Han sido muy fructíferas estas primeras actividades para celebrar la semana de la semana del arquitecto, que además coincide con la celebración por los 30 años del Colegio de Arquitectos de Honduras. La primera consistió en el relato de la creación del Colegio, de la que no puedo hablar mucho porque tuve la oportunidad de escucharla en la charla de inducción para nuevos colegiados hace unos cuantos meses, pero fue un sábado por la mañana en el que no me había cafeinado y en esta ocasión el arquitecto cometió el gravísimo error de acompañar la narración con una presentación de fotos de antaño de los arquitectos de aquella época, muchos de ellos que han sido maestros míos. Me felicito a mí misma por haber logrado contener las carcajadas a niveles que no fueron audibles para los asistentes unas filas más adelante. Creo que aún si sólo eso hubiera sido el evento hubiera valido la pena: ver a los arquitectos jóvenes, peludos, sin canas, arrugas o libras de más fue una oportunidad de apreciarlos en su faceta humana y hubiera sido una excelente forma de chantajearlos si tan sólo hubiera visto esas fotos antes o si hubiera llevado cámara ayer.
Después se presentaron las conclusiones del taller “Tegucigalpa: imagen de la construcción de ciudad a través de sus orígenes y desarrollo urbano”, con la participación del arquitecto Juan Casales, miembro de la Consejería de vivienda y ordenación del territorio y de la Junta de Andalucía, además de la arquitecta Gloria Grimaldi, miembro del comité de la Guía de Arquitectura que se está realizando actualmente aquí en Tegucigalpa. Se expusieron todos los productos obtenidos del taller de cuatro días de duración: líneas de tiempo que mostraban simultáneamente los sucesos políticos y culturales más importantes desde la creación de Tegucigalpa hasta la actualidad, combinados con las construcciones correspondientes a cada etapa, con el fin de tener un panorama completo de la sociedad capitalina y los edificios que la representaron a lo largo de su historia. También se trabajaron en mapas de Tegucigalpa, divididos también por etapas, que ilustraban su expansión, primero ortogonal, ordenada, pero siempre dividida en dos partes, hasta el caos intransitable en que se ha convertido. El arquitecto tiene el deber de estudiar la ciudad en la que pretende insertar un proyecto ya que este no puede estar desligado del contexto pero ese es justamente uno de los problemas que tenemos aquí, cada quien construye sin consideración al paisaje, al entorno, muchas veces ni al usuario. El taller fue exitoso recopilando información que se tenía disgregada en muchas fuentes pero sobretodo dio un panorama de lo que estamos haciendo con la ciudad ampliándola sin ningún tipo de planificación y sobre la gran responsabilidad que tienen los arquitectos en construir cosas de las que no se tengan que avergonzar 10 años después.
Para aprender sobre planificación está el ejemplo de la exposición que se inauguró esta noche en el Colegio de Arquitectos: “A través de Andalucía: La vivienda protegida. 1994-2005”. La muestra consiste en una serie de proyectos realizados en distintas ciudades de Andalucía y en algunos países latinoamericanos -gracias a la Cooperación Española-, de viviendas plurifamiliares, unifamiliares, residencias de estudiantes y “autoconstruídas”, todas con ayuda de la Junta de Andalucía, es decir que son viviendas de interés social realizadas a través de gestiones públicas. Lo más notable de todos los proyectos es que cumplen con estándares de calidad y funcionabilidad, además que formalmente son muy interesantes; muchas casas de urbanizaciones carísimas que se están construyendo en Tegucigalpa están muy por debajo de esos patrones, en cuanto a diseño y a calidad de vida. La muestra es extensa y uno puede darse gusto leyendo cada ficha técnica y apreciando las fotos, pero sólo va a estar un mes, hay que aprovechar.
Post a Comment