Me encanta cĂ³mo la vida se encarga de darme lecciones justo a la medida de mi ingenuidad. Yo creĂa que salir de un paĂs tercermundista constituĂa un excelente entrenamiento para la vida. Uno estĂ¡ acostumbrado a las cosas desordenadas, sucias y amontonadas, a las personas malcriadas e ineficientes y si uno se gradĂºa de la universidad pĂºblica tiene un bono adicional producto de tener que aprender a como dĂ© lugar en uno de los mĂ¡s hostiles ambientes para recibir una educaciĂ³n. Yo creĂa que era un excelente entrenamiento pero uno inĂºtil si uno debe enfrentarse al orden, señalizaciĂ³n y cultura de lo que imaginaba serĂa un paĂs como Francia.
Desde la primera vez que lo vi el tranvĂa me pareciĂ³ una de las siete maravillas del mundo moderno, despuĂ©s del microondas y del twitter. Esa mĂ¡quina maravillosa de aspecto elegante se encarga de llevar a las personas de estaciĂ³n en estaciĂ³n sin necesidad de un cobrador irritante que te pida que te apretujĂ©s a las personas para que quepan mĂ¡s pasajeros. El cobrador aquĂ es una mĂ¡quina en la que uno tiene que validar su pasaje o tarjeta previamente comprado. De hecho, uno puede subirse sin pagar, pero se confĂa en la educaciĂ³n y honestidad de las personas que van a cumplir con su deber. Aunque sĂ³lo por si acaso hay agentes de seguridad que revisan los boletos. Los primeros dĂas que usaba el “tram” me encantaba. ConseguĂa asientos y cuando por alguna razĂ³n no habĂa disponibles entonces podĂa pararme sosteniĂ©ndome de alguna de las barras verticales diseñadas para ese fin. Y aĂºn si no conseguĂa sostenerme, el deslizamiento delicado y armonioso del vehĂculo no era capaz de hacerme tropezar. Poco a poco la ciudad se fue llenando de estudiantes y con ellos empezĂ³ una degeneraciĂ³n en el sistema de transporte que jamĂ¡s hubiera sido capaz de imaginar. Los fines de semana –que empiezan el jueves por la noche-, el tranvĂa se convierte en la guarida de muchachos ebrios y/o escandalosos que cantan a todo volumen tonadas horrendas y/o vulgares. Y mĂ¡s de una vez se ha dejado de usar una cabina por el vĂ³mito de alguien que no quiso ensuciar las calles, que es lo que decide hacer la mayorĂa. Pero ahora, durante el dĂa, andar en tranvĂa no tiene ninguna diferencia con un bus de ruta UNAH-Mercado: el hacinamiento es el mismo y con tan poca distancia entre muchas de las paradas se vuelve lento y tedioso tener que ir a hacer mandados al centro de la ciudad. Tengo que salir hasta con una hora de antelaciĂ³n si es que quiero llegar a tiempo a algĂºn lugar. Y el movimiento del tram es tan brusco y terrible como si estuviera atravesando los baches de Tegucigalpa.
A todos los estudiantes extranjeros nos estĂ¡n dando clases de francĂ©s. Los edificios no son particularmente bonitos pero es aquĂ cuando vuelvo a hacer menciĂ³n de mi deteriorada alma mĂ¡ter y del estĂ¡ndar de infraestructura a la que estoy acostumbrada. Las clases comenzaron siendo de un promedio de 20 a 30 alumnos; algo manejable para los maestros itinerantes que nos dan lecciones. Pero poco a poco comenzaron a llegar mĂ¡s y mĂ¡s extranjeros, principalmente otros europeos, y de repente la cantidad de alumnos alcanzĂ³ cifras alarmantes. No pasĂ³ mucho tiempo antes de que se empezaran a mover sillas de otras salas porque no cabemos en el aula. Probablemente no se llegue a la medida extrema de tener que sentarnos en el piso, pero no deja de perseguirme el hecho que a todo lugar al que voy tengo que conseguir sillas de otra parte.
