rehúsan a calentar mi almuerzo traído de casa y me han obligado a llevar una mini estufa que me hace ser el tema de muchos chistes sobre fondas y restaurantes callejeros; estar en reuniones con jefes y dueños de proyectos para discutir las cosas que se han estado viendo por una semana, no decir nada nuevo y no resolver ninguna duda que existía antes, encerrados en una mini oficina donde el aire acondicionado sin entrada de aire fresco aturde la mente al punto de cabecear del sueño frente a todo mundo.
Me levanto por las mañanas, aturdida por la mala música de Mtv, combinada con anuncios de la compañía de cable más mediocre de todo el mundo, y trato de darme ánimos para empezar el día. Son las 6 y 40, o sea que tengo 5 minutos más para levantarme de la cama. Generalmente me despierto antes; estos últimos meses me despierto varias veces a lo largo de la noche, lo que no tiene sentido porque mis niveles de angustia han bajado desde que entré al gimnasio. A las 6 y 45 me baño en una carrera conmigo misma para hacerlo rápido y poder regresar a la cama a calentarme bajo las cobijas por unos instantes antes de las 7, mi hora designada para empezar a cambiarme. Los días que me lavo el pelo ni me gasto en ver el reloj: prefiero jalar una de las 5 colchas con las que duermo para envolverme mientras me pongo la crema humectante, el bloqueador 30, una de las múltiples cremas con olor o la que no tiene si es que decido usar perfume y finalizo con el bloqueador 50. Se gastó mi corrector de ojos de buena calidad, uno de los dos implementos que considero esenciales en el mundo del maquillaje y mientras logro ahorrar para comprarme otro tengo que usar uno que se desgasta en unas cuantas horas, pero que tiene bloqueador 50 también y me hace creer que me veo menos ojerosa por las mañanas. El otro artículo sin el que no podría vivir es el delineador, que también estoy usando uno de bajo presupuesto. No es mi culpa: la práctica no es pagada, me he gastado mis ahorros en libros, y lo que me dan de mesada lo uso para salir a comer los fines de semana. Tengo gustos finos, soy una snob y estoy condenada a la miseria, ya lo sé. Mi madre me regaló un juego de sombras con 5 colores, así que ahora los primeros cuatro para los días de semana y el más oscuro lo usaré algún día que vuelva a salir a bailar de noche, que no creo que sea pronto. Finalizo el ritual con algún brillo de labios que va a disolverse con el desayuno, pero no importa porque nunca hay suficiente humectación para los labios. Escoger la ropa es lo mejor y lo peor del día. Estoy en una construcción, así que todas las camisas bonitas y los jeans pegados que me compré para imaginar que estoy en un episodio de “The Hills” en alguna oficina están agarrando polilla por la falta de uso. Todos los jeans que sobrevivieron a la gran limpieza de diciembre por pura nostalgia de tiempos pasados, del estilo acampanado, con roturas y desteñidos celebran de felicidad. Pero yo no: supuestamente estoy ensayando ser una profesional y especialmente en estas épocas de transición en que no lo soy por lo menos debería aparentarlo y mis pantalones universitarios no transmiten seguridad. Los tennis tampoco, pero no tengo muchos zapatos de verdad, así que por ahora ese es un punto positivo. Hoy que había reunión decidí ponerme una camisa bonita pero algo vieja, para dar una buena impresión ante todos los señores. En la tarde estaban desgastando un repello y había cemento volando por todo el aire y yo sólo pensaba en mi camisa, mi pobre camisa que se estaba ensuciando.
Supuestamente a las 7 y 15 de mi reloj, adelantado 5 minutos con respecto a la hora oficial, debería de empezar a prepararme el desayuno/empacar almuerzo. Pero estos días comienzo más tarde, con serias repercusiones para el resto de la jornada. El semestre pasado había perfeccionado el arte del desayuno y merienda en menos de 15 minutos, al punto que iba a hacer un recetario online al respecto, pero este año he perdido la práctica y la nueva dificultad con el almuerzo limita mis opciones. Mis desayunos son entonces la cena de la noche anterior recalentada, un sándwich, o una baleada. Mi innovación ahora es que como un banano, fuente natural de energía. Empaco el almuerzo, que es lo que sobró del almuerzo del día anterior en la casa, y 2 botes con agua: uno para el trabajo, otro para el gym. Antes llevaba galletas, para comer algo después del trabajo pero me terminaron aburriendo y estoy acostumbrando mi cuerpo a hacer más y comer menos, sobretodo porque no quiero cargar tanto más que por querer adelgazar. Si mi hermano no ha salido de la casa abro el portón, recojo el periódico y tengo menos de 10 minutos para leerlo y desayunar. Suena el teléfono y es hora de irme. De 8 a 5 y media, a veces hasta 6 de la tarde, es sol, sucio y ruido.
