“Una leyenda cuenta que, cuando Buda convocó a los animales, la Rata viajó sobre el lomo del Buey, que llegó puntualmente a la cita antes que cualquier otro animal. Sin embargo, justo en ese instante la Rata saltó del lomo del Buey y reclamó para sí el primer lugar, a lo cual el Buey, gentilmente, no se opuso.”
Soy una completa gallina. Soy tan gallina que las mismas gallinas me harían huir despavorida. Para el taller teníamos que leer en público nuestra tarea, la disección curatorial de “Mirando al Sur”, un trabajo por el que me quedé 2 horas en la exposición, gran parte del tiempo cuando mis otros compañeros ya se habían ido, y me acosté a las 11 y media de la madrugada redactando mis impresiones. Pero hoy en el curso no pude decir ni pío sobre todo lo que había escrito. Sólo una persona más había hecho la tarea, podría decir que por casualidad pero es más bien por naturaleza adquirida: era también una arquitecta y ella habló extensamente; otros que sólo habían improvisado en sus cabezas comentaron durante todo el día, y yo que sí había sido responsable y cumplidora sentía unas palpitaciones peligrosas y empezaba a sudar de los nervios en cuanto vislumbraba la posibilidad de hablar frente a todos y decir cosas que corrían el riesgo de andar completamente fuera del caso. Fue terrible. Recordaba mis experiencias como alumna en Teoría Superior en la que estaba tan intimidada por mis compañeros veteranos y la arquitecta impresionante que no me creía digna de dirigirle la palabra, aunque yo tuviera cosas que decir. Y apuntaba obsesivamente, investigaba, leía y escribía y el único momento en que me di a conocer fue cuando entregaron los exámenes y mi esfuerzo rindió frutos. Pero me imagino que tuvo que ser frustrante porque yo no participaba en clase pero mis compañeros tampoco y estar frente a 20 personas que no quieren hablar provoca una mezcla de cólera e impotencia como muy pocas cosas pueden producir, como comprobé cuando fui asistente de la maestra para la misma clase y pude estar del otro lado. Y no es una tendencia nueva, la brillantez en el anonimato: la escuela y el colegio se disolvieron en constantes luchas por acaparar la atención de los maestros, por pelear con mis otros compañeros por la posibilidad de expresar mi opinión, por ser la líder y cabecilla de grupos, actividades o reuniones. Han sido estos últimos años que han masacrado mi confianza y autoestima, porque no me reconozco en la escualidez y cobardía en la que me disfrazo para pasar desapercibida y que nadie tenga razones para retarme o cuestionarme. He perdido mi jovialidad, mi espontaneidad para hablar con la gente sin esperar que me traten mal. Puedo hacer lo que me pidan y hasta más de lo necesario, pero mientras no tenga que involucrar a otros y no sea necesario discutir para hacer las cosas a mi manera. Esto es peligroso y llega en el peor de los momentos, cuando apenas voy empezando a labrarme los inicios en una carrera profesional que es justo cuando debería andar haciendo contactos y creando oportunidades a través de las relaciones.
Sin embargo, a pesar de todo lo negativo que estos años han marcado en mí, puedo decir que estoy empezando a disfrutar de la sabiduría adquirida a golpes. Todas esas cosas que me han costado y que he sudado tanto por alcanzar o por sobrevivir me han entrenado y endurecido al punto de que no le tengo miedo a lo que se venga porque todo es ganancia a partir de ahora. La vida en Honduras es como una lección en resistencia y perseverancia porque aquí no hay nada y todo es feo. Caminar por la calle es atroz, andar en bus es terrible, se vive con violencia, corrupción y el futuro se ve nefasto desde cualquier perspectiva. Me he acostumbrado a vivir sin poder encontrar libros, sin poder ver buenas películas, con opciones limitadas de comidas, exposiciones o lugares para salir. Francamente no importa adónde vaya a terminar, siempre sería una evolución. En varios momentos de mi carrera me ha tocado matricularme junto a una manada de estudiantes presos de histeria colectiva, he llegado a sentarme en el piso para recibir clases, estoy acostumbrada a las protestas de los poderosos e irritantes sindicatos que controlan el sistema educativo público; estudié arquitectura, maldición: ¿qué otras pruebas ocupo para demostrar que el suplicio no me inmuta? Las horas bajo el sol en la construcción hacen que me ría de las señoras del taller que se quejan de no estar en la sombra los ratitos que nos toca esperar para el inicio de las clases; los ruidos que entorpecen la vida diaria no se comparan a la retroexcavadora y comer frío tantos días me hace apreciar enormemente los días que un español amable se ofrece a calentar mi almuerzo. Pucha, hasta mi celular de mala calidad que requiere sacar la batería cada vez que la quiero cargar en el aparato aparte que tuve que comprar me hace sentir que cualquier teléfono sería una bendición caída del cielo.
Tal vez sí sea un animal de esfuerzo y paciencia, cómodo en el anonimato, pero me regocijo en mi garantía de siempre conseguir lo que quiero.
...siempre conseguir lo que quiero. Exacto.
ReplyDeleteHablando de celular... yo lo perdí u.u (te cuento luego en el msn)
Iré a ver la exposición en estos días, conseguí compañía :D
¡Saludos!
mmmmm quierase o no, muchas veces he estado en tus posiciones, solamente que en la mayoria de los casos, del lado contrario... yo si me he dado el lujo de hablar, de opinar, de quedar en ridiculo, de contrariar y debatir...
ReplyDeleteEn estas andadas he sido el heroe, he termino corrido, insultado, me he ganado enemigos, incomprendido...
"Compañeros diganme si callado estoy mejor?, compañeros??, no ven que hay mil palabras para cederle al viento?... Por favor no me digan que el SILENCIO SERA SIEMPRE MEJOR"
Animo Marce!!!
"En mi opinión, trascendés cuando de verdad te proponés salir de un cliché y te concentrás en el logro de un propósito (no renombre) [...]. Me gusta la gente que se concentra en que se vea su trabajo (no ellos), a los que nadie tiene que darle reconocimientos para entender lo trascendental de su labor. Héroes verdaderos, invisibles a los escenarios mediáticos. Te aseguro: ellos saben bien, que no dependen de un aplauso ni aspavientos para saber que trascendieron (Proverbios 19:17). Eso es salirse de los cánones!"
ReplyDeleteSin querer, ya había escrito mi comment antes de que publicaras tu post. Y es cierto, se disfruta mucho cuando luego de todas las espectativas perdidas, se agudiza tu sentido de ganancia. Se te admira. Seguí así.
Un abrazo,
dz