Hoy tuve mis reuniones de acogida, tanto por ser estudiante extranjera como por ser estudiante de maestrĂa, en lo que va a ser mi universidad. LleguĂ© a la primera de ellas y no me encontraron en la lista de estudiantes. Es normal puesto que todavĂa no estoy matriculada en la universidad. ¿CĂ³mo es esto posible, puesto que ya voy a tener un mes de estar en Francia? Para responder a esto es necesario que explique que la Universidad de Bordeaux se divide en cuatro universidades: Bordeaux 1 tiene a su cargo las ciencias exactas como matemĂ¡ticas, informĂ¡tica, quĂmica, biologĂa, etc; en Bordeaux 2 se puede estudiar medicina, entre otras; mi universidad es Bordeaux 3 que reĂºne las facultades de Humanidades: Letras, Lenguas, Artes y otras ciencias sociales; Bordeaux 4 es la universidad de derecho, ciencias polĂticas y econĂ³micas y luego hay otros institutos diversos mĂ¡s especializados. Mi beca estĂ¡ siendo organizada por Bordeaux 1 y desde un principio las cosas han sido… turbulentas. Superando el episodio de la llegada y ya habiĂ©ndome instalado convenientemente en un apartamento decente (una suerte que muchos otros becarios no han tenido), se presentĂ³ el asunto de la matrĂcula a la universidad que no se ha podido realizar. En resumen, Bordeaux 1 no ha pagado el dinero de las matrĂculas de las otras universidades por lo que los estudiantes provenientes de AmĂ©rica Latina con mi programa de becas no hemos podido matricularnos ni administrativa ni pedagĂ³gicamente. Esto significa pequeñas cosas como no tener tarjeta de estudiante, lo que nos da derecho a comer en los restaurantes de la universidad que son abismalmente mĂ¡s baratos que comer en cualquier otra parte, tampoco tenemos derecho al uso de las bibliotecas, no tenemos cuenta de internet, no tenemos derecho a reducciones en museos o en espectĂ¡culos, no podemos ni siquiera lavar ropa en la lavanderĂa de la residencia. Pero aĂºn peor, no me dieron mochila hoy en la reuniĂ³n de acogida. No pude evitar relacionarlo con cierto incidente de mi trabajo anterior. La empresa para la que trabajaba es muy reconocida por fabricar artĂculos relativos a la selecciĂ³n nacional de fĂºtbol, asĂ que un dĂa decidieron regalar el paquete con todos los objetos a todos los empleados, excepto a los pobres gatos que estĂ¡bamos por contrato. Nunca supe quĂ© era peor, si saber que tu propia empresa no te reconocĂa oficialmente como un empleado o ser vĂctima de semejante desaire por pura tacañerĂa. Otros becarios que tampoco se habĂan inscrito sĂ recibieron sus mochilas y portafolios de la universidad y yo creĂa que por una vez no iba a sufrir discriminaciĂ³n por la ineficiencia ajena. Para colmo de males, mi reuniĂ³n de la maestrĂa no fue muy reconfortante tampoco. Al parecer a la maestrĂa en Historia del Arte y en general, a todas las facultades de Humanidades no se les presta tanta atenciĂ³n en comparaciĂ³n a las otras carreras. El director de la maestrĂa no pudo ser mĂ¡s desalentador cuando explicĂ³ la situaciĂ³n. De hecho, en este momento ni siquiera tenemos un edificio porque estĂ¡ en reparaciĂ³n y a estas alturas no se saben los horarios o las aulas de las clases. La nueva encargada de la maestrĂa es eso, nueva, y no tiene la mĂ¡s mĂnima idea de lo que tiene que hacer o de todo el trabajo que se viene encima. Hablando con estudiantes de mi universidad me dicen que no saben muy bien quĂ© van a hacer despuĂ©s de obtener su tĂtulo porque no hay mucho trabajo para su campo. Se supone que viajĂ© hasta aquĂ porque este paĂs era la cĂºspide de los museos, porque el arte era valorado y porque habrĂa campo para desarrollarme como profesional. Y vengo a darme cuenta que es una situaciĂ³n tal vez no tan crĂtica como en Honduras, pero sĂ en declive. Y que igual que en la UNAH, no sabrĂ© mis aulas hasta el Ăºltimo momento. Pero los lĂos para matricularse parecen ser universales, o perseguirme a travĂ©s del AtlĂ¡ntico.