A las 6 o 7, una hora de ejercicio. Al parecer voy al gimnasio más popular de la ciudad: ex compañeros de facultad, secretarias de antiguos trabajos, lectores de este blog, antiguas amigas de amigas mías, antiguas amigas mías, ex compañeros del colegio, todo mundo va a ese lugar, a pesar de sus máquinas a punto de deshacerse y sus pesas de épocas prehistóricas. Los maestros son buenos, eso sí. Hay un gordito que da buenas clases de step pero ya no me hace sudar y lo he cambiado por spinning, que los lunes lo da un chavo con aún más pereza que el gordito, y los otros días un tipo que parece español y parece que está enojado, pero es más difícil. Pero los otros días no puedo ir: el martes hay clases de baile, a las 6 con un chavo que es bastante decente, y a las 7 con un colombiano que atrae mujeres como si ellas fueran moscas y él se perfumara con miel. Antes los miércoles también había clases de baile, con un tipo increíble, pero se salió y hoy que probé su reemplazo puedo decir que está muy cerca de su predecesor. Los jueves es kickboxing, relevos, o cualquier otra forma de esfuerzo cercano a la muerte con una chava pequeñita y delgadita que podría agarrar a golpes y dejar inconsciente a cualquier mercenario obeso que se le ponga enfrente. Los viernes es libre, por lo menos para mí.
Regreso a la casa a bañarme, dejar lista la ropa para el día siguiente, encender el calentador de agua para el día siguiente, cenar y tratar de ver tele mientras reviso blogs y correos: todo un reto. Supuestamente a las 10 debería de leer, pero siempre hago trampa, sobre todo los días como hoy que quiero escribir algo, por muy insustancial que sea, pero eso me pasa por no presupuestar la escritura en la rutina diaria.
jaja me dio risa este post; e igual no sabía que ya estabas haciendo tu práctica! me da un envidia (de la buena)
ReplyDeletelo que no entendí bien es lo de los protectores :S
Vaya que si ha sido entretenido esta entrada, ya dias no me entretengo con las MarcelAventuras, buenisimo, buenisimo. Por lo visto una jornada muy atareada, te he de entender en cierta forma, aunque yo preferiría estar en el sol agarrando un poco de color...aunque detesto en sobremanera el calor sofocante, pero prefiero eso, a sofocarme en una oficina donde el sol te esté dando palmaditas en la espalda por el resto de la tarde, haciendo que la misma oficina se convierta en un pequeño horno solar (economico y efectivo por veces).
ReplyDeleteYo he estado con que me quiero meter al gimnasioy agarrar spinning como loco ya que me gusta mucho practicarlo, pero he estado saliendo tarde de la oficina gracias a una abrumadora cantidad de trabajo (y por ende no he podido siquiera postear un retorno a la vida laboral), pero bueno ni modo, mientras me aguanto.
Haber cómo continuan las Marcelaventuras :D
Saludos un fuerte abrazo y mis mejores deseos siempre Marce. :)
Ahhh es que mi nueva vida bajo el sol implica que ahora tengo que usar hasta 3 cremas protectoras solares. Estoy en negación, pero llegará el día en que aceptaré mi nueva "piel canela" :P
ReplyDeleteuuuh siiii, canelaaaaaa... en café queda barbaro jejeje...sorry ando acelerado porque no pude pegar los ojos desde las 3am. Pero 3 cremas?, eso si que es abuso, yo por mucho uso una crema (sii, los hombres también usan cremas) jejeje. Pero bueno, todo de alguna u otra manera te sentará mejor. :)
ReplyDeleteUn fuerte abrazo y mis mejores deseos.
*Porqué no usas un sombrero de junco?...quedan cheverísimos para esos menesteres bajo el sol.