Muchas personas me han dicho que los seres humanos son los mismos en todas partes. He querido creer lo contrario pero despuĂ©s de todos estos sucesos no sĂ© muy bien quĂ© pensar. El lunes tuve la oportunidad de ir a visitar una de las fortalezas de Vauban en Blaye, una fortaleza del siglo XVII en el estuario de la Gironde, remodelada por Ă³rdenes del rey Luis XIV y ahora inscrita en el Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es un sitio precioso y la fortaleza es un importante sitio turĂstico. CaminĂ¡bamos con Elsa en el lado de la fortaleza que tiene vista al rĂo y decidimos entrar a una torre un poco alejada de todo. En ese momento pensĂ© que si hubiera en Honduras una torre de ese tipo, tan solitaria, tendrĂa graffiti en las paredes y algĂºn pedazo de popo en el piso. EntrĂ© y me enterĂ© que los franceses tienen mĂ¡s en comĂºn con nosotros de lo que hubiera creĂdo.
Faltaba mĂ¡s. CuĂ¡nto lo siento!! Pero estoy seguro que las cosas van a mejorar, una vez que ya las clases estĂ©n encaminadas, todo se va a ir dando de la mejor manera. Do te embraves :P
ReplyDeleteMarce, y ya te toco los tramites de la carte de séjour?? Creeme que en ese instante es cuando te vas a dar cuenta que los franceses son peores que nosotros! jajaja Courage, Marce! Uno se termina acostumbrando a estas cosas!
ReplyDeletePues fijate Gaby que no me ha llegado la fecha para la cita del trĂ¡mite pero varias compañeras ya la tuvieron y consiguieron su carte sin ningĂºn problema. Espero tener tanta suerte como ellas, si no igual te enterarĂ¡s. ;) Saludos!
ReplyDeletePor fin!! un comentario en tu blog!! tengo tiempo de no hacerlo ni leerlo.
ReplyDeleteVaya Marce, como bien dicen, en todos lados cuecen habas, no es que las peripecias vividas en la UNAH hayan hecho sinergia en Bordeux sino que, como bien habĂas puesto en un principio, todo esto te ayuda a entrenarte para la vida, requerirĂ¡ mucho esfuerzo de tu parte si, pero estoy seguro que a final valdrĂ¡ la pena.
Me alegra mucho leerte y espero saber mas de ti y tus experiencias en Francia. Un fueeerte abrazo a la
distancia, siempre, mis mejores deseos para tu vida Marcela.
Bueno, quizas en Bordeaux son menos tontos que aqui! Yo a estos franchutes, ya no los aguanto jajajajaja Pero adoro Francia.
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ReplyDeleteTuvieron una Ă©poca llamada "El terror" (los diarios ingleses se referĂan a ellos como "Los bĂpedos de ParĂs"), Durante la insurreciĂ³n conocida como "La Commune" se ordenĂ³ la matanza de 50,000 personas, es el Ăºnico paĂs con altos Ăndices de desarrollo que casi se vuelve comunista en Mayo del 68 y tuvo conflictos raciales a principios de siglo XXI que devinieron en protestas violentĂsmas ¡Pero creeme que me bastarĂa con poder regresar a mi casa caminando, no ser asaltado a cada rato y tener la bibliografĂa completa del surrealismo en mis manos! ¡Viva la France! :P